Nos Disparan desde el Campanario A propósito de la libertad… por Marc Torres Nieto

 

 

Fuente: Revista Sin Permiso

Link de origen:

https://www.sinpermiso.info/textos/a-proposito-de-la-libertad

 

En la política actual y desde posiciones ideológicas muy diferentes e incluso divergentes entre ellas, se recurre muy frecuentemente al concepto de libertad para defender determinados postulados ideológicos. Esto es sumamente exponencial durante las campañas electorales o cuando se aprueba alguna medida legislativa que pretende regular algún aspecto concreto de la sociedad.

Si bien todas las ideologías promulgan defender la libertad en su máxima expresión -me aventuraría a decir que excepto el fascismo, todas dicen pretender crear escenarios donde los individuos consigan las mayores cotas de libertad posible, para así incrementar al máximo el desarrollo y la potencialidad humana-, es necesario matizar que existen diferentes tipos de libertad o al menos concepciones muy distintas de la misma. Es muy diferente la libertad tal y como la entienden los libertarios de corte derechista (con el actual presidente argentino, Javier Milei, siendo su máximo exponente), de la libertad en términos republicanos o incluso la libertad que se defiende desde el liberalismo conservador o el liberalismo progresista.

En ese sentido, es interesante rescatar una entrevista realizada por Fernando de los Ríos, dirigente del PSOE durante los años 20 del pasado siglo, que en su viaje por la recientemente creada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas preguntó al mismo Lenin: “¿cuándo iban a tener libertad los ciudadanos de la Unión Soviética?”, a la que este contestó, “¿libertad para qué?”[1]

En el presente artículo se realiza un breve repaso sobre las principales concepciones de libertad en términos filosófico-políticos que actualmente están en disputa, así como un apartado donde se exponen algunos casos prácticos para así aterrizar un debate que suele dirimirse a un nivel más teórico. Es necesario destacar que el autor de estas líneas, lejos de ofrecer una visión supuestamente neutra de las mismas, si es que eso es posible, parte de un posicionamiento claro y definido, como es la idea de que no existe libertad para el individuo sin la seguridad de la preservación de la propia vida y el respeto a las elecciones vitales del mismo, así como sin la garantía de la satisfacción de las necesidades materiales básicas para la vida y el desarrollo humano que impida la interferencia arbitraria de terceros.

Libertad liberal vs. libertad republicana: un análisis de las bases filosóficas y políticas

En primer lugar, para entender mejor las dos perspectivas ideológicas desde las que se aborda el concepto de libertad es necesario exponer el significado de los conceptos de “libertad negativa” y “libertad positiva” así como sus diferencias y posibles complementaciones

La libertad entendida en términos negativos es aquella que está orientada a la protección y seguridad, garantizando que no haya terceras personas que puedan atentar contra la propia vida. En línea con esta visión de la libertad humana, también estaría el respeto a la elección del propio modo de vida, así como la libertad de pensamiento y opinión. Esta perspectiva entronca con la concepción de la libertad del liberalismo doctrinario decimonónico, centrado exclusivamente en la defensa de la isonomía, esto es, la estricta igualdad ante la ley (Casassas, 2008). Este enfoque formalista, basado en la idea de libertad negativa, concibe la libertad como la ausencia de interferencia, sin considerar las condiciones socioeconómicas e institucionales en las que se ejercen positivamente esos derechos. Desde esta perspectiva, en la que no se tiene en cuenta las relaciones de poder existentes, la libertad pasa a ser entendida como aquella condición en la que el individuo toma decisiones o realiza acciones sin obstrucciones por parte de otros. Esto queda reflejado en la conocida afirmación: "mi libertad termina donde empieza la de los demás", que responde a esa concepción negativa de libertad (Laín, 2016).

