Hace unas semanas fui a rendir el
final de Historia Argentina III. Me fue bien. Volví caminando por la avenida,
doblé por la calle de la municipalidad y fui al café de siempre, ahí, cerca del
mercado. Por esas horas la imagen que vi de Bahía Blanca me recordó la del año
2000. La “ola polar” aún no había desarrollado toda su potencia, quedando
impactado por el hecho de la cantidad de personas que observé en “situación de
calle”, desamparo que noté desde muy temprano por la mañana, cuando la combi
arribó a Bahía Blanca desde el lugar en el que vivo, Dorrego.
Ha quedado demostrado en las últimas
elecciones que al Peronismo le cuesta llegar al voto adolescente/juvenil y
algunos afirman que ese voto es mayoritariamente “liberal”. La derecha
nacionalista más conspiranóica diría que es el efecto nocivo de los medios de
comunicación norteamericanos sobre el cerebro de los niños. El periodismo
oficialista habla de un “cambio de mentalidad” y que los jóvenes no están “contaminados”
por cosas obsoletas como la justicia social, la conciencia de clase o la solidaridad.
Pues nada más alejado de la realidad.
Los primeros días de clase adopté un
“personaje” aprovechando que desconocen mis ideas políticas, un sujeto que
expresaba las “ideas de la libertad”. Un simulacro de ensayo elaborado para
permitirme llevar adelante una suerte de modesto experimento social.
Como si todo hubiese estado pensado
de antemano mis clases eran justo en medio de las horas del almuerzo o de la
merienda que la Dirección de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires dispone
para los niños.
- ¿Almuerzo? ¿Gratis?...
¡¡¡Nada es gratis!!! … ¡¡Alguien lo paga!!
- ¡¡Yo no espero a nadie!! No
es mi problema. ¡¡A la escuela se viene a estudiar no a comer!!
- ¡¡Se come en la casa y el
que no tiene se jode!! Que pidan los apuntes.
Frases como esta eran y son todavía
comunes en algunas escuelas del distrito de Dorrego donde personajes locales se
indignaban cuando llegaban las computadoras del “Conectar Igualdad”.
-
¿Cómo van a tener la misma computadora que yo? Si viven con piso de tierra…
Los alumnos de los distritos de Monte
Hermoso y Tres Arroyos fueron los sujetos del experimento social. Las
reacciones fueron las que yo esperaba. Nadie me dio la razón, nadie se reía
cuando yo expuse estas ideas rancias. Los alumnos que se quedaban en el salón
mientras sus compañeros estaban en el comedor refutaban mis dichos y salían en
defensa de sus compañeros menos favorecidos.
La derrota de Luder frente a Alfonsín
fue en gran parte por el desconocimiento de cómo se manejaba la publicidad
“moderna”. El Peronismo de los 80, en términos publicitarios, seguía con la
cabeza en los 50. Puede que haga un poco de ruido pensar que tenemos que vender
un candidato como si fuera una cafetera para quienes desde siempre nos
interesamos en la Historia y la Política. Pero las cosas son como son y no como
uno quiere que sean. Para que las cosas sean como uno quiere, hay que cambiarlas
y para eso hay que ganar las elecciones primero.
El desafío que se enfrenta en esta próxima campaña y las que vendrán, es comprender que nuestros potenciales votantes hablan de streaming y de tiktok, mientras una parte de la dirigencia todavía piensa en la videocasetera y la televisión por cable. No son nuestros valores ni nuestras ideas las que deben cambiar por estar “pasados de moda” como acusa cualquier Majul de feria americana. Es la forma de comunicarlas. Muchos de los electores que van a participar dentro de unos días por primera vez en los comicios sienten al televisor tan lejano como en los 80 significaba para nosotros el telégrafo. Muchos ni siquiera lo tienen como un objeto de uso diario. No hay tiempo para perder con peleas de figuritas entre los actores centrales de la realidad nacional. Creo que lo que en un momento se veía como un chiste, ahora se percibe, para buena parte de la sociedad, como un susto generalizado. Votar por un payaso mediático ha costado muy caro.
Si el país es un océano, Coronel
Dorrego es una pecera. Todo lo que se ve ahora a nivel nacional viene
sucediendo aquí desde hace más de un cuarto de siglo. Hay personas indignadas
por lo que está pasando con las Bibliotecas Públicas debido a que el gobierno
intenta desmantelar la Conabip y que aquellas que no puedan sostenerse con la cuota
de sus asociados, por ser ineficientes según criterios de mercado, cierren.
Pero como usted amigo lector sabe, en lo que respecta a inutilidad y maldad, el
radicalismo dorreguense está siempre a la vanguardia. El pueblo lleva al menos
cinco años con su Biblioteca cerrada, institución casi centenaria que fuera
ejemplar y un orgullo para la comunidad, entidad por la cual pasaron notables
vecinos del campo de la cultura que trabajaron con solidaridad y altruismo,
pero sucede que en los últimos tiempos merodearon por ella personajes de dudoso
prontuario, los cuales se sirvieron de ella, la vaciaron y la utilizaron como
cabeza de playa para su estafas, asuntos que fueron denunciados públicamente
por varios socios y ciudadanos de la localidad, hasta su presidente “de facto”
(su estatuto fue cambiado para acotar la participación comunitaria) en este marco
tenebroso, recibió agresión de fuego, evento de sangre del que nada se supo. Sin
embargo los concejales parece que recién se enteraron la semana pasada del desguace.
Dejando de lado la realidad local el panorama nacional no parece muy alentador. No entiendo las actitudes de algunas figuras de la “oposición” que se prenden y caen en los escándalos patéticos y terminan levantando las sesiones favoreciendo al gobierno. En lugar de comportarse como adultos parecen más preocupados por su propia persona que por el futuro de un país que en un chispazo de estupidez puede transformarse en Yugoslavia. Este es un país extraño. Ganan presidentes que nadie vota. La democracia, la educación y la salud pública están en riesgo. Como pinta esto, le están regalando las elecciones al oficialismo y a sus aliados. El Peronismo parece con serias intenciones de dividirse al menos en cinco… Cualquiera entiende que puede tener su propio “ismo” invocándose como “el peronismo original”, algunos son solo son un montón de Lastiris, con corbatas más feas.
Debemos como militantes también
aprender a valorarnos, se acerca una campaña bastante sucia, no debemos
rebajarnos a la altura de ciertos personajes. Supongamos que nuestro espacio
tiene como candidata a una antropóloga ¿la vamos a poner a discutir en tv con
una muchacha que se hizo famosa por inventarse un romance con un futbolista? ¿Vamos
a poner al biólogo molecular Alberto Kornblihtt para que debata de ciencia con
“el Dippi”?
Un poquito de… por favor…
Esta nota fue escrita a principios
del mes de junio.
*Favio Camargo. Docente,
estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur
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