Nos Disparan desde el Campanario La verdad sintética: anatomía de una conjuración algorítmica… por Helga Fernández
Link de Origen:
El texto que presentamos a
continuación forma parte de un proyecto experimental de escritura desarrollado
por la autora, quien se propuso explorar diferentes estilos, formatos,
artefactos y géneros literarios para abordar cuestiones trabajadas en dos obras
publicadas por nuestra editorial: «Mandíbulas autómatas» y «La Hiperstición, la
más nueva de las letosas».
Este ejercicio de experimentación se
está realizando en colaboración con la delegación editorial y otrxs autores
invitados –María José Colombo y Lucho Florio– quienes enriquecen el trabajo
acerca de las formas contemporáneas de producción y circulación de
textos. En esta oportunidad, la autora eligió trabajar con el formato de texto
digital, aprovechando sus características particulares para analizar cómo los
modos de transmisión de la palabra se fueron transformado en la era de las
redes sociales y las comunicaciones digitales.
Lo que el lector encontrará aquí es,
entonces, no sólo un análisis del funcionamiento de la verdad digital, sino
también una exploración práctica de las posibilidades y limitaciones que ofrece
el formato digital para la escritura y el pensamiento crítico. El texto mismo
se convierte así en un ejemplo de las tensiones y desafíos que analiza,
demostrando cómo las formas de escritura contemporáneas pueden ser utilizadas
para analizar sobre sus propias condiciones de producción y circulación. Este
trabajo forma parte de nuestra búsqueda continua por leer y escribir las
transformaciones que atraviesan los modos de transmisión de la palabra en la
actualidad, siempre desde una perspectiva que combina la rigurosidad analítica
con la experimentación formal.
Nota de edición
A la luz de ciertos acontecimientos
(diseminados en el mundo como si no tuvieran relación alguna, y que redundan en
un Estadicidio legitimado), reflexionar sobre los modos de transmisión de la
palabra puede resultar ingenuo. Lo sé; pero, puesto que la batalla también se
libra en el terreno discursivo, quienes nos dedicamos al psicoanálisis no
estamos exceptuados de intervenir —o, en todo caso, de ser cómplices con
nuestro silencio y falta de acción.
Walter Benjamin, en su ensayo «El narrador» (1936), ofrece una primera clave
para leer ciertas transformaciones que vienen teniendo lugar. Su texto nos
recuerda que los modos de transmisión de la palabra fueron urdidos en ritmos
tan lentos como los cambios que en cientos de milenios sufrió la superficie de
la Tierra. Si bien Benjamin analiza la transmisión oral, la novela y la
información, su marco conceptual permite pensar otros modos existentes en su
época, como la poesía, y aquellos que estaban por venir, como la transmisión
digital.
Estos diferentes modos de transmisión
–oral, novelístico, poético, informativo y digital– coexisten en nuestra
contemporaneidad. Sin embargo, tal convivencia no es pacífica: existen procesos
de apropiación, donde un modo incorpora elementos de otro; de adaptación, donde
las formas tradicionales modifican sus propiedades para subsistir; y de
colisión, donde diferentes modos entran en conflicto y pueden llegar a anularse
entre si.
La particularidad de nuestra época
reside en la emergencia de un nuevo modo de transmisión que entra en conflicto
directo con cualquier forma que implique la palabra encarnada: la transmisión
digital o el estado viral de la palabra. Este modo, que encuentra su condición
de posibilidad en la revolución electrónica y se potencia con la escritura
algorítmica, no representa sólo una nueva tecnología de comunicación, sino una
transformación radical en nuestra relación con el lenguaje, los cuerpos, la
escucha y la verdad.
Toda verdad se compone, nunca es algo
de lo que se parte, sino algo a lo que se llega. Pero hay modos y modos de
composición de la verdad. La verdad digital, que emerge de esta nueva
forma de transmisión, presenta características específicas que la distinguen de
otros tipos de construcción. No se trata de una verdad que se alcanza a través
del diálogo, el consenso o la investigación, sino de una producción semiótica
que se autolegitima mediante su capacidad de reproducción exponencial. Esta
verdad sintética opera como un «hype»: una promoción intensiva que busca
provocar respuestas emocionales inmediatas en audiencias específicas.
La verdad sintética es una producción
semiótica liberada al máximo posible de seres hablantes, que acopla engranajes
tecnológicos a engranajes de carne; primero, a través de las milicias
digitales, y luego, a través de mandíbulas autómatas desafiliadas del
inconsciente. Su realización hasta la operatividad, depende de la
estupefacción, la subyugación y la esclavitud de las poblaciones.
Para comprender el funcionamiento y
la anatomía de la verdad sintética, aquí leemos paso por
paso lo que llamaremos el caso de Fabricia, la nena de 10 años
rociada con gas pimienta durante una protesta en Buenos Aires(1).
Miércoles 11 de septiembre de 2024.