Siguiendo en esa línea, es muy útil la definición que hace el historiador Richard Pipes, el cual, a la noción de libertad le incluye 4 dimensiones: (1) libertad política, que se refiere al derecho del individuo a participar en la elección de quienes gobiernan; (2) libertad legal, que implica el derecho a ser juzgado por terceros de acuerdo con la ley, tanto en relación con otros individuos como con el Estado; (3) libertad económica, es decir, el derecho a utilizar y disponer libremente de los propios bienes, y (4) derechos personales, que se refieren al derecho a la vida y a la libertad del individuo, y la capacidad de actuar según su voluntad, siempre y cuando no violente las libertades y derechos de los demás, es decir, la ausencia de coerción (Pipes, 2002). Es en el punto 3 del concepto de libertad defendida por este autor donde radicaría la principal diferencia entre la “libertad liberal” y la libertad republicana, la cual, además de los expuesto, incluye una defensa de la idea de libertad entendida en términos positivos.

La libertad republicana, además de defender que cada individuo tiene el derecho de utilizar y disponer libremente de los propios bienes, entiende que no existe libertad cuando la persona no dispone de los bienes materiales básicos que garanticen una subsistencia mínima de vida. En ese sentido, ningún ciudadano lo será de pleno derecho si se ve obligado a la voluntad arbitraria de otro con el fin de poder satisfacer las necesidades básicas de sostenimiento de la vida. En consecuencia, esta definición de libertad se asocia más a la idea de libertad como no dominación, es decir, la ausencia de interferencias arbitrarias por parte de terceros. Según esta concepción, la libertad implica no estar sujeto al dominio de otro, independientemente de si dicho dominio se ejerce de facto o no. En ese sentido, como señala el filósofo irlandés Philip Pettit (1997), la dominación se da cuando "un agente domina a otro si y sólo si dispone de algún poder sobre ese otro, en particular, un poder de interferencia arbitrario".

La libertad como la ausencia de dominación defendida por la tradición republicana, diferencia entre interferencias arbitrarias y no arbitrarias. Antoni Domènech (2000) defendía que "es libre quien no puede ser arbitrariamente interferido por otros". En este sentido, la libertad republicana no es solo ausencia de interferencias, sino también la capacidad de vivir sin estar bajo la potestad de otro que pueda interferir arbitrariamente en los planes de vida de un individuo. Es decir, partiendo de la idea de que es fundamental la protección de la propia vida del individuo, así como la capacidad de elección de modos de vida y la libertad de pensamiento y opinión, esta corriente defiende que no existe la libertad individual sin la garantía de satisfacción de las necesidades materiales básicas, ya que esas condiciones materiales son -y han sido a lo largo de la historia- la principal fuente de dominación. En tal sentido, las necesidades básicas serían aquellas que son imprescindibles para la propia subsistencia humana, como podrían ser la vivienda, la alimentación y el acceso a una sanidad universal y gratuita, por ejemplo.

Hay que destacar que, si bien esta idea de libertad republicana eclosiona durante el periodo de Ilustración, los diferentes conceptos de libertad se llevan discutiendo durante siglos. Aristóteles ya defendía que no eran libres aquellas personas que para subsistir tenían que trabajar de manera asalariada. Mucho tiempo después, Thomas Jefferson abogaba por una libertad vinculada a la propiedad de la tierra, ya que esta garantizaba la subsistencia material de las familias, en consecuencia con ello, los que no poseían tales tierras, no eran personas libres. Coetáneo de este, Maximilien Robespierre, defendía de manera fehaciente la libertad republicana durante los acalorados debates de la Asamblea nacional francesa, así como en el breve periodo que los jacobinos ostentaron el poder durante la Revolución francesa, desde junio de 1793 hasta julio de 1794. En el siglo XIX, el propio Marx teorizó que el proletariado, debido a su propia condición de ausencia material, era obligado a vender su fuerza de trabajo a la burguesía para así poder garantizar una mínima subsistencia, por lo que no podría ser libre sin hacerse con los medios de producción. Posteriormente y hasta nuestros días, son los movimientos comunistas, anarquistas y socialistas de diferente pelaje los que siguiendo con ese hilo histórico que conecta toda la tradición republicana, defienden una idea de libertad real y emancipadora para el conjunto de las clases populares que ven como su voluntad sigue sometida a la arbitrariedad de una minoría privilegiada.

