Nos Disparan desde el Campanario ¿Foucault se equivocó con la biopolítica? La respuesta de Byung-Chul Han
Fuente: Bloghemia
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https://www.bloghemia.com/2025/02/foucault-se-equivoco-con-la-biopolitica.html
Byung-Chul Han critica la biopolítica
de Foucault y propone la psicopolítica como clave del neoliberalismo.
Por: Byung Chul Han
Después de Vigilar y castigar,
Foucault se dio cuenta de que la sociedad disciplinaria no refleja exactamente
su tiempo. De ahí que a finales de los setenta se ocupe del análisis de las
formas de gobierno neoliberales. No obstante, el problema reside en que se
aferra tanto al concepto de población como al de biopolítica: «Una vez que se
sepa qué es ese régimen gubernamental denominado liberalismo, se podrá, me
parece, captar qué es la biopolítica». En el resto de la lección Foucault no
menciona más la biopolítica. Tampoco habla de población. No cabe duda de que en
ese momento Foucault no tiene del todo claro que biopolítica y población, en
cuanto categorías genuinas de la sociedad disciplinaria, sean ambas apropiadas
para describir el régimen neoliberal. Así, Foucault no realiza el giro a la
psicopolítica, lo que hubiera sido necesario.
En su lección de 1978-1979, Foucault
no llega a ocuparse del análisis de la biopolítica neoliberal. Al respecto, se
muestra autocrítico sin llegar a reconocer el verdadero problema:
“Les aseguro que, pese a todo, en un
comienzo tuve en verdad la intención de hablarles de biopolítica, pero después,
como las cosas son lo que son, resulta que terminé por hablarles extensamente
—demasiado extensamente, tal vez— del neoliberalismo.”
En su introducción a Homo sacer,
Agamben expresa su suposición: «La muerte impidió a Foucault desarrollar todas
las implicaciones del concepto de bio-política y también mostrar en qué sentido
habría podido profundizar posteriormente la investigación sobre ella».
Frente a la pretensión de Agamben, la muerte temprana privó a Foucault, si
acaso, de la posibilidad de repensar su idea de biopolítica y de abandonarla en
favor de la psicopolítica neoliberal. Tampoco el análisis de la dominación de
Agamben proporciona acceso alguno a las técnicas de poder del régimen
neoliberal. Los actuales homines sacri ya no son los excluidos, sino los
incluidos en el sistema.
Foucault vincula expresamente la
biopolítica con la forma disciplinaria del capitalismo, que en su forma de
producción socializa al cuerpo: «Para la sociedad capitalista, la biopolítica
es lo que realmente cuenta, lo biológico, lo somático, lo corporal». Así, la
biopolítica se asocia fundamentalmente a lo biológico y a lo corporal. Se
trata, en última instancia, de una política corporal en sentido amplio.
El neoliberalismo como una nueva
forma de evolución, incluso como una forma de mutación del capitalismo, no se
ocupa primeramente de lo «biológico, somático, corporal». Por el contrario,
descubre la psique como fuerza productiva. Este giro a la psique, y con ello a
la psicopolítica, está relacionado con la forma de producción del capitalismo
actual, puesto que este último está determinado por formas de producción
inmateriales e incorpóreas. No se producen objetos físicos, sino objetos
no-físicos como informaciones y programas. El cuerpo como fuerza productiva ya
no es tan central como en la sociedad disciplinaria biopolítica. Para
incrementar la productividad, no se superan resistencias corporales, sino que
se optimizan procesos psíquicos y mentales. El disciplinamiento corporal cede
ante la optimización mental. Así, el neuro-enhancement se distingue
fundamentalmente de las técnicas disciplinarias psiquiátricas.
Hoy el cuerpo es liberado del proceso
productivo inmediato y se convierte en objeto de optimización estética y
técnico-sanitaria. Así, la intervención ortopédica cede a la estética. El
«cuerpo dócil» ya no tiene ningún lugar en el proceso productivo. La ortopedia
disciplinaria es reemplazada por la cirugía plástica y los centros de fitness.
