CRÓNICAS REVOLUCIONARIAS DEL WHATSAPP…
“27 DE MARZO DE 2024 – AÑO I - DÍA 27 DEL ESTADO DE INSURRECCIÓN
CRÓNICAS VELOCES I y II… EDDY W.
HOPPER
RUTA 2 – KM 113.
El Mc Donald’s y el “Atalaya”,
tomados por el Comando “Conciencia de Clase” formado por un integrante de cada
Asociación Cooperadora de escuela pública de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. La idea provino de un vecino de 4° piso departamento “B”, ayer
antikirchnerista y fascista, y hoy promotor del Movimiento Revolucionario que
nació el día 1° de marzo de 2024, cuando a los papis y a las mamis del Grupo de
Whatsapp “Segundo T Tarde – Seño Guada” no les alcanzó la plata para pagar los
útiles escolares. Acuciados, además, por los aumentos de luz, gas, expensas y
sobre todo de alimentos, decidieron finalmente sentarse a escuchar a ese
pariente a quien tildaban de “raro”, que permanentemente les hacía notar su
miseria espiritual y su adhesión a cuanta fórmula de disgregación social y de
discriminación racista se instalara en los barrios de ingresos de entre tres y
cinco Salarios Mínimos Vitales y Móviles, y al que no invitaban más a los
cumples porque era imposible mantener una charla de cinco diez minutos sin que
sacara algo para ofender.
“Estamos a una decisión de
prácticamente una sola persona de ser indigentes, cómo no lo vimos jamás”, se
cuestionaba Fabiana, mami de Lauti y Bauti, fideos secos con el último chorrito
exhausto de oliva de por medio. “¡Mi única ambición era estar bien yo, que mis
hijos estén bien y que mis viejos estén también bien, sin importarme NADA del
prójimo! ¡Hice TANTAS chanchadas siguiendo ese objetivo egoísta! ¿Cómo es que
nunca pensé que esa posición individualista, a la larga, redundaría en
perjuicio precisamente de ese mismo interés individual que me enseñaron mis
padres, abuelos y bisabuelos, malnacido de aquella filosofía caduca bajada de
los barcos? ¡El Otro me completa, a ver! ¡Era “por abajo”, y DE NINGÚN MODO siendo
obsecuente de los jefes en la oficina y admirando a nuestros explotadores!”
“Tenés razón”, sostenía Pablo, amante
primero y conviviente adherido a la Obra Social después, arquitecto del
Ministerio de Desarrollo al que no le renovaron el contrato de locación de
servicios precario por el que nunca protestó para diferenciarse de sus
compañeros agremiados, y gracias al cual en 2014 había conocido Salta y después
Florianópolis. Igual que sus viejos, que ya les regateaban a los artesanos en
las praias de Canasvieiras hacia 1993, a la voz de “moito caro” en perfecto
portuñol.
“Tenés razón, Fabu. Por años nos la
pasamos diciendo que todo lo que conseguimos, lo conseguimos únicamente por
nuestro esfuerzo. Éramos TAN ignorantes, que hasta repetíamos la palabra “conseguimos”,
porque habíamos simplificado tanto nuestro léxico que ya dábamos lástima adonde
quiera que fuéramos a exhibir nuestras miserias, hablando como los iletrados
voluntarios que somos.
Pero sí: estábamos verdaderamente
convencidos de que el auto, el alquiler, las pelotudeces que tenemos colgadas
de las paredes y apoyadas en los estantes y los pocos dólares ridículos que
rascamos de lo que apenas nos sobraba porque siempre estamos endeudados con la
tarjeta, hasta ESO estaba supeditado NO a nuestras decisiones y libre voluntad;
sino a la decisión de otros. Jefes, que a su vez tampoco son libres; gerentes,
que también responden a voluntades superiores; representantes del poder real
que digitan a los gerentes y que a su vez son digitados por poderes de mayor
envergadura. ¡Creíamos que decidíamos, pero únicamente nos movíamos en una
franja apenas permitida por los poderosos! ¿O acaso puedo elegir ganar más, o
no pagar impuestos sin tener ninguna consecuencia, o tomarme vacaciones cuando
yo quiera sin pedirle permiso a ningún superior o sin estar pensando que dejo
el negocio cerrado y a ver cómo encaro las facturas cuando llego? ¿Puedo
decidir cuánto pagar el kilowatt de luz, el metro cúbico de gas, el abono del
celular, la cuota de la prepaga, la del colegio de Lauti y de Bauti, el
Monotributo; puedo elegir yo por mi propia cuenta qué porcentaje me van a
retener de jubilación? Claramente NO puedo. Entonces, ¿qué libertad tuve? ¿La
de gastarme los dos o tres pesos que junté en lo que ellos quieren que me los gaste?