La libertad oligárquica: contradicciones y consecuencias en el discurso político de derecha

La llegada a la presidencia argentina del que se considera el primer presidente anarcocapitalista de la historia, Javier Milei, representa el culmen de la reapropiación del concepto libertad por gran parte de la derecha mundial, tanto de las tendencias liberales como conservadoras y ultraconservadoras. Hecho que lleva fraguándose desde hace décadas. En el caso español, fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien, durante las restricciones derivadas de la pandemia de la COVID-19, hizo suya la lucha por la -supuesta- libertad, en este caso, “libertad para ir de cañas”, manteniendo el sector de la hostelería en pleno funcionamiento a pesar de las recomendaciones de las autoridades sanitarias.

Si bien los argumentos tanto de Milei como de Ayuso parecen estar lejos de una discusión teórica y filosófica seria, detrás se esconde una visión filosófico-política muy clara ya descrita anteriormente. En este caso, la mayor parte de los políticos de la derecha y extrema derecha mundial, defienden la visión oligárquica de libertad, reducida principalmente a la libertad en términos económicos, es decir, el punto 3 de la definición que hace Richard Pipes expuesta en el apartado anterior. Esto deriva en una libertad total para la acumulación de capital sin atender a las consecuencias resultantes del hecho, como son la desigualdad, la subordinación de las instituciones públicas a la arbitrariedad de las clases pudientes o la falta de capacidad de negociación y de elección de las personas más desfavorecidas. La libertad política -punto 1-, la libertad legal -punto 2- y la libertad individual -punto 4- quedan totalmente supeditadas a la concentración de riquezas cuando no reducidas a meras formalidades desprovistas de un contenido real para amplios sectores de la sociedad, particularmente para los más vulnerables -como las personas migrantes, por ejemplo- quienes son sistemáticamente excluidos de los beneficios que otorga la libertad entendida desde una perspectiva republicana.

La concepción de libertad oligárquica tiene una serie de incongruencias de base que socaban la libertad real de la mayoría de las personas, al menos la libertad entendida en términos republicanos. El ejemplo más evidente de esa falta de libertad se da cuando los trabajadores acceden al mercado laboral completamente desprovistos de un sustento material garantizado para la vida digna sin la dependencia de un salario. La capacidad de negociación de un trabajador o trabajadora respecto a su empleador suele ser sumamente desigual, sobre todo para las personas con una baja cualificación. En consecuencia, no existe una libertad real cuando un desposeído debe negociar los términos contractuales bajo la amenaza constante de la necesidad de subsistir. En lugar de una negociación libre y equitativa, la relación laboral se convierte en una forma de dominación, donde el empleador ostenta un poder desproporcionado sobre el trabajador. Este desequilibrio impide que las personas puedan elegir realmente su forma de vida, ya que están obligadas a aceptar condiciones laborales desfavorables para garantizar su supervivencia.

Otra de las incongruencias de la visión oligárquica de la libertad que afecta de lleno a la clase trabajadora son las políticas laborales promovidas por los diferentes gobiernos conservadores de cualquier parte del mundo, ya que estos buscan socavar la capacidad de negociación colectiva de los/as trabajadores/as mediante la desregularización del mercado laboral, así como los ataques directos a los sindicatos y a sus modos de lucha, como sería la prohibición de huelgas, la persecución judicial de los piquetes informativos, etc. También la -mayor parte de- las empresas persiguen y criminalizan la sindicalización de sus trabajadores utilizando prácticas legales e ilegales para ello. Estudios demuestran que las empresas americanas violan la ley en el 41,5% de las campañas sindicales y en una de cada cinco se despide ilegalmente a trabajadores. Además, gastan 340 millones de dólares anuales en consultores para evitar la sindicalización[2]. Son de dominio público las políticas antisindicales de corporaciones como Amazon o Starbucks en EEUU contra la organización de los trabajadores en sus centros de trabajo, destinando millones de dólares para la persecución de los mismos.[3] Estas prácticas atentan directamente contra la libre asociación de trabajadores socavando así, una vez más, su capacidad de negociación y con ello su libertad.

