Fuente: Sin Permiso
Link de origen:
https://www.sinpermiso.info/textos/acuerdo-mercosur-ue-un-acuerdo-vampiro
Con la presencia de la conservadora Ursula von
der Leyen, la Cumbre del Mercosur tiene lugar estos 5 y 6 de diciembre en
Montevideo. En Europa, y particularmente en Francia, el acuerdo es rechazado
por las grandes multinacionals de origen francés de la agroindustria, pero
también por los pequeños productores, lo que ha llevado al gobierno francés a
inclinarse ante la presión de la poderosa FNSEA, la Federación Nacional de
Sindicatos de Agricultores (Fédération nationale des syndicats d’exploitants
agricoles), representante de los grandes grupos agroindustriales.
El primer artículo de este dossier informa
sobre la reunión. El segundo, publicado en febrero del 2021 en el sitio Climática, aporta otro enfoque al señalar que el
acuerdo UE – Mercosur “anticipa más deforestación, más paro, más hormonas y
antibióticos en la carne y más huella de carbono” y lo califica de “acuerdo
vampiro”, mientras algunos politólogos festejan "un Mercosur más amplio y
enriquecido en términos políticos". La firma de los acuerdos en Montevideo
tendrá que ser ratificada por los distintos parlamentos nacionales, dónde se
espera fuertes debates sobre su contenido. Correspondencia de Prensa
La presidenta de la Comisión Europea se
reunirá con Luis Lacalle Pou y los principales mandatarios del bloque para
buscar concluir la negociación técnica.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula
von der Leyen, estará en Montevideo durante la próxima Cumbre del Mercosur este
jueves y viernes, lo que se traduce como una señal para cerrar finalmente el
acuerdo técnico entre el bloque sudamericano y la Unión Europea (UE), según
señalaron fuentes de las negociaciones a la diaria.
Según informó El Observador, la jerarca
europea mantendrá una reunión el viernes con los presidentes de los países
miembros del bloque –Luis Lacalle Pou, de Uruguay, Santiago Peña, de Paraguay,
Javier Milei, de Argentina y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil–. Tras ese
encuentro, se aguarda que haya una confirmación del acuerdo entre ambos grupos.
Según supo la diaria, Von der Leyen prevé
reunirse con Lacalle Pou este jueves y participará en la reunión de bienvenida
de la cumbre de presidentes el viernes; días atrás se había especulado con la
llegada de la jerarca y se marcaba que su venida a Uruguay estaba sujeta al
avance de la negociación entre ambos bloques.
Si bien todavía no hay una confirmación total
de que se vaya a concretar el cierre de la negociación técnica, su presencia en
la cumbre es un paso significativo en la negociación, trancada desde hace
varios años. Las dudas sobre el desenlace de la reunión de este viernes están
relacionadas con la postura que ha tenido Paraguay, cuyo canciller, Ruben
Ramírez, destacaba el 2 de diciembre en una declaración sobre la necesidad del
acuerdo comercial, pero apuntaba que debían “defender” los intereses de su
país.
La aprobación del acuerdo técnico sería
histórica, ya que las negociaciones entre ambos bloques llevan 25 años con idas
y vueltas. El canciller uruguayo, Omar Paganini, había comentado días atrás que se estaba ante un
momento “crítico”, ya que se
avizoraba la posibilidad de firmar el acuerdo en Montevideo, pero advertía que
luego lo acordado se debe ratificar en los parlamentos respectivos.
“No es la firma del tratado, que requiere una
serie de procesos mayores, pero estamos en un momento de cierta incertidumbre,
porque estamos en las etapas finales de negociación y es el momento en que
aparecen además los problemas, y las voces opuestas al acuerdo en el mundo se
pueden levantar”, comentó.
“El acuerdo con la UE podría ser un punto de
inflexión para el Mercosur”
Analistas internacionales coinciden en señalar
que la posibilidad de este acuerdo entre la UE y el Mercosur será el tema
“central de la agenda”, y “cualquier sea su desenlace” será “decisivo para el
futuro del bloque”, valoró la politóloga especialista en temas internacionales
Micaela Gorriti.
