Nos Disparan desde el Campanario Economía Global en medio del conflicto bélico I y II ... por Alejandro Marcó del Pont

 


 

1 ¿Quién controla realmente la política exterior de Estados Unidos?

2 No es un ataque a los BRICS, pero se parece tanto…

 

 

1 ¿Quién controla realmente la política exterior de Estados Unidos?

Fuente: El Tábano Economista

Link de origen:

https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/06/18/quien-controla-realmente-la-politica-exterior-de-estados-unidos/

 

Un laberinto de poder entre la Casa Blanca,

las agencias de inteligencia y los grupos de presión

(El Tábano Economista)

 

En el intrincado tablero geopolítico actual, donde cada movimiento militar o diplomático de Estados Unidos genera ondas expansivas, persiste una pregunta: ¿quién toma realmente las decisiones en Washington? La retórica presidencial, los informes de inteligencia y las acciones sobre el terreno a menudo parecen discordantes, revelando un sistema de poder fragmentado donde influyen desde halcones de seguridad hasta lobbies con agendas propias. Este escrito pone en claro las fuerzas ocultas que moldean la política exterior estadounidense, desde los ataques coordinados contra aliados de Irán hasta las sombras detrás de la guerra en Ucrania.

Durante años, Irán tejió una red de influencia en Oriente Medio mediante actores intermediarios: Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen, milicias chiíes en Irak y un régimen aliado en Siria. Este «cinturón de seguridad» le permitió a Teherán proyectar poder sin confrontar directamente a Israel o a los Estados Unidos. Sin embargo, la Operación Inundación de Al-Aqsa de Hamas en 2023 marcó un punto de inflexión. Este evento permitió que los aliados de Irán, que mantenían a Tel Aviv bajo presión, fueran sistemáticamente atacados.

Esta limpieza de países protectores de Irán llevó tiempo. La neutralización de estos actores requirió paciencia y operaciones encubiertas de inteligencia, nada dejado al azar. Siguiendo la lógica de los acontecimientos, es evidente la participación coordinada del Departamento de Estado estadounidense, la CIA, el MI6 británico y el Mossad israelí.

En junio de 2025, mientras delegados estadounidenses y rusos discutían un frágil alto al fuego en Ginebra, drones ucranianos impactaban contra aeródromos y líneas ferroviarias en territorio ruso. Casi al mismo tiempo, Israel lanzaba un ataque sin precedentes contra instalaciones nucleares iraníes, pese a que Teherán y Washington mantenían diálogos secretos sobre energía.

La similitud es inquietante: en ambos casos, Estados Unidos negó su participación directa, aunque documentos filtrados muestran que la Casa Blanca autorizó el ataque israelí con 72 horas de antelación. Respecto a Ucrania, la versión oficial insiste en que «actuó por cuenta propia», pero los expertos militares son escépticos.

«Ucrania no tiene capacidad autónoma para operaciones de esa precisión», explica la general retirada estadounidense Laura Richardson. «Requieren satélites, inteligencia de señales y coordinación con la OTAN». Peor aún: según fuentes del Comité de Inteligencia del Senado, el entonces presidente Trump no fue informado. ¿Ignorancia deliberada o una grieta en el poder real?

Lo que se sabe es que esto refleja un interés estratégico de Estados Unidos en ambos conflictos, donde el fracaso diplomático precede a acciones militares. La narrativa oficial —promover la paz— contrasta con resultados que apuntan a una preparación encubierta para la escalada.

La estructura formal atribuye al presidente, bajo el Artículo II de la Constitución, la máxima autoridad en política exterior y como comandante en jefe. Sin embargo, la realidad es más compleja:

Red de influencias. El presidente depende de agencias como el Departamento de Estado (Marco Rubio), el Pentágono (Pete Hegseth), la CIA (John Ratcliffe) y el Consejo de Seguridad Nacional.

División de intereses. Mientras el Tesoro maneja sanciones, el Congreso controla el presupuesto y la declaración de guerra.

En la administración Trump 2025, figuras clave, como Ratcliffe (CIA), priorizan amenazas como China y Rusia, utilizando inteligencia avanzada (IA, operaciones encubiertas). No obstante, la politización de la inteligencia y los conflictos internos plantean dudas sobre quién realmente dicta las decisiones.

Documentos internos filtrados revelan que el 40% de las decisiones clave son bloqueadas o modificadas por el Consejo de Seguridad Nacional (NSC), donde burócratas de carrera y lobbistas ejercen veto silencioso. «Hay dos gobiernos: el visible y el que firma cheques», denuncia un asesor presidencial.

Pero si hay alguien que tiene poder es el Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), uno de los grupos de interés más influyentes de Estados Unidos, con un poder significativo sobre el Congreso y la Casa Blanca.