La optimización corporal es mucho más que una mera praxis estética. El sexness
y el fitness se convierten en recursos económicos que se pueden aumentar,
comercializar y explotar.
Bernard Stiegler reconoce con razón
que el concepto foucaultiano de poder ya no es adecuado a nuestro tiempo:
“Tengo la impresión de que el
biopoder que Foucault ha descrito convincentemente en un sentido histórico y
geográfico, es decir, principalmente teniendo en cuenta Europa, no es el mismo
poder que marca nuestra época presente.”
En palabras de Stiegler, las
«psicotecnologías del psicopoder» entrarían en escena en lugar del biopoder.
Con ello se refiere propiamente a las «industrias de programas telecráticas»
como la televisión, que nos rebaja a un ente consumidor movido por impulsos y
conlleva la regresión de la masa. Esta psicotécnica se opone a la técnica de la
escritura y la lectura. El medio de la escritura equivale para Stiegler a
ilustración: «En definitiva, Kant parte de un dispositivo de la lectura y la
escritura como fundamento de la mayoría de edad».
Es problemática la importancia
excesiva que Stiegler le concede a la televisión. La eleva al aparato
psicotécnico por antonomasia:
“Entretanto, compiten por nuestra
atención la radio, internet, el teléfono móvil, el iPod, el ordenador, los
videojuegos y la agenda electrónica de bolsillo, pero la televisión sigue
dominando la afluencia de información.”
Sin embargo, lectura y escritura
frente a televisión es un esquema anticuado de la crítica cultural que pasa por
alto la revolución digital. De forma sorprendente, Stiegler apenas se ocupa de
los medios digitales genuinos, que se distinguen radicalmente de los viejos
mass media. Apenas presta atención a la estructura panóptica de la red digital.
Con ello no trata adecuadamente la psicopolítica neoliberal que de forma masiva
se sirve de la técnica digital.
A principio de los años ochenta,
Foucault se ocupa de las «tecnologías del yo». Por ellas entiende las prácticas
sensatas y voluntarias por las que los hombres no solo se fijan reglas de
conducta, sino que buscan transformarse a sí mismos, modificarse en su ser
singular y hacer de su vida una obra que presenta ciertos valores estéticos y
responde a ciertos criterios de estilo.
Foucault desarrolla una ética
histórica del yo, separada en gran medida de las técnicas del poder y de la
dominación. De ahí que se crea que aborda una ética del yo opuesta a las
técnicas de poder y dominación. El mismo Foucault hace referencia expresa al
tránsito de las tecnologías del poder a las tecnologías del yo:
“Quizás he insistido demasiado en el
tema de la tecnología de la dominación y el poder. Cada vez estoy más
interesado en la interacción entre uno mismo y los demás, así como en las
tecnologías de la dominación individual, la historia del modo en que un
individuo actúa sobre sí mismo, es decir, en la tecnología del yo.”
La técnica de poder del régimen
neoliberal constituye la realidad no vista por el análisis foucaultiano del
poder. Foucault no ve ni que el régimen neoliberal de dominación acapara
totalmente la tecnología del yo ni que la permanente optimización propia, en
cuanto técnica del yo neoliberal, no es otra cosa que una eficiente forma de
dominación y explotación. El sujeto del rendimiento neoliberal, ese
«empresario de sí mismo», se explota de forma voluntaria y apasionada. El yo
como obra de arte es una apariencia hermosa, engañosa, que el régimen
neoliberal mantiene para poderlo explotar totalmente.
La técnica de poder del régimen
neoliberal adopta una forma sutil. No se apodera directamente del individuo.
Por el contrario, se ocupa de que el individuo actúe de tal modo que reproduzca
por sí mismo el entramado de dominación que es interpretado por él como
libertad. La propia optimización y el sometimiento, la libertad y la
explotación coinciden aquí plenamente. A Foucault se le oculta totalmente la
técnica de poder que genera la convergencia entre libertad y explotación en la
forma de autoexplotación.
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