Nos Disparan desde el Campanario “Hay que pensar juntos a El Eternauta y a Operación Masacre”… Horacio González
Fuente: Lobo Suelto!
Link de Origen:
https://lobosuelto.com/hay-que-pensar-juntos-a-el-eternauta-y-a-operacion-masacre-horacio-gonzalez/
Entrevista: Juan Mattio, Pedro
Perucca / Fotos: David Radosta
Sonámbula entrevistó en el año 2017 a Horacio González, sociólogo y ensayista, a 60 años de la publicación de El
Eternauta. Una conversación que se permitió pensar la historieta de Héctor
Germán Oesterheld en relación con el imaginario peronista, Operación Masacre,
Jorge Luis Borges, el positivismo y la veta folletinesca que cruza los textos de
Perón y Evita.
-Alguna vez dijo que El
Eternauta era una de las alegorías políticas más importantes del siglo XX.
¿Qué elementos le parece que hacen que sea una alegoría revisable y vigente?
-Tuvo la fuerza de una alegoría para
nuestra generación y la sigue teniendo, lo cual revela que es una alegoría en
el sentido de poder traspasar los tiempos con significaciones diversas. Ser
siempre interpretable con mucha libertad pero al mismo tiempo queriendo decir
algo que todos intuimos: que hay un esfuerzo, que involucra una voluntad común,
para hacer en términos de una idea emancipatoria.
La situación de El Eternatura frente
a la literatura no es exactamente igual a la de la tradición historietística
mundial y tampoco la argentina. En realidad su mayor contacto con una fuente
literaria es la reivindicación que Oesterheld hace sobre Robinson Crusoe y
todos los grandes relatos de aventura como una creación colectiva, que al mismo
tiempo tienen aspectos inesperados. No hay un heroísmo previo sino que los
héroes se van haciendo a medida que van encontrando desafíos que descubren que
pueden afrontar. El comienzo opera en una casa particular típica de clase media
del norte del Conurbano jugando a las cartas.
Bueno, ahí, en un domicilio
cualquiera, se da el inicio de algo tan extraordinario como la nevada mortal.
De lo cotidiano se pasa a una situación inesperada. Ahí creo que sucede la
descripción de los personajes, que también son pequeñas alegorías de la
sociedad argentina de aquella época: Juan Salvo, Favalli, el profesor de
Ciencias Exactas; Polsky, que es un jubilado polaco sobreviviente de los campos
de concentración; Lucas, que es empleado bancario, un trabajador de cuello
blanco. Los obreros aparecen después.
-¿Porqué El Eternauta, a 60 años
de su edición, perdura y puede seguir generando tantas lecturas e
interpretaciones?
-Está claro que el misterio de
que El Eternauta siga siendo un espacio de encuentro en la lectura de
los jóvenes porque es el atrevimiento del sobreviviente. El sobreviviente
siempre tiene una marca específica, algo que lo destaca sobre el resto de los
que no fueron sometidos al peligro. El sobreviviente inspira un poco de temor a
los que no pasaron por eso y creen que ante esa situación no hubieran
sobrevivido. Pero también inspira un respeto que el sobreviviente no quiere
para sí, no tiene pretensiones de insertarse en la historia de ninguna manera
en la que él sea revelado como un semidiós. Con un pequeño trazo Oesterheld
destaca por sobre el grupo al dueño de la casa, Juan Salvo, que tiene un nombre
que es portador de esa idea. Ahí hay una intención: el salvarse implica una
misión. Los que se salvaron son estos hombres tan sencillos, que se pueden
encontrar parados en cualquier esquina, que ahora están marcados por un toque
de redención -redención laica, digamos-.
La marcha a través de la ciudad
implica lo mismo. La ciudad es como un domicilio sin nada que sorprenda en el
trayecto de la Avenida Libertador o la cancha de River. Todo habitual, ya
visto. Pero ahora se convierte en una especie de vía regia, en la encarnación
de un camino que podría ser el de Santiago de Compostela o el de alguna
peregrinación de ese tipo. No saben bien lo que pasa y van a averiguarlo. En
esa marcha también hay una visión de la ciudad como un domicilio vulnerado,
profanado, donde todo adquiere una nueva significación: la pérgola de las
barrancas de Belgrano, el estadio de River, el subterráneo, todos objetos
cotidianos elevados a la condición de objetos resistentes y también, de alguna
manera, sagrados, porque la cafetera que ve el Mano, saludada como un objeto
artístico de enorme belleza, también sorprende, porque es la cafetera de todos
los días. Entonces siempre es el mecanismo de algo cotidiano que se hizo
extraordinario.
