Nos Disparan desde el Campanario …. Precariedad, dimensionar lo inhabitable… institucional… por Marie Weber

 



 

Fuente: En el Margen

Link de origen:

https://enelmargen.com/2025/08/18/precariedad-dimensionar-lo-inhabitable-institucional-por-marie-weber/

 

Traducción: María Martha Boccanera y Guillaume Weber

Corrección: María Martha Boccanera y Sonia Weber

Edición: Helga Fernández y Agostina Taruschio

Imagen: Marie-Ghislaine Beaucé, TISSAGE 5 (2019)


“(…) Ninguna tristeza podrá quitarme del cuerpo
El obstinado deseo
De vivir en un mundo donde el coraje
Es una forma de honrar la existencia”

Clara Ysé1

 

Al desmantelarse el Kairn2 de Visa-Vie, todo el mundo podría quedarse con una piedra en el bolsillo…

 

Mi preocupación es no caer en la nostalgia, ni en el fatalismo, no ceder al imperativo ni a la vanidad. No haré más que abrir algunas puertas y seguir algunos caminos que surgen en la encrucijada de una situación de la vida real. Elegí mantener el título del seminario, agregándole una localización. No quería explorar la precariedad, sino lo que nos hace precarios. Intentar tomar el pulso de lo que (eventualmente) hace que la institución sea inhabitable. 

Llevo varios años trabajando a tiempo parcial en un centro de formación de trabajadores sociales.  En este puesto, doy clases a los estudiantes, les acompaño en la escritura de sus trabajos y en el análisis de sus prácticas de pasantía. Como resultado, oigo y me reúno regularmente con trabajadores sociales de diversas instituciones del sector social y médico-social. A excepción de algunos lugares que parecen haber escapado (al menos parcial o temporalmente) al mal tiempo actual, la mayoría de los comentarios se basan en una serie de observaciones: disminución de los recursos necesarios para prestar atención y apoyo, equipos de trabajo inestables (entre bajas habituales y bajas por enfermedad largas y frecuentes), trazabilidad obligatoria y cronófaga de las actividades diarias de los profesionales, incertidumbre recurrente sobre la renovación de los presupuestos para el año siguiente. En resumen, el sector “social” en Francia va mal. En otoño de 2024, ATD Cuarto Mundo publicó un alegato contra la violencia institucional3, tras años de investigación sobre el terreno. Este alegato revela las formas en que los miembros más pobres de nuestra sociedad son tratados en una serie de instituciones, las repercusiones en sus vidas y estilos de vida, y también las causas de este maltrato. 

Hace casi 7 años, en unas jornadas organizadas en Córdoba, hablábamos de resistencias e insistencias minoritarias. Mientras tanto, parece que ciertas máquinas trituradoras han seguido nivelando, aplanando y allanando el terreno. Todo ello salpicado por la pandemia mundial, cuyo residuo quizá debería tenerse en cuenta en cualquier intento de analizar lo que está ocurriendo hoy.

El tiempo y el porvenir:

“Que el mundo de ayer se desvanezca está en el orden de las cosas. Que sintamos cierta nostalgia por él también es el orden de las cosas. Es fácil consolarse con la desaparición del pasado; es la desaparición del futuro lo que no se puede superar. El país cuya ausencia me entristece y obsesiona no es el que conocí en mi juventud, es el que soñé, pero que nunca vio la luz del día.” Estas pocas líneas de Amin Maalouf4 me suenan como una iluminación. Una intuición acentuada por el título de la novela de la que procede el fragmento: Los desorientados. ¿Cómo orientarse cuando el futuro ya no es una coordenada? O mejor dicho: qué efecto de desorientación cuando se apaga la esperanza, la expectativa, la esperanza de un futuro mejor, o al menos tan bueno como el presente. Ya en 2012, Miguel Benasayag5 señalaba el fin del futuro como promesa, sustituido por el futuro como amenaza.

Por otra parte, me parece que hay una colisión casi permanente entre dos tipos de experiencia, de formas de experimentar el presente. La primera es el presente como una especie de empantanamiento, que nos tiraniza en aquello a lo que nos somete: es ahora, hay que moverse deprisa, no perder nunca el hilo en medio de una multitud de exigencias simultáneas. Un presente en el que se basa todo el tiempo de la humanidad (el pasado debe ser superado y el futuro no ofrece ninguna promesa), un presente sin perspectivas. Ausentarse de este presente significa refugiarse, retirarse, garantizar una distancia protectora. Quizá no sea en vano que las imágenes, y más aún las imágenes filtradas, sean tan populares hoy en día. Así que me retiro de cierta forma del presente, haciendo uso de todo tipo de pantallas posibles: plasmática, digital, química. Pero hay una trampa: no estoy acá. Acá, no estoy. Si me exporto, es porque hay otro lugar al que quiero ir, ¿o es sólo un lugar al que quiero huir, dejando atrás mi cuerpo?

