Nos Disparan desde el Campanario.... Para el poder real matar es un sacerdocio, es su sentido común... por Gustavo Marcelo Sala


Antes que nada quiero aclarar mi posición con relación a la democracia. No estoy para nada de acuerdo con aquellos que aspiran a una interrupción abrupta del orden constitucional (ni helicópteros por el estilo). Este gobierno me asquea desde todo punto de vista pero desconocer las reglas democráticas y la voluntad popular no hará otra que abrir una caja de Pandora en donde los poderosos, tal cual ocurrió en el 2001, duplicarán sus influencias y rentabilidades ante la anarquía y lograrán empeorar aún más la situación social del pueblo, todo esto más allá de dar cabida a una nefasta inercia anticoinstitucional histórica que nos costó mucho remontar. Deslegitimar a la política le sirve a los cipayos. Este drama que estamos viviendo debe tener una respuesta política y participativa dentro del marco institucional. No hay que olvidarse que bajo esas circunstancias mencionadas los muertos siempre son de nuestro lado. Hay que destruirlos y enterrarlos políticamente, de lo contrario la gente se olvida y pasado un breve lapso de tiempo los desentierra....

El sentido común es malo, afirma Alejando Dolina, porque es una especie de academia del pequeño burgués. En política el sentido común es de lo peor, se ha matado a mucha gente aplicando el sentido común. El sentido común nos convida a la intolerancia y se construye a partir del poder, a tal punto que disparates criminales parezcan evidentes ante nuestros sentidos y las peores injusticias nos parezcan la única posibilidad. Raje del sentido común porque lo primero que hace el sentido común es ahorrarse la demostración. La lógica del sentido común es la que gobierna al mundo.
Para el poder real matar es un sacerdocio: Un tenue e irrelevante suspiro continuó luego que el proyectil diera de plano en su yugular. En esos apenas diez segundos de ingenuidad que lo separaron de la finitud pensó en la perfección que debieron tener los clavos destinados al Cristo antes del primer mazazo, sospechó del aseado, brilloso y eficiente filo de la cuchilla que estaba por caer sobre el cuello de Dantón, intuyó sobre la abundante, prolija y combustible pira que en breve daría cuenta de la piel, los huesos y las verdades científicas de Giordano Bruno, estaba persuadido que el vértigo de las elegidas balas no corromperían su eficacia a la hora de penetrar el cuerpo cansino y tembloroso del Coronel Dorrego, estaba seguro que las sillas eléctricas de Sacco y de Vanzetti no sufrirían cortes eléctricos inoportunos ni desprolijidades anexas que exhibiesen impudores, no había razón para cuestionar la salud y la belleza de los caballos que desmembraron a Tupac . Por tanto, murió sonriendo, corrijo, sonrió muriendo, seguro que cuando el poder real mata lo hace dentro del marco de la legalidad y las buenas costumbres.

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