Nos Disparan desde el Campanario La lógica del beneficio en la crisis climática… por Louisa Schneider
Fuente: Sin Permiso
Link de Origen:
https://www.sinpermiso.info/textos/la-logica-del-beneficio-en-la-crisis-climatica
Groenlandia y Canadá muestran cómo el
ciego afán de lucro impulsa la explotación ecológica y la inestabilidad social.
Pero hay esperanza.
Los efectos de la crisis climática
están por todas partes: en Brasil arde la selva tropical, en Senegal cambia el
monzón, en Canadá se descongela el permafrost, en Groenlandia se derrite la
gigantesca capa de hielo y en Australia se blanquean los arrecifes de coral.
Como periodista, he visitado todas estas regiones y he escrito sobre estos
cambios en el marco del proyecto «Grad Jetzt». Todos estos acontecimientos
locales provocan reacciones en cadena que afectan a otras partes del mundo: son
los llamados puntos de inflexión climática. En mis viajes, no sólo he observado
los cambios en la naturaleza, sino que también he aprendido lo estrechamente
entrelazada que está la crisis climática con el sistema de nuestra economía: la
lógica capitalista del crecimiento está impulsando la explotación ecológica y
la inestabilidad social, como puede verse en Canadá y Groenlandia.
Canadá: arenas bituminosas en
"Fort McMoney"
Estaba de pie al borde del lugar de
extracción de arenas bituminosas y fui testigo de una realidad absurda: frente
a mí había un lago lleno de aguas residuales tóxicas, con decenas de
espantapájaros en ropa de trabajo flotando en su superficie. Al mismo tiempo,
sonaban repetidamente disparos de espantapájaros por todo el lugar para
mantener a las aves -y a las personas- alejadas del agua tóxica. Las
denominadas balsas de residuos, creadas por los vertidos tóxicos de la
industria canadiense de arenas bituminosas, simbolizan de forma aterradora lo
destructiva que puede llegar a ser la explotación de recursos con ánimo de
lucro.
La industria de arenas bituminosas de
Alberta es una de las mayores fuentes industriales de carbono del mundo. Aquí
se extraen cantidades inimaginables de combustibles fósiles, pero el precio es
alto: se talan millones de hectáreas de bosque para hacer sitio a las
instalaciones de extracción, y la zona de extracción es tan grande que puede
verse desde el espacio. El proceso es cuatro veces más perjudicial para el
clima que la producción convencional de petróleo y produce una enorme cantidad
de residuos tóxicos. Las comunidades indígenas que viven en la región pagan el
precio más alto. Sus medios de vida están siendo destruidos, su salud se
resiente por los efectos de la contaminación y luchan contra la expropiación de
sus tierras. Estas llamadas «zonas de sacrificio» son producto del capitalismo
que prioriza los beneficios sobre las vidas.
Los beneficios son el principal motor
de la destrucción sobre el terreno. La ciudad más próxima a la industria de las
arenas bituminosas, Fort McMurray, se conoce coloquialmente como «Fort
McMoney». Sólo en 2022, los cinco mayores productores de petróleo del mundo que
cotizan en bolsa, ExxonMobil, Shell, Chevron, Total y BP, obtuvieron unos
beneficios combinados -no ingresos- de 200.000 millones de dólares. Los mayores
beneficiarios de la crisis climática no son las empresas privadas, sino los
Estados nacionales. Se benefician de los ingresos fiscales, los beneficios de
las exportaciones y el control estratégico sobre los recursos fósiles que
aseguran sus intereses geopolíticos. Estos Estados subvencionan deliberadamente
la industria de los combustibles fósiles para asegurarse ventajas competitivas
y mantener el dominio internacional, aunque esto tenga consecuencias
catastróficas para el planeta a largo plazo. La existencia continuada de esta
industria perjudicial para el clima es posible gracias a miles de millones en
subvenciones.
El gobierno canadiense apoya a la
industria de los combustibles fósiles con unos 14.000 millones de dólares
anuales, repartidos entre exenciones fiscales, ayudas directas e inversiones en
proyectos de infraestructuras como oleoductos. Pero, ¿qué son 14.000 millones
de dólares cuando toda la industria del petróleo y el gas ha obtenido unos
beneficios de 3.000 millones de dólares al día desde 1970, todos los días,
siete días a la semana, durante cincuenta años?
Estas subvenciones garantizan que las
empresas sigan obteniendo beneficios, al tiempo que consolidan la dependencia
de Canadá de los combustibles fósiles. Lo más irónico es que una parte
significativa de estos fondos se declaran como «fondos de transición»,
supuestamente para promover la transición a una economía más verde - un ejemplo
clásico de lavado verde. La industria de las arenas bituminosas es una maestra
del engaño. Las campañas de relaciones públicas la presentan como un sector
económico indispensable que crea empleo y asegura la prosperidad. Pero tras
esta fachada se esconde un modelo que no sólo destruye la naturaleza, sino que
agrava las desigualdades sociales. Las subvenciones que fluyen hacia esta
industria destructiva podrían invertirse en cambio en la construcción de una
economía sostenible y justa. Es otro ejemplo de cómo la política promueve
sistemáticamente la destrucción climática y medioambiental, a pesar de que los
ingresos fiscales de la industria de los combustibles fósiles superan a las
subvenciones, lo que sin embargo conduce a dar prioridad a los intereses de los
combustibles fósiles.
