Nos Disparan desde el Campanario… “La lógica del enemigo es incompatible con la vida democrática”… por Ana Cacopardo
Fuente: Eduardo Ledesma
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“Cuando la lógica del odio se instala como forma de construcción
política, estamos en un momento autoritario”, advierte Ana Cacopardo. En el
marco del Pampa Doc Fest hablé con la periodista, documentalista y realizadora
audiovisual sobre la resistencia del periodismo hoy.
Por Eduardo Ledesma – Versión
gráfica: Belén Da Costa
En este cierre de temporada hablé con
Ana Cacopardo, periodista, documentalista y realizadora audiovisual, quien
dedicó su carrera a dar voz a múltiples historias urgentes.
Egresada de la UNLP, con formación en
cine documental en Cuba y España, condujo por años el ciclo Historias Debidas
en Canal Encuentro: entrevistas que muchas veces se transformaron en memoria,
resistencia y reflexión.
En este episodio hablamos de su
mirada sobre el periodismo comprometido, la potencia del testimonio para narrar
nuestro tiempo y el valor político y social de contar con empatía. También
sobre los discursos hegemónicos, la construcción de relatos alternativos y el
papel de los medios en la defensa de los derechos humanos.
Una charla para pensar cómo la
palabra, el silencio y la pantalla pueden transformar realidades, construir
justicia y fortalecer la memoria colectiva.
Te reíste recién cuando dije “Ana
María”. ¿Quién es Ana María Cacopardo? ¿Cómo te definís?
Sí, lo de Ana María quedó en mi
infancia. Nací en Necochea, pero mi vida transcurrió entre La Plata y Buenos
Aires, y ahí quedó solo “Ana”. Si tuviera que decir quién soy, diría que
intento ser buena persona, que soy activista de derechos humanos, feminista, y
que el oficio de narrar me acompaña como impulso vital. Desde chica jugaba con
grabadores, en la era analógica, armando montajes caseros. La radio me
fascinaba, y creo que fue lo que me empujó al periodismo. Y siempre desde un
lugar de transformación: contar para intentar un mundo más justo, más
solidario, más igualitario.
Alguna vez dijiste que los derechos
humanos atraviesan todo tu trabajo. Pero la palabra “feminista” fue una
construcción más reciente. ¿Por qué te hiciste feminista?
Porque no siempre fueron de la mano
esas dos luchas. Hoy es imposible pensar derechos humanos sin igualdad de
género, pero no siempre fue así. Yo llegué a La Plata en la Primavera
Democrática, en 1984, sin mucha conciencia política. Estudiaba comunicación en
la UNLP y fue la primera vez que escuché a Estela Carlotto o a las Madres de La
Plata. Eso moldeó mi conciencia.
Muchos años después me encontré con
los feminismos de la mano de amigas, lecturas y activismos. Ayer, acá en el
Pampa Doc Fest, volví a ver una entrevista que le hicimos a Loana Berkins para
Historias de vida. La palabra, la corporalidad y el amor de Loana fueron claves
para interpelarme: para entender que el género no es biología sino construcción
social. Con esas voces hice mi camino hacia los feminismos y los
transfeminismos.
En tus trabajos se nota una búsqueda
muy puntual de voces. No elegís al personaje “vendible” sino al que puede
interpelar. ¿Cómo es ese proceso?
Cuando querés poner una voz en el
espacio público, importa preguntarte para qué. Desde el periodismo con
perspectiva de género y derechos humanos, nuestro objetivo es abrir debates
desde otro lugar.
En el caso de las agendas
trans-travestis, quisimos sacar esas historias del lugar de la estigmatización
mediática. Y ahí Loana era fundamental: una voz hospitalaria, que interpela
desde lo humano. No te expulsa. Tiende puentes.
Lo mismo pasó cuando viajé al sur
después del asesinato de Rafa Nahuel. Las comunidades indígenas habían sido
construidas como “enemigo” desde discursos muy potentes. Quisimos contar otra
cosa. Elegimos la voz de Lorena Cañuqueo, una joven historiadora mapuche que
hablaba desde identidades contemporáneas, no esencialistas. Ella trajo el poema
Mapurbe, de Daniela Ñancupán, y nos invitó a pensar qué significa ser mapuche en
la ciudad. Esas voces tienden puentes. Eso buscamos.
Tu charla en el Pampa Doc Feste se
llamó “Narrar nuestro tiempo”. ¿Cómo se cuenta este momento histórico? ¿En qué
tiempo creés que estamos viviendo?