Otro claro ejemplo de esta falta de libertad para las clases populares es el problema de la falta de acceso a la vivienda debido al auge del precio del alquiler y como, consecuencia de este hecho, los arrendatarios se encuentran en una posición de subordinación y dominación en relación con los propietarios. Esto se ve acentuado cuando dichos propietarios son grandes tenedores o fondos de inversión que disponen de cientos de domicilios a su disposición, pudiendo manipular el mercado en su beneficio. Las diferentes leyes de viviendas impulsadas por algunas administraciones buscan equilibrar esa desigualdad de poder existente entre inquilinos y arrendatarios, por lo que la desregulación promulgada por las políticas libertarias de políticos como Milei o Ayuso, atentarían directamente contra la libertad de las personas a disponer de una vivienda digna. Que esta sea un bien de primera necesidad supeditado a los intereses de mercado, provoca que las personas sin propiedad carezcan de una libertad real de poder construir sus modos de vida de manera libre e independiente, ya que tan siquiera disponen de capacidad real para decidir las condiciones de un contrato de arrendamiento, quedando sometidos a la arbitrariedad de terceros.

Otros de los objetivos de las políticas impulsadas por diferentes gobiernos de derecha, ha sido la lucha contra el feminismo y contra la libertad de las mujeres que este movimiento defiende en asuntos como, por ejemplo, el aborto. Un ejemplo de ello es el hecho de que el grupo parlamentario de Javier Milei presentó el pasado mes de febrero un proyecto de ley para derogar el aborto en Argentina[4] el cual pretende sancionar con hasta tres años de cárcel a las mujeres que interrumpan su embarazo. Esto atentaría directamente contra la capacidad de las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo. También el gobierno de Ayuso en Madrid aprobó una Ley trans[5] que va en dirección opuesta al derecho de la autodeterminación de género, socavando la capacidad de las personas a decidir libremente quién quieren ser. 

Siguiendo con los ejemplos de políticas derechistas, es ilustrativo otro caso de Ayuso, como es la colectivización que hacen de algunos individuos según criterios interesados. Si bien los fundamentos básicos del liberalismo decimonónico defienden que el individuo es único y a la vez responsables de sus actos, esto choca de frente cuando, por ejemplo, la presidenta de la Comunidad de Madrid hace distinción de los tipos de inmigración que es necesaria para la región en función a la cultura de la que provienen las personas migrantes[6]. A ninguna persona se le debería predisponer ningún atributo peyorativo ni limitar el derecho a migrar por tener una nacionalidad o procesar una religión concreta, ya que esta distinción basada en el origen cultural o religioso de las personas migrantes contradice los principios fundamentales del liberalismo clásico, que aboga por la igualdad de derechos y oportunidades sin importar la procedencia. Lo paradójico es que, al tiempo que se defiende la libertad individual y el mérito, se cae en la trampa de catalogar a los individuos en función de su lugar de origen, privándoles de ese reconocimiento como sujetos únicos e irrepetibles. Con ello se reduce a las personas a categorías que niegan su individualidad, lo que termina siendo una forma de colectivismo encubierto, muy alejado de los ideales de libertad que supuestamente defienden.

Se podrían nombrar infinitud de ejemplos de cómo la idea de libertad defendida por políticos como Milei o Ayuso dista mucho del concepto de libertad republicana, pero con lo expuesto hasta el momento queda más que patente la limitación de esa noción de libertad que defienden las posiciones más derechistas.