16:31 hs.: A siete minutos para que
el oficialismo consiga los votos necesarios para confirmar el veto
presidencial, la guardia de infantería de la Policía Federal recibe la orden de
avanzar barriendo a los manifestantes de la avenida Rivadavia. A la altura de
Rodríguez Peña y Callao, el oficial Cristian Rivaldi rocía gas pimienta en la
cara de Fabricia, una nena de 10 años que está sentada en calle al lado de su
madre durante la protesta.
16:36 hs.: Dos minutos antes de que
la Cámara de Diputados deje firme el veto del presidente Javier Milei a la ley
de reforma jubilatoria, Gabriel Palandri y Luciano Aguiló, desde la cuenta de X
Los Herederos de Alberdi (@LHDA16), escriben: “Cárcel a los padres que van con
criaturas”. El tuit alcanza las 37.700 reproducciones y las 622 réplicas.
16:39 hs.: El usuario anónimo
termo (@usdtermo), a quien siguen 142.300 personas, escribe: “Cómo vas a llevar
a un nene pedazo de enferma”. El tuit tendrá 104.500 reproducciones y 785
réplicas.
16:43 hs.: La cuenta Agarra la Pala
(@agarra_pala), con 196.600 seguidores e identidad no confirmada, insiste: “¿Y
los padres dónde estaban? Llevaron criaturas a la marcha”. Ese tuit será leído
13.400 veces y replicado 228.
16:47 hs.: Daniel Parisini,
@GordoDan_, uno de los trolls más pesados del mecanismo de construcción de la
verdad sintética oficial, escribe: “Los kukas usan a sus nenes de escudo humano
contra la policía. No hay nada más bajo en el escalafón humano que ser kuka”.
El mensaje tendrá 112.100 vistas y 1.185 reposteos. El mismo, además, hace uso
de un rumor que ya fue esparcido como reguero de pólvora en la época de la
dictadura militar/civico/eclesiástica y que reproducía algo semejante respecto
de personas pertenecientes a organizaciones de resistencia como
Montoneros u otras.
Le siguen, en intervalos similares,
un tuit de @therealbuni con casi 47.000 reproducciones, y el de mayor
interacción, del streamer Mariano Pérez –@marianoperez912-, con 416.700.
18:23 hs: Después de que Amnistía
Internacional repudió el episodio, la ministra Bullrich publica un tuit: “La
responsabilidad de llevar a una nena de 10 años a una marcha rodeada de
personas violentas es responsabilidad de esta madre irresponsable”. Su mensaje
genera 2,4 millones de reproducciones y se comparte 6.000 veces.
18:46 hs: Javier Milei comparte el
tuit de la Ministra.
En ciento treinta minutos, el mensaje escrito por dos pibes se ve al
menos 3.131.400 veces hasta el reposteo del presidente de la Nación, y se
replica en siete cuentas grandes de X.
Unos minutos después, el jefe de la
Policía Federal, Alejandro Rollé, manda un video fake a la producción
de las señales periodísticas TN y La Nación+, en el que supuestamente se ve a
una mujer de chaleco naranja rociando algo en medio de un gentío. Los canales
lo emiten sin chequear.
19:28 hs: @agarra_pala vuelve a
tuitear: “Se cayó a pedazos otra opereta de los kirchneristas. Quisieron instalar
que la policía reprimió a una nena de 10 años pero fue una manifestante que
lanzó pimienta roja en polvo”. Su mensaje será visto 342.700 veces y
compartido más de 3.000.
19:41 hs.: La cuenta anónima
Hombre Gris (@hombregrisxd) culpa a “los piqueteros del [líder del Polo Obrero
Eduardo] Belliboni” por la agresión. Pide “difundir a full”.
19:52 hs: Milei repostea
un tuit del usuario @JMileiElecto que repite lo mismo.
19:56 hs.: El Gordo Dan aporta el
suyo: “¿Vieron la nena de 10 años que los kukas llevaron a la marcha para usar
de escudo humano con la policía y a la que le tiraron gas pimienta? Bueno, se
confirmó que los que le tiraron gas pimienta fueron los mismos kukas”. Su
posteo tendrá 881.000 vistas y 5.000 compartidas.
Esa noche, los periodistas afines al
gobierno repiten la noticia y la secretaria de Seguridad, Alejandra Monteoliva,
transforma la mentira en versión oficial: “Las imágenes se analizaron y no
estaba la presencia de la policía en este momento. Evidentemente fue un gas que
arrojaron estas personas que estaban en proximidad a ella”.
Un mes más tarde, citada por los
diputados en el Congreso, la ministra Bullrich insistirá en que tienen pruebas
que demuestran “cuadro por cuadro” la inocencia del agente. No las muestra
porque, según lo que dice, fueron presentadas en el juzgado federal de María
Servini, donde se investiga el ataque contra Fabricia. Sin embargo, ni siquiera
la Comisión Provincial por la Memoria –el organismo denunciante– tiene
acceso al expediente.