“Un acuerdo con la UE podría ser un punto de inflexión
para el Mercosur, que lo saque del letargo en el que se encuentra desde hace
años. Más allá de los efectos económicos inmediatos, posicionaría al bloque
seriamente como una plataforma de inserción internacional para la región, algo
que, en el mundo multipolar que se viene, será crucial”, comentó la
especialista.
De todos modos, Gorriti alertó de que la
“resistencia” al tratado “sigue siendo fuerte”, en particular desde los
sectores agrícolas europeos, “encabezados por Francia”. Estos grupos ven el
acuerdo como una “amenaza” por las “diferencias en estándares ambientales y
sociales” de la producción. “Esta postura ha abierto un debate más amplio sobre
las desigualdades históricas en las responsabilidades ambientales”, apuntó.
Gorriti señaló que, si bien Francia es líder
en esa resistencia, otros países, como Polonia, Irlanda y Países Bajos, también
han marcado diferencias; frente a estas posiciones están Brasil y España, que
se destacan, dijo, como los “principales impulsores del acuerdo”, mientras que
Alemania –que históricamente ha estado a favor de las negociaciones– en la
actualidad se encuentra en un “escenario político interno complicado”, con
protestas de los sectores agrícolas y elecciones anticipadas para febrero. “A
mediano plazo, y considerando el creciente protagonismo de China y Estados
Unidos con [Donald] Trump en el horizonte, la alianza estratégica entre Europa
y América Latina parece necesaria”, sentenció.
Nastasia Barceló, politóloga con posgrado en
relaciones internacionales, comentó en diálogo con la diaria que el
acuerdo entre ambos bloques no es sólo un acuerdo comercial, sino que significa
una “alianza estratégica” e implica otras “dinámicas y aristas” que tienen que
ver con la circulación de los ciudadanos, entre otros temas. “En eso se ha
avanzado en los últimos años, y es producto de una política de Estado
continuada desde Uruguay y los países de la región”, valoró.
Barceló señaló que justamente el aspecto
económico es el que ha tenido mayores dificultades para concretarse, y eso
tiene que ver con “intereses sectoriales” que se “expresan en los intereses
nacionales”, principalmente en Europa. “Hay diferencias internas que van más
allá de la voluntad política de los gobiernos y que acaban imponiéndose en la
agenda”, sostuvo.
En ese sentido, señaló que es “difícil”
responsabilizar de la falta de acuerdo a la política de los estados. “Hay
sectores que juegan y tienen una influencia muy importante”, dijo, aunque
subrayó que las “posibilidades de avanzar existen”.
El Mercosur se amplía con Bolivia y Colombia
Además de este asunto, la cumbre del Mercosur
servirá también para avanzar en la ampliación del bloque. Barceló destacó que
Bolivia participará por primera vez como miembro pleno, lo que significa sumar
un Estado que aportará “muchísimo” al bloque en términos estratégicos y
geopolíticos.
En esa dirección, dijo que Bolivia aporta no
sólo en “diversidad de población”, sino en “términos de recursos naturales”, ya
que se trata de uno de los países que tienen litio y gas. “Tendremos un Mercosur
más amplio y enriquecido en términos políticos. Algunas potencias extranjeras
están mirando hacia la región”, comentó.
Colombia, en tanto, participará como un “socio
observador”, pero también tiene un rol “fundamental en América Latina”, ya que
se trata de una de las principales economías del continente. “Enriquece a un
Mercosur que deja de ser de cuatro países y pasa a ser algo más continental.
Eso fortalece muchísimo, y creo que Uruguay tiene oportunidades súper
interesantes para ampliar su voz”, sentenció Barceló. Gorriti destacó, en
tanto, el pedido de Panamá de ser un Estado asociado.
El debate de la flexibilización promovido por
Milei
Otro de los temas que estarán arriba de la
mesa durante la cumbre será la posición que llevará el presidente de Argentina,
Javier Milei, de avanzar en una “flexibilización” del bloque, una postura
similar a la que ha mostrado Uruguay en estos años durante el gobierno de Luis
Lacalle Pou. Esta postura abre una interrogante, dijo Gorriti, respecto de si
es posible una modernización del bloque que contemple tanto una “mayor
autonomía” de sus miembros como una “integración más eficaz”.
