Nos Disparan desde el Campanario .... Roberto Juarroz... a un siglo de su natalicio... por Gustavo Marcelo sala

 


El 31 de marzo de 1995 se apagaba la vida del poeta Roberto Juarroz, pero su obra sigue viva. Aunque Juarroz nació en Coronel Dorrego a prinicpios de octubre del año 1925 y allí trascurrieron los primeros años de su infancia muy pronto se mudó a su lugar en el mundo: la zona sur del conurbano bonaerense. Adrogué fue el destino de la familia Juarroz para instalarse cursando allí los años de la secundaria, el descubrimiento de la poesía y de su otra profesión, la bibliotecología. Recién recibido de la secundaria fue contratado por la Escuela Normal para ponerse al frente de la biblioteca, luego de graduarse en Bibliotecología en la UBA comenzó una carrera como experto que lo llevó a ser director de la carrera en esa universidad y consultor de la Unesco y la OEA. Fue nombrado miembro de la Academia Argentina de Letras y recibió numerosos premios en la Argentina y el extranjero al ser el único argentino que obtuvo el importante premio de las Biennales Internationales de Poésie en Lieja, Bélgica en 1992. Toda su obra está reunida bajo la idea de Poesía Vertical, nombre con el que publicó su obra en la que abunda la reflexión sobre la poesía, las palabras y el destino del hombre. El poeta, afirmó Roberto Juarroz, no tiene otra alternativa que inventar o crear otros mundos. La poesía crea realidad, no ficción. Afirmo que la poesía es realidad, y para mí es la mayor realidad posible porque es la que cobra conciencia real de la infinitud. "Por eso si te preguntan por el mundo, responde simplemente: alguien está muriendo". Afirmaba ser feliz, pues había encontrado su borrador más antiguo, su primera copia

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TODO TEXTO, TODA PALABRA CAMBIA

 

Todo texto, toda palabra cambia
según las horas y los ángulos del día o de la noche, 
según la transparencia de los ojos que los leen 
o el nivel de las mareas de la muerte. 

Tu nombre no es el mismo, 
mi palabra no es la misma 
antes y después del encuentro, 
antes y después de volver a pensar 
que mañana no estaremos. 

Cualquier cosa es distinta 
si se mira de día o de noche, 
pero se vuelven aún más distintas 
las palabras que escriben los hombres 
y las palabras que no escriben los dioses. 

Y no hay ninguna hora, 
ni la más promisoria o lúcida o ecuánime, 
ni siquiera la hora sin carteles de la muerte, 
que pueda equiparar los reflejos, 
ajustar las distancias 
y hacer que las mismas palabras 
digan las mismas cosas. 

Todo texto, toda forma, se quiera o no se quiera, 
es un mudable, tornasolado espejo 
de la furtiva ambigüedad de la vida. 
Nada tiene una sola forma para siempre. 

Ni siquiera la eternidad es para siempre.

 

 

Un Caos Lúcido

 

 

Un caos lúcido,
un caos de ventanas abiertas.

Una confusión de vértigos claros
donde la incandescencia se construye
con el movimiento total de la ruptura.

Viajar por las líneas
que se quiebran a cada instante
y rodar como un émbolo sin guía
hacia los núcleos aleatorios
de las cancelaciones primigenias.

Tocar las vértebras sin eje,
los círculos sin centro,
las particiones sin unidad,
los choques sin contacto,
las caídas sin escuadra,
los pensamientos sin quien piense,
los hombres sin más rostro que su dolor.

Y recoger allí la ley de lo casual,
la norma de lo imposible:
cada forma es un borde cortante del caos,
un ángulo perplejo de sus ojos abiertos,
los únicos abiertos.

Porque el caos es la tregua de la nada,
la lucidez sin compromiso,
la intersección aguda
de un espacio sin interés por los objetos
y de un tiempo pensante.

 

Carta de Julio Cortázar a Roberto Juarroz


Perdóneme que haya tardado tanto en contestarle, pero no hace mucho que volví a París después de unos meses de trabajo en Viena. Hace tiempo que quería decirle que la revista me es muy preciosa en la medida en que puede hacerme oír desde tan lejos las voces nuevas y jóvenes de la argentina. Pero ahora le escribo por otra razón más imperiosa: acabo de terminar la lectura de Segunda poesía vertical y estoy todavía maravillado, sin dar ese paso atrás que inevitablemente damos después que un poeta nos ha hecho avanzar un poco más hacia la gran verdad de su mundo, del mundo. Sus poemas me parecen de lo más alto y lo más hondo (lo uno por lo otro, claro) que se ha escrito en español en estos años. Todo el tiempo he tenido la sensación de que usted logra asomarse a lo que busca con esa visión totalmente libre de impurezas (verbales, dialécticas, históricas) que en el alba de nuestro mundo tuvieron los poetas presocráticos, esos que los profesores llaman filósofos: Parménides, Tales, Anaxágoras, Heráclito. A usted (y a ellos) le basta mirar en torno para que toda visión prosaica caiga en pedazos ante ese apoderamiento total del ser por la poesía. He leído en alta voz los poemas que más entiendo (otros se me escapan o me reclaman una interpretación, que es quizás un autoconsuelo por no poder intuirlos de una sola vez), y en cada caso se ha repetido esa sensación prodigiosa de extrañamiento, de rapto, de acceso. Siempre he amado una poesía que procede por inversión de signos; el uso de la ausencia en Mallarmé, algunas "anti-esencias" de Macedonio, los silencios en la música de Weber. Pero usted potencia hasta lo increíble esas inversiones que en otras manos suelen acabar en juegos de palabras. Y entonces, esa mirada que ve y la mirada que no ve, una vez retorcidas en un mismo hilo, son algo prodigiosamente fecundo, una invención de ser. Hacía mucho que no leía poemas que me extenuaran y me exaltaran como los suyos, y se lo digo así al galope y sin releer, porque al final uno se pone tonto y le dan miedo tantas palabras sonoras. Pero siento que usted me creerá, y que ya somos amigos, y un abrazo.

 


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