Sin embargo, es este mismo presente el que, mediante la atención y la presencia, la presencia en el presente, garantiza que podamos ser testigos de la vida en todos sus múltiples despliegues, sus emergencias y sus potencialidades. ¿Qué es lo que existe, y cómo podemos apoyar lo que está teniendo lugar sin perdernos en ello? Es decir, ¿cómo sostener lo que emerge sabiendo que desconocemos la permanencia de las condiciones que permitirían que esta emergencia crezca?

Maffesoli6 señala: Podemos decir lo que está en proceso de cesar, pero no lo que está en proceso de nacer.

Esta observación, trasladada a la realidad de varias instituciones actuales, puede tener un efecto aterrador: ¿cómo acoger un nacimiento ignorando las condiciones que permiten que el brote crezca? Este desconocimiento nos hace vacilar, no porque queramos controlar una nueva trayectoria en el mundo, sino porque no tenemos la seguridad de un contexto habitable en el que puedan desenvolverse los seres vivos. Yo plantearía la hipótesis de que este estado de incertidumbre nos hace tan precarios que llegamos a temer la idea misma de algo en proceso de nacer. Porque en su estado naciente, todo ser necesita una respuesta. Pero hoy…

¿Quién responde a la llamada?

Hola..
¿Hola?
¡Hola!
¿Quién atenderá la llamada?

¿Hay siquiera alguien que responda a la llamada?

¿Hay siquiera alguien que oiga que hay llamada?

Los correos electrónicos y las comunicaciones se multiplican. Una lista de destinatarios que no deja de crecer: asegurarse de que la información se transmite, dejar constancia escrita (posible prueba en caso de litigio) de que la tarea se ha realizado. ¿Qué tarea? La tarea de informar y comunicar. Comunicar información y leer la información comunicada se convierten en actividades por derecho propio, pero ¿quién responde realmente y a qué, cuando la situación lo requiere? Olvidamos que en la comunicación existe lo común, “tomado del latín clásico communicare ‘tener parte en, compartir’ y luego ‘entrar en relación con’.”7 “(…) en el origen etimológico del término ‘común’ está ‘cum’ -junto, con- unido a ‘munus’, que es difícil de traducir con precisión, porque no se refiere a una cosa, sino a ‘una falta de ser, un hueco, que recorre lo social y le impide constituirse en cuerpo pleno’ (…). El munus sería ese espacio vacío que posibilita las relaciones mutuas entre las personas.”8

¿Quién asume la responsabilidad de tomar una decisión, emprender una acción, adoptar una postura sin haber sido informado de antemano o sin haber sido informado del derecho a hacerlo de antemano? ¿Y el «quién» de la pregunta importa? Porque sólo hay un «quién», que no se nombra como persona. ¿Tengo derecho a responder cuando no es mi trabajo, no está en mi “lista de tareas”, no está en el protocolo, no me corresponde hacerlo, no me pagan por ello? Pero, ¿me aseguré siquiera de que la persona cuyo deber sería, cuya misión sería, cuya función sería responder, me aseguré siquiera de que esa persona estuviera presente?

Porque hay días en los que se harían fortunas si se hicieran apuestas sobre quién estaba presente y quién ausente ese día. Cuando la vida institucional cotidiana se convierte en un baile de apariciones y desapariciones… En ciertos enlaces se opta por hablar de un empleado «ausente» para no precisar el matiz de su situación: es alguien que está de licencia, de baja por enfermedad, … ¿que se va?

Los ausentes. ¿Quién estará y quién no? ¿Con quién podemos hablar? ¿Hasta cuándo? Atrapados en llegadas y salidas, el apego ciertamente en retirada. Entonces, ¿a quién podemos recurrir sino a nosotros mismos?

Sin embargo, Charlotte Herfray9, y no es la única, insiste en la necesidad de tener “respondedores”. “Desgraciadamente (escribió), hay que decir que muchos padres son indiferentes a la hora de establecer a sus descendientes en una sociedad en la que prima lo simbólico, descuidando así la atención mínima que requiere(n) los ‘infantes’ el ‘infans’ si quieren saber que ‘cuenta(n)’”. “Lo simbólico, que permite a los miembros de la especie humana representar la ausencia, el pasado, el futuro y otros lugares, es a la vez una conquista y una gracia, que nos mantiene vivos en nuestra mente durante nuestra vida y nos sostiene en el momento de nuestra muerte”; y más adelante: “Somos impotentes para detener la ola creciente que amenaza de muerte nuestro lenguaje y hace cada vez más difícil embarcarse en el vasto mar de significantes que da relieve y color al horizonte resplandeciente de nuestra fantasía”. 