Y después está la cuestión de que la
ciudad que pinta, aunque ha pasado más de medio siglo, sigue siendo
reconocible. Pasa el colectivo 60, las paredes dicen “Vote Frondizi”. Por
primera vez la historieta argentina transcurría en este sitio familiar. Yo la
leí cuando iba al colegio secundario, cuando salía en entregas. No sé dónde
estarán hoy esos compañeritos de colegio con los que las leíamos, pero
circulaba mucha historieta, Hora Cero, Rayo Rojo, Misterix, que
tenía el aporte de los historietistas italianos que eran medio fascistoides,
entre ellos Hugo Prat que dibujaba al Sargento Kirk, entre otras cosas…
-Antes hablaba de la aparición de los
obreros, como Medardo Sosa o Franco, ese tornero pleno de recursos que salva el
día en más de una situación crítica…
-Ahí Oesterheld evidentemente está
leyendo la literatura de la resistencia peronista en forma directa o indirecta.
Dice que se inspira en Robinson Crusoe, pero al mismo tiempo creo que está
inmerso en una historia que es la que en el mismo momento estaba escribiendo
Rodolfo Walsh. Walsh también hace un relato extraordinario, en el sentido de
que lo cotidiano se corta por una disrupción. También es ahí cerca, en Vicente
López, y casi en la misma época. Mientras unos jugaban a las cartas otros
escuchaban una pelea de box.
De modo que hay que pensar juntos
a Operación Masacre y a El Eternauta. Pero El Eternauta no
es un escrito cristiano y yo diría que Walsh por momentos sí lo era. Los
prólogos y epílogos que Walsh va agregando a Operación Masacre, como el de
Aramburu, son los más ligados a una conciencia reparadora, a una reivindicación
justa en la medida en que, aunque encarnan una violencia muy explícita, el tema
que quiere resolver es tan importante y grandioso que la violencia aparece como
una vía necesaria. Puede asociarse con el pensamiento de los santos, que no
rechaza ser partícipe de una violencia reparadora, ¿no? En El Eternauta,
más que la redención de los sacrificados -como en Walsh-, aparece el planteo de
que esto es lo que ocurre siempre. La idea de un tiempo cíclico.
Los Ellos. Es un nombre magnífico,
hasta es probable que sea una influencia de Borges eso. Y toma, respira, el
clima psicoanalítico que había en Buenos Aires. Ya habían sacudido el cosmos,
ya venían de lejos con sus tropelías. Lo que también sería una especie de
alegoría de un superimperialismo, una suma de todos los imperialismos posibles.
Juan Salvo, a su vez, es un personaje
tipo Ulises, rodeado por otros de tipo bufonesco. Cuando digo esto no sé si
Oesterheld los había leído, pero leer no es tener un libro en las manos, es un
clima de época. Oesterheld era una persona de lecturas: Defoe, Swift y las
grandes novelas de ciencia ficción. Pero también respira el clima de lo que ya
se insinuaba como un tercermundismo. Y hay que agregar que termina con algo que
compromete su vida entera, él mismo se convierte en ese tipo de personaje y con
el sacrificio de toda su familia. ¿Qué podía haber en Oesterheld de peligroso
para el Ejército? Es difícil saberlo. Se dice que le hacen escribir algo,
dibujar una historieta, cuando estaba secuestrado, algo como burla, o algo a
favor del Ejército.
-En la primera parte el guionista de
historietas sólo escucha al Eternauta, pero en la segunda ya combate a los
invasores en esta Buenos Aires postapocalíptica. El personaje que antes sólo
escuchaba se involucra.
-Más interesante era que sólo
escuchara. La pregunta final de la primera parte, “¿Será posible?”, implica una
duda interesante. Y creo que es una duda generosa hacia el lector, que ya sabe
que está leyendo algo imposible pero si se le pregunta si es posible es porque
es serio y podría ocurrir.