Esta crisis climática no se debe a un
fallo individual: la culpa no es de los individuos, sino sistémica. Sólo 100
empresas son responsables del 71% de las emisiones industriales de gases de
efecto invernadero desde 1988; y el 1% más rico, los multimillonarios del
planeta, emiten más del doble de emisiones que la mitad más pobre de la
población mundial. La justicia climática en Canadá significaría poner fin a las
subvenciones a los combustibles fósiles e invertirlas en energías renovables e
infraestructuras sostenibles. También significaría reforzar los derechos de las
comunidades indígenas más afectadas por la destrucción, e implicarlas
activamente en los procesos de toma de decisiones. Sólo distribuyendo los
recursos de forma justa y alejándose de las prácticas destructivas podrá Canadá
convertirse en líder de la lucha contra la crisis climática.
Groenlandia: ¿hacia un futuro justo
para las personas y el planeta?
Me encontraba en la costa occidental
de Groenlandia cuando otro coloso gigantesco se desprendió del glaciar con un
estruendo ensordecedor. El rascacielos helado se estrelló contra el Océano
Ártico, desatando olas de un metro de altura que atronaron contra la costa rocosa
que había debajo de mí. Mi cuerpo vibraba.
Groenlandia es un codiciado destino
estratégico y económico. Donald Trump está intentando agresivamente comprar la
isla. Las materias primas de Groenlandia, como el uranio y las tierras raras,
así como su situación estratégica en el océano Ártico, hacen que la isla
resulte atractiva para las grandes potencias internacionales. Groenlandia
alberga importantes reservas de materias primas, y se calcula que parte de las
reservas mundiales de petróleo por descubrir (alrededor del 13%) y de gas
natural (alrededor del 30%) se encuentran en el Ártico, sobre todo en zonas
marítimas como la bahía de Disko y la bahía de Baffin. Estos recursos podrían
ser comparables a las reservas del Mar del Norte, pero las preocupaciones medioambientales,
las directrices políticas y las incertidumbres económicas dificultan su
extracción.
Mientras el deshielo de los casquetes
polares abre nuevas oportunidades de exploración, Groenlandia decidió en 2021
dejar de conceder nuevas licencias de petróleo y gas para proteger el medio
ambiente. Esto ilustra la dimensión global de la crisis climática: el acceso a
estas materias primas alberga el riesgo de aumentar aún más las emisiones
globales. Sin embargo, el claro rechazo de Groenlandia a la propuesta de Trump
de comprar la isla envía un mensaje contundente: el país quiere tomar un camino
autodeterminado y sostenible y mantener su independencia sin dejarse guiar por
intereses económicos a corto plazo.
Esta independencia es un objetivo
urgente. Groenlandia se administra de forma autónoma desde 2009, pero sigue
dependiendo financieramente de Dinamarca. Cada año llegan de Copenhague unos
470 millones de euros en subvenciones. Para emanciparse económicamente, el
gobierno groenlandés está debatiendo la extracción de materias primas
-incluidos proyectos controvertidos como la ampliación del aeropuerto de Nuuk
para impulsar el turismo- o el posible desarrollo de nuevas zonas mineras. Sin
embargo, la extracción de materias primas entraña riesgos considerables: la
degradación medioambiental, la división social y la dependencia de las
industrias de combustibles fósiles podrían poner en peligro los frágiles
ecosistemas de Groenlandia y el modo de vida de los inuit. Esta decisión no es
sólo económica, sino también profundamente social. Los indígenas inuit, que
constituyen alrededor del 90% de la población, consideran la preservación de su
cultura y su conexión con la naturaleza como un pilar central del futuro de
Groenlandia, al tiempo que Groenlandia ofrece oportunidades para configurar
políticas y una economía respetuosa con el clima.
El país tiene un inmenso potencial
hidroeléctrico, que ya se está utilizando para generar energía renovable. Los
proyectos para generar energía a partir de la biomasa, en particular los
desechos de pescado, así como el uso de la energía solar y eólica muestran los
inicios de un modelo de desarrollo sostenible. Una economía respetuosa con el
clima en Groenlandia también requiere reforzar los derechos indígenas. Los
inuit tienen un profundo conocimiento de su naturaleza, de la gestión
sostenible de los recursos y del hielo sobre el que viven desde hace miles de
años. Su perspectiva no sólo podría ayudar a Groenlandia a proteger el medio
ambiente, sino también a convertirse en un modelo internacional: un camino que
preserve su cultura y demuestre que la independencia económica es compatible
con la responsabilidad ecológica.
La crisis climática no es un problema
irresoluble: es el resultado de las consecuencias del colonialismo, el capitalismo
y el patriarcado. Si cambiamos estos sistemas en favor de todas las personas,
abordaremos al mismo tiempo la crisis climática. Una mirada al pasado nos
demuestra que las transformaciones sociales son posibles si un número
suficiente de personas trabaja para llevarlas a cabo. La lucha contra el
apartheid, el movimiento por los derechos de la mujer o el movimiento zapatista
mexicano son pruebas de que las visiones colectivas y la cooperación pueden
crear un mundo más justo. De nosotros depende ignorar los puntos de inflexión
del sistema climático o aprovechar la oportunidad para remodelar nuestro orden
económico. Una economía respetuosa con el clima requiere valentía, creatividad
y voluntad de cambio, pero es posible.
Louisa
Schneider es periodista y escritora, informa a nivel internacional
sobre los efectos de la crisis climática. Trabajó varios años en
Südwestrundfunk (Alemania) y actualment trabaja En un proyecto multimedia en
cooperación con Greenpeace. Ha publicado el libro “Grad jetzt - eine Reise zu
den Klimabrennpunkten unseres Planeten” [“Justo ahora. Un viaje a los puntos
críticos del clima de nuestro planeta"].
Fuente:
Surplus, 14 febrero 2025: https://www.surplusmagazin.de/profitlogik-klimakrise-okologie-ausbeutung/
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