Nos Disparan desde el Campanario La industria armamentística y los intereses británicos en Ucrania… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
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Para Londres el apoyo a Ucrania
es una medida de Estado que supera los intereses políticos partidistas y la
crisis en el costo de vida. (El Tábano Economista)
Estados Unidos, el principal actor en
el conflicto ucraniano, ha propuesto un acuerdo con Kiev para un cese al fuego
de 30 días en la guerra contra Rusia. Esta medida, aceptada por Volodymyr
Zelensky, parece más una estrategia para permitir que Ucrania se rearme con
ayuda militar estadounidense que un verdadero intento de pacificación. El
acuerdo incluye el suministro de pertrechos bélicos e inteligencia militar, lo
que sugiere que, en lugar de buscar el fin de la guerra, Ucrania simplemente
ganaría tiempo para fortalecerse. Sin embargo, las condiciones exactas del
pacto siguen siendo un misterio, incluso para Rusia.
Según Zelensky, el alto el fuego
debería incorporar elementos de las iniciativas presentadas por el presidente
francés, Emmanuel Macron, durante la cumbre de líderes en Londres. Entre estos
puntos se encuentran la interrupción de ataques con misiles, drones y
bombardeos contra infraestructuras civiles, así como el cese de las operaciones
militares en el mar Negro para garantizar la seguridad de la navegación.
Además, se solicita que las tropas rusas detengan su avance en los frentes
ucranianos.
No obstante, esta propuesta resulta
contradictoria, e incluso absurda, ya que Ucrania carece de fuerza aérea,
misiles y una flota naval significativa. Su capacidad de reclutamiento también
es limitada, pues apenas puede incorporar a jóvenes de 18 años, mientras que su
ejército se debilita cada vez más. La cuestión central es: ¿qué beneficio
obtendría Rusia de aceptar este acuerdo? Más que una tregua genuina, parece una
táctica para prolongar la guerra y predisponer a Occidente contra Rusia en caso
de que esta rechace la oferta.
Las lecciones del pasado, como los
acuerdos de Minsk, realzan las dudas sobre la sinceridad de estas negociaciones
y parecen infundadas. La ex canciller alemana, Angela Merkel, generó
controversia en Europa al admitir que los acuerdos de Minsk de 2014 y
2015 fueron
utilizados para ganar tiempo y fortalecer a Ucrania. Esta revelación
plantea una pregunta clave: si Rusia accediera a un nuevo alto el fuego,
¿estaría repitiendo el mismo error? Por otro lado, si se niega a firmarlo,
podría ser acusada de bloquear la paz, lo que reforzaría la narrativa
occidental en su contra.
Más allá del aspecto militar, el
conflicto en Ucrania tiene un fuerte componente económico. En enero de 2025,
Kiev firmó un acuerdo con el Reino Unido por un período de 100 años para el
desarrollo de minerales críticos, consolidando a Londres como su «socio
preferido». Sin embargo, apenas un mes después, Donald Trump propuso a Zelensky
que Estados Unidos también tuviera acceso a estos recursos como «compensación»
por su apoyo en la guerra. Este doble compromiso ha generado tensiones entre
Washington y Londres, ya que Ucrania no puede vender lo mismo dos veces.
La importancia de los minerales
estratégicos es innegable. China domina la producción de 12 de los 18 minerales
que el Reino Unido considera críticos, lo que ha desatado una creciente
competencia global. En su informe «Tendencias
Estratégicas Globales 2024″, el Ministerio de Defensa británico
advierte que estos recursos serán cada vez más relevantes en la geopolítica y podrían
provocar nuevas rivalidades internacionales.
Desde hace tiempo, las potencias
occidentales han mostrado un creciente interés en las tierras raras. La
ministra de Comercio británica del gobierno de Rishi Sunak participó en al
menos 10 reuniones sobre este tema entre 2023 y mediados de 2024. Entre las
empresas con las que dialogó se encuentran gigantes de la minería como Rio
Tinto y Anglo American, la exportadora de armas BAE Systems y el grupo de lobby
aeroespacial militar ADS. Aunque no está confirmado si Ucrania fue el tema
central de estas conversaciones, una compañía clave con la que también discutió
sobre las «cadenas de suministro de minerales» fue Rothschild, un grupo con
amplios intereses en el país.
Las grandes corporaciones mineras y
armamentísticas tienen accionistas en común: BlackRock, Morgan Stanley, Bank of
America, Vanguard Group y Fidelity Management and Research, todas con intereses
en Ucrania. Su participación en el conflicto no es desinteresada; su objetivo
es asegurar una posición dominante en la futura reconstrucción y explotación de
los recursos del país.
Para el establishment británico, la
guerra en Ucrania es, en gran medida, una guerra indirecta contra Rusia. Más
aún, ha sido un impulso inesperado para la industria armamentística del Reino
Unido, que ha visto un crecimiento exponencial en sus ventas desde el inicio
del conflicto. En la década anterior a la invasión rusa, las empresas
británicas vendieron apenas 45 millones de dólares en equipamiento militar a
Ucrania. Desde febrero de 2022, esta cifra se disparó a más de 1.040 millones
de dólares.
El impacto económico de la guerra
también ha favorecido a gigantes como BAE Systems, cuyo valor de mercado casi
se ha triplicado desde el inicio del conflicto. Otras empresas,
como Rolls-Royce (que fabrica motores para aviones de combate y
reactores nucleares para submarinos), Melrose (productor de piezas de aviones)
y Babcock International (especializada en servicios militares), han duplicado
su valor en bolsa.
Además, el sector financiero está
impulsando activamente esta expansión. Bancos, fondos de inversión y pensiones
están promoviendo a los fabricantes de armas como «inversiones éticas», lo que
facilita el flujo de dinero hacia la industria bélica. En este contexto, 96
parlamentarios británicos y seis miembros de la Cámara de los Lores han firmado
una carta abierta exigiendo la eliminación de las normas «anti-defensa» que
limitan las inversiones en este sector.
Detrás de este entramado económico y
militar se encuentran las grandes élites financieras, que han jugado un papel
clave en el conflicto. Rothschild & Co, por ejemplo, ha invertido
aproximadamente 53.000 millones de dólares en Ucrania en los últimos 15 años.
Incluso en los momentos más críticos de la guerra, el grupo ha seguido
invirtiendo cientos de millones en la economía ucraniana. Además, asesoró a
esta nación en la reestructuración de su deuda de 20.000 millones de dólares,
reforzando aún más su influencia sobre el país.
Todas las empresas participaron
gustosas del accionar del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson,
cuando llegó sin previo aviso a Kiev el 9 de abril de 2022. Un informe de Ukrainska
Pravda señaló que Johnson trajo dos mensajes: “El primero es que Putin es
un criminal de guerra, hay que presionarlo, no negociar con él” y “el segundo
es que incluso si Ucrania está dispuesta a firmar algunos acuerdos o garantías,
Occidente como colectivo no lo está”.
La pregunta es ¿paz o intereses
estratégicos? Y como queda claro la guerra en Ucrania no es solo un
enfrentamiento militar, sino una disputa global por el control de recursos
estratégicos y el equilibrio de poder en el mundo. Mientras las narrativas
hablan de paz, el juego de poder entre EE.UU. y el Reino Unido la vuelve cada
vez más lejana y subordinada a intereses económicos y estratégicos que van
mucho más allá del conflicto entre Rusia y Ucrania.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y
editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista,
columnista radial, analista
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