Fuente: El Tábano Economista
Link de Origen:
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/03/30/la-rentabilidad-del-miedo/
Si matar es rentable,
ni las balas ni el déficit fiscal importarán
(El Tábano Economista)
No corras, no llores, no grites. Si
sigues estas mínimas reglas, es posible que no te vean. Solo aprieta contra tu
pecho la lata oxidada que usabas para recoger agua, o la olla donde aún queda
el olor del último alimento. Si no te mataron durante el día, durante la noche
—cuando las familias se acurrucan en cuevas de concreto, durmiendo bajo los
escombros— sólo quedará rezar para que las bombas no caigan donde ya únicamente
hay despojos.
Este relato podría describir
cualquier día en la Franja de Gaza. Sin embargo, la idea del miedo, de los
susurros en la oscuridad, se traslada ahora a Europa. El continente ha entrado
orgullosamente en “una nueva era en la que debe asumir la responsabilidad de su
propia seguridad”. Aunque, a decir verdad, no queda claro cuán real es la
amenaza.
Según medios occidentales, las
tropas rusas, están obligadas a usar burros para transportar material
al frente debido a la escasez de vehículos militares. ¿Es este el ejército que
amenaza con conquistar Europa hasta Lisboa y que justifica el rearme masivo de
la Unión?
El miedo es un poderoso incentivo, y
los líderes europeos lo saben bien. Su tarea, en este nuevo tablero
geopolítico, consiste en convencer a la ciudadanía de que debe intercambiar
bienestar por seguridad. Es decir, transformar el Estado de bienestar en un
Estado beligerante.
Desde el estallido de la guerra en
Ucrania en 2022, los países occidentales comenzaron a priorizar el gasto
militar. La OTAN recomienda que sus miembros destinen, al menos, el 2% del PIB
a defensa. Como resultado, el gasto en este rubro de la Unión Europea aumentó
un 30% entre 2021 y 2024, alcanzando los 326.000 millones de euros en 2024.
Este cambio de prioridades también se
refleja en los mercados financieros. Europa ha dejado de invertir en las
llamadas “siete magníficas” (Apple, Amazon, Alphabet, Meta, Microsoft, Nvidia y
Tesla), que han sufrido una caída del 8% en 2025. En su lugar, los valores
europeos de defensa han experimentado un auge desmedido. Por ejemplo,
Rheinmetall ha incrementado su valor un 80% en 2025 y casi un 1.350% en los
últimos tres años.
Lo mismo ocurre con otras grandes
empresas del sector: Leonardo, Saab, Thales, Airbus, Rheinmetall y Safran, las
seis principales compañías europeas de defensa y aeronáutica. Todas ellas han
sido las grandes beneficiarias de este nuevo paradigma de seguridad, con subidas
que superan ampliamente los índices bursátiles de referencia.
Sin embargo, lo que permanece más
oculto a los ojos del público es la narrativa del gasto armamentístico europeo
que, en última instancia, beneficia a Estados Unidos. Los países europeos que forman
parte de la OTAN —entre ellos Alemania, Francia, Italia, Polonia y otros 26
más— han duplicado sus importaciones de armas desde 2020, según el Instituto
Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Estados Unidos es el principal proveedor:
el 64% del armamento adquirido por estos países proviene de empresas
estadounidenses. Y con las ventas pendientes, esta dependencia seguirá
creciendo. De los 326.000 millones de euros en gasto militar, unos 250.000
millones terminan en el complejo militar-industrial estadounidense. Un negocio
redondo.
La industria armamentística, antes
tabú en los mercados financieros, se ha transformado en un activo estratégico.
La Comisión Europea ha lanzado el plan ReArm Europe, con el objetivo de
movilizar 800.000 millones de euros para fortalecer la industria militar del
continente. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, justificó esta
medida con la necesidad de “una Europa más segura y resistente”. Este giro se
ha visto reforzado por la política ambigua de Estados Unidos en la guerra de
Ucrania, que ha permitido asegurarse beneficios futuros gracias al apoyo
militar europeo.
Negocios son negocios. Incluso cuando
están teñidos de sangre. Tal es así que uno de los dogmas centrales de la
ortodoxia neoliberal —el equilibrio fiscal— se flexibiliza si se trata de gasto
militar. Por ejemplo, se ha propuesto excluir este tipo de gasto del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento de la UE y permitir su financiación conjunta a través
de mecanismos supranacionales.
El mismo día del anuncio del plan
ReArm Europe, la Cámara Baja del Parlamento alemán (Bundestag) aprobaba
una modificación de la Constitución para suspender el “freno de la
deuda” establecido en 2009. El nuevo paquete de 500.000 millones de euros se
destinará a infraestructuras, iniciativas climáticas y, por supuesto, defensa.
Desde la invasión de Ucrania, los
líderes europeos han redoblado su presión para aumentar el gasto en defensa.
Las compras a contratistas europeos han alcanzado cifras récord. A través del
plan de Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS) y el Libro Blanco, la
Comisión Europea apunta a que el 50% de las adquisiciones de defensa sean de
producción europea para 2030, y el 60% para 2035. Por ende, Estados Unidos
tiene asegurada al menos el 50% del negocio hasta 2030, y un 40% hasta 2035.
El crecimiento del sector ha generado
un renovado interés por los ETFs (fondos cotizados en bolsa) vinculados a la
defensa, así como por índices como el STOXX Europe Total Market Aerospace &
Defense, que desde 2022 ha crecido un 200%. Este auge también pone en cuestión
la ética de las inversiones públicas. Fondos como el Fondo Global de Pensiones
del Gobierno de Noruega —conocido como el Fondo del Petróleo— están obligados,
en teoría, a seguir criterios éticos. Sin embargo, invierte miles de millones
en empresas armamentísticas, incluyendo a la mitad de las 100 principales del
mundo. Acumula casi
14 000 millones de libras (unos 19.000 millones de dólares) en
este sector.
Su mayor inversión en Reino Unido es
en Rolls-Royce, donde posee más del 2% de la compañía. Más allá de sus autos de
lujo, Rolls-Royce es un actor clave en el programa militar F-35. Su filial MTU
produce los motores de los tanques Merkava y buques de guerra de Israel, país
que ha sido acusado de violaciones sistemáticas de derechos humanos, incluso
tras el reconocimiento oficial del Estado de Palestina por parte de Noruega en
mayo de 2024.
En definitiva, parece que ciertos
principios económicos —como el déficit fiscal— pueden relativizarse si el
negocio es el de matar. ¿Qué pensarás cuando te digan que el gasto en salud o
educación está perjudicando las cuentas públicas? ¿O cuando culpen a tu pensión
del déficit fiscal?
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y
editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista,
columnista radial, analista
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