Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V Homenaje a Dora M. Eulalia, ex columnista y coeditora de la Revista
UNA HISTORIA
DE INMIGRANTES
CASTELLANOS
LEONESES
EN CORONEL
DORREGO
El Perdido –
Estación José A. Guisasola
Partido de
Coronel Dorrego
Provinica de
Buenos Aires - Argentina - 2007
Hace cinco años Don Alberto Eulalia, más
conocido por el apodo de Mota, natural de El Perdido, tuvo la razonable
idea de proponer a su familia la venta de un predio ubicado en el mismo pueblo.
Esta finca prácticamente abandonada perteneció a sus padres y en la que vivió
hasta su fallecimiento Don Ángel Eulalia (H), el mayor de sus hermanos. El
terreno de unos quince metros de frente por veinte de fondo, era acompañado por
una precaria construcción digna de demolición. La propiedad en su conjunto era
de suma necesidad para una empresa cerealera vecina la cual efectivizó una
propuesta monetaria demasiado conveniente como para rechazarla. Dicha
construcción estaba protegida o lo que es lo mismo invadida por frondosos
matorrales que invariablemente presentaban un duro desafío para el machete. No
obstante la dificultad, y una vez aprobada la operación por parte de la
totalidad de la familia, comenzó la depuración y extracción de todo aquello que
resultase fiel a las emociones y también aquello que fuera útil, práctico y
merecedor de ser conservado, ya sea para el recuerdo o para su empleo terrenal.
Estamos hablando de una propiedad deshabitada desde hacía no menos de doce
años, en donde las lilas, los siempre verdes y las madreselvas daban fiel
testimonio de la voces que construyeron sus días. Este relato tiene como
escenario un pequeño pueblo o terruño que se levanta en plena llanura pampeana
cuya doble denominación ya presenta características particulares. Efectivamente
El Perdido o Estación José.A. Guisasola conserva aún la pujante impronta gringa
que otrora fuera fuente de ilusiones y sueños de miles de inmigrantes que
vieron en la región una notable posibilidad de trabajo y de prosperidad. Así
Daneses, Alemanes del Volga, Gringos y Españoles compartieron y apuntalaron con
su esfuerzo ese desarrollo. En la actualidad, sus apellidos se entremezclan y
le agregan identidad al recuerdo y al coraje.
Políticamente se encuadra en el centro sur de
la Provincia de Buenos Aires dentro del Partido de Coronel Dorrego y a veinte
kilómetros de la homónima ciudad cabecera. Este marco se halla distante a
quinientos ochenta kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y a ciento veinte
kilómetros de Bahía Blanca. Toda la economía palpita según ritmos y avatares de
la agricultura y ganadería, siendo el factor clima uno de las variables del
humor y desventuras cotidianas.
Algunas rimas de un poeta local describen al
pueblo con suma precisión:
Con la fuerza del camino
y el silencio del andén,
lo que nació como vía
y parada obligatoria,
hoy es solo la osadía
de mil almas que conviven
a la vera de una ruta
que canta pidiendo paso
y que de a ratos convoca
a disfrutar del ocaso.
Volviendo a nuestro relato les cuento que esta
suerte de búsqueda racional de elementos dentro del predio fue el disparador
necesario para el armado de este trabajo. Allí encontré historias que hablan de
mí y de mi gente y que si bien no ignoraba, las mantenía secretamente olvidadas
producto del vértigo y la involuntaria desmemoria de todos los días.
Documentos, partidas, escrituras, nombres
desconocidos en apellidos familiares, fotos, cartas, folios y actas escritas en
cursiva inglesa y pluma cucharilla pasaron a formar parte de una cohorte de
necesidades y urgencias.
Ambas direccionadas hacia el mismo sentido: Mi
propia identidad.
La delicada y exquisita reconstrucción de mis
ojos, de mi boca, de mi traza y mi color. La omnipresente necedad y tozudez de
hallarme viva y curiosa, y por ende agradecida. Con asumidos temores de
encontrar durante el viaje algún arrogante del cual avergonzarme o con la
legítima ilusión de hallar en el camino aquel valeroso poeta que jamás resignó
principios. Este prólogo tiene el simple objetivo de posicionar al lector
dentro del ámbito de una historia tan única como otras e invitarlo a una
atmósfera de recuerdos aparentes y licencias permitidas, en donde entrelineas
pueda leerse aquello indomesticable que poseemos: Nuestra propia sangre.