AIPAC emplea un enfoque multifacético para ejercer presión, incluida la amplia difusión de información a través de publicaciones como «The Near East Report«, que se distribuye a todos los miembros de AIPAC, a todos los miembros del Congreso, a los gobernadores y a la Casa Blanca. Este informe proporciona información clave sobre la próxima legislación, la postura de AIPAC y las personas percibidas como amenazas a la legislación pro-Israel.

Históricamente, la organización ha aprovechado el miedo a ser etiquetado como «antisemita» para presionar a los miembros del Congreso y mantiene una «lista de enemigos», individuos que se han opuesto a su agenda, lo que puede dañar significativamente sus carreras políticas.  

El lobby que dicta la política en Oriente Medio. Mientras Trump anunciaba en 2025 un «histórico acuerdo de paz» entre Israel y Arabia Saudita, el Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC) movilizaba U$S 32 millones para campañas contra legisladores críticos. Su influencia es un secreto a voces:

Control legislativo: el 80% de los proyectos de ley sobre Oriente Medio son redactados o editados por sus abogados.

Armas y veto: bloquean ventas de F-16 a Emiratos Árabes mientras aceleran envíos a Israel.

La «lista negra»: políticos, como Betty McCollum (demócrata), fueron tildados de «antisemitas» por pedir auditorías a la ayuda militar.

«Es simple: si quieres sobrevivir en el Congreso, no critiques a Israel», admite un exsenador republicano.

La visita de Trump a Riad en 2025 culminó con contratos de armas por U$S142 mil millones, incluidos F-35 fabricados por Lockheed Martin —empresa cuyos accionistas incluyen a tres miembros del NSC—. Paralelamente, fondos de inversión vinculados a Jared Kushner adquirieron terrenos en zonas estratégicas de Qatar. Si bien el lobby israelí es quien maneja la política, hay ocasiones en las que se imponen los negocios.

La política exterior estadounidense es un campo de batalla entre: el presidente (teóricamente el decisor), las agencias de seguridad (CIA, Pentágono) con agendas propias y los grupos de presión (AIPAC) y las élites económicas.

La aparente «desconexión» —como el desconocimiento de Trump sobre los ataques ucranianos— sugiere dos hipótesis:

Maniobra calculada: negación plausible para evitar responsabilidades.

Caos interno: fracturas en el gabinete donde agencias o lobbies actúan autónomamente.

En ambos casos, el resultado es una política exterior fragmentada, donde la retórica pacifista enmascara una maquinaria bélica impulsada por halcones, intereses geopolíticos y dinero.

La política exterior estadounidense ya no es un juego de ajedrez, sino un póker donde múltiples actores apuestan sin mostrar sus cartas. El presidente tiene el micrófono, pero ¿quién escribe el guion? Entre las sombras, una alianza de halcones de seguridad, lobbies y corporaciones parece haber secuestrado el proceso decisorio.

Como resume un exdirector de la CIA: «Aquí nadie manda… pero todos disparan».

 

2 No es un ataque a los BRICS, pero se parece tanto…

 


Fuente: El Tábano Economista

Link de Origen:

https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/06/22/no-es-un-ataque-a-los-brics-pero-se-parece-tanto/

 

El tren China-Irán no es solo una ruta comercial,

es un símbolo de la fractura del sistema global

(El Tábano Economista)

 

El 29 de mayo de 2025, un tren de carga procedente de China llegó a Teherán, Irán, cargado con 32 contenedores de productos comerciales. Este hito, aparentemente logístico, es en realidad un desafío directo al orden comercial liderado por Occidente. Con una ruta de más de 10,000 kilómetros que atraviesa Kazajistán y Turkmenistán, el ferrocarril evita las rutas marítimas controladas por EE.UU. y se enmarca en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China.

Pero este tren simboliza algo más: la consolidación de Irán como eje estratégico en un mundo fragmentado. En un contexto de sanciones estadounidenses, conflictos en el Mar Rojo y la expansión de los BRICS, el corredor China-Irán representa un cambio tectónico en la geopolítica energética y comercial.

Irán se encuentra en el estratégico estrecho de Ormuz, que conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y, desde allí, con el Mar Arábigo. El estrecho de Malaca es una vía fluvial estrecha por la que pasa una parte significativa de las importaciones de crudo de China procedentes de Asia Occidental y África. Sin embargo, dado que el Mar Rojo se ha convertido en una zona de conflicto entre las fuerzas de resistencia de Yemen, por un lado, e Israel y sus aliados, por el otro, los costes de transporte marítimo se han disparado un 250%, según la BBC, y el tránsito ha disminuido un 70%.

