La “mass canalla” intentó asesinarla,
luego la proscribió, más tarde la encarceló, ahora van, como sucede desde la vandálica
antigüedad, por sus bienes a modo de trofeos de guerra, tal como sucediera con varios
caudillos populares de la historia, no solo dentro de los límites de la Patria
Grande sino además a escala universal, todo
so pretexto de la honestidad, la representación de la gente de bien y la moral.
Nada de eso, pues si tal cosa fuera cierta toda ella estaría en serios
problemas legales. La “mass canalla”, más allá de sus impunes apetitos vengativos,
necrológicos y materiales, lo que desea dejar en claro es que a nadie se le
debe ocurrir poner en tela de juicio su orden establecido y que si mínimamente
lo hace las consecuencias serán inapelables ya que no existe posibilidad alguna
de revertir su lógica puesto que ella es la propietaria de las voluntades
individuales y colectivas dentro de la sociedad. Donde hoy descansa la estatua
del Lavalle patibulario eran los predios de la vieja finca de los Dorrego-Miró,
su fusilado, el predio de la casona en donde vivía Juan Manuel de Rosas fue
confiscada luego de Caseros construyéndose allí el Parque 3 de Febrero,
conmemorando de ese modo la victoria unitaria, oficiando dicha violación como recordatorio
permanente sobre el futuro que le deparará a quien se enfrente a su poder.
Por tanto la “mass canalla” siempre
estuvo allí, en ocasiones con injerencia cardinal en otras llamándose a silencio
para reagruparse, organizarse políticamente y conspirar en los sótanos de la
democracia, como ocurriera durante los gobiernos de Raúl Alfonsín, del de Néstor Kirchner
y en el de Cristina Fernández.
En este último inciso y desde el
advenimiento de la democracia, en donde tuvieron la necesidad política de
deshacerse de su amada dictadura luego del dislate castrense de Malvinas,
fueron modelando nuestro presente, primero no cediéndole al poder democrático
las prerrogativas exclusivas y excluyentes del poder judicial conservando
dentro de él a todos sus cuadros funcionales o cooptables, y luego aprovechando
los caranchos políticos que por obvias pujas los partidos dejaban insatisfechos
en el marco de sus internas y pulsiones.
El menemismo fue la antítesis doctrinaria del peronismo, fue la peor cara del peronismo, posteriormente la Alianza fue la claudicación socialdemócrata Radical y su pase libre hacia el neoliberalismo, fue la peor cara del radicalismo, con 39 muertos en las calles, la suma de ambas colectoras reaccionarias obtuvieron en los comicios del 2003 aproximadamente un 43%, detalle que no se tuvo muy en cuenta a pesar de la explosión social de dicho modelo en el 2001. ¿Cómo luego de tamaño desastre sociopolítico y cultural tal programa tuviera tanta adhesión? Por ventura una anomalía casual no permitió su continuidad.
En los doce años posteriores en donde el gobierno popular desarrolló políticas contra-cíclicas en dirección contraria a las que provocaron la pauperización socioeconómica de la última década del siglo XX podemos diferenciar dos períodos bastante encontrados. Durante la presidencia de Néstor Kirchner la “mass canalla” si bien no se replegó, se mantuvo expectante, a la par que se mostraba disgustada por la apertura de las causas genocidas, incluso algunas que afectaban a sectores no castrenses, recibieron de buena forma la continuidad del Ministro de Economía Roberto Lavagna, hombre heredado de la transición post neoliberal encabezada por el senador peronista Eduardo Duhalde. No olvidemos que en este período la devaluación, la pesificación asimétrica, la compensación a los bancos, la ley de bienes culturales y la derogación de la ley de subversión económica constituyen una batería de medidas que beneficiaron enormemente a la “mass canalla”. De manera que Lavagna era un reaseguro de continuidad macroeconómica, tensa calma que le permitió a Néstor Kirchner acumular poder legislativo mediante la idea de transversalidad para profundizar en un segundo mandato sus lineamientos políticos inclusivos y distributivos sin poner en tela de juicio al capitalismo (cuestión importante a resaltar), el cual sería llevado a cabo en alternancia por Cristina Fernández, de modo iniciar así un proceso de por lo menos cuatro períodos de continuidad de políticas contra-cíclicas sin necesidad de modificar la Constitución Nacional.
Con la presidencia de Cristina Fernández esa “tolerancia” de la “mass canalla” se apagó de inmediato, no la querían por mujer y por sus conocidas concepciones ideológicas algo más radicalizadas, con solo recordar que su voto en el senado en el año 2002 fue en contra a la derogación de la ley de subversión económica, la cual de proseguir llevaría a los estrados (con un poder judicial serio y honesto) a varios integrantes de la “mass canalla”, les bastaba para condenarla. Si el 2007 fue una bisagra en el comportamiento del poder real para con el kirchnerismo, más lo fue el 2010 con el fallecimiento repentino de Néstor Kirchner, pues con este luctuoso evento para el campo popular, y luego de diez minutos de consternación, la fatalidad había jugado la carta fuerte que esperaban.
Esa continuidad kirchnerista pura y sólida planificada en el lago plazo era posible de ser socavada no solo externamente mediante el poder de fuego del establishment sino además internamente dentro de las propios filas del PJ. En aquel momento observé ese 54% muy exiguo en tanto la fabulosa transformación positiva que había experimentado la sociedad.