A través del espacio y el tiempo de
las redes sociales, las fuerzas digitales del cielo cumplieron su
cometido. La anatomía de la verdad sintética se desarrolló en tres fases:
Fase 1: El crimen inicial. El 11 de
septiembre de 2024, durante una protesta frente al Congreso, un oficial de la
Policía Federal roció gas pimienta en el rostro de Fabricia, una niña de 10
años que se encontraba sentada junto a su madre. Este hecho concreto
desencadenó una batalla por la construcción de la verdad en el espacio digital.
Fase 2: La activación de la
maquinaria digital. En menos de siete minutos después del incidente, comenzó a
operar un mecanismo coordinado de construcción de una narrativa alternativa.
Las cuentas @LHDA16, @usdtermo y @agarra_pala iniciaron una campaña que
desplazó la atención del acto policial hacia una supuesta «irresponsabilidad
materna». Esta narrativa se amplifica exponencialmente a través de una red de
cuentas con gran cantidad de seguidores, y también gracias a un contenido
emocional infalible, que no tiene perdón para el súper yo: la falta de una
madre que no cuida a su hija.
Fase 3: La oficialización de la
narrativa. La intervención de funcionarios gubernamentales, incluyendo a la
Ministra de Seguridad y al Presidente, legitimó la versión alternativa. La
presentación de un video manipulado en medios masivos integrados al proceso de
construcción de una verdad sintética que, aunque contradecía la evidencia
inicial, se desarrolló como la narrativa dominante.
Este hecho da a ver y a escuchar cómo
la verdad digital no opera mediante los mecanismos tradicionales de construcción
social de la realidad, sino a través de lo que podríamos denominar una
«conjuración algorítmica»: una convocatoria a la existencia mediante la
aceleración y reproducción exponencial de narrativas. Su efectividad depende
menos de su veracidad que de su capacidad de generar estupefacción y adhesión
inmediata.
Cada acto en la realización de la verdad digital es una acción
beligerante en una guerra donde multitudes de hechos son movilizados por
los poderes de una milicia digital puesta en marcha por arquitectos de un
artefacto paraestatal pago pero también gratuito.
La verdad digital no es sólo un efecto secundario de la era algorítmica:
es la más nueva de las letosas, utilizada a voluntad de los creadores de una
subjetividad preformateada. Sin embargo, a diferencia de las letosas
tradicionales, la verdad digital opera con una velocidad y alcance sin
precedentes, constituyéndose en un dispositivo de poder que requiere nuestra
atención crítica y análisis.
En la sesión del 10 de marzo de 1965,
de «Problemas cruciales para el psicoanálisis», Lacan se levantó contra los
analistas, a la manera anglosajona, que se alineaban con la teoría de la
información, por lo que enunció: «El lenguaje no es un código,
precisamente porque, en su menor enunciado, lleva consigo el sujeto presente en
el enunciado. Todo el lenguaje, y más aún el que nos interesa, el de nuestro
paciente, está inscrito, es bastante evidente, en un grosor que supera con
creces al lineal, codificado, de la información.» Pero hoy, ante los
acontecimientos que todos estamos experimentando, y pese a que la información
no constituye el lenguaje del que adviene un sujeto, resulta perentorio
reconocer su impacto en la subjetividad contemporánea. La velocidad y la
magnitud con que la información digital modifica los modos de hablar, sentir y
relacionarnos sobrepasa nuestra capacidad actual de lectura y acción. Por esto
no tendríamos que seguir considerando que la información y su más flamante
producto, la verdad sintética, están por fuera de nuestro campo, porque en
definitiva también son materia de goce y productores de realidad.
La emergencia de la verdad digital
como modo dominante de construcción de la verdad plantea desafíos para el
pensamiento crítico y la práctica psicoanalítica. La batalla por la verdad en
la era digital necesita de la construcción de nuevas herramientas conceptuales
que propicien condiciones de legibilidad y resistencia ante los mecanismos de
la hiperstición digital. Sólo mediante un análisis de este modo del lenguaje
tal vez podremos mantener vivos aquellos modos de transmisión que conllevan la
dimensión del sujeto en el acto de enunciación.
[1] La fuente de la que se extrae el paso a paso de la construcción de la
verdad sintética es https://perycia.com/2024/11/santiago-caputo-y-un-fandom-salvaje-asi-desinforman-y-atacan-los-tuiteros-de-milei/. Una
nota a la que llego gracias al trabajo de investigación de María José Colombo,
quien forma parte junto a Laura Gobbato, Lucho Florio, Valeria González y
Gabriela Odena, de uno de los grupos conformados para realizar esta
experimentación.
[2] Los textos «primeros» de los que parte está experimentación son
«Mandíbulas autómatas» y «La hiperstición, la más nueva de las letosas», ambos
de la autora y publicados en papel, en 2024, por En el margen. Para más
despliegue del tema se puede recurrir a sus lecturas.
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