Nos Disparan desde el Campanario La guerra comercial de EE.UU. y el laberinto asiático de la tecnología… por Alejandro Marcó del Pont

 


 

Fuente: El Tábano Economista

Link de Origen:

https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/04/16/la-guerra-comercial-de-ee-uu-y-el-laberinto-asiatico-de-la-tecnologia/

 

¿Desglobalizar con aranceles?:

el sueño (imposible) de Trump

(El Tábano Economista)

 

Estados Unidos exceptuó 20 categorías de productos en su nueva política arancelaria, destacando el código 8471, una clasificación muy amplia que abarca computadoras, portátiles, unidades de disco, sistemas de procesamiento automático de datos, chips de memoria, pantallas planas y dispositivos semiconductores.

Estas exenciones representaron un alivio significativo para empresas tecnológicas estadounidenses altamente dependientes de la manufactura asiática, como Apple o Nvidia. Tras el anuncio de la suspensión de los aranceles para productos tecnológicos, el 11 de abril, las acciones de ambas compañías subieron considerablemente.

No obstante, la reacción no se hizo esperar. Apenas tres días después, Trump fue duramente criticado por lo que algunos llamaron “aranceles fluctuantes”. Analistas y opositores lo acusaron de haber retrocedido parcialmente en su política comercial hacia China, quitando aranceles que antes había impuesto con firmeza. La falta de coherencia en los anuncios generó confusión. Si este tipo de ambigüedad ocurriera en América Latina —ironizan algunos críticos— sería calificada por el neoliberalismo como una señal de “falta de seriedad institucional”.

El 14 de abril, Trump volvió a modificar el tablero: anunció que evaluaba nuevas exenciones arancelarias para la industria automotriz, buscando darles tiempo para reconfigurar sus cadenas de suministro. Sin embargo, expertos recordaron que ningún automóvil producido en EE.UU. está compuesto enteramente por piezas estadounidenses, lo que haría ineficaz esta propuesta de evitar aumentos desmedidos de precios con los aranceles en juego.

Uno de los motivos principales detrás del retroceso en los aranceles es el impacto en los precios al consumidor. Por ejemplo, con aranceles chinos  al 125%, un iPhone 16 Pro Max de 256 GB podría alcanzar los 2.000 dólares, subiendo desde un precio base de $1.199. Aunque Apple ha comenzado a diversificar su producción, buena parte de su ensamblaje sigue estando en China.

A pesar de haber trasladado parte de su manufactura a India y Vietnam, el «corazón y los pulmones» de la cadena de producción de Apple siguen en Asia, particularmente en China. Más del 50% de las Mac y el 90% de los iPads aún se ensamblan allí, mayormente por Foxconn, el gigante taiwanés de manufactura electrónica.

El sector del hardware es el primero en sentir el impacto de estas tensiones. Apple, que durante años ha dependido de fábricas en Zhengzhou y Chengdu, acelera su migración hacia India y Vietnam. En una carta conjunta, Sony, Nintendo y Microsoft alertaron sobre el “daño desproporcionado” que los nuevos aranceles causan a la cadena de valor de los videojuegos, también profundamente arraigada en Asia.

Mientras tanto, una orden federal dejó temporalmente fuera de los aranceles a los fabricantes de chips como Intel y Nvidia, aunque Trump advirtió que pronto impondría tasas específicas sobre productos vinculados a procesadores.

Sin embargo, la política arancelaria ya genera estragos. Por ejemplo, Nintendo, que había mudado la producción de la Switch 2 a Vietnam y Camboya para evitar sanciones a China, ahora enfrenta aranceles de hasta un 49% en esos mismos países. Como resultado, la empresa retrasó el inicio de reservas del producto en EE.UU., citando “incertidumbre”. Las acciones de Nintendo y Sony cayeron un 7% y más del 10 %, respectivamente.

Apple ha hecho un esfuerzo considerable por reducir su dependencia de China. Entre 2017 y 2020, el número de plantas en territorio chino disminuyó, aunque aún el 40% de sus proveedores siguen allí. En paralelo, la compañía planea que, para finales de 2025, entre el 15% y el 25% de todos los iPhones se fabriquen en India.

Foxconn, proveedor clave de Apple, ya comenzó este cambio. Desde su planta en Tamil Nadu, India, fabricaba modelos antiguos desde 2019. A partir de 2022, inició la producción de modelos más recientes y expandió su plantilla. Las fábricas en Tamil Nadu y Karnataka hoy emplean a decenas de miles de trabajadores.

Sin embargo, este proceso no está exento de dificultades. La producción en India todavía depende de una gran cantidad de técnicos chinos, maquinaria especializada proveniente de China y, en menor medida, personal taiwanés. Recientemente, se pidió a empleados chinos de Foxconn que suspendieran sus viajes a India, en lo que parece ser una medida para reducir fricciones diplomáticas.