Y así es que, claro, como YO no decido, ELLOS decidieron ahora que todo cuesta
10 veces más, aunque mi sueldo sea el mismo”.
“Sabés que siempre pensé eso”, agregó
Fabiana, queriendo ensartar algún broccoli en los fideos inútilmente, porque
había tenido que elegir entre comprar broccoli o comprar repelente de
mosquitos. “Siempre pensé que si a una sola persona se le ocurre despedirnos, e
incluso no pagarnos un peso ni de indemnización ni de liquidación final ni de
nada, quedamos en tránsito hacia la pobreza absoluta, cualquiera sea el
esfuerzo que pongamos. Siempre pensé también que sin una política de Estado que
nos defienda de la presión de los lobbys, de los bancos, de los capitales que
lo único que pretenden es el enriquecimiento obsceno sobre el enriquecimiento
sideral que ya tienen, el Estado se transformaría en una garantía para esos
grupos de presión de que se eternice la manipulación económica, pero también
cultural y social, que ejercen sobre nosotros, que lo único que tenemos para
defendernos en la vida es nuestro cuerpo, nuestra fuerza de trabajo.
Ellos, en cambio, tienen estructuras
que los sostienen desde hace décadas y tal vez uno o dos siglos: los hemos
estado admirando, pero NUNCA habríamos podido llegar a sus posiciones. Ni
siquiera nos podemos CASAR con algún integrante de sus familias y gozar de sus
beneficios, porque sus condicionamientos de clase les impiden tratarnos como a
otra cosa que como sus trabajadores generadores de… bueno, de riqueza. Siempre
pensé eso; pero me callaba, porque hasta hace 27 días pensaba que me convenía
hacerme la estúpida, siguiendo el consejo de mis mayores. Es terrible lo que
hemos sido…”
Una lágrima de Fabiana cayó al plato
hondo y se perdió en el entramado Terrabusi, que ayer fuera Don Vicente.
“No te hagas mal. A todos nos pasó lo
mismo. Pero como vos bien decís: desde hace 27 días, la cosa ha cambiado para
siempre. Nosotros, la clase media, la que votó a Milei, tres de cada cuatro;
sí, la estúpida, la que odiaba por prejuicio egoísta y xenofóbico… Nos han
llegado un montón de cuentas, ya no sabemos cómo fingir que no notamos ninguna
diferencia respecto de cómo estábamos con Alberto Fernández y Cristina;
muchísimo menos, cómo estábamos en 2015, año en que nuestro voto fue más
aspiracional y autodestructivo que nunca, queriendo ser lo que no somos.
Mirá: el otro día me enteré de que
desde hace unas semanas están haciendo vigilia en Plaza Almagro por los
aumentos, aunque sea para defender a las personas electrodependientes. Me lo
contó este chico tan agradable, Wilson, el de la verdulería, que dice que su
patrona lo tiene en blanco y que le pagó las horas que estuvo en la plaza,
solamente porque le pidió que la acompañara para debatir una reconstrucción del
país con los vecinos. Metételo en la cabeza: ahora somos clase media
revolucionaria… ¡qué me importa que me digan que soy zurdo, si sé bien que no
lo soy! ¿Y ellos, los que nos han imbecilizado durante décadas? ¿Los que
hicieron que mis viejos murieran con una sonrisa en la cara durante la
Pandemia, felices porque no se pusieron la vacuna “con el microchip”?
“Ahora estás llorando vos”, dijo
Fabiana, ya sin rollo de cocina de 2.500 pesos para sonarse los mocos.
“Es que es jueves santo, día de
reflexión”, se excusó Pablo. “Mirá”, propuso, “por qué no nos unimos a la toma
del Atalaya, que no sale por ningún medio… Hagámonos ver en ese predio que…
¡décadas enteras siendo ritual de estúpidos a la altura de Chascomús! ¿Quién
dijo que son las mejores medialunas del mundo? Dios mío, cómo fue que pagamos
fortunas por esas facturas… Claro, la cosa era ir bien temprano, o después del
boliche, hacerse 113 kilómetros para sentirse bien con esas conductas
aspiracionales que en definitiva lo único que generaban era imbecilidad de
clase… Vamos, vamos a apoyar la Toma del Atalaya, Fabu”.
