Nos Disparan desde el Campanario... La épica del poeta ... por Gustavo Marcelo Sala





Los heroicos poetas siguen salvado vidas, modificando destinos que la mayoría sospechan irremediables. La poesía ha sido muy buena, generosa y paciente con nosotros, y lo seguirá siendo, debido a que tal vez sea la estrella de máxima magnitud humanista que pervive en nuestro malogrado y oscuro universo posmoderno. 

"Has jugado y perdiste, eso es la vida", se puede leer en la lápida que recuerda a Lucía Sánchez Saornil, poeta española de la vanguardia, militante anarquista y feminista. Su vida y ese destino de derrota asumido con antelación fueron motivo e inspiración de su bella poesía. 

"Cuando pongan el himno la próxima vez, no lo cantes, escribió la docente de nivel medio y superior Licenciada Estefanía Pérez en La Tinta,  ¿por qué? Porque la Argentina hoy está muerta, ya no tenés patria, ya no hay metáfora de nada, te sacaron todo, hasta la poesía y no te diste cuenta, o miraste para otro lado, o estabas cansado, o simplemente te pareció que estaba bien".

 

 I

 

 

Envidio a los que se atreven a cruzar los puentes sin suspicacias

a los que sufren y gozan pasiones,

a los que ante la sangre

no quitan la vista del cauce bermellón, sea propio o ajeno

 y se hacen cargo de sanarlo,

a los que transpiran deseos, a los que se emborrachan

por una ausencia irreversible, a los que se enojan

y luchan sin especulación ante la ignominia dominante,

a los que lloran a moco tendido una despedida

y a los que ríen sin cinismo

a los que se miran al espejo y se siguen preguntando

con humilde humanidad de qué se trata la vida.

Pasado el tiempo

mantengo las mismas envidias o anhelos

solo que al parecer estamos viviendo tiempos

en donde estas sentidas y humanas cualidades

han pasado de moda y por tanto

nadie se permite exponerlas por temor

a ser considerado un simple y vulgar epílogo.

Hay siestas, que por profundas y prolongadas,

solo son explicables,

cuando al abrir una ventana, en lugar de observar un crepúsculo

percibimos un amanecer.

La vida se parece mucho a esas siestas.

Y se llega por azar y confusión, cansado de ser monosílabo,

de inmediato uno es nomenclado sin consentimiento,

lo poco que dice y hace durante ese sendero

es tomado en cuenta vagamente o es literalmente ignorado.

Mejor entonces levantarse y retirarse por una puerta lateral,

cancela marginal que usualmente se desestima

o en el mejor de los casos nadie repara

debido a que tras ella solo aguarda la pregunta más incómoda.

 

 

II

 

Anhelo ser advertido

sin la extorsión del halago

deseo ser frecuentado

por los modales de la reserva...

Al tiempo que supero la evocación

va labrando agreste la tristeza...

El encierro es vigilia

con fanales hendidos,

boceto venidero

que disfrazó los detalles...

Pese a no desear omitir

cierto es, que el descuido nos omite...

Tan carente y débil

tan turbia y tosca

tan inmadura y atractiva

transita la vida...

Mi suburbio es continuidad

de mi misma ciudad

excepto cuando el amor

colorea sus contrafuertes.

 

 

III

 

La sed los convocó

ante la potestad de los espejismos

y su deriva.

Oasis alucinantes diseñados

a costa de ciertas soledades

que suelen acompañar

a los seres humanos de modo siniestro.

Sus dos desiertos

eran lo suficientemente extensos

como para no dejarse

llevar por el ensueño.

La felicidad, como es usual,

se disfraza de embustera y logra

que por un breve lapso de tiempo

la sed no logre injuriar aquello

que por cierto estaba vulnerando.

Cuentan los cronistas

que luego de saciar sus necesidades

en el espejismo

ambos desconocidos

continuaron su camino

optando por cardinales opuestos,

pero más sedientos aún,

debido a que vaya paradoja,

esas aguas que bebieron

se hallaban altamente contaminadas

por la ustible pócima del amor…

 

IV 


Cuando me canso de besar

descanso y continúo besando,

cuando me canso de acariciar

descanso y prosigo acariciando,

cuando me canso de abrazar

descanso y sigo abrazando;

acaso de eso se trata el amor.

 

Cuando me canso de amar,

descanso, para seguir amando.

 

Descanso, víspera necesaria,

estado de mudanza y espera

que recrea aquello

de lo cual se estaba dudando,

ansiedad recuperada

vértigo, rima insolente

versos cansados de estar cansados

por no besar, acariciar y abrazar,

cansados por seguir

cansados de amar, de no amar,

de esperar amar.

Hasta la víspera se cansa de serlo

porque ese no besar, no acariciar,

no abrazar y no amar,

cansa, y es derrota,

y la derrota cansa, agota, sumerge,

inmoviliza, y estar inmovilizado cansa,

los músculos se duermen, hormiguean,

y ese hormigueo cansa, corrompe,

con la misma intensidad y cansancio

que cuando se cansa de amar…

 

V


El amor es el único delito 

que merece reincidencia, 

y digo delito y reafirmo pecado. 

Su purgatorio, el corazón, 

no conoce de sentencias, 

no intuye de aguijones, 

de condenas transitorias, 

ni de comas ni de amnesias. 

Ustible delito del pasajero abreviado 

es sortilegio cercano, 

olvido del distante, alegato lascivo 

y muerte en un instante.

Relapso, obstinado, apóstata quimérico

ausente del después 

y presente en su perjurio 

de ególatra indolente

con fueros de preludio; 

espectro, Dios y padre, 

mercedario de lo turbio. 

Aun así, desnudo,

marchito y obsecuente

insto formalmente a reincidir,

el más bello de los delitos concebidos, 

cruel dogma con el cual he sido herido 

me arroja sin rubor hacia su pecho

con el arma y el más cruel de los deseos 

como adicto que imagina delinquir.

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