Obra: A zombie apocalypse, Zdzisław
Beksiński
Ya no tengo
dudas, confieso que le debo una disculpa a Milei, vamos camino a ser Alemania.
Casi un siglo
después veo que somos la reencarnación de aquella gran potencia que supo ser el
imperio de la industria metalmecánica. Con una economía estable y previsible
gracias a los Bonos Mefo, se instalaron allí los más importantes inversores
internacionales de aquel entonces, desde Ford, pasando por Nestlé, General
Motors, Coca Cola, Kodak hasta IMB, empresa ésta que colaboró con el III Reich para
ordenar y sistematizar la contabilidad inherente a la solución final.
A pesar de la
distancia temporal y los cambios económicos, pues hoy son otros los modelos de
inversión, podemos observar que nuestras actuales autoridades políticas poseen
las mismas características que tuvieron esos hombres que condujeron aquel
proceso: Decisión, convencimiento, cuentan con apoyo internacional, perciben un
enemigo claro a exterminar, detentan un alto índice de perversión y
criminalidad, son personalidades con altos niveles de mitomanía y una ausencia
total de remordimientos, su pulso es firme para extirpar el cáncer opositor, están
acompañados por un pueblo catequizado cuyo objetivo es un futuro tan venturoso
como hegemónico, una gran parte del pueblo victimizado que exige una
reparación, además cuenta con medios y aliados dispuestos a difundir el ideario,
un poder judicial cooptado y sobre todo un líder psicópata que, como aquel,
tiene la virtud de ingresar con su dialéctica, igual de excitada y poseída, en
el alma de sus fanáticos.
Los hemos visto
y escuchado por estos días en foros y encuentros partidarios, son los fieles
defensores del ideario anarcocapitalista, “nuestro brazo armado se
autocalificaron con honor”, jóvenes que se perciben nobles, militantes que se
están organizando, entallándose sus uniformes, escogiendo las comarcas más
viables para el desarrollo de los campos de concentración, bocetando pendones y
brazaletes identitarios, haciendo lo propio con las ajorcas, harapos y pijamas que
deberán lucir los díscolos, los opositores, los homosexuales, los inmigrantes,
los kirchneristas, los agnósticos, los ateos, los artistas, los científicos,
con el objeto de ser reconocidos a simple vista, material desechable
susceptible de ser segregado como bien marca el dogma y puesto a disposición de
esas juventudes adiestradas las cuales procederán de acuerdo a estándares
correctivos que están prontos a dar sus primera notas en los centros de
comunicación oficiales. Se los observa gozosamente componiendo marchas castrenses, formándose con los preceptos y metologías de las SS, a Henrich Parisini, a Joseph Laje, a Hermann Romo, a Otto Doe, con Hans Cerimedo
como coordinador, escribiendo glosas en las redes sociales y entrenando a
destajo para el combate. La libertad avanza en sus espíritus.
Con algunas
diferencias económicas conceptuales se adueñarán del Estado, aniquilando al
preexistente, será especificado para que este instrumento sea una eficiente
herramienta de negocios y conquista. Esta nueva y gloriosa Argentina será
ocupada por los hombres y las mujeres de bien, por aquellos que creen en los
valores de la familia, de Dios y de la propiedad privada. La nueva Argentina será
la creadora de un Estado privado y solo los leales al ideario serán sus dueños
absolutos.
No existe
ninguna razón a la vista para que neguemos la realidad por venir, esto es, la
firme aspiración anarcocapitalista de ser esa Nación que encabece este nuevo mundo
que amanece, esta nueva civilización, dándole la razón a los que afirman que la
historia se repite dos veces, primero como tragedia y luego como parodia,
siendo ésta mucho más terrorífica que la tragedia, pues ese es el desafío de
este neo Dasein, una nueva posibilidad para refundar a la humanidad. Esa es la
dirección y la decisión tomada, multiplicar por mil aquella tragedia y ser la
Argentina el motor de ella para que la posteridad nos recuerde de la misma
manera que recuerda a aquellos hombres del III Reich.
No tengo dudas, ya lo afirmó Milei, vamos camino a ser Alemania, pero nosotros tenemos la opción de no terminar igual. Es probable que hace un siglo el pueblo alemán no tuviera esa posibilidad y escogió su propio aniquilamiento porque todavía la historia no le había exhibido los sesenta millones de rostros despedazados que tuvo la tragedia. Nosotros lo sabemos, el dilema es qué ES lo que hacemos como pueblo con esa información.
Vamos camino a ser Alemania, la del treinta del siglo XX con los matices de la modernidad, como afirmó Saramago el fascismo se ha reciclado, ha descubierto nuevo caminos, tienen razón Milei y sus voceros, no todos “la ven”, sobre todo los que se dicen neutrales y gran parte de los intelectuales, los que le dan un cheque en blanco hipotetizando "¿y si le sale bien?", y esto es lo más preocupante y desconsolador, porque si le sale bien muchos moriremos, de hehco muhcos están muriendo, y parece que tal cosa, en este tiempo desquiciado y oscurso, sería la resultante asequible de ese culposo bien esperado...
*Gustavo Marcelo Sala. Editor
Es verdad don Sala, no la ven, el fascismo ha logrado su cabeza de playa y los intelectuales y periodistas argentinos siguen entretenidos con sus castillos de arena
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