Fuente: Sin Permiso
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https://www.sinpermiso.info/textos/limpiar-la-mierda
Llenarlo todo de mierda. Esa es la estrategia política que puso en marcha Steve Bannon, uno de los principales ideólogos de Trump y de la extrema derecha global. Ese es el manual de instrucciones que aplica la derecha en España: saturarlo todo de mentiras y medias verdades, confundir, cansar y agotar al pueblo español que, por saturación, acaba rechazando todo para que ellos queden impunes. Dicen que no hay que politizar, es decir, dicen que no hay que cuestionar a dónde se destina el dinero público y quiénes son los responsables de gestionarlo.
Cada tragedia es para ellos una oportunidad, ya sea un incendio o una inundación: para bajar impuestos a los más ricos y regar con dinero público a medios afines sí que tienen competencias bien claras, pero para gestionar incendios ya miran para otro lado y lo diluyen entre “todas” las administraciones y “todos” los políticos.
Su objetivo no es ganar; su objetivo es que los otros pierdan: no buscan ser mejores, les vale con que se acabe pensando que los otros son igual de malos. Su objetivo no es que les creas a ellos; su objetivo es que no creas en nada. En esta estrategia del caos, uno ya pierde el hilo de la realidad y es imposible saber de qué se está hablando, porque se ha inundado todo de mierda. En ese terreno —en el de la mierda— es donde mejor se mueven, porque es su hábitat natural. Que no haya esfera pública; que todo sea un vertedero.
Llenarlo todo de mierda, sí, pero con una agenda muy clara: la que viene marcada por poderes que operan a nivel global y en todos los ámbitos: gobiernos, medios, fundaciones, redes sociales, finanzas y empresas. Globalistas poderosos, estos sí, que tienen como principal meta destruirlo todo, pero no con el objetivo de construir mejor, sino para subyugarnos y devolvernos a la minoría de edad. Destruir todo lo conquistado desde 1789 en adelante; destruir los derechos sociales, laborales, civiles, los servicios públicos y revertir cualquier avance medicinal: acabar con cualquier resquicio de democracia. Quieren imponer, esta vez a cielo abierto y de forma obscena, aquello a donde siempre han deseado volver: a una sociedad derrotada que viva dominada políticamente por quienes ostentan el poder económico. Que la existencia, la voz, la visibilidad y la decisión queden oficialmente subordinadas al poder económico y todo aquel que lo cuestione sea machacado, deportado, borrado, desconectado. El mundo puede ser una ruina y no lo podemos permitir.
En medio de la calima social que habitamos todo esto puede sonar extemporáneo, naíf o alejado de la realidad, pero es ahora, cuando parece que el mundo retrocede ante el oscurantismo, cuando más necesario resulta armarse ideológicamente y recuperar las ideas fuertes. El sentido de algo, de lo que se defiende y a lo que se aspira, se encuentra en la fuerza que se imprime. Sin un pasado que defender y un futuro en el que creer, no es posible un presente por el que luchar. Sin eso solo hay cinismo, miedo y oportunismo, sin eso solo hay una insoportable y débil posición que, falsamente, separa a las pasiones de las razones. Así solo se insiste en una política pusilánime que alimenta a la bilis necroliberal. La mierda hay que limpiarla, pero solo hay una mezcla de ingredientes que puede hacerlo: la democracia socialista con fórmula renovada para 2025.
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