COSMOGONÍAS - Nota de Opinión
“Estas
no son horas de perfeccionar cosmogonías ajenas, sino de crear las propias,
horas de grandes yerros y de grandes aciertos, en que hay que jugarse por
entero en cada momento” (Raúl Scalabrini Ortiz)
Se
suele afirmar que en Democracia el que cuenta con mayor consenso popular
gobierna, mientras que el que posee un menor apoyo, ayuda; y lo hace mediante
la crítica constructiva (análisis y propuesta), presentando al mismo tiempo,
para interés de la sociedad, una alternativa cívica de gestión.
Cuan
lejos ha quedado, por estos tiempos, tal premisa institucional...
Los
intereses corporativos han mellado de plano el acuerdo tácito que encierra,
hasta el momento, la más aceptable de las fórmulas de organización política
contemporánea. Demás está decir que tal conducta no es privativa de nuestras
latitudes; en cada punto del globo vemos como la voluntad popular es sólo un
eufemismo cuando de democratizar la riqueza se trata. Las últimas
manifestaciones populares no reconocen climas, etnias, ni religión. Y así el
sistema se va diluyendo en su esencia fundamental, aquello de suponer que todos
formamos parte de una sociedad, sin privilegios individuales, en donde detrás
de cada necesidad existe un derecho, en donde la palabra es un coro de
diferencias a respetar y atender, en donde la tolerancia, de modo paulatino,
dejará paso a la simple consideración del debate, producto que la intolerancia
habrá desaparecido por ineficiencia conceptual.
Mientras
el periodismo y la intelectualidad se tiran con gruesa munición en nuestro
nombre y a favor de las libertades individuales (¿?), la dirigencia política
asume el convite desde la concepción tribal que implica su grado de
pertenencia. Esto es, la ley es válida en tanto y en cuenta no me mortifique.
Unos y otros consideran que otros y unos son poco menos que mercenarios al
servicio de terceros que entre bambalinas manejan la voluntad ajena a como de
lugar. Irrespetar el mundo de las ideas es su claro objetivo. Allanar el camino
a favor de la ausencia de pensamiento degradando ese mismo pensamiento so pretexto
mercantil constituye el texto fundante de este tercer milenio que comenzamos a
transitar. Los velos caerán pero las caras continuarán exhibiendo su marcada
dureza. Al mismo tiempo los pensadores más comprometidos nadan contracorriente
tratando de mostrar los relieves y meandros de nuestras modernas sociedades
haciendo luz donde se ocultan las verdaderas lecturas e intencionalidades. La
democracia no necesita de una carta intención diseñada por los esbirros de los
monopolios como llamado de atención. La democracia necesita que nuestros
dirigentes vuelvan a respetar el compromiso asumido, dejar de lado el ufano
sofisma representativo cuando engloban al pueblo dentro de sus parámetros corporativos.
Sincerar sus limitaciones sería un buen comienzo, abandonar en algún caso más
saludable todavía. Pero que va... El espejo le miente al mentiroso.. Lo curioso
es que éste le cree, aún sabiendo de su infamia.
Diógenes también buscaba un hombre con una linterna en pleno día.
ResponderEliminarScalabrini decía: Estas no son horas de perfeccionar cosmogonías ajenas, sino de crear las propias.
ResponderEliminarEs hora de dejar de hablar de Lanata y, como usted bien dice Moscón, hacer la de Diógenes...