“Y qué hacemos con los chicos”, se
preocupó Fabiana, ya sintiendo piel de gallina por la consciencia y la
reivindicación de sus derechos históricamente apartados por su propia miseria
moral, a cambio de que “los n3.gr0s” y “los pobres” no siguieran viviendo “con
la mía”.
“Basta de dejárselos a tu mamá, Fa.
Basta. No es que “a ella le hace bien porque los ve”. Lo sabés perfectamente,
pero también te hacías la estúpida con eso: a ella le rompe soberanamente las
pelotas tener que tomarse el colectivo a las 7 de la mañana, para llegar acá a
las 8 que es la hora que vos te vas a trabajar, y tener también que irse apenas
llegás, “para no molestar”. Le ROMPE las pelotas hacerte de niñera, Fabiana.
Lauti y Bauti son dos chicos y son divinos; pero también, como todos los
chicos, tienen sus vueltas: piden límites naturales, que sólo la mamá o el papá
les pueden poner, no la abuela, que no tiene por qué esperar a que vos vengas
para ser libre de ir a cagar al baño, porque vos no tenés para pagar un cuidado
de personas. Encima le damos para elegir a qué fiesta le viene mejor que NO
vayamos: Navidad o Año Nuevo. Dios mío, porque -ahora sí- le decimos que
queremos "celebrar en intimidad"; o sea, sin ella. Qué caraduras que
somos. Te lo digo ahora: parte de tu alienación de clase media consiste en
molestar a tu mamá para que todos los días venga a cuidarte los pibes, sin
pensar ni un minuto si tu vieja no te está mintiendo o al menos maquillando el
asunto cuando te dice que es una bendición de Dios venir de lunes a viernes a
ver a sus nietos, hacerles la comida, limpiarles el culo, dejar también todo
limpio acá e irse pagándose el boleto ella misma todos los santos días, para
regresar a su casa y tener que hacer lo mismo, porque con la pensión de tu
viejo no le da para pagarse una persona que le ordene su propia casa. Y tiene
74 años, tu mamá: se merece descansar, porque entre otras cosas te bancó a vos
y a tus 3 hermanos hasta con guita. ¿O quién puso para el Gol cuando le dijiste
que tu ex se llevó el Fiat Uno que estaba a nombre de él? Nada: vamos con los
chicos. La lucha es de todos”.
“Tenés razón”, dijo Fabiana, en un
sollozo interminable.
Allá fueron entonces Fabu y Pablo
(“Pa”), en el VW. Nadie en las rutas, porque la clase media había decidido
resistir hasta que cayera el gobierno demencial de Javier Milei y su hermana.
“Pensar que le decíamos desquiciada a Cristina”, dijo en un momento Fabiana,
mientras le pasaba un mate a Pablo y mordisqueando un Don Satur para el viaje,
a pesar de que habían comido hacía una horita. “¿Qué calificativo le cabe
entonces a la Primera Dama, la astróloga, la que no quiere que el presidente
tenga novia? ¡Dios mío!”
“Tranqui. La cosa cambió”, aseguró
Pablo. “En un rato entramos al Atalaya y vemos cómo viene la mano. Este jueves
santo no será para descansar. Será para reforzar consciencia y también para
generarla en otros”.
“Te amo, Pa”, dijo Fabiana, sin
anteojos oscuros para viajar, porque se había negado a ponérselos.
“Gordi”, acompañó Pablo, yendo en
travesía directa al muslo izquierdo de Fabu, sin pasar por la palanca de
cambios.
La Asamblea del Atalaya, a lo lejos,
esperaba, como el faro de un Destino Trascendente que ilumina el sendero de los
hijos pródigos en su retorno al hogar. Esta vez celebrarían sacrificando las
últimas medialunas, ya consumados hasta el 29 de febrero todos sus pecados de
inmigración y abierta la misericordia de una Historia que, como Dios, siempre
perdona.
*Eddy W. Hopper. Abogado
Fuente: https://www.facebook.com/profile.php?id=100006231137827
Casi como un Enrique Syms de las mamis y los papis de dos soles, W.Hopper nos transporta a esta "Invitación al abismo" de la era mileiniana, cambiando Londrina por Atalaya, y pizza con champán por unas medoalunas rantifusas, uno de los pocos símbolos que supimos conseguir y defenderemos con uñas y dientes. ¡Pudientes, luchar y luchar! Bravo Eddy, nuevo adalid del Jumbo lifestyle!!
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