Consideraciones finales: sin seguridad material, no puede existir la libertad

Como ha quedado expuesto, la libertad defendida por la derecha política, lejos de garantizar una verdadera autonomía individual y la igualdad de oportunidades, tiende a generar distinciones basadas en criterios que van en contra de los principios fundamentales de la libertad. Este enfoque perpetúa desigualdades estructurales que legitiman la dominación y la subordinación de las clases populares en relación a las clases pudientes, atentando directamente contra la libertad de la mayoría de la población.

Para avanzar hacia una concepción más justa y equitativa de la libertad, es fundamental desplegar un paquete de medidas que garanticen la satisfacción de necesidades básicas y derechos fundamentales esenciales para evitar la dominación y asegurar una libertad real para todos los individuos. Porque quien no dispone de una sanidad pública garantizada, por ejemplo, y su salud depende de un seguro privado vinculado a un contrato de trabajo, ¿qué capacidad de negociación tiene para negarse a aceptar condiciones laborales precarias? ¿Qué libertad tiene un trabajador o trabajadora que su sustento y el de su familia depende de la voluntad de su empleador? ¿Cómo puede ser libre una mujer si no se le permite decidir sobre su propio cuerpo? ¿Cómo iniciar un proyecto de vida en libertad sin la garantía de una vivienda digna? A estas y otras preguntas son las que intentamos dar respuesta los que defendemos la libertad entendida en términos republicanos.

 

Bibliografía empleada:

Casassas, D. (2008): “En torno a las condiciones materiales de la libertad: la Renta Básica como fundamento de la sociedad civil”, Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. 34

Casassas, D. y Raventós, D. (2007): “Propiedad y libertad republicana. La Renta Básica como derecho de existencia para el mundo contemporáneo”, Sin Permiso, Vol. 2,

Domènech, A. (2000) “Individuo, comunidad, ciudadanía”, Contrastes. Revista Interdisciplinar de Filosofía, Vol. 5

Laín, B. (2016): “Democracia y propiedad en el republicanismo de Thomas Jefferson y Maximilien Robespierre”

Petit P. (1997): “(1997): Republicanism. A Theory of Freedom and Government, Oxford: Oxford University Press.

Pipes, R. (2002): “Propiedad y Libertad”, Turner Publicaciones/Fondo de Cultura Económica,




[1] Libertad para qué. Visto en: 

https://www.eldiario.es/aragon/el-prismatico/libertad-de-expresion-manif...

[2] Los empleadores estadounidenses están acusados ​​de violar la ley federal en el 41,5% de todas las campañas electorales sindicales. Visto en: 

https://www.epi.org/publication/unlawful-employer-opposition-to-union-el...

[3] Starbucks EE.UU. contrata a una exagente de la CIA para su campaña antisindical. Visto en:

https://www.izquierdadiario.es/Starbucks-EE-UU-contrata-a-una-exagente-d...

[4] Claves del proyecto de ley presentado por el partido de Milei para derogar el aborto en Argentina. Visto en: 

https://www.newtral.es/partido-milei-ley-aborto-argentina/20240208/

[5] Ayuso consuma la reforma de la ley trans: desaparece de Madrid el derecho a la autodeterminación de género. Visto en: ttps://

www.lasexta.com/noticias/nacional/ayuso-consuma-reforma-ley-trans-desapa...

[6] Ayuso: no es lo mismo un tipo de inmigración que otra. Visto en:

 https://elpais.com/espana/madrid/2024-09-02/ayuso-no-es-lo-mismo-un-tipo...

 

Marc Torres Nieto  Es sociólogo y analista político por la Universidad de Barcelona. Militante del PSUC Viu, ha colaborado escribiendo artículos con Nou treball, Al descubierto, el Observatori del Sistema Penal i Drets Humans de la Universitat de Barcelona y con la Revista Agon Questions Polítiques

 

 

 

 


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