Nos Disparan desde el Campanario ..... Cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera, dice la mass… por Gustavo Marcelo Sala
Todo el mundo tiene derecho a pensar lo que quiera, dice la mass, como si cualquier cosa tuviera entidad de pensamiento. Si aceptamos los términos (no podemos ni debemos hacer nada al respecto) entonces nos cabe la obligación a priori de deconstruir de qué se trata el pensamiento para determinar si esa construcción libre posee rasgos y probanzas que nos permitan inferir su validez como tal, es decir, ensayar críticamente lo que en filosofía se denomina epistemología del pensamiento. Preguntarnos ¿de qué se trata pensar?
Es probable que si nos detenemos en los antónimos del término pensamiento, imitando la lógica del teorema del absurdo matemático, encontremos con mayor claridad su verdadera entidad, y acaso sorpresivamente nos demos por enterados que muchos criterios y conceptos lanzados libremente no cuentan con las reglas básicas en los que se encuadra un pensamiento, poniendo ese supuesto derecho entre reglas que es necesario contemplar para que sea considerado como tal. Este análisis de los antónimos nos permite, en estas épocas aciagas, tomar las prevenciones sobre todo en el campo del discurso político.
La INCOSISTENCIA por ejemplo es la ausencia absoluta de comprensión, la cual se encuentra cimentada en una deliberada ACCIÓN de inactividad mental reflexiva. Esta nos lleva a tener simples SENSACIONES, experiencias meramente sensoriales carentes de interpretación, manipulada por una INERCIA y por una IMPULSIVIDAD que limitan y conspiran de modo determinante cualquier tipo de razonamiento lógico, actitudes IMPENSABLES en donde el INSTINTO y el REFLEJO potencian un sendero de VACUIDAD que inexorablemente nos conduce a la IGNORANCIA. Un elemento adicional que adereza todo este compost antagónico al pensamiento es el OBLIVIÓN, el cual opera a favor de la aniquilación y extinción del recuerdo con el objetivo de eliminar aquellos fenómenos del pasado que nos incomodan o que ponen en pulsión a nuestro sentido común. Pero así como existen los mencionados antónimos directos también podemos acudir a las inflexiones que de ellos se desprenden. IRREFLEXIVIDAD, INADVERTENCIA, AUTOMATICIDAD, INVOLUNTARISMO e INCOHERENCIA.
Tal vez esta guía pueda ser de utilidad, sobre todo en tiempos electorales, para saber determinar con cierto grado de certeza, si tanto nosotros como nuestros interlocutores, sean ellos dirigentes, periodistas, analistas u opinólogos, estamos ejerciendo el racional arte del pensamiento o solamente nos remitirnos a enumerar con nuestros argumentos y alegatos (a los cuales les cabe perfectamente la falacia) una serie de pretextos (que no llegan a ser textos) convenientes que responden a vulgares intereses inconfesables.
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