A pesar de los esfuerzos por diversificar, Apple continúa fuertemente vinculada a China, donde emplea directa o indirectamente a cientos de miles de personas. La industria tecnológica parece haber abandonado a EE.UU. hace mucho tiempo. La fabricación y ensamblaje se han desplazado hacia Asia, donde convergen eficiencia, escala, especialización y bajos costos laborales.

Por más que se impongan aranceles agresivos, lo cierto es que una estructura productiva tan compleja no puede reconfigurarse en el corto plazo. Ni las consolas ni los iPhones ni los procesadores pueden nacer de una orden presidencial. La cadena de suministro tecnológica es global, y los esfuerzos por romperla con políticas comerciales dislocadas están encontrando más obstáculos que resultados.

 

 

II

 

2020, ¿la década de la infamia?

 


 

Link de Origen:

https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/04/20/2020-la-decada-de-la-infamia/

 

El colapso del orden liberal

y el ascenso de una nueva geoeconomía

están en conflicto

(El Tábano Economista)

 

Si nada cambia, la década de 2020 corre el riesgo de ser recordada como el decenio del caos del siglo XXI, o con algún término similar al que los historiadores han utilizado para referirse a la turbulenta década de 1930. Este período podría estar definido no solo por los más de siete millones de muertes causadas por la COVID-19, el aumento de la pobreza y la desigualdad a nivel global, sino también por una Ucrania desmembrada, una Gaza devastada por todo tipo de atrocidades con la anuencia —o indiferencia— internacional, y por un continente africano aquejado por crisis silenciadas, donde la inseguridad alimentaria se convierte en emblema. Cada uno de estos escenarios constituye un testimonio del violento desplazamiento desde un orden mundial basado en normas hacia otro sustentado en el poder.

A lo largo de los últimos dos siglos, cuatro órdenes globales han colapsado. Los dos primeros fueron: el sistema de equilibrio de poder tras la derrota de Napoleón a inicios del siglo XIX, y el posterior al desastroso Tratado de Versalles de 1918, concebido tras la devastación de la Primera Guerra Mundial, que paradójicamente sentó las bases para la Segunda. Luego emergió la arquitectura posterior a 1945, liderada por Estados Unidos y las Naciones Unidas. Tras la disolución de la Unión Soviética en 1990, el presidente George H. W. Bush proclamó un “nuevo orden mundial”, marcando la era unipolar que hoy como cuarto orden parece desmoronarse ante nuestros ojos.

Aunque Estados Unidos conserva una posición dominante en los asuntos internacionales —gracias a su histórica influencia política, militar, económica y cultural—, resulta paradójico que el mundo esté siendo condicionado por una economía que representa solo el 4% de la población global, pero que consume desproporcionadamente manufacturas del mundo, con un déficit comercial de 1,2 billones de dólares repartido entre 110 de los 195 países existentes.

Los recientes acontecimientos demuestran que el cuarto orden global ya no puede ser restaurado. Lo que el asesor de la Casa Blanca, Stephen Miller, describió como la «gran relocalización» de empleos y riqueza estadounidenses corre el riesgo de convertirse, en realidad, en la gran deslocalización del poder estadounidense. Este fenómeno no es meramente económico; tiene una raíz estructural más profunda, la demografía. Largamente subestimada, esta variable es fundamental para entender los retos del mundo desarrollado. El desplazamiento masivo de personas del Sur Global al Norte Global está transformando no solo las economías, sino también las estructuras sociales. A su vez, este flujo migratorio representa una fuente crucial de mano de obra para poblaciones envejecidas y en declive.

En este contexto de transición hacia la multipolaridad, surge una tendencia significativa, no todos los países están dispuestos a participar en disputas geopolíticas globales. Las guerras en Ucrania y Palestina han revelado un número limitado de actores dispuestos a asumir riesgos reales en el escenario internacional. El triángulo formado por Washington, Moscú y Pekín ya no es estático. India, por su tamaño y ambición; Europa Occidental, por su proximidad a múltiples crisis; y otros actores como Turquía, Brasil, Arabia Saudita, Irán, Israel y los aliados de Estados Unidos en Asia Oriental, reclaman un papel más activo en la reconfiguración del tablero global.

Uno de los desafíos inmediatos es mitigar los shocks de oferta generados porel muro arancelario de Trump. La prioridad mundial parece ser mantener fluido el comercio global. Sin embargo, si China aspira a desempeñar el rol de defensora del libre comercio, deberá impulsar su consumo interno, ya que resultará insostenible para el mundo ser inundados con productos a precios bajos si no puede exportar a Estados Unidos. Para Pekín, podría ser tentador observar cómo los antiguos aliados de Washington se ven paralizados ante la guerra comercial de Trump, y destacar a China como un oasis de estabilidad, previsibilidad y modernidad.