Instituir

Instituido

Instituyendo

¿Instituciones muertas? ¿Moribundas? ¿Mortíferas? 

Inhabitable institución / Institución inhabitable:

“Las instituciones de la vida social responden al deseo del hombre de vivir en un mundo apaciguado, en un entorno que ya no se rija por el simple equilibrio de poderes ni por el asesinato del Padre o de los hijos. Ésa es, al menos, su vocación esperada y anhelada. Como escribió Freud, después del ‘crimen cometido en común’ viene la época de ‘las organizaciones sociales, las restricciones morales y la religión’ (S. Freud, Tótem y tabú, 1914). Tras la horda, se forma la familia, se establecen las iglesias, se construye el ejército, despega la escuela y un día el Estado se fortifica y se convierte, al menos en Occidente, en la institución suprema.”10 En su artículo “La institución de la vida mutilada”, Eugène Enríquez prosigue: “Una vez pasado el momento instituyente, es necesario consolidar la institución, establecerla, darle una forma que le asegure una cierta permanencia durante el mayor tiempo posible. Entonces se hace necesario transformar la institución en una organización sólida, establecer una división del trabajo y definir una jerarquía. Poco a poco, la institución tiende a burocratizarse, a inventar nuevas normas especialmente restrictivas y a olvidar sus objetivos principales para centrarse en la elección de métodos y medios. Como desea atraer a nuevos discípulos, a adeptos de calidad, tenderá a formular una doctrina sólida, al menos una ‘ideología granítica’ (véase Lefort, 1976) – mejor aún, un dogma – que favorezca el reclutamiento y permita socializar a los nuevos reclutas, que se convertirán así en fieles seguidores entregados en cuerpo y alma a esta institución-organización.”11 

Sin embargo, en su artículo “Ética y creatividad en el trabajo social”, Philippe Merlier nos recuerda que “Las normas sociales se inventan, no se observan (Canguilhem, 2005, p. 194). Por tanto, la creatividad reside en lo instituyente y no en lo instituido. Lo instituido es la forma fija de la institución, cuyo único objetivo es permanecer como es. Lo instituyente es el proceso por el que una institución se reorganiza constantemente; es la energía social que se altera voluntariamente y se regenera continuamente.”12 Es difícil ver lo instituyente en acción en el ruido ensordecedor de las líneas activas, notificaciones sobre notificaciones que nos recuerdan que nunca llegamos a tiempo. ¿Y no resulta aún más paradójico, absurdo y grotescamente mortificante cuando “la institución de la vida mutilada”13 opera en las mismas instituciones que se supone que acogen, acompañan, cuidan y apoyan a las personas cuya trayectoria vital les exige en algún momento asentarse, descansar, en relación a otra persona de confianza?

Mientras pensaba y pensaba en ello, se me ocurrió la imagen de la organización como un ser que lo devora todo. La Ogronización. Tiránica, tratando de tetanizar el rostro vivo de la institución, bañada en omnipotencia, cada vez más sedienta de la vitalidad de sus agentes. Agentes tanto más obligados a satisfacer a ese Ser Supremo cuanto que de ello depende su vida. Es como si hubiéramos llegado a creer colectivamente en esta nueva fábula que dice que si la Ogronización deja de ser alimentada, se vengará quitándonos la vida.14 ¿Pero no nos la han quitado ya? En lo que a mí respecta, ver tanto sufrimiento por metro cuadrado me entristece aún más si dejo que mis ojos y mis oídos se detengan en ello.

Y no obstante … 

No obstante, ya que hablamos de fábulas, ¿por qué no recurrir al mito con lo precario, lo precario como brújula? Como figura mítica, no a mitificar.

Con las manos entrelazadas en oración, nos recuerda que la mano, el lugar del tacto, se extiende hacia los demás. Dar, recibir, acariciar, golpear, tocar y contactar. La mano moldea y da forma al objeto. “La mano es nuestro órgano de unión. En la pobreza, la encontramos como una llave en las figuras de la limosna. Utiliza los objetos como herramientas de trabajo, como una prolongación de nuestra intención de dar forma y transformar constantemente las cosas. La mano a veces ‘manipula’ la materia, a veces el lugar que ocupamos en una relación; a menudo ambas cosas a la vez. Golpea, rebana, acaricia, invita o detiene, en todos los casos completa un movimiento de uno hacia el otro; tiene la llave de nuestros vínculos.”15