Por eso ni se molestaron por organizar políticamente a la oposición en el año 2011 sabiendo que Cristina Fernández en el 2015 no podría ser reelecta, comenzando a partir de su reelección un ataque profundo y estigmatizador hacia su persona y el kirchnerismo como propuesta política desde todos los estamentos del poder fáctico, teniendo a Macri como el ariete representativo de sus apetencias.
Eso trajo como consecuencia un eje antikirchnerista que
curiosamente abarcó todo el espectro ideológico: la derecha extrema, la centroderecha,
la socialdemocracia, sectores conservadores de PJ, la UCR, el progresismo y
hasta sectores sindicales y socialistas comulgaron con dicha organicidad y fueron partícipes
necesarios de las operaciones que contribuyeron a la estigmatización mencionada
y a la posterior persecución. A tal punto que esta movida impulsada comenzó a
acuarelizar en cierto modo aquel discurso sólido kirchnerista el cual se
convenció que la mejor manera de seguir manteniendo el poder democrático era
colocar un candidato lábil y de paladar conservador, posiblemente aceptable
para la “mass canalla”, me refiero a
Daniel Scioli, un dirigente abyecto y camaleónico que hoy participa activamente como
funcionario del actual gobierno neofascista de extrema derecha de Javier Milei.
El desastroso gobierno de Mauricio
Macri de sesgo neoliberal, en tanto resultados a favor de la sociedad, le trajo
a la “mass canalla” importantes benéficios, sobre todo en lo que respecta a la
distribución de la riqueza y su concentración, volviendo a la lógica menemista
de endeudamiento compulsivo, retorno al FMI, recorte en los derechos laborales,
y sobre todo blanquear los activos fugados no declarados. Así el fifty-fifty económico, el incipiente desarrollo industrial, científico y tecnológico, alcanzado por el gobierno kirchnerista cayó de manera abrupta cuestión que no
tuvo un impacto sociopolítico ni electoral en un comienzo pero si lo tuvo
cuando Macri fue por su fallida reelección. En este
período es en donde recrudecieron las operaciones persecutorias hacia Cristina
Fernández de la mano de todo el fuero Federal como bloque en la figura del Juez
Bonadío, hombre cercano a Sergio Massa.
Paralelamente el Frente Renovador y
algunos sectores provinciales peronistas oficiaron como auxiliares legislativos
del macrismo, no solo colaborando con sus votos legislativos para reingresar a
la lógica del endeudamiento, el escandaloso cierre de la negociación con los
fondos buitres, aprobándole todo el marco del blanqueo, incluso los que incluían a familiares, sino
que además le dio el aval senatorial para el nombramiento oficial de los dos jueces
cortesanos que Macri había nombrado de manera inconstitucional y por decreto en un
acuerdo tácito con la “mass canalla”.
Y llegamos al 2019, todo lo relatado
hasta aquí no configura una prosa elucubrada a partir del diario del lunes, pues
todo está documentado en tiempo real en el libro Pulsiones 2011-2019, editado
por la editorial Artes Gráficas Líber. Lo que primero fue desarrollado como hipótesis
en base a hechos concretos se transformó en consecuencias, cuestiones que nos
permitimos proyectar y que tristemente nos dieron la razón, no por el gusto de tenerla,
sino por los análisis críticos que inferimos a partir de la lógica formal, eso
que está relacionado con las causas y los efectos, las premisas veraces y las conclusiones.
A partir del 2019, y ya con el
kirchnerismo desnaturalizado y en retirada, el peronismo, fiel a su historia de
puja caníbal, logra una victoria electoral pero no una victoria ideológica,
leyendo y entendiendo erróneamente que la sociedad se había derechizado escoge, con la
anuencia de Cristina Fernández, que sea dominante el Frente Renovador en la
figura de Alberto Fernández, hombre ambiguo y entre paréntesis, que a pesar de
haber sido ministro de Néstor Kirchner, llenó con estigmatizaciones de todo
orden y tenor no solo a Cristina Fernández, sino además al gobierno
kirchnerista, y lo hizo desde las tribunas de la “mass canalla”, peldaños que
hoy lo están destrozando, ergo, está tomando de su propia medicina. Es claro
que en este período muy complejo, signado por la deuda dejada por Macri, la
pandemia, la guerra y la sequía, no gobernó el ideario kirchnerista, pero la “mass
canalla” no iba a desaprovechar como ariete argumentativo y práctico la estigmatización
que tantos años de trabajó le llevó por construir, de manera que los ataques no cesaron ni
cesarán, por eso le es imprescindible que de alguna forma u otra salga el tiro
que no salió, porque no les alcanza ni les alcanzará verla destruida, como destruyeron
a decenas de líderes populares que alguna vez se fijaron en nuestras
necesidades y urgencias, necesitan que su cabeza luzca en la punta de la pica
como ejemplo de que jamás se debe poner el discusión la canalladas que sus
atribuciones les permiten. Cristina se equivocó al decir que "no viene por mí, vienen por ustedes, ir por ella fue ir por nosotros, la "mass canalla" siempre supo que ella era nosotros
*Gustavo Marcelo Sala. Editor.
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