Dora Mabel Eulalia
Postales Imprecisas
Este relato no solamente tiene como objetivo
participar de la propuesta en función de un certamen con incentivo económico.
Esencialmente es una invitación a todo aquel que suponga encontrar
coincidencias y nos dé la posibilidad de intercambiar información de manera tal
plasmar certezas donde no las hay y con ese pretexto acercarnos para recuperar
nuestra memoria e identidad, además de reflexionar sobre nuestro presente y lo
que en conjunto podamos hacer a favor del futuro. Nuestra historia tiene su
comienzo en la comarca serrana denominada La Cabrera, Provincia de
Castilla y León, durante la primera mitad del siglo XIX.
El pueblo de Robledo de Losada, terruño
municipal de Encinedo fue el ámbito en donde vivieron su matrimonio
Don José Eulalia y de Doña Rosalía Vázquez. De dicha unión y en la misma
localidad nace en el año 1846 Don Valentín Eulalia. Paralelamente y del mismo
modo, muy cerca de allí, en el pueblo de Baillo, terruño municipal
de Truchas, Don Martín González y Doña Catalina González contraen
matrimonio. En el año 1852 nace fruto de la relación Doña Concepción González
González. Siempre dentro del ámbito de La Cabrera pero en esta
oportunidad en el Municipio de Truchas, contraen enlace el 20 de
Noviembre de 1876 Valentín y Concepción. Esta última con 24 años de edad lo
hace en condición de primeras nupcias, mientras que Valentín de 30 años lo hace
en condición de segundas nupcias debido a que había enviudado de Doña Natalia
Quiroga, natural de Quintanilla de Losada. El fruto de estas
primeras nupcias fue Don Rafael Eulalia fallecido en condiciones que se
desconocen en Cuba sin haber dejado descendencia. No sería descabellado suponer
que Rafael haya caído en combate a propósito de las luchas que por entonces
libraba España en tierras cubanas. Su juventud lo encuadraría dentro del ámbito
del enrolamiento militar.
Como ama de casa Doña Concepción compartía con
Valentín sus tareas de labranza, siempre dentro del poblado de Robledo de
Losada, asiento de su domicilio. El 17 de Febrero de 1881 nace su
primera hija, Esperanza Eulalia. El 8 de Septiembre de 1883 nace Ángel Eulalia
y por último en 1891 nace Constantino Eulalia. La documentación evidencia que
las inscripciones oficiales de recién nacidos o de enlaces se realizaban
ante el Juzgado Municipal de Truchas o Encinedo según sea
el terruño que corresponda. El titular del registro civil de este último era
por entonces Don José García Eulalia. Se desconoce el grado de parentesco de
este último con Don Valentín. Y es aquí en donde comienzan a tejerse las
hipótesis y los supuestos con respecto a los motivos verdaderos que impulsaron
a nuestra familia a iniciar el proceso migratorio que se desarrolló en 1892.
