Los heroicos poetas siguen salvado vidas, modificando destinos que la mayoría sospechan irremediables. La poesía ha sido muy buena, generosa y paciente con nosotros, y lo seguirá siendo, debido a que tal vez sea la estrella de máxima magnitud humanista que pervive en nuestro malogrado y oscuro universo posmoderno.
"Has jugado y perdiste, eso es la vida", se puede leer en la lápida que recuerda a Lucía Sánchez Saornil, poeta española de la vanguardia, militante anarquista y feminista. Su vida y ese destino de derrota asumido con antelación fueron motivo e inspiración de su bella poesía.
"Cuando pongan el himno la próxima vez, no lo cantes, escribió la docente de nivel medio y superior Licenciada Estefanía Pérez en La Tinta, ¿por qué? Porque la Argentina hoy está muerta, ya no tenés patria, ya no hay metáfora de nada, te sacaron todo, hasta la poesía y no te diste cuenta, o miraste para otro lado, o estabas cansado, o simplemente te pareció que estaba bien".
I
Envidio a los que se atreven a cruzar los puentes sin suspicacias
a los que sufren y gozan pasiones,
a los que ante la sangre
no quitan la vista del cauce bermellón, sea propio o ajeno
y se hacen cargo de sanarlo,
a los que transpiran deseos, a los que se emborrachan
por una ausencia irreversible, a los que se enojan
y luchan sin especulación ante la ignominia dominante,
a los que lloran a moco tendido una despedida
y a los que ríen sin cinismo
a los que se miran al espejo y se siguen preguntando
con humilde humanidad de qué se trata la vida.
Pasado el tiempo
mantengo las mismas envidias o anhelos
solo que al parecer estamos viviendo tiempos
en donde estas sentidas y humanas cualidades
han pasado de moda y por tanto
nadie se permite exponerlas por temor
a ser considerado un simple y vulgar epílogo.
Hay siestas, que por profundas y prolongadas,
solo son explicables,
cuando al abrir una ventana, en lugar de observar un crepúsculo
percibimos un amanecer.
La vida se parece mucho a esas siestas.
Y se llega por azar y confusión, cansado de ser monosílabo,
de inmediato uno es nomenclado sin consentimiento,
lo poco que dice y hace durante ese sendero
es tomado en cuenta vagamente o es literalmente ignorado.
Mejor entonces levantarse y retirarse por una puerta lateral,
cancela marginal que usualmente se desestima
o en el mejor de los casos nadie repara
debido a que tras ella solo aguarda la pregunta más incómoda.
II
Anhelo ser advertido
sin la extorsión del halago
deseo ser frecuentado
por los modales de la reserva...
Al tiempo que supero la evocación
va labrando agreste la tristeza...
El encierro es vigilia
con fanales hendidos,
boceto venidero
que disfrazó los detalles...
Pese a no desear omitir
cierto es, que el descuido nos omite...
Tan carente y débil
tan turbia y tosca
tan inmadura y atractiva
transita la vida...
Mi suburbio es continuidad
de mi misma ciudad
excepto cuando el amor
colorea sus contrafuertes.
III
La sed los convocó
ante la potestad de los espejismos
y su deriva.
Oasis alucinantes diseñados
a costa de ciertas soledades
que suelen acompañar
a los seres humanos de modo siniestro.
Sus dos desiertos
eran lo suficientemente extensos
como para no dejarse
llevar por el ensueño.
La felicidad, como es usual,
se disfraza de embustera y logra
que por un breve lapso de tiempo
la sed no logre injuriar aquello
que por cierto estaba vulnerando.
Cuentan los cronistas
que luego de saciar sus necesidades
en el espejismo
ambos desconocidos
continuaron su camino
optando por cardinales opuestos,
pero más sedientos aún,
debido a que vaya paradoja,
esas aguas que bebieron
se hallaban altamente contaminadas
por la ustible pócima del amor…
IV
Cuando me canso de besar
descanso y continúo besando,
cuando me canso de acariciar
descanso y prosigo acariciando,
cuando me canso de abrazar
descanso y sigo abrazando;
acaso de eso se trata el amor.
Cuando me canso de amar,
descanso, para seguir amando.
Descanso, víspera necesaria,
estado de mudanza y espera
que recrea aquello
de lo cual se estaba dudando,
ansiedad recuperada
vértigo, rima insolente
versos cansados de estar cansados
por no besar, acariciar y abrazar,
cansados por seguir
cansados de amar, de no amar,
de esperar amar.
Hasta la víspera se cansa de serlo
porque ese no besar, no acariciar,
no abrazar y no amar,
cansa, y es derrota,
y la derrota cansa, agota, sumerge,
inmoviliza, y estar inmovilizado cansa,
los músculos se duermen, hormiguean,
y ese hormigueo cansa, corrompe,
con la misma intensidad y cansancio
que cuando se cansa de amar…
El amor es el único delito
que merece reincidencia,
y digo delito y reafirmo pecado.
Su purgatorio, el corazón,
no conoce de sentencias,
no intuye de aguijones,
de condenas transitorias,
ni de comas ni de amnesias.
Ustible delito del pasajero abreviado
es sortilegio cercano,
olvido del distante, alegato lascivo
y muerte en un instante.
Relapso, obstinado, apóstata quimérico
ausente del después
y presente en su perjurio
de ególatra indolente
con fueros de preludio;
espectro, Dios y padre,
mercedario de lo turbio.
Aun así, desnudo,
marchito y obsecuente
insto formalmente a reincidir,
el más bello de los delitos concebidos,
cruel dogma con el cual he sido herido
me arroja sin rubor hacia su pecho
con el arma y el más cruel de los deseos
como adicto que imagina delinquir.

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