Y ya que hablamos de un vínculo con el baile de los ausentes, tal vez se trate de poder pensar tanto en el baile como en la ausencia. De esta observación de un vals de ausencias casi cotidiano me vino la imagen del baile, popular o no, de la Edad Media, del siglo XVIII o de hoy, aquí o en cualquier otra parte, el baile, esa “reunión donde se baila”16. En un baile, los participantes conocen los bailes que van a seguir. Conocen los pasos de los bailes que van a entablar con uno o varios otros, conocidos o desconocidos. Y a pesar de la falta de familiaridad del otro, el paso compartido garantiza la fluidez de un baile conocido por todos. Por cierto, bal, del griego ballein, significa bailar, pero también symballein, el símbolo, y paraballein, la palabra…

También me vino a la mente la imagen del artesano (no sin relación con la mano). El artesano y su estructura ligera. Con sus herramientas en un fardo, puede mover los gestos de su oficio. Viaja ligero. Nómada. El vendedor ambulante. Viajar fuera de su lengua. No es cuestión de flexibilidad, sino de transportar un marco interno fiable. Interiorizar la base cuando un mundo se cae de su pedestal. 

¿Por qué?

Porque incluso cuando se les advierte del estado catastrófico del trabajo social y/o de lo social en el trabajo, muchos candidatos a la formación no se desaniman ante la idea de aventurarse en ello. 


Porque cada día (o casi cada día) desde donde estoy, soy testigo de un fructífero trabajo colectivo, soy testigo del placer de pensar el mundo y las prácticas, de alegrarse por el descubrimiento de otras formas de mirarlas. 


Porque en los patios de las escuelas, los niños juegan y siguen jugando.


Porque “instituir lo humano sin descuidar la doble necesidad de esta institución nos obliga a ser algo más que ‘repetidores’. Tal tarea nos convierte en ‘pasadores’. Y el ‘pasador’ no debe ser un ignorante. Pues el ‘pasador’ es un testigo.”17

Y para terminar:

Con Tosquelles: 

(…) Me apoyo constantemente en el suelo de la infancia; es desde allí desde donde avanzo con más seguridad.



Es importante encontrar los guijarros que ha dejado la infancia, porque son la única manera de no perderse en el laberinto de la vida adulta.


*Texto presentado el 14 de junio de 2025 en el Seminario Précaire T’ – Dimensionar la precariedad, coordinado por Sonia Weber.



Notas:

Clara Ysé, « Vivante », éd. Seghers, 2024 

Literalmente: “mojón”. [Nota de Edición: para conocer más acerca de este dispositivo, recomendamos la lectura de otro artículo publicado en la revista: 

https://enelmargen.com/2025/04/10/dimensionar-la-precariedad-por-sonia-weber/

STOP A LA MALTRAITANCE INSTITUTIONNELLE : AIDANTES ET MALTRAITANTES, LE TERRIBLE PARADOXE DES INSTITUTIONS – ATD Quart Monde – France (atd-quartmonde.fr)  

C. Marin, « Être à sa place », éd. Editions de l’Observatoire, 2022 

Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=kUHTF-WHb4A 

En “Décadence, renaissance et changement d’imaginaire” | Cairn.info  

COMMUNIQUER : Etimología de COMMUNIQUER (cnrtl.fr)  

JANNER-RAIMONDI, M (2016). Penser l’accueil : de la diversité à l’altérité, place de l’éthico-politique pour construire du commun. Le sujet dans la cité, 2016/2 N° 7. pp. 41-52. https://doi.org/10.3917/lsdlc.007.0041  

C. Herfray, « Vivre avec autrui… ou le tuer. La force de la haine dans les échanges humains », éd. Eres, 2009 

 Enriquez, E. (2006). L’institution de la ‘vie mutilée‘; Revue française de psychanalyse, 70(4), 899-917. https://doi.org/10.3917/rfp.704.0899 

E. Enriquez, op. cit. 

Merlier, P. (2018). Éthique et créativité en travail social. Le Sociographe, 62(2), 107-110. https://doi.org/10.3917/graph.062.0107

Eugène Enriquez, op. cit. 

NB: Tuve pesadillas después de haber escrito esto 

Menchi, P. (2008). La Gueuserie les Dehors et les Dedans de L’anormalité Figurée. Empan, 69(1), 168-177. https://doi.org/10.3917/empa.069.0168.) 

BAL : Definición de BAL (cnrtl.fr)  

Herfray, C. (2008). «Action éducative et « figures d’autorité »». En: J. Rouzel, Travail social et psychanalyse 2e congrès : Malaises dans le travail social : actes cliniques, institutionnels, politiques (p. 99-110). Campo social. 

https://doi.org/10.3917/chaso.rouze.2008.01.0099   


Marie Weber. Vive en Toulouse, Francia. Trabajó en educación especial. Actualmente, interviene en formación de trabajores sociales.

 

 


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