Nos Disparan desde el Campanario Elon Musk inaugura una era de millonarios en el gobierno… por Ben Burgis
Fuente: Jacobin
Link de Origen:
https://jacobinlat.com/2024/12/elon-musk-inaugura-una-nueva-era-de-multimillonarios-en-el-gobierno/
Traducción: Florencia Oroz
Elon Musk, el hombre más rico del
mundo, acaba de utilizar su influencia política para bloquear un acuerdo
bipartidista destinado a mantener el gobierno en funcionamiento. Es obsceno,
pero es solo un ejemplo de cómo los multimillonarios dominan la democracia
estadounidense.
urante el primer debate republicano
de 2015, Donald Trump se posicionó como un audaz revelador de la verdad, casi
un delator, de la influencia corrupta que había ejercido en los políticos como
donante adinerado. Los moderadores le preguntaron por qué había dado dinero a
los demócratas en el pasado, y él respondió: «Doy a todo el mundo. Cuando me
llaman, yo doy. ¿Y saben qué? Cuando necesito algo de ellos, dos años después,
tres años después, los llamo. Están ahí para mí. Y eso es un sistema roto».
Como Andrew Prokop señaló con
ironía en su momento, era un discurso inusual. «Los reformistas suelen
presentarse como intachables». Trump, en cambio, casi sonaba como si estuviera
presumiendo. Se presentaba a sí mismo como alguien que había jugado con el
sistema, lo conocía por dentro y por fuera y, por tanto, podía tener una visión
clara de lo que había que arreglar.
Nueve años después, Trump se prepara
para iniciar su segundo mandato como presidente. Y uno de sus colaboradores más
cercanos (y, con diferencia, su donante político más importante), el
multimillonario Elon Musk, acaba de utilizar su riqueza para influir en el
proceso político de una forma mucho más flagrante que cualquier cosa de la que
hablara Trump en el escenario de aquel debate de 2015.
Musk compró la plataforma de medios
sociales entonces conocida como Twitter (ahora X) por 44.000 millones de
dólares en 2022. Hay muchas razones para sospechar que ha manipulado el
algoritmo del sitio para impulsar sus propias publicaciones. Sea como fuere, es
el usuario más popular de Twitter/X, con 207,9 millones de seguidores. Incluso
el presidente electo solo tiene 96,2 millones. Desde la madrugada del
miércoles, Musk utilizó ese megáfono en que ha convertido X para publicar 150
veces sobre su oposición a un acuerdo bipartidista para evitar el cierre del
Gobierno justo antes de Navidad.
Durante las elecciones, Musk gastó
más de 200 millones de dólares en dos PAC pro-Trump, lo que le convirtió con
diferencia en el donante que más gastó en ambos lados de la contienda. Fue
recompensado con un lugar tan prominente al lado de Trump que un observador
casual podría ser perdonado por asumir que Musk en lugar de J. D. Vance era el
compañero de fórmula de Trump.
La combinación de la estrecha
asociación que adquirió con el presidente electo y su prominencia en la
plataforma de medios sociales que había comprado, bastaría por sí sola para que
la ruidosa oposición de Musk al acuerdo de gastos hiciera girar las cabezas de
muchos legisladores republicanos. Sin embargo, no contento con este nivel de
influencia, Musk aprovechó su día de furia para amenazar públicamente con
financiar personalmente las primarias contra cualquier congresista republicano
que votara a favor del acuerdo.
Cuando el dinero habla
Esa no es una amenaza que ningún
republicano con instinto de conservación política se tomaría a la ligera. Musk
es el hombre más rico del mundo, con un patrimonio neto declarado de
455.000 millones de dólares. Para ponerlo en perspectiva, es casi 70 veces el
valor estimado del patrimonio del propio Trump, de 6610 millones de dólares.
Musk podría financiar muchas primarias antes de sentir que su cartera se
aligera.