Lo que comenzó como un ataque generalizado de Estados Unidos contra el sistema comercial internacional —aparentemente sin riesgo para su mercado de bonos— terminó por enfurecer a sus aliados europeos y asiáticos y asfixiar a muchas economías en desarrollo. Hoy, ese ataque se ha convertido en una ofensiva más focalizada contra China.

Los asesores de Trump intentaron presentar este giro como parte de un plan maestro: aislar a China desde el inicio y negociar nuevos acuerdos comerciales más favorables para Estados Unidos. En teoría, estas negociaciones ofrecerían la posibilidad de presionar a terceros países para que dejen de ser plataformas de exportación chinas. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿qué inversor apostaría grandes sumas en una fábrica estadounidense en un contexto de comercio mundial en declive y competitividad menguante?

El muro arancelario entre las dos mayores economías del mundo es insostenible. Estados Unidos depende de China para el 73% de sus teléfonos inteligentes, el 78% de sus ordenadores portátiles y el 87% de sus consolas de videojuegos.

Mientras tanto, el relato chino se construye solo: China es el socio confiable, no Estados Unidos. En las últimas semanas, tanto España como Francia han intensificado su acercamiento a Pekín. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reunió con el primer ministro chino, Li Qiang, por primera vez desde su reelección en diciembre. Ambos defendieron el libre comercio y acordaron organizar una cumbre UE-China en julio. Aunque no está confirmado si Xi Jinping asistirá, el mensaje es claro: el libre comercio es para los vencedores, y Estados Unidos hoy no lo es.

Lo esencial es comprender que la actual estrategia estadounidense refleja la visión de los vencidos, no de los vencedores. Europa, incluso, se encuentra en una situación más delicada. Según datos de la UE, en 2024 las exportaciones de China a la UE superaron las importaciones del bloque en más de 300.000 millones de euros, el doble del déficit registrado cuando Trump inició la imposición de aranceles en 2018.

Un reciente estudio del grupo Rhodium confirma una correlación clara entre el aumento de las importaciones chinas en Europa y la caída de la producción industrial europea. La combinación del exceso de capacidad industrial de China, la baja de precios y el aumento de costos energéticos en Europa —junto a los nuevos aranceles estadounidenses anunciados el 2 de abril— está provocando un desvío de exportaciones chinas y del Sudeste Asiático hacia Europa.

En conjunto, las industrias afectadas por el aumento de importaciones chinas y la caída de la producción local representan el 25% del empleo manufacturero en Europa. En un contexto global de demanda débil, desintegración de acuerdos comerciales y nuevas barreras arancelarias contra Japón, Laos, Vietnam, Indonesia, Taiwán, Tailandia, Corea del Sur y Camboya, el panorama se torna aún más complejo.

Ante esta situación, los tres gigantes del Este Asiático —Corea del Sur, China y Japón— han acordado reanudar las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio trilateral, suspendido desde 2019. Además, Xi Jinping visitará este mes Vietnam, Malasia y Camboya, países también afectados por los aranceles de Trump. El mensaje de Pekín es claro: China no solo está en el centro geográfico de Asia, sino que se postula como el nuevo eje de confianza comercial.

Frente a nuestros ojos, cada uno de los pilares del viejo orden internacional está siendo cuestionado, no solo el libre comercio se encuentra bajo presión ante el avance de los productos chinos, también lo están el Estado de derecho, los derechos humanos, la democracia, la autodeterminación de los pueblos y la cooperación multilateral. Incluso las responsabilidades humanitarias y ambientales que una vez consideramos universales están hoy en entredicho.

Como bien señala Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, el historiador Arnold Toynbee afirmaba que las civilizaciones mueren por suicidio, no por asesinato. Quizás la «liberación» impulsada por Trump del sistema que Estados Unidos ayudó a construir sea justamente ese tipo de autodestrucción anunciada sobre la que Toynbee advirtió.

Colaborá con El Tábano Economista

Si no estás en Argentina

Donaciones El Tábano Economista (PayPal)

https://paypal.me/tabanoeconomista?country.x=AR&locale.x=es_XC

Si estas en Argentina

Ayuda Cartonero ($5000)  https://mpago.la/2DxZ4vC

Ayuda de monotributista social ($7000) https://mpago.la/34map8M

Ayuda de burguesía nacional ($10.000) https://mpago.la/143pDaT

O una donación voluntaria al siguiente CBU del Banco Provincia de

Buenos Aires: (Alias: SANTA.BANANA.MURO)

 

 

*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista

 


Comentarios