Nos Disparan desde el Campanario El neoliberalismo es irreversible, como la muerte, es parte de ella… por Gustavo Marcelo Sala
A medida que avanza este nuevo ensayo
neoliberal, programa que a mi entender y en lo profundo de su idea se
desarrolla sin ningún tipo de perturbación social, más allá de algún esporádico
espasmo de cotillón urbano, se advierte con preocupación y a propósito de las
asimetrías sociales existentes una ausencia total de compromiso para discutir
dichos paradigmas. Temo que el neoliberalismo como idea, por fuera de lo que
representa la actual banda gobernante, acaso no en su letra chica pero sí en su
simbología, ha encontrado nichos de confort en todos los partidos; no tenemos
más que atender al lenguaje para comprender que cierto sentido común neoliberal
ha cooptado el discurso interno de los colectivos políticos. Sofismas como
competencia, costo laboral, cargas sociales, impacto negativo de los subsidios,
resultan risibles de escuchar en regiones del país en donde nada de eso existe
ni existirá ya que la economía circula de acuerdo a un histórico orden
establecido por las anchas avenidas de la explotación, la cartelización
comercial y el feudalismo corporestatal. Sin embargo hasta en las pequeñas aldeas
ese lenguaje neoliberal ha tomado encarnadura horizontal, y de alguna manera es
muy útil para profundizar ese formato medieval que el dependiente de ese
sistema acepta como único posible.
Según consigna Jorge Alemán “El
Neoliberalismo en su despliegue de operaciones financieras a gran velocidad
debe hacer desaparecer la Historia. En este punto, los políticos que lo
representan no necesitan de ningún "relato fuerte ", les basta con
remitir todo a un presente absoluto y a una promesa de futuro. No es
necesario disponer de ningún saber maquiavélico, es suficiente con el discurso
de la autoayuda como una narrativa de autorrealización del yo, que tiene como
función esencial deshistorizar a la política e infantilizar mediáticamente a la
población. Aquí es necesario destacar distintos aspectos del discurso de
autoayuda. En primer lugar, su carácter "perfomativo", es decir, que
funciona como una orden velada que indica lo que debe "hacerse
" para cumplir con el objetivo. Si no funciona la autoayuda, que nunca
funciona del todo, va tomando su lugar el suplemento represivo e intimidante.
No olvidemos que el secreto de la narrativa de la autoayuda es que es en sí
misma una máquina disciplinaria de segregación que se esconde en sus promesas
de lograr y realizarse como un valor en permanente aumento”.
Los melones en el carro se acomodan
solos, y eso el neoliberalismo lo sabe y lo profundiza, a tal punto que solo
necesita andar de acuerdo a su ritmo, siguiendo su ruta proyectada, no
apartándose ni un centímetro de sus senderos cardinales, embarazando aún más el
recorrido. Sabe que algunos de los melones que lleva dentro del carro se
mostrarán disconformes, ciertamente crispados, frutos que pasados los kilómetros
se exhibirán fatigados debido a que las comodidades no son las requeridas o
soñadas; aun así el neoliberalismo conductor está absolutamente seguro que ese
melón, a poco de mirar a por fuera del carro, verá que la suerte que le espera
en la extranjería lejos está de ser mejor, en consecuencia hará todo el
esfuerzo demandado de forma tal se conforme y se adapte a ese rincón en donde
por mandato del mercado de frutos dejará descansar su mutilada existencia hasta
finalmente compartir la elegante mesa gourmet del cochero y sus amigos, pero
solo como refrescante alimento de fin de fiesta.
Acaso las cuestiones más complejas de
asimilar con relación a este drawiniano fresco social relatado sean por un lado
la resistencia de los pocos melones que prefieren no subir al carro, cucumis
melos minoritarios que optan por la libertad de sus paradigmas y que se niegan
por convicción a ser bocado neoliberal y que en su lugar luchan para que ese
carro nunca llegue a su destino final, enfrentando la superioridad moral de los
que arriba se muestran apretados, silentes, mirando siempre el mismo cielo,
acomodados y conformes por obra gracia de sus quiebres y los quiebres del
camino.
Los melones en el carro se acomodan
solos, sentenciábamos desde este espacio el septiembre pasado y eso el
neoliberalismo lo sabe, y a tal punto lo sabe que hasta se da el lujo de llevar
en su carga algunos frutos recelosos, de manera demostrarles a los demás que si
estos están, el destino no puede ser tan malo como los perversos de las zanjas
linderas les quieren hacer creer. Para ello “los medios, como fines
estratégicos, disfrazados de medios de comunicación e información”, fuentes de
“aculturización y gatopardismo” son convenientemente llevados adelante y
manejados por melones que por ventura neoliberal suelen ocupar lugares
ventajosos dentro del carro, sitios de ex profeso determinados por el conductor
y que el resto que se acomoda solo, desconoce o prefiere ignorar; el
neoliberalismo sabe que la mejor manera de disciplinar es la amenaza de caída,
situación que el mayoral no tendrá inconveniente en afrontar si pierde
velocidad de acción o se encuentra ante un conflicto de carga.
