Nos Disparan desde el Campanario .... No hay escapatoria.... por Gustavo Marcelo Sala

 


Dentro de la interna del capitalismo triunfante el Economicismo Financiero le ha ganado la batalla a la Economía Política. El Excel contable rentístico y acumulativo venció a la ciencia social, habida cuenta de que la propia economía, en tanto sus pensadores y analistas, ha borrado de sus textos los capítulos relacionados con las personas y la sociedad las cuales pasan a ser meros momios estadísticos. Mueve a risa cuando bajo estos parámetros uno deja de ser pobre o pasa a serlo porque puede o no comprar dos pollos mensuales.

El economicismo es un fin en sí mismo, las regiones, los hemisferios y los países se han transformado en vulgares unidades de negocios en donde algunos, los menos, serán prósperos y la mayoría infortunados. Esto sucede porque la política le ha cedido al economicismo el timón sobre la dirección hacia donde debe dirigirse la especie. Hace algunos años, en nuestro País, aquel axioma que rezaba “con la gente adentro” hoy ya no cuenta, dicho adagio (que me atreví a deconstruir críticamente cuando en un discurso Cristina declaró “Yo soy más capitalista que ellos” y nadie se preguntó nada) no le interesa ni siquiera a aquellos movimientos políticos que otrora abogaban por la equidad. En la actualidad sea por riqueza o por pobreza todos están incluidos dentro de un sistema perverso global, seguir hablando de inclusión es redundante, el economicismo te incluye porque te precisa pauperizado, porque para que este sistema perverso y concentrador de la riqueza funcione necesita que exista tal pauperización, la riqueza se explica a través de la pobreza y viceversa. Galperín, concentrando las formas de pago de bienes y servicios, te necesita para enriquecerse, sobre todo cuando se trata de los insumos diarios referidos a las necesidades básicas. Lo mismo ocurre con las tarjetas de crédito en donde los intereses son demoledores. 

Debido a esto coincido parcialmente con “Bifo” Berardi cuando manifiesta que son tiempos para desertar del sistema, pues dentro de él enriquecemos sus ignominias, teniendo en cuenta que desertar tambien es un riesgo, pues según el cineasta Billy Wilder ninguna buena acción queda sin castigo... Veamos    


  

Antes de oficiar como panelista reaccionario Federico Andahazi escribió una obra titulada La Ciudad de los Herejes, texto humanista muy interesante, cuya matriz se desarrollaba dentro de una comunidad con reglas sociales propias, consensuadas, abierta, normas que circulaban en contra del orden establecido por el poder real del que había desertado, establishment que incluía a la misma pompa vaticana. Se trataba de una comunidad medieval que escogió desunirse de ese orden establecido logrando una sociabilidad perfecta, en tanto derechos, obligaciones, distribución de la riqueza y desarrollo colectivo. Desde luego que la obra no tiene un final feliz. Es probable que el autor se haya inspirado en los hechos ocurridos en la ciudad de Carcassonne a mediados del siglo XII  y XIII en donde la ciudadela de 3000 habitantes logró su apogeo bajo el formato Cátaro (la comunidad de las buenas mujeres y los buenos hombres), movimiento religioso que fue considerado hereje y que como consecuencia de ello su sociedad fue exterminada durante la cruzada Albigense.


II

Ante la catarata de xenofobia desplegada en esas últimas semanas por buena parte de la mass media y algunos dirigentes políticos globales, lógica que pone sus énfasis negativos en los procesos migratorios, instancias no deseadas por los migrantes y que existen por obvias razones de supervivencia a favor de una vida mejor, creo que se hace necesario recordar a Aylan Kurdi. Su imagen conmovió hasta el paroxismo, tristemente creo que muchos ya lo han olvidado. ¿Es necesaria la muerte para concientizar? Las desigualdades regionales, la pobreza y las guerras que propone el sistema global es el responsable de que existan regiones expulsivas, no solo a escala intercontinental sino también dentro de los mismos continentes y países. Los migrantes son (somos) las víctimas, no los responsables y son (somos) los que ponen sus cuerpos, sus vidas y sus muertes. Aylan Kurdi, como cientos de miles en el mundo, puso el suyo, pequeñito, casi transparente, dormidito en una playa, húmedo y para siempre, parece que de nada sirvió para conmover, las bestias globales y locales viven un estado de amnesia y perversión permanente. 

Un Presidente psicópata que amenaza a su pueblo está presto para un genocidio, si a su perversión le parece necesario

 

 



*Gustavo Marcelo Sala. Editor

    

 

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