Es una pregunta que me hago todo el
tiempo. Creo que todos sentimos que habitamos un momento distinto. Una fase del
capitalismo que Maristella Svampa llama “capitalismo del fin”: un
neoliberalismo recargado que parece marchar al apocalipsis.
Vivimos una profunda crisis de las
democracias. El año pasado celebrábamos cuarenta años de democracia y hoy nos
preguntamos si sus valores siguen movilizando a la sociedad. Hay desencanto,
promesas incumplidas.
Y en ese contexto emergen liderazgos
como Trump o Milei: llegan democráticamente pero corroen la democracia desde
adentro. La narrativa del enemigo es una narrativa autoritaria. Cuando el odio
organiza la conversación pública, estamos en un momento autoritario.
Y me preocupa algo más: ¿por qué
celebramos la crueldad? ¿Qué resentimientos activa la ultraderecha para que el
sufrimiento ajeno se viva como espectáculo? ¿Cómo es posible que se celebren
despidos masivos o que un derecho sea visto como un privilegio? Esa pregunta es
central para el periodismo.
¿Y cómo conversamos con quien piensa
distinto en un contexto donde el adversario pasa a ser enemigo? ¿Cómo se
discute sin deshumanizar?
Ése es uno de los grandes desafíos
del periodismo: ampliar la conversación pública cuando la lógica dominante es
la provocación y la agresión. Las ultraderechas construyen su comunicación
marcando la cancha con la narrativa del enemigo.
Entonces, ¿cómo salimos de esa
trampa? ¿Cómo conversamos en una época atravesada por el sesgo de confirmación
y las redes que cancelan al otro?
La otra cuestión es salir de la idea
de que el mercado regula toda nuestra vida. Si solo seguimos la agenda del
mercado, dejamos afuera las otras Argentinas, las que no entran en esa lógica.
Tenemos que iluminar agendas que hoy están en sombra.
Me parece que ampliar la la
conversación pública es tener la capacidad de salirnos de ese lugar de la
cancha que nos marca la ultraderecha, de salirnos de esa lógica de la
provocación permanente y del odio y hacer una apuesta narrativa propia, de
invitar al pensamiento, de poner una palabra hospitalaria y, sobre todo, de
apostar a la diversidad, es lo más lindo que tiene la condición humana. Y esa
es la tarea que cada uno, me parece, en nuestro, en el lugar que le toque, en
el medio que le toque.
Y la generación de redes. Porque
justamente estás construyendo un mensaje que, en el mejor de los casos, está
fuera de las agendas hegemónicas y, en el peor, es una agenda que la gente no
quiere escuchar. Entonces, ahí también, ¿cómo hacer eso?
Bueno, ahí viene el otro reto, ¿no?
Lo conversábamos ayer en el marco del festival. Fijate qué importante: estamos
en este momento en Colonia Santa Teresa, en La Pampa, en un festival que existe
porque hay un equipo de producción formidable —gente de la cultura, de la
comunicación, del documentalismo— que cree en la necesidad de sostener estos
espacios, que son espacios de encuentro, de debate, de intercambio, de
generación de redes. Espacios para pensar nuestro trabajo y nuestro hacer.
Hablamos de comunicación como
derecho, del pluralismo, del derecho de las comunidades a tener una voz propia
—como la tiene la gente de tu provincia y el conjunto de actores que se reunió
aquí. Eso necesitamos. Y eso no lo va a regular el mercado. El mercado aplana.
El mercado silencia.
Las redes son una oportunidad, sí.
Con poca inversión podés hacer un streaming, por ejemplo. Son espacios de
resistencia y hay que ponerlos en valor. Pero no son herramientas neutras: son
plataformas con una lógica de negocio. Les importa que los pibes estén catorce
horas frente a una pantalla para convertirlos en buenos consumidores y
mantenerlos individualizados.
¿Cómo salimos? Con una apuesta
narrativa distinta. No es cierto que estemos construyendo apocalipsis. Hay mucha
gente construyendo territorios de futuro, más justos y luminosos. Entonces, yo
usaba una metáfora hermosa del crítico francés Didi-Huberman: contar el vuelo
de las luciérnagas. En la oscuridad más profunda, el destello de las
luciérnagas ilumina con más fuerza. Si este es un tiempo oscuro, ojo: las
luciérnagas iluminan mucho. Contemos el vuelo de las luciérnagas. Ese es
nuestro reto.

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