La combinación de esta amenaza, y el
deseo de ser visto como del lado de una figura que se ha ganado el prestigio de
la base de Trump, fue suficiente para acabar con un acuerdo de gasto que el
presidente de la Cámara, el republicano Mike Johnson, había pasado meses negociando
con los demócratas. Ahora no está claro si se podrá evitar un cierre. No se
sorprenda si muchos empleados federales terminan teniendo que pasar un mes
trabajando sin paga como lo hicieron en 2018, o si los beneficios del Programa
de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) —es decir, cupones de alimentos—
se paralizan. Sin embargo, incluso si se evita ese resultado, esta fue una
forma notablemente descarada de que un multimillonario flexione sus músculos
políticos, y debería molestar profundamente a cualquiera que se tome en serio
la democracia.
Permitir la existencia de
multimillonarios es absurdo. Un millón y mil millones son cantidades de dinero
que superan con creces lo que la mayoría de nosotros podemos llegar a tener en
nuestras cuentas bancarias, por lo que es fácil olvidar la enormidad de la
diferencia. Pero para ponerlo en perspectiva,
si imaginamos a un ser longevo (tal vez un vampiro) que llegó al hemisferio
occidental con Cristóbal Colón en 1492 y de alguna manera consiguió ganar y
ahorrar el equivalente a mil dólares estadounidenses contemporáneos cada día
desde que llegó, el vampiro tendría un millón de dólares en algún momento de
1495. Ni siquiera llegaría a la quinta parte de los mil millones de dólares en
2024.
Es difícil imaginar cuánto dinero son
455.000 millones de dólares. Desde el punto de vista de la justicia
distributiva, dejar que un hombre tenga tanto dinero mientras otros luchan por
pagar el alquiler o el alimento de todos los días es una abominación. Pero
cuando combinamos ese tipo de riqueza con dejar que los multimillonarios
compren influencia política, las consecuencias para cualquier cosa que se
parezca a una democracia significativa son sombrías.
Una plutocracia bipartidista
El problema, sin embargo, es mucho
más profundo que el propio Musk. La naturaleza ultrapública de su intervención
en el proceso político hizo que la realidad del dominio multimillonario fuera
cegadoramente obvia, pero la mayoría de las formas en que los multimillonarios
gastan parte de su riqueza en asegurar resultados políticos son menos parecidas
a eso que al proceso que Trump describía en 2015, por el que establecería
relaciones con políticos de ambos partidos, y ambas partes de esa relación se
harían favores mutuamente. O como la forma en que Jeff Bezos puede influir en
el discurso político a través de su propiedad del Washington Post. O la
forma en que cualquier persona lo suficientemente rica como para poseer
empresas que emplean a mucha gente y generan muchos ingresos fiscales puede
hacer sudar a los políticos amenazando con trasladar sus operaciones a una
jurisdicción diferente o al extranjero.
En este momento, mientras Musk nos
restriega por la cara el poder político que le confiere su riqueza, muchos
demócratas pueden sentirse tentados a sacar partido de este asunto. Es un buen
instinto en abstracto: los temas de conversación se escriben solos. Pero la
propia credibilidad de los demócratas en la cuestión de la influencia de los
multimillonarios está por los suelos. A finales de octubre, Forbes calculaba que
ochenta y tres multimillonarios respaldaban la candidatura de Kamala Harris,
frente a los cincuenta y dos de Trump. Por supuesto, dado que uno de esos
cincuenta y dos era el hombre del mundo con más miles de millones, y que donó
más generosamente que cualquiera de los ochenta y tres de Kamala, Trump seguía
estando en mejor posición. Pero no hay mucho populismo que puedas hacer
mientras cobras cheques de ochenta y tres multimillonarios.
Por supuesto, muchos plutócratas
prefieren cubrir sus apuestas y extender su influencia a lo largo y ancho.
Dirían lo que dijo Trump en 2015. «Doy a todo el mundo. Cuando me llaman, yo
doy». Mientras los políticos de ambos partidos sigan llamando por teléfono a
los ultrarricos, el reinado de los multimillonarios en Estados Unidos
continuará.
Ben Burgis es profesor de filosofía y autor de Give Them An Argument:
Logic for the Left. Es presentador del podcast Give Them An Argument.
me cuesta mucho creer que musk sea tan rico fabricando autitos electricos
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