Nos Disparan desde el Campanario... El Estado de Malestar necesita de un Estado fuerte... por Gustavo Marcelo Sala

 


A poco de asumir Alberto Fernández, aun aclarando nuestras prevenciones sobre sus cualidades y calidades dirigenciales para llevar a cabo el paradigma votado afirmábamos: “Avisar a los revolucionarios de café que si esto fracasa no viene Fidel ni el Ecualitarismo Noruego, regresará el neoliberalismo, y esto ocurrirá por la propensión a la “pendularidad” que tiene nuestro pueblo”. Y nos permitíamos agregar que en una sociedad mayoritariamente con mentalidad pequeño burguesa podemos hallar dentro de ese grupo medio pelo determinante, y ante posibles dificultades debido a la enorme deuda heredada, solo pequeños gorilas y pequeños Nac & Pop.
Pues nos habita en la coyuntura un Estado de Malestar muy activo y presente que por obvias razones amenaza con ser un Estado Gendarme si ese estado de malestar no es asumido y aceptado por parte de la población. Bajo esos términos queda claro que para aplicar las políticas del Estado de Malestar se requiere de un Estado fuerte y presente, todo lo contrario al supuesto y minimalista discurso libertario, atreviéndome a conjeturar que el Estado de Bienestar tiene mayores características y tonos liberales que aquel que se nos presenta como tal.
Luego de aquellos doce exitosos años en donde habiendo arrancado desde el Cocito se pudo avanzar, salir de ese infierno sin ajuste, y manteniendo cierta soberanía económica, no amerita el menor esfuerzo debatir con aquellos que nos les interesa para nada este formato sociopolítico.
Dicho de otro modo, esas evidencias políticas de carácter humanistas son las que combaten. Discutir el rol inclusivo y distributivo del Estado y abogar por una economía que tenga en cuenta a las personas se vuelve inútil con gente que no se siente parte de ese Estado, de la Nación, acaso del País, y que al mismo tiempo lo considera un colectivo que perjudica sus aspiraciones particulares.
Varias veces afirmamos que “La Patria es el otro” o “un país con buena gente” era dos hermosas premisas para pintar en un muro o para colorear en algún trapo militante, pero sabemos, gracias a nuestra propia experiencia de estos últimos años, que ese “otro compatriota” muere de muerte natural cuando el indignado SER pequeño burgués, inconformista y victimizante, comienza a creer que no sólo ese otro le amputa un posible progreso personal sino que además y como consecuencia de la existencia de ese otro el "bien intencionado" poder real económico no les puede dar lo que ellos suponen merecer; como si la vida fuera un asunto de merecimientos…
En aquellos doce años pudimos recuperar algunas joyas de la abuela y también a la abuela, que era lo más importante, además un buen porcentaje de la población volvió a ser incluida por diversas vías, acaso no las ideales, sino las posibles, me refiero puntualmente a que una mejor instrumentación hubiera sido motorizar más aún políticas productivas que incluyeran valor agregado en origen, mano de obra genuina y formal, por caso aquel Pea 2020 (Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020) lanzado en el año 2010 fue un excelente programa, pero esta intención sin la pata privada, sin una burguesía nacional que acompañe un proceso de desarrollo se hace muy cuesta arriba teniendo en cuenta las obligaciones heredaras y de las que aquel gobierno se tuvo que hacer cargo, muchas de ellas producto de las sucesivas licuaciones de pasivos que salvaron a varios de esos sectores a los que estaba dirigido el programa.
El incipiente proceso industrializador había quedado nuevamente trunco por una burguesía nacional que nunca va a resignar un punto de su renta a favor del país y en consecuencia difícilmente algún día se ponga el traje de tal. Como eterno retorno los cantos de sirenas especulativos y financistas asentados sobre la base de una economía primaria sin valor agregado vienen ganado la pulseada y con esa victoria quedará delineado el formato de país bajo el paradigma del Estado de Malestar para los próximos 30 años.
Sea por ideología económica, convicción futurista o conveniencia de clase, lo cierto es que, en contraste con un kirchnerismo, con aciertos y con errores, que reaccionaba positiva y activamente cuando detectaba una empresa que suspendía o despedía trabajadores, el neoliberalismo apuesta a un fingido lassez faire, pues la realidad exhibe que el Estado tiene un rol cardinal a favor de la concentración de la riqueza, el aumento del desempleo, la persistencia de un amplio sector en negro, la debilidad sindical y la precarización previsional, cuestiones que redundan también en trabajadores más temerosos y por lo tanto más proclives a aceptar una baja de salarios, aumento de horas por jornada, el pase a la informalidad, indemnizaciones acotadas o vacaciones anticipadas. De todas maneras, insisto, este nuevo contexto regresivo no fue producto de un golpe de Estado sino de una elección perfectamente democrática...
En una sociedad tan pendular y con dirigentes políticos tan pendulares en sus acciones y percepciones se hace imposible establecer políticas de Estado en el corto, mediano y largo plazo. Quien viene destruye todo lo que tantos años costó construir, nada dura demasiado en este tipo de sociedades, en consecuencia a nadie le debería extrañar que el sálvese quien pueda sea el paradigma de la contemporaneidad.
La noción de Nación queda solamente reservada para los actos escolares, en el mientras tanto la ley del saqueo y la idea de un País factoría en donde nada de lo bueno que poseemos debe pervivir fronteras adentro y contemplar nuestros intereses ciudadanos toma cuerpo sin que apenen demasiado los cadáveres que quedan en el camino..
Mi pesimismo se ha potenciado desde aquella tardenoche en la cual la dama se convitiera en calabaza ante centenares de miles de ciudadanos agradecidos, y como no soy afecto a los fetiches ilusorios y a los escapismos religiosos opto por sufrir el presente con hidalguía entendiendo que el argentino medio ha decidido masacrar lo indomesticable que supo construir en aquellos doce años felices: El principio de la alteridad.
Se despliegan sobre el mundo fuertes pulsiones de totalitarismo corporativo, en que los gerentes de masas de dinero inexistente en billetes y de las que tampoco son los dueños, están ocupando el lugar de la política (o tomando a los políticos como rehenes), mientras acumulan riquezas que los erigen en la nueva aristocracia planetaria. La ola de pulsión totalitaria nos acecha y a su impulso el Estado de Derecho se derrumba, la República cruje y la democracia se pervierte nos advertía hace casi una década el Dr. Ernesto Raúl Zaffaroni.

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