Doña Concepción González de Eulalia llega al Puerto de Buenos Aires, Argentina,
en dicho año con sus tres hijos pequeños de 11, 8 y 1 año, y sin la compañía de
Valentín. De él no se tienen más datos sino hasta la fecha de su fallecimiento
ocurrida el 2 de julio de 1910 en la localidad de Robledo de Losada. A propósito
de este dato debemos aclarar lo siguiente: El acta de defunción muestra cierto
grado de incertidumbre con respecto a los causales del fallecimiento, como así
también una ausencia total de familiares, amigos y deudos que avalen tal
acontecimiento. Además la partida ofrece el dato erróneo sobre la edad
del difunto al momento de producirse la expiración. De acuerdo a los años que
constan en las actas de nacimiento y matrimonio su deceso se produjo a los 64
años y no a los 60 como se afirma en dicho folio. Más allá de esta aclaración y
volviendo al tema, no existe documentación que asegure que esa separación de 18
años de la pareja tuvo alguna causa cierta. Podemos suponer o trazar hipótesis
al respecto tomando aquello que más seduzca a nuestros oídos. Sabemos que
por esos tiempos España vivía instancias de luchas internas. Se puede inferir
que pudo haber participado en ellas y preservó a su familia enviándola a un
país que proponía una misma lengua y un supuesto futuro alentador. Otro dato a
tener en cuenta es que por entonces la península vivía momentos de
importante recesión económica con la consecuente pobreza que tal fenómeno
acarreaba, más aún en aquellos pequeños terruños alejados de toda instancia que
posibilite algún grado de avance y normal desarrollo de los requerimientos
básicos que tiene una familia. Un último punto a añadir a los supuestos citados
es que Doña Concepción contaba con familiares residentes en la localidad
de Cascallares dentro del Partido de Tres Arroyos Provincia de
Buenos Aires. Si bien no podemos desechar por completo la hipótesis de una
separación matrimonial común y corriente, bueno es tener en cuenta que ninguno
de los dos documentó haber rearmado sus vidas de relación, siendo ambos
todavía jóvenes. Abonando esta afirmación sabemos que luego de su paso
por Cascallares, Doña Concepción González de Eulalia se radica en El
Perdido - Estación Guisasola, Partido de Coronel Dorrego, con
sus tres hijos sin que se registre relación alguna fuera de su familia
original. Vale aclarar que la definitiva radicación en Guisasola se
dio pasada una buena cantidad de años. Esta mudanza se efectivizó a expensas
del joven Ángel, una vez que este encontrara una cierta certeza de ingresos
regulares y la consecuente adquisición de una propiedad. Podemos aseverar pues,
que Doña Concepción se dedicó enteramente a la crianza de sus hijos y éste fue
el basamento de su vida hasta el día de su fallecimiento. Me gustaría hacer
notar la valentía de una mujer joven, sola y con tres hijos muy pequeños para
afrontar las vicisitudes de un proceso migratorio enmarcado con la dureza de
los tiempos y la región. Las dificultades de traslado y lo riguroso del clima
no son factores a desechar para evaluar a una dura leonesa que imagino morocha,
tez aceitunada, de convicciones firmes y eficaces en sus asuntos, rechazadora
de lujos y que le hacía frente a lo vulgar. Los invito a imaginar por un
instante nuestra región del sur bonaerense a principios del siglo XX y veremos,
sin ningún tipo de reparo, el grado de coraje y tal vez de desesperación que
tuvo que afrontar Doña Concepción para hacerse cargo y lograr a brazo partido
su lugar y un lugar en el mundo para sus críos. Disculpen la licencia, pero no
puedo evitar emocionarme y sentir verdadero orgullo. La incógnita que de algún
modo me sigue inquietando es la razón por la cual una aparente y tranquila
comarca serrana plagada de valles y pequeños pueblos que irrumpen sus declives
expulsaron tan prontamente a una madraza con tanto amor propio y agallas,
propiciando una separación familiar irreversible, apostando a un no regreso o
lo que es peor, a un no reencuentro. Trocando aquel paisaje por la rusticidad
de lo desconocido, adjuntando en su derrotero un esfuerzo solitario y
comprometido. Tal vez aquí es donde apelo a la voluntad del desprevenido
lector.
A modo de llamado solidario y sin
especulaciones:
Para saber de Valentín y su suerte. Para saber
de Concepción y sus porque. Para saber de mí.
