Nos Disparan desde el Campanario.... Paolo Virno: las muchas formas del adiós ... por Diego Sztulwark

 

Fuente: Lobo Suelto!

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https://lobosuelto.com/paolo-virno-las-muchas-formas-del-adios-diego-sztulwark/







El sábado 8 por la mañana llegó la noticia de Italia del fallecimiento de Paolo Virno, a sus 73 años, del notable filósofo y activista obrerista. Para quienes lo conocimos personalmente podemos decir que fue un gran tipo, para lo que entraron en contacto con su pensamiento, habrán advertido que se trató de uno de los grandes pensadores comunistas (preso, justamente, por haber practicado una política a la izquierda del célebre PCI, tan idealizado por el progresismo/populismo argentino) de nuestro tiempo. Algunos de sus libros orientaron a una generación de militantes en Argentina. En particular, ese seminario exquisito y radical luego publicado con el título de Gramática de la multitud, publicado en 2001, en la colección Puñaladas dirigida por Horacio González. La fecha no puede pasar desapercibida, y de hecho, la noción de “multitud” ingresó en la gran discusión sobre cómo convenía llamar la experiencia de los “muchos” insurrectos que por esos días conmovían al país (y la región). Paolo insistía por entonces (y yo creo que tenía la razón, tanto entonces como ahora) en que hay una memoria y una capacidad de institución que tienen las diversas figuras del trabajo (el pueblo considerado desde su propia capacidad de rebelión al mando de la acumulación de capital, indisolublemente ligada a la forma estatal). No lo entendieron así quienes por izquierda interpretaron que lo nacional-popular debía aceptar el monocultivo y neoextractivismo como horizonte, haciendo de la noción del pueblo una renuncia a modificar la estructura de poder de clases en el país. Si hubiera que poner título a aquel debate pre-kirchnerista sobre el papel que debía jugar el Estado en la composición de un sujeto político bien podría ser “pueblo o multitud”.

Hubo de pasar aún cierto tiempo para que, con la edición de La ambivalencia de la multitud, se alcanzase a apreciar la especificidad que la noción de multitud tenía para Paolo (en polémica con la que Toni Negri y Michael Hardt exponían en su muy discutido manifiesto Imperio). En efecto, si para Virno la multitud expresa también la cualidad de los muchos como potentes productores de riqueza, su concepto no puede excluir la ambigüedad constitutiva que esos muchos poseen por el hecho de ser parte de la relación social capitalista. Paolo fue, como se sabe, un gran militante de la corriente autonomista (o post-obrerista) del marxismo italiano, que supo ser historietista, profesor universitario tardío y editor de revistas (como Luogo Común).


En su paso por Argentina, invitado por el Colectivo Situaciones a mediados de la primera década de este milenio, no pasó desapercibido: brindó una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letra y otra entre activistas de Florencio Varela –en el barrio Pico de Oro–, disertó en la Biblioteca Nacional y participó de talleres con activistas de los call centers (registrada en el libro Quién habla? Luchas contra la esclavitud del alma), dio una clase maravillosa en la Universidad experimental de Rosario y otra en Flacso, y conversó largamente en un taller comunitario en la Escuela Creciendo Juntos, de Paso del Rey, Moreno (publicada luego en el libro Un elefante en la escuela). De ese paso suyo queda un registro memorable en el libro de Sebastián Scolnik Nada que esperar. Historia de una amistad política. Entre sus muchos libros publicados en español hay algunos verdaderamente inolvidables, como Virtuosismo y revoluciónRecuerdos del PresenteAmbivalencia de la Multitud o Cuando el verbo se hace carne (primer libro de Tinta Limón, en coedición con Cactus).

Su último trabajo importante, publicado en castellano fue Sobre la impotencia, última y magnífica reflexión sobre la autonomía como auto-institución de clase. Su tesis, simple, poderosa y erudita es que la potencia de la fuerza de trabajo es inédita, pero al día de hoy, sólo empleable por el capital. Y que solo la comuna, es decir, el gesto que se apropia de las reglas y rituales que se crean en y desde la praxis permitiría sobreponerse a la enorme y pesada impotencia que sufren los trabajadores ante a su propia incapacidad de hacer uso de esa potencia subyugada al mando capitalista.

Paolo fue un gran –un refinado– marxista, que buscó en Heidegger, en las neurociencias y en la lingüística las claves para comprender la inversión del “Intelecto General” (de la propia vida) en las mallas de las relaciones de explotación contemporáneas. Dos recuerdos se me imponen en el momento de enterarme de su partida: su prólogo a la edición argentina del fascinante Recuerdos del presente (firmada en 2003), dedicada a “un lector interesado tanto en la Historia de la eternidad de Borges como en el destino de los piqueteros” (ese “tanto” que sigue siendo tan incomprendido entre quienes consideran a Virno parte de las efímeras modas europeas y no del más sensible internacionalismo que cabe reconstituir) y el final de su conferencia en la Biblioteca Nacional donde terminó diciendo, con toda la tierna seriedad de que era capaz, que este siglo veremos el fin del dominio de la burguesía. Con pensadores así, sí que vale la pena trabajar.

Publicado en Tinta Limón Blog

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