Evadir el cuello de botella del estrecho de Malaca es la lógica, sin presencia militar estadounidense a lo largo de la línea ferroviaria, Teherán puede exportar petróleo e importar bienes de Beijing sin las miradas indiscretas de Washington. La alternativa ferroviarias China-Irán no solo evita el Mar Rojo, sino que reduce el tiempo de transporte de 45 días (vía marítima) a 14 días. Irán suministra el 15% del petróleo importado por China (740,000 barriles por día en abril de 2025).



 

Por varias vías China está protegiéndose de la obturación de la energía e Irán de las sanciones, como muestra el mapa. El Ferrocarril China-Pakistán es otro ejemplo ferroviario que conectaría China y Pakistán a través de un corredor económico. Forma parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda. Lo que está claro que Irán se está transformando en un polo comercial y estratégico de energía, bienes y servicios sin supervisión americana.

Irán fue formalmente admitido como miembro de los BRICS en 2024, junto con Egipto, Etiopía y los Emiratos Árabes Unidos. Esto significa que, en 2025, su posición dentro del bloque sería aún incipiente, pero simbólicamente significativa, especialmente como proveedor energético clave para China. Los BRICS, en parte, representan una contra narrativa del orden global liderado por Occidente. La inclusión de Irán se percibió como un fortalecimiento de este bloque alternativo, especialmente en Oriente Medio.

Los BRICS no son una alianza militar (como la OTAN), sino un mecanismo de coordinación económica y política. Por lo tanto, no existe una cláusula de defensa mutua, pero un ataque a Irán podría interpretarse como un desafío a los intereses colectivos del grupo, especialmente los de China y Rusia.

Aun así, el ataque contra Irán, se podría tomar como un intento de socavar la creciente influencia de los BRICS y perturbar su cohesión. Pero específicamente tiene Implicaciones económicas, por un lado. Irán es un importante productor de energía y un punto estratégico para las rutas comerciales. La inestabilidad en Irán debido al conflicto podría perturbar los mercados y el comercio energético mundial, impactando las economías de los países BRICS, muchos de los cuales son importantes consumidores o productores de energía.

Rusia por su parte, en guerra con Ucrania y sancionada por Occidente, ve el ataque a Irán como una escalada contra el «eje antioccidental» que ambos integran. Sin embargo, su capacidad para responder está limitada por su conflicto actual. Los otros miembros como India, Sudáfrica, Brasil, tienen posturas serían más ambiguas. India, por ejemplo, tiene relaciones con Israel y no apoyaría automáticamente a Irán. Sudáfrica y Brasil podrían condenar el ataque en foros multilaterales, pero sin acciones concretas.

Zbigniew Brzezinski describió una progresión en las grandes crisis: desde la guerra encubierta, pasando por la guerra indirecta, hasta la confrontación directa. Podemos realizar una analogía de las 5 etapas, en términos generales, con los acontecimientos actuales:

Etapa de proxy: conflictos como el de Ucrania (Rusia) e Irán que juegan papeles secundarios.

Confrontación directa: Israel ataca territorio iraní: cruza un umbral.

Activación de la alianza: los miembros del BRICS (China, Rusia) responden diplomáticamente y se arriesgan a abastecer a Irán indirectamente.

Globalización del conflicto: los cambios en el mercado energético muestran que los problemas regionales afectan a los sistemas globales.

Realineamiento bipolar: podríamos estar presenciando un retorno a un orden fragmentado: bloques rivales que se definen a través de posiciones opuestas sobre el conflicto en Medio Oriente.

Si bien no se trata de un ataque que abarque a todo el BRICS, recuerda profundamente al modelo de escalada de Brzezinski: el ataque de Israel a una nación afiliada al BRICS (respaldada económica y políticamente por China y Rusia) puede tensar la cohesión del grupo y empujarlo hacia una postura más unificada y opositora contra las políticas alineadas con Occidente.

Si la teoría de Brzezinski es válida, estamos al borde de la etapa 3 → 4 , donde una guerra localizada corre el riesgo de provocar una confrontación de bloques más amplia, o un reordenamiento de las alianzas.

Colaborá con El Tábano Economista

Si no estás en Argentina

Donaciones El Tábano Economista (PayPal)

https://paypal.me/tabanoeconomista?country.x=AR&locale.x=es_XC

Si estas en Argentina

Ayuda Cartonero ($5000)  https://mpago.la/2DxZ4vC

Ayuda de monotributista social ($7000) https://mpago.la/34map8M

Ayuda de burguesía nacional ($10.000) https://mpago.la/143pDaT

O una donación voluntaria al siguiente CBU del Banco Provincia de

Buenos Aires: (Alias: SANTA.BANANA.MURO)

 

 

*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista

 

 


Comentarios