Barceló fue un poco escéptica sobre el
discurso que tendrá Milei, en tanto en otros momentos (con Mauricio Macri en
Argentina y Michel Temer en Brasil) hubo un signo “mucho más liberalizante” en
el bloque de lo que ha sucedido en este tiempo con Milei al frente de
Argentina.
“Estamos ante líderes que tienen esa retórica
antirregional, a los que finalmente, por intereses productivos y acuerdos
comerciales, se les hace difícil desandar un camino que tiene más de 30 años.
Hemos visto a un Milei que ha sido disruptivo en las políticas nacionales, ¿por
qué no en el Mercosur? No dejan de ser señales. Hay una retórica muy fuerte que
después no termina de concretarse”, comentó.
La Diaria, 5-12-2024
Fue Susan George, la activista de Attac (Asociación por la
Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana), quien
popularizó la expresión “acuerdos vampiros”, aludiendo a tratados de libre
comercio que se negocian en total opacidad, porque “si salen a la luz, se
mueren, pues rara vez resisten el debate democrático”. Algo así ocurre con el
tratado que podría firmarse entre la Unión Europea y el Mercado Común del Sur
(Mercosur), del que participan actualmente Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.
La falta de transparencia en la tramitación de
este tipo de acuerdos tiene que ver con que su implementación deja ganadores y
perdedores. Del lado de la Unión Europea, entre los sectores que más se
beneficiarán del acuerdo están las empresas del sector automotriz, la industria
química y los servicios, pero también el sector farmacéutico, agropecuario,
energético, minero y la banca.
Del lado del Mercosur, los mayores ganadores
son los exportadores agropecuarios y, en particular, los grandes frigoríficos
brasileños. “Son los grandes productores y exportadores los que se van a
beneficiar, no los pequeños y medianos productores”, afirma Luciana Guiotto,
miembro de TNI y Attac Argentina y coautora del libro El Acuerdo entre Mercosur y Unión
Europea. Estudio integral de sus cláusulas y efectos, que analiza críticamente las consecuencias
que tendría el tratado de ser ratificado.
Guiotto concluye que el acuerdo “congelaría
las asimetrías comerciales entre ambos bloques, haciendo más difícil de cambiar
el hecho de que el Mercosur exporta fundamentalmente productos con bajo valor
agregado, como carne, soja o zumo de naranja”. Pero tampoco saldrán bien parados
los ganaderos al otro lado del Atlántico: el sindicato agrario COAG ha estimado
las pérdidas para los agricultores españoles en unos 2.700 millones de euros al año. Empresas cárnicas brasileñas
como JBS, Marfrig, BRF y Minerva se han convertido en líderes del sector a
nivel global. Los que exportan ya grandes cantidades de carne vacuna, como JBS,
podrán hacerlo con aranceles mucho más bajos. Actualmente, la llamada “cuota Hilton” permite exportar de Brasil a la UE
46.000 toneladas de vacuno al año a un arancel del 20%; ahora, esa cantidad no
pagará arancel, y se añade una nueva cuota de 55.000 toneladas con un arancel
del 7,5%. De este modo, estas empresas acumularán beneficios, a pesar de que
las investigaciones de organizaciones como Amigos de la Tierra, Greenpeace, Repórter Brasil, Amnistía Internacional, Imazony Mercy
For Animals han probado su vínculo con la deforestación de la selva
amazónica y de otros ecosistemas vulnerables, como el Chaco y el Cerrado.
Estas empresas cárnicas brasileñas son financiadas por entidades bancarias
como el Banco Santander, que entre
2014 y 2019 fue la segunda entidad bancaria europea que más financió a JBS,
Marfrig y Minerva, directamente vinculadas con la deforestación en la selva
amazónica. La ratificación del acuerdo comercial UE-MERCOSUR puede suponer el
aumento de la inversión en actividades de deforestación por parte de las
instituciones financieras de la Unión Europea. Según Mute Schimpf, responsable
de Alimentación de Amigos de la Tierra Europa, “este acuerdo facilitaría las
actividades de los bancos y los inversores de la UE en la financiación de la
deforestación en los países del Mercosur, agravando así la amenaza a la que se
enfrentan los bosques y las tierras de las comunidades”.
