Nos Disparan desde el Campanario Promovieron sombras y los devora la oscuridad… por Alejandro Marcó del Ponto
Fuente: El Tábano Economista
Link de Origen:
https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/02/23/promovieron-sombras-y-los-devora-la-oscuridad/
Bruselas no quiere la paz,
sólo una mayor emisión de bonos de la UE
(El Tábano Economista)
En Ucrania se abrió una ventana de
oportunidad para la paz, sin importar cuál sea su desenlace. En teoría, la
humanidad debería apoyar tal iniciativa. Sin embargo, en contra de la sensatez
y la preservación de la raza humana, la Unión Europea se ha convertido en un
promotor de la guerra, como si no escuchara a quienes deberían guiarla. El
conductor designado ha cambiado, y con él, el mapa al volante.
Esta nueva narrativa de los
estadounidenses con respecto a Ucrania cambió drásticamente en apenas un mes.
Pasaron de enaltecer a Volodímir Zelenski como un “líder firme, defensor de los
valores democráticos, que lucha por su país y por todo el mundo civilizado, por
nuestra libertad”, a tacharlo de “payaso”, “dictador”, “asesino” y “rey loco”.
Este giro no solo refleja la volatilidad de la política exterior
estadounidense, sino también las profundas implicaciones que las conversaciones
entre Estados Unidos y Rusia tienen para el equilibrio mundial, europeo y
asiático.
Las negociaciones entre Estados
Unidos y Rusia no son simplemente un desaire a Europa. Mientras ambos países
avanzan hacia una posible resolución tras las conversaciones en Arabia Saudita,
las potencias regionales, desde Pekín hasta Nueva Delhi, y de Japón a Gran
Bretaña, deben recalibrar sus estrategias con cautela, considerando tanto las
oportunidades como los riesgos.
Para China, cualquier acuerdo
diplomático será analizado a través de la óptica de sus propias ambiciones
geopolíticas. Beijing ha mantenido un delicado equilibrio durante toda la guerra.
Un acuerdo de paz podría acelerar la expansión de la Iniciativa del Cinturón y
la Ruta de la Seda y la reconstrucción de Ucrania, permitiendo a China
profundizar su influencia en Europa mientras prueba los límites de su
alineación con Rusia. Además, el fin de la guerra permitiría a China reevaluar
su posición respecto a Taiwán, especialmente si Washington vuelve a centrar su
atención en el Indo-Pacífico.
India, por su parte, ha jugado un
intrincado juego de flexibilidad diplomática, manteniendo lazos comerciales con
Rusia mientras preserva su relación estratégica con Estados Unidos e Israel a
través del
Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC). Un acuerdo posbélico
obligaría a Nueva Delhi a reevaluar sus políticas energéticas, ya que ha
dependido del petróleo ruso a precios reducidos durante el conflicto. Si las
relaciones comerciales entre Rusia y Occidente se normalizan, India podría
perder su acceso privilegiado a estos recursos.
Japón y Corea del Sur, aliados
incondicionales de Estados Unidos, han adoptado una postura dura contra Rusia,
aplicando sanciones y brindando apoyo material a Ucrania. Sin embargo, si
Washington y Moscú llegan a un acuerdo diplomático, Tokio y Seúl tendrán que
afrontar un complejo realineamiento. Buscarán garantías de que cualquier
acercamiento con Putin no se traduzca en posturas más suaves frente a las
amenazas regionales, como las ambiciones nucleares de Corea del Norte y las
reivindicaciones territoriales de China en el Mar de China Meridional.
Antes de abordar los problemas de la
Unión Europea, es crucial destacar las inmensas ganancias que Estados Unidos
podría obtener si se concreta el proyecto presentado por Trump para Ucrania.
Durante mucho tiempo hemos argumentado que el costo-beneficio de la guerra ha
sido un gran acierto para Washington. El borrador del contrato ofrecido por el
presidente estadounidense a Kiev convertiría a Ucrania en una colonia económica
para Estados Unidos durante los próximos años.