-Es cierto que en la década del
cincuenta ya aparecen las primeras revistas de ciencia ficción en Argentina.
-Bueno, también está muy
vinculado El Eternauta con el guión de La invasión que
hacen Borges y Bioy en 1963 para la película de Hugo Santiago. Como relato de
ciencia ficción argentino, a la par de El Eternauta, está totalmente
politizado sobre la base de grandes metáforas y alegorías. Y por un lado,
tienen como objetivo llegar a los lectores pero no dejan de ser muy
artísticas. La invasión termina con una batalla en Boca. Ahí los
invasores son los racionalistas, que son dominadores sobre la base de la
técnica y los que resisten son criollos que usan chambergo. Ahí tenés una
alegoría a favor de la resistencia peronista hecha por Borges. Pero no es tan simple.
¿Quién sabe qué pensaron él y Bioy? Lo cierto es que hay una resistencia que se
llama así y una invasión de personajes blancos, vestidos con pilotos blancos,
con armas modernas y pensamiento racional, mientras que los demás son
personajes orilleros de tipo borgeano que resisten la modernización, el
desarrollismo.
Lo de Oesterheld también se puede
entender como una alusión a la resistencia peronista. Y hay que verlo en
relación a la correspondencia Perón-Cooke. Respecto de eso me parece importante
la otra versión que hace Oesterheld, que publica en la revista Gente en 1969
con dibujos de Breccia. Ahí hay cambios importantes que no sé si están bien.
Porque una vez que hizo ese arquetipo, esa maqueta tan perfecta, decide ir de
la insinuación a la explicitación. Los dibujos de Breccia son magníficos pero a
mí los de Solano López me parecen mejores. Esa dureza expresionista los hace
superiores. Y eso, a pesar de que es menos dibujante que Breccia. Pero ahí las
modificaciones que hace del guión parece que quieren dejar todo más claro. Por
ejemplo, la cuestión militar, que es importantísima, porque de la nevada mortal
se salva un sector del regimiento de Campo de Mayo que después se va a
encontrar con el grupo de Juan Salvo. Ahí tenés la unión pueblo-fuerzas armadas,
que para esa época no era inverosímil. El pensamiento peronista y algún sector
de la izquierda iba por ahí. En la historieta hay un sector del Ejército que no
era gorila y va con los sobrevivientes a esa gran escena de Plaza Congreso.
Pero la nueva versión ya es estrictamente tercermundista, como si la hubiera
escrito Lumumba. Y ahí el capitán discute con un teniente en las inmediaciones
de River si avanzar hacia el centro o retirarse a la periferia. El teniente
sostiene que la estrategia correcta es retirarse a la periferia e ir de la
periferia al centro -o sea, hablaba como Mao Tse Tung- y al fin el capitán lo
mata. Es decir, el Ejército no sigue las lecciones de Mao.
-Lucrecia Martel quiso filmar El
Eternauta y una de las modificaciones que proponía en el guión era que no
hubiera militares en la resistencia sino que fuera integrada sólo por civiles.
-Le quita el elemento picante que
tenía el hecho de que hubiera militares. Lucrecia Martel ahora que hizo Zama parece
que también transformó mucho el texto. Pero ella es tan buena que por ahí hace
una cosa más interesante aún. También hay en ese absurdo personaje de Zama, que
es contemporáneo a El Eternauta, algo de resistente.
-Frederic Jameson tiene una lectura
de la ciencia ficción que dice que como género permite pensar, con eventos
metafóricos específicos, cosas que otros discursos no pueden pensar. Él da el
ejemplo de la telepatía como forma de comunicación que supera el ego y va hacia
lo comunitario. Y es, dice, una metáfora que sólo la ciencia ficción tiene
disponible. En ese sentido, nos preguntábamos qué cosas pudo pensar El
Eternauta que no pudo pensar el discurso político del momento.
-Lo de la telepatía no es tan así.
Tiene su fuerte presencia en todo el positivismo, como la hipnosis. Los
positivistas no creían que la telepatía fuera ciencia ficción. Más allá de eso,
está bien la observación de Jameson. Siempre dice cosas interesantes. Juan
Salvo sabe lo que ocurrió en el cosmos cuando termina en el escritorio del
guionista y lo cuenta como si su cabeza tuviera una premonición o una profecía.