Con este tratado, “el sector cárnico tendrá
una oportunidad de incrementar sus exportaciones o, al menos, de mejorar su
rentabilidad gracias a la reducción de aranceles”, concluyen los analistas de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL). Algo parecido sucede con la producción de soja. En
este caso, las exportaciones de soja del Mercosur a la UE, que alcanzaron los
2.188 millones de dólares en 2019, ya carecen de arancel, pero las empresas
agroexportadoras pagan retenciones en Argentina. Tales regalías deberán
reducirse a un máximo del 14%, lo que implica una pérdida de soberanía en la
política económica del país austral, en un sector que resulta clave para su
economía y que ha sido fuertemente cuestionado por el uso intensivo que
requiere de agua, tierra y agrotóxicoscon implicaciones severas para la salud de
cuerpos y territorios.
Menos garantías para las consumidoras
También disminuirán, de firmarse el acuerdo,
los controles en las aduanas, lo que preocupa a sectores críticos en Europa,
alertados por el excesivo uso de agroquímicos en los monocultivos de soja, así
como de hormonas y antibióticos en las macrogranjas. El informe El verdadero coste del Tratado
UE-Mercosur, de Amigos
de la Tierra, documenta que Brasil usa 149 pesticidas prohibidos en Europa, y
que la relajación de los controles de productos importados desde los países del
Mercosur podría exponer a los consumidores europeos a la ractopamina, una
hormona del crecimiento que está prohibida en 160 países, incluidos todos los
de la UE, pero que se utiliza en Argentina y Brasil. Por todo ello, se teme
que, de salir adelante el acuerdo, tenga un impacto que perjudique la salud de
los y las ciudadanas europeas.
Esta relajación en los controles aduaneros y
el incentivo a la importación de carne de vacuno del Mercosur puede hacer que
España aumente el volumen de carne de ternera procedente de zonas deforestadas
de Brasil y comercializada en los supermercados
españoles, muy difícil de rastrear su
trazabilidad por las deficiencias de la legislación en el etiquetado actual,
principalmente en la carne procesada. Entre 2014 y 2019, España importó 48.157
toneladas de vacuno de Brasil, siendo en 2019 el cuarto país europeo en cuanto
a volumen de importaciones de carne de vacuno de zonas afectadas por la
deforestación en Brasil.
Incrementar importaciones de soja y vacuno
implicaría, además, un aumento de las emisiones de gases
de efecto invernadero (GEI) que
profundizan el cambio climático, debido tanto a la deforestación ligada a la
expansión del modelo del agronegocio como al aumento del transporte en buques
de carga. Según la comisión de expertos independientes que evaluó el impacto del acuerdo,
implicaría la deforestación de 700.000 hectáreas en los seis años que seguirían
a su aplicación, especialmente de la Amazonia. España es en la actualidad el
tercer país europeo en huella de carbonoasociada a la importación de carne de vacuno
procedente de zonas deforestadas de Brasil, según un reciente estudio de Earthsight.
El riesgo de los protocolos ‘ad hoc’
El acuerdo, fraguado a lo largo de dos décadas
de negociaciones, la mayor parte del tiempo secretas, se encuentra hoy en fase
de “revisión técnica y legal”, lo que en inglés se conoce
como scrubbing. En esa fase, explica Guiotto, es habitual que se
introduzcan reformas importantes al texto, con una falta de transparencia aún
mayor que en el resto del proceso. Después, el texto deberá traducirse a todas
las lenguas de la UE, para pasar a su ratificación por el Consejo Europeo y por
cada uno de los países del Mercosur. De aprobarse por el Consejo, pasaría a los
parlamentos nacionales, pero ya no el texto completo: la parte clave del
tratado, la relativa a la política comercial, puede entrar en vigor aun sin la
ratificación en los parlamentos nacionales, como de hecho sucedió con el TLC
suscrito entre la UE y Colombia.
