Hasta
cierto punto, la atracción que se siente hacia las “fuerzas misteriosas” es
natural. A lo largo de nuestra evolución, antes del advenimiento de la ciencia,
las realidades sobre la naturaleza eran desconocidas. Se creía por ejemplo que
el trueno era una señal de dioses
infelices, o que la enfermedad era un castigo por las malas acciones. Lamentablemente
muchas de estas creencias permanecen hoy, y son caldo de cultivo para las pseudociencias.
El
listado de las mismas es enorme y crece como progresión geométrica, hasta hay
categorías: relacionadas con la Tierra, con lo paranormal, con la biología, con
la medicina, con la psicología y con cualquier cosa que se nos ocurra.
He
aquí algunas:
Numerología:
perteneciente al grupo de lo paranormal, es considerada muy importante y además
cuenta con miles de adeptos. Se basa en la creencia de que los números tienen
un significado oculto e influyen en la vida de las personas o eventos. Cabe
aclarar que se han realizado estudios científicos sobre el tema, los cuales
arrojaron resultados negativos.
Tal
vez no sería tan descabellado pensar que los números a veces tienen un plan
malévolo en algunas ocasiones, por ejemplo cuando vamos a rendir un terrible
final de Análisis Matemático y las malvadas ecuaciones diferenciales presentadas
hacen que nos saquemos un 2.
Feng Shui:
antiguo arte chino basado en la ocupación consciente y armónica del espacio con
el fin de lograr un equilibrio positivo sobre las personas que lo ocupan.
Actualmente es utilizado por ex - psicólogos y demás individuos para vender
libros y hacer que las personas gasten dinero sobre todo en modificaciones de
sus ambientes para lograr el tan mentado equilibrio energético.
Criptozoología:
esta pseudociencia está en el grupo de las relacionadas con la Tierra. Basada
en la búsqueda de criaturas como el Yeti, el monstruo del lago Ness, el
Chupacabras y otras tantas que los biólogos ya se han cansado de demostrar que
no existen. Y en nuestro país está el famoso Pombero, quien es responsable de
ciertas infidelidades matrimoniales… a alguien hay que endilgarle la culpa.
Biocomunicación:
basada en la emoción paranormal y la percepción en las plantas. Parece que las
plantas tienen sentimientos y responden a la comunicación de los humanos….
Marcel Vogel fue quien introdujo este tema sosteniendo que las plantas responden
a estímulos y responden con sus propias emociones y energía. La comunidad
científica lo refutó sencillamente: “las plantas no poseen sistema nervioso”.
Por eso mis plantas no me dicen nada cuando las podo o cuando me olvido de regarlas.
Radiónica:
aparece a principios del siglo XX, un tal Albert Abrams afirmaba haber
descubierto el secreto para diagnosticar y curar casi cualquier tipo de
dolencia basándose en la vibraciones que venían de cada célula, las que podían
leerse observando una muestra corporal o algún efecto personal perteneciente al
enfermo; y luego ajustar dichas vibraciones mediante el uso de dispositivos. La
comunidad científica refutó dicha práctica enviando las “muestras radiónicas” a
laboratorios. Los resultados fueron hasta graciosos: por ejemplo una muestra
positivo a colitis, la cual fue tomada de un fallecido; otra muestra tomada de
un pollo dio como resultado el padecimiento de sinusitis. Lo increíble es que
hoy existen organizaciones que practican la radiónica.
*
Dora Mabel Eulalia, Profesora de Física y
Química, Analista de Sistemas y Editora
Lamento, estimada Dora, venir a cuestionar sus certezas científicas, vea...
ResponderEliminarCuando yo nací, el nombre que mi mamá había elegido fue hábilmente descartado con una rápida huida de mi viejo al Registro Civil.
Ya con el segundo embarazo, la posición de mi vieja fue irreductible.
Cual cañonera inglesa en el Yang-Tsé-Kiang impuso una cláusula de hierro: si era nena, el nombre se negociaba.
Si era varón, se imponía el nombre descartado en primera instancia.
Todo bajo amenaza de destruir la unidad familiar o proyectar el futuro en base a churrascos sepultados en clavo de olor, condimento que mi viejo odiaba.
Fue varón.
Y se lo registró como Franklin Traful.
Mi vida ha transcurrido plácidamente, con algún que otro altibajo perfectamente asimilable.
La vida de mi hermano ha sido un tormento desde los primeros años de la Primaria.
Y no me desmienta: es el efecto nefasto de la vibración del número 731 que le corresponde en la numerología de Wisconsin.
Sin otro particular, la saluda su seguro servidor.
C del M.