El proyecto no se limita al control
estadounidense de los minerales críticos del país, sino que abarca todo, desde
puertos e infraestructura hasta petróleo, gas y minerales de tierras raras.
Estados Unidos, que ha invertido 300 mil millones de dólares en Ucrania, se
quedaría con el 50% de los ingresos generados por la extracción de recursos y
las licencias emitidas a terceros. Además, tendría un “derecho de preferencia”
para la compra de minerales exportables y gobernaría cualquier litigio bajo la
ley de Nueva York, renunciando Ucrania a su inmunidad soberana.
Este acuerdo, si se acepta,
representaría una proporción mayor del PIB ucraniano que las reparaciones
impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles. Como decían los presidentes
argentinos Nicolás Avellaneda y Javier Milei: “Páganos primero las deudas y
luego alimenta a tus hijos”.
Desde la asunción de Donald Trump al
poder, ha surgido un nuevo juego que ha elevado los temores sobre el futuro de
la relación transatlántica. Durante su campaña electoral de 2024, Trump dejó
claro que no protegería a los aliados europeos que no gasten lo suficiente en
defensa. Sumantra Maitra, asesor de Trump, propuso un modelo de
una OTAN «dormida«, en la que el compromiso de Estados Unidos con Europa se
reduciría, activándose solo en tiempos de crisis.
Este escenario sería tan
desestabilizador para la UE como como
un ataque nuclear de Rusia. De hecho, el European
Union Institute for Security Studies ha utilizado esta posibilidad
para presionar a Europa a financiar la compra de armas estadounidenses,
revelando que el único objetivo europeo es satisfacer las demandas de
Washington.
La política estadounidense en Europa
podría adoptar dos formas principales. En el primer escenario, Estados Unidos
utiliza la amenaza del abandono como palanca para presionar a los países
europeos a aumentar su gasto en defensa, privilegiando los activos y armas
estadounidenses. Este enfoque transaccional podría conducir a una
bilateralización de las relaciones en materia de defensa, donde Estados Unidos
negociaría directamente con países individuales o pequeños grupos.
En el segundo escenario, Estados
Unidos busca una retirada estratégica de Europa para priorizar otros teatros de
operaciones, como el Indo-Pacífico. Este enfoque implicaría el traslado de
activos militares y capacidades de mando y control fuera de Europa, dejando a
los europeos a cargo de conflictos regionales, como la guerra en Ucrania.
En realidad, es probable que la
política estadounidense combine elementos de ambos escenarios. Un factor clave
para que cualquier acuerdo perdure será establecer claramente los beneficios
del cumplimiento y los costos de violar las disposiciones acordadas. La
suspensión condicional de sanciones específicas, en lugar de su eliminación
incondicional, podría ser una herramienta efectiva.
Un ejemplo sería lo relacionado con
las sanciones, y en especial con la apropiación de los 300.000 millones de
dólares en activos rusos en la UE y EE.UU. Obtener un acuerdo sobre esos
activos que pasen a formar parte de un fondo internacional de reconstrucción de
Ucrania evitaría el efecto amedrentador que produciría una confiscación unilateral
sobre los inversores internacionales. El uso de esos fondos que ya han sido
gastado, al menos sus intereses, serán un problema, pero seguramente se
ofrecerá la posibilidad de que una parte de esos fondos se asignen a regiones
bajo control ruso.
La guerra en Ucrania ha dejado al
descubierto las limitaciones de Europa. Una Europa cuyas industrias no pueden
producir los grandes volúmenes de armamento y municiones necesarios para una
guerra sostenida, y que carece de capacidades logísticas y liderazgo militar unificado,
no puede ser un activo estratégico para Estados Unidos. Sin embargo, la
Comisión Europea propondrá
que el gasto de defensa quede exento de las leyes que limitan el
déficit presupuestario, lo que sugiere que Europa está dispuesta a financiar la
industria bélica estadounidense.
En última instancia, un banco
de rearme sería la opción. Europa parece estar dispuesta a sacrificar
su autonomía estratégica para satisfacer las demandas de Washington. La
pregunta que queda es: ¿a qué costo?
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y
editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista,
columnista radial, analista
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