Entre profecía y telepatía no hay tanta diferencia. La telepatía es un elemento
científico de los años positivistas y el positivismo es una ciencia ficción. Es
más interesante como ciencia ficción que como herramienta para resolver
problemas, si es que alguna ciencia resuelve problemas.
-¿Qué tipo de relación se puede
pensar entre los géneros populares -ciencia ficción, historieta- y el
peronismo? Pensamos en Walsh, por ejemplo, que circula por primera vez
Operación Masacre en revistas -aunque nacionalista- y por entregas.
-No, no “aunque”. Si no hubiera sido
una revista nacionalista como Mayoría no sé quién hubiera editado
eso. En relación al folletín también está en La razón de mi vida. Yo te
diría que todo el peronismo tiene esos elementos: la caída, el rescate, la
resistencia. Es un folletín con sangre, con vidas reales y con un personaje
como Perón, que es difícil de definir, porque tiene muchos planos: la
severidad, la cachada, el Viejo Vizcacha, el comandante militar. En ese sentido
hay mucho de folletín cristiano y evangélico también. La razón de mi
vida encima tiene el elemento de no haber sido escrito por Eva. Esto es
interesante porque ella hablaba un poco así pero al mismo tiempo su lenguaje
fue creado por el folletín radial. Eva ve nacer buena parte de su discurso en
esos guiones de Muñoz Aspiri. Habla así, ella tiene esa dicción declamativa y
dramática, con un toque agónico.
Muchos peronistas dicen: ¿Cómo que no
la escribió ella? Porque el peronismo es también una ficción respecto a la
autoría. No sé quiénes son peronistas hoy, pero si uno ve a los que se dicen
peronistas, tengo dudas de que hayan pensado este problema. Sin embargo, el
problema central del peronismo es que los textos no fueron escritos por los que
se los atribuyeron. Algunos sí son de Perón pero son más bien textos orales y
después está la correspondencia con Cooke y los Apuntes de historia
militar. Eso sí tiene su sello, se lo nota en seguida en las frases de
carácter épico, sentenciosas. Y después hay una cantidad enorme de escritos que
asume él pero no escribe. Ese es un acto muy importante: el jefe asume
escritos, no es que es un plagiario. Asume escritos como si fuera el conductor
que también asume las vidas de otros, la vida de los escritos de otros. La
comunidad organizada es un texto que tiene muchas manos, incluso hasta hoy
no se sabe quién lo escribió, aunque algunos se lo atribuyen a Carlos Astrada.
Junto a La razón de mi vida son los dos grandes textos peronistas.
Eso es un poco lo que tiene el peronismo, una autoría anónima asumida con
nombre y apellido por las dos máximas figuras. Eso lo hace más interesante, no
menos, como creen los peronistas literales.
-Queríamos hablar del homenaje que
hizo la Biblioteca Nacional para el 50 aniversario de El Eternauta para el que
se hizo ese “episodio perdido” titulado “La Batalla de la Biblioteca Nacional”.
-Esa es una vuelta que le dio
Sasturain. En realidad debo decir que fue idea mía. Como Solano López iba a la
Biblioteca le contamos el proyecto y él se dispuso a dibujar. Y Sasturain hizo
el guión. Le pedimos permiso a Elsa, que se mostró muy favorable. Y salió muy
bueno. Yo había pensado que los personajes fueran por el subte y llegaran así a
la Biblioteca. Claro, como no estaba ahí todavía la línea H había que hacer
dentro de la ficción otro viaje al futuro. La escena que más me gustó es cuando
uno de los Manos muestra una serie de libros desparramados y están el Facundo,
está Walsh, Martínez Estrada. Toda la batería argentina, de un lado y de otro.
Y dice: “Claro, con razón ustedes son tan incomprensibles, miren lo que leen”.
Esa fue una gran idea de Sasturain.
-Un comentario de alguien que vio el
dibujo original dice que también aparece Cortázar, que después en la edición
final no se ve porque queda tapado por un globo de diálogo.
-No lo recuerdo, pero el original
tendría que estar en la misma Biblioteca, en la Sala del Tesoro. Me parece que
Solano López lo dejó ahí. Yo no entré más. Para entrar te fotografían el ojo.
Ahora dirigen todo los Manos, ahí triunfaron.
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