No hay que preocuparse o alarmarse:
los melones se acomodan solos, afirma
el neoliberalismo...
los melones se acomodan solos afirman
los medios...
los melones se acomodan solos afirman
los melones incluidos...
los melones incluidos se acomodan
solos, sentencian los melones que aún fuera desean ser incluidos dentro del
carro...
los melones incluidos y los melones
que desean ser incluidos se acomodan solos dictaminan los melones que aspiran a
no ser manjar de unos pocos y que justamente prefieren mantenerse a la vera del
sendero libres y a la espera de refrescar el alma de tanto melón burgués cuyo
máximo anhelo es ser comido por una pudiente caterva de psicópatas en medio de
una pornográfica verbena clasista...
los melones no se acomodan solos,
decimos los que no nos consideramos melones sino personas, porque el asunto no
es ser melón contestatario o progre sino dejar de asumirse melón, abandonando
la idea de ir a los tumbos, luchando para que ese carro deje de circular más
temprano que tarde...
Por lo visto una muy buena parte de
nuestra sociedad no está interesada, en el marco de la coyuntura, que el modelo
contenga, incluya y distribuya. Estos amplios sectores se han subsumido a la
tecnocracia financiera que proponen los Ceos gobernantes entendiendo que ésta
merece de sacrificios humanos, siempre de otros. Si luego de este exitoso y
potente shock pragmático e ideológico las clases medias
logran estabilizar sus intereses prácticos, la alianza antes mencionada se
solidificará y durará mínimamente hasta la próxima crisis, coyuntura que
existirá en tanto y en cuanto el propio sistema no piense en su superviviencia,
vale decir, tratar de no llegar a un diciembre del 2001. En el presente
observamos a dirigentes políticos, sindicalistas, empresarios, antes
oficialistas, hoy también, analizando las recetas del presente como las únicas
posibles. Dicho esto la alianza ideológica transversal está en marcha y acomoda
los melones a medida que el carro avanza sin ningún tipo de deconstrucción
o análisis sobre las causas y los efectos de sus espasmos.
“El neoliberalismo es una pesadilla
que no se acaba nunca ya que es una nueva forma histórica para un nuevo
ser humano que, bajo el imperativo del rendimiento y la ley de la competencia,
se apropia incluso de la vida más íntima de los individuos” afirmó
Laval. Este totalitarismo necesita del auxilio del homo canalla, y dicho
auxilio debe tener la eficiencia de la adaptación. Ni convencimiento
individual, ni cooptación compulsiva, es una suerte de mandato social que
incluso genera nuevas patologías a medida que va corriendo los límites desde el
ser social en dirección unívoca hacia el ser individual. Resistir al embeleco
canalla es la tarea...
Afirma Javier Miró:
Tres joyitas que resalto del texto
1”esporádico espasmo de cotillón”
2 La crisis está siendo un éxito
3 las afirmaciones de Laval
Por estas playas Australianas el ex Primer Ministro laborista Paul Keating se
refería acerca del Liberal Tony Abbott que de imponerse cambiarían la forma de
vida de los ciudadanos para siempre, con un énfasis especial remarcaba “for
ever”
Difícil de creer cuando uno está en un barco tan inmensamente firme y piensa
como el capitán del Titanic esto no puede hundirse; sin embargo puedo afirmar
que en las grietas de su carcaza ya se ven daños irreparables.
Hay un error semántico que se instala en las mentes de que en política en una
elección hay políticos que ganan y otros que pierden, es hora de que nos demos
cuenta de que los que no salen primeros en la elección y pasan a ser oposición
no pierden siguen cobrando y disfrutando de sus prebendas, es la gente la que
pierde. Esto produce una instalación de este régimen sin alternativas.
La falta de reciclaje , análisis y debates de ideas con el consecuente paso al
costado de los que ya no aportan nada, eterniza dinosaurios y sus artríticas arterioscleróticas
ideas y comportamientos(bien explicado en tus comentarios de “los jóvenes de
ayer”)
El liberalismo no es un fin en sentido apocalíptico y esa es la trampa ,
algunos puerperios de prosperidad y espejitos de colores , mezclados con nuevos
shopping centers mantendrán el sueño americano y el individualismo como
estandarte.
No podemos ignorar que la experimentación con drogas tipo boludol y uno a uno
con blindaje y megacanje han dejado un país muy distinto del que se soñaba en
el 83 y que a pesar de 12 años de anomalía , los estragos especialmente en la
permeabilidad de las mentes y la falta de discernimiento permiten este nuevo
renacer Liberal se han hecho piel.
La ciudad del mundo nuevo también tendrá tango, cabildo, asado y choripán pero
nuestras vidas y en especial lo que deberíamos haber sido ( que nunca lo
sabremos) habrán cambiado “for ever”
*Gustavo
Marcelo Sala. Editor
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