Continuemos con la historia de los Eulalia
leoneses en El Perdido, Partido de Coronel Dorrego, Provincia de Buenos
Aires. Y hablo de Esperanza, de Ángel y del pequeño Constantino. Imagino sus
ojos asustados, bien redondos y negros, en la clase popular de la panza de un
barco que por entonces no solía respetar las básicas comodidades que debía
tener una madre con sus hijos. Y su llegada al puerto de una ciudad sin
sierras, sin valles, sin ríos ni arroyos en donde chapotear. Aferrados a una
oscura falda, que por entonces, era sinónimo de supervivencia. Como
dijimos anteriormente, una vez que Concepción llegó a Cascallares con
sus hijos, pasó algún tiempo hasta radicarse definitivamente en El
Perdido. Sus familiares le permitieron sostener con tareas hogareñas el
crecimiento de los niños. A la edad de 12 años Don Ángel Eulalia comienza a
desarrollar tareas varias de jornalero en estancias y poblados de la zona
rural. Por aquellos tiempos la adolescencia era mucho más corta que en la
actualidad. Se transforma de manera inconsciente en una suerte de pionero de la
familia en la búsqueda de asentamiento definitivo. Paralelamente Esperanza
Eulalia colaboraba con su madre en los quehaceres domésticos y la crianza del
pequeño Constantino. A mediados de primera década del siglo XX Don Ángel logra
adquirir lotes en el recientemente fundado El Perdido. Tiempo después y
tras la construcción de una humilde vivienda logra traer a su madre y hermanos
para la radicación definitiva. Es así que a principios de la década del diez
los Eulalia echan raíces en forma concreta y estable en un pueblo que les
brinda la posibilidad de una vida ciertamente tranquila y con un lento pero
constante progreso. Muy a nuestro pesar el destino les guarda reservado a los
Eulalia leoneses trágicos desenlaces que dejan a la amargura como protagonista
exclusiva de esos tiempos. Al ya mencionado fallecimiento de Don Valentín, muy
lejos de su familia en 1910, se suma el suicidio de Constantino el 24 de junio
de 1916 a la temprana edad de 25 años. Poco tiempo después Doña
Concepción González de Eulalia fallece el 22 de junio de 1921. Madre e hijo
descansan sus restos en el cementerio local. A la par de estos lamentables
sucesos Doña Esperanza Eulalia contrae matrimonio con Feliciano Fondevila
diversificando su rama genealógica hacia el apellido del cónyuge. Aún hoy
habitan descendientes de esa rama en El Perdido. Don Ángel Eulalia,
nuestro pionero en tierras dorreguenses, definitivamente dedicado a su oficio
de Agricultor, contrae enlace el 5 de noviembre de 1921 a los 36 años con Doña
Juana Vera, de 18 años, natural de estas tierras, y dedicada a quehaceres
domésticos. No obstante su oficio, Don Ángel, nunca desechó la posibilidad
de la obtención de ingresos extras a través de otras labores. Su excelente
monta le permitió desarrollar tareas no sólo en el campo de la ganadería, sino
además como idóneo en el cuidado del caballo, siendo parejero y en algunas
ocasiones jockey en las usuales jornadas rurales en donde las carreras
cuadreras eran la atracción de la reunión. Como prueba de ello se adjunta,
dentro de la documentación original de la época, una autorización que data del año
1899 en donde un productor ganadero de Tres Arroyos permite el uso de
su marca en animales al joven Ángel para el legal desempeño de su actividad. Otra
nota distintiva era que poseía suma habilidad para el manejo de los naipes, lo
que le otorgó en ciertos momentos de su vida algunos ingresos necesarios e
imprescindibles. Dichas habilidades jamás creyó conveniente fueran reveladas y
dejadas como herencia o legado de vida a sus descendientes. Con la llegada de
sus hijos Doña Juana tuvo que añadir a sus tareas hogareñas, labores extras
para solventar la crianza y educación de los mismos. Tareas de lavandería y
tejidos eran sus especialidades. Tal como constan en el árbol familiar los
siete hijos fruto del matrimonio son los primeros Eulalia nativos de la zona. Ellos
son: Ángel(H), Nélida, Elsa, Celia, Ema, Oscar y el ya mencionado Alberto, más
conocido como Mota nacido en 1924 y que para mayores datos vendría a ser mi
Papá y disparador indispensable para este melancólico emprendimiento. Ana Delia
Eulalia y quien redacta Dora Mabel Eulalia somos la resultante de su matrimonio
con nuestra recordada y muy querida Delia Del Pizzo, Mamá. Por ahora estimamos
necesario dejar reposando nuestro sueño y licenciar en este punto al relato,
esperando que más temprano que tarde alguien tome nuestra posta. No le damos la
entidad de un final. Las historias de familia abarcan eslabones que aspiramos
sean enlazados con nuevos pretextos y nuevas prevenciones. En lo personal
trataré de ser digna del coraje de Doña Concepción, buscaré merecer el
renunciamiento de Don Valentín e intentaré cosechar la garra que Don Ángel nos
sembrara, para que todo esto no sea solamente una anécdota en tonos de sepia.