Del lado europeo, se ha colocado sobre la mesa
la preocupación por las políticas medioambientales del presidente Jair
Bolsonaro: durante su primer año en el poder, la deforestación creció un 85% en
Brasil. Un informe reciente encargado por el
Comité de Medio Ambiente del
Parlamento Europeo pone en duda la capacidad de Brasil para cumplir con
tratados internacionales como el de París, y admite que el tratado no contiene
disposiciones que garanticen la protección de los ecosistemas y de los derechos
humanos, ya que el recurso legal sólo es aplicable a violaciones de las
cláusulas comerciales. En la actualidad la Comisión Europea está trabajando en
la redacción de unos anexos que alivien las preocupaciones medioambientales y climáticas
de algunos gobiernos, como el de Francia o Alemania.
El tratado UE-Mercosur, al igual que la
mayoría de los reglamentos comerciales, es muy concreto sobre los aspectos
económicos, pero no regula adecuadamente los impactos sociales y medioambientales.
Este acuerdo ha sido alabado por la inclusión de un apartado sobre
sostenibilidad, a pesar de su redacción imprecisa y no vinculante, lo que hace
que su efectividad dependa de la buena voluntad de cada país.
“Si la UE y los países del Mercosur realmente
tienen voluntad de enfrentar el cambio climático, la deforestación y frenar las
violaciones a los derechos humanos, el lugar para hacerlo y lograrlo es
respectivamente la Convención Marco sobre el Cambio Climático, el Convenio
sobre la Diversidad Biológica y el Tratado Vinculante sobre Empresas
Transnacionales y Derechos Humanos que se está negociando actualmente en la
ONU. No este, ni ningún otro Tratado de Libre Comercio disfrazado de Acuerdo de
Asociación”, afirma Alberto Villareal, coordinador regional del Programa
de Justicia Económica y Resistencia al Neoliberalismo de Amigos de la Tierra
América Latina y el Caribe.
Aún es difícil prever si el texto, o al menos
su pata comercial, saldrá adelante. De lograrse la luz verde a este lado del
Atlántico, encontrará también, previsiblemente, oposición en Argentina, tal vez
el país más perjudicado por el acuerdo según el texto actual. Lo será por el
impacto que tendrá en la industria automotriz y de autopartes, y por lo tanto,
en el empleo. Son también polémicas las cláusulas que obligarían a los Estados,
en las compras públicas y el sector servicios, a tratar de igual a igual a las
empresas de los países firmantes, con consecuencias que podrían ser fatales
para las pymes locales. “El problema es que no hay plan B: no se están
discutiendo alternativas de reconversión para las pymes y los trabajadores que
sufrirán directamente los impactos”, explica Guiotto.
Según declaraciones recientes del gobierno
portugués, que ostenta desde enero la presidencia rotatoria de la Unión
Europea, se hará de la ratificación del tratado una prioridad durante su
mandato. Sin embargo, los parlamentos de Austria, Bélgica, Irlanda y Países
Bajos ya se han posicionado en contra del acuerdo. Por el momento, el Estado
español se ha postulado como uno de los máximos impulsores del tratado, tal vez
porque, como sugiere el militante de Ecologistas en Acción Tom Kucharz, del
acuerdo se beneficiarían “empresas del Ibex 35 con presencia en los países del
Mercosur, tales como Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola y Naturgy”.
Lo cierto es que el apoyo del Gobierno español
obvia los graves impactos económicos para el sector agrario y la amenaza para
la seguridad alimentaria de los y las consumidoras, así como el previsible
aumento de la huella ecológica.
Climática, 18-2-2021
Nazaret
Castro es periodista. Desde 2008 ha sido
corresponsal en América Latina, colaboradora de medios como Público, La Marea,
Le Monde Diplomatique y Equal Times. Tiene un Master en Economía Social y
Solidaria (Universidad Nacional General Sarmiento, Buenos Aires) y es
doctoranda en Ciencias Sociales (IDES/UNGS).
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