Apiádate
tierra mía
por algún
insulto dado.
Gritado por
la impotencia
de no
caminar tus huellas,
senderos que
me susurran
de mi gente
y de mi historia,
los poemas
mal heridos
y las
sombras de mis venturas
que hace muy
poco entendí
cuando
cruzando un espejo
sus arrugas
advertí
Texto
publicado en el II Volumen
Memoria de
la Emigración Castellana Leonesa
Editores:
Rodríguez – Toranzo – Martínez
Junta de
Castilla y León
Fundación
Cooperación y Ciudadana de Castilla y León
UNED
(Zamora)
Artículos Científicos publicados de Dora Mabel Eulalia
CONSPIRANOIA
COMO FUENTE DE NECEDAD
¿POR
QUÉ SE GASTA EN CIENCIA SI HAY HAMBRE EN EL MUNDO?
DECONSTRUYENDO
MUROS DE PUBLICIDAD
PSEUSOCIENCIAS
NO SE PUEDE SER TAN MISERABLE
EL
DIOXIDO DE CLORO ES UN VIAJE DE IDA Y DE IDOS
AHORA
LUCIFER VIAJA POR LA RED 5G
LOS
CONSPIRANOICOS NO TIENEN DESCANSO
Dora se encargaba de bajar, convertir y editar todos los tipos de archivos existentes para ser posible su segura publicación. Al enorme dolor afectivo que significa su temprana partida se suma que la revista ha perdido una inteligencia irreemplazable.
ResponderEliminarUna persona noble, íntegra, honesta, solidaria, de las que se encuentran de manera esporádica. Una docente que ha mantenido esa virtudes aún con aquellos que se han comportado muy mal con ella. Fui compañera de ella por algún tiempo, una profesora dentro y fuera del aula. Lo acompaño en el dolor.
ResponderEliminarPérdida irreparable..Amiga incondicional..😥
ResponderEliminarAbrazo a la distancia, compañero!!
ResponderEliminarAlejandro de Misiones, habitual lector de sus escritos.
Muchas gracias.... Hay largas distancias que son más cercanas que algunas cercanías.. Abrazo
EliminarUn abrazo fraterno, compañero. Y ojalá los golpes, tremendos e inevitables como éste, sirvan para hacernos recorrer nuestro camino con más fuerza.
ResponderEliminarMuchas gracias. Por el momento mi nicho son los recuerdos de estos sufridos pero maravillosos 25 años vividos con Dora lo que me ayuda a seguir, no el futuro, sobre el cual prefiero no indagar. Abrazo. Gustavo
EliminarHola Marcelo. Te escuché con Víctor Hugo Morales y así supe del fallecimiento de Dora. Demoré comunicarme porque no tengo tu contacto. Lo siento mucho y te mando un fuerte abrazo. Pancho Torremare.
ResponderEliminarAbrazo y gracias
EliminarHola compañero, en estos últimos días me he acordado de ud, hace tiempo que no veo ninguna publicación en facebook, espero que UD esté bien, le mando un abrazo a la distancia.
ResponderEliminarViviendo un duelo del cual no puedo ni quiero salir. Dora fue la persona más importante de mi vida por infinidad de razones. Ellas circulaban desde lo afectivo hasta lo humanistíco, una de esas personas de entre miles que uno no estar muy seguro de haber merecido. Dori le ganó a todas las tentaciones mundanas sin proponérselo, siendo simplemente Dori, enormemente Dori.
EliminarHola Marcelo, hace días que me vengo acordando de ud, de repente deje de ver sus publicaciones en facebook, espero que UD esté bien y le mando un abrazo a la distancia.
ResponderEliminarTe agradezco tu recuerdo y ciertamente aprecio el mimo. Estoy como puedo: desocupado, esperando me comiencen a pagar la pensión y por el momento endeudandome para poder sobrevivir. Me autoeliminé del face por múltiples razones, me estaba resultando abrumador. He optado por reabrir Nos Disparan. Aquí diariamente actualizo el espacio alternativo con alguna nota de interés como era habitual. Saludos y gracias
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