Fuente: Tesis 11
Link de Origen:
https://www.tesis11.org.ar/una-mirada-hacia-el-futuro/
Es indudable que en la Argentina la
crisis económica, política y cultural resulta ya de muy difícil resolución.
Ante esta situación, las distintas fracciones del neodesarrollismo no pudieron
implementar ningún proyecto alternativo al que propugnaba el capital
concentrado y oligopólico. Por lo tanto, resulta necesario la construcción de
una fuerza revolucionaria que ponga fin a la explotación capitalista y que
afirme a través de la dirección y la acción conjunta de los trabajadores, el
pensamiento estratégico que conduzca finalmente al socialismo, como uno de los
rasgos decisivos de esa acción política.
Es probable que en la Argentina la
lucha de clases se extienda conforme se profundice la crisis política y
económica ya de muy difícil resolución. En la actualidad la crisis se expresa
más en el plano económico y social, pero este proceso se revelará finalmente
como una crisis política, económica, social, humanitaria y ambiental, es decir
civilizatoria, (Mariátegui).
En estas circunstancias resulta
insoslayable indagar sobre la situación económica, política y social. Una
primera exposición general indicaría que, desde la década de los noventa del
siglo pasado, los conglomerados nacionales y extranjeros con mayor relevancia
técnica e importante concentración económica, sustentaron un dominio importante
sobre el sector productivo, los servicios y las finanzas. En este marco se
ubicaron, además del tradicional sector industrial y el agronegocio, las
actividades que explotaban el petróleo, el litio, el gas y sus derivados. Pero
pese a su dominio de clase, las distintas fracciones del capital concentrado,
nacionales y extranjeras, no lograron imponerse como una fuerza gubernamental
estable y con un alto nivel de organicidad.
Se enfrentaron con un vasto sector de
los trabajadores, que contaban con una amplia experiencia en la lucha por sus
derechos, que resistieron las políticas agresivas del capital. Con su accionar
dilataron la caída del salario, el avance de la precarización laboral y el
aumento de la pobreza. Cuestionaron además a las direcciones burocráticas
enquistadas en los gremios, quienes se habían subordinado en casi todos los
casos al capital oligopólico.
Paralelamente las distintas
fracciones de la burguesía no concentrada, trataron solamente de conservar su capital
simbólico construido en tiempos pasados, pero no pudieron revisar las
condiciones económicas y políticas que le dieron origen y que hacía largo
tiempo habían dejado de existir. Reflejaron a través de falsos dilemas
conceptuales la laxitud ideológica que componía su ropaje, no pudiendo
considerar el desarrollo de ningún proyecto alternativo al que proponía el
capital concentrado. De esta forma se incrementó en la sociedad el desorden, la
fragmentación y la dispersión política, que reafirmó la dependencia y la
inequitativa distribución de los ingresos. Este sector constituyó coaliciones
electorales, los frentes populares, que no pudieron consolidarse por su
debilidad ideológica, su falta de homogeneidad y por la presencia dominante del
capital oligopólico. En consecuencia, no lograron sostener el equilibrio
económico y social y se convirtieron en estructuras altamente inestables, que
proponían valores y concepciones políticas largamente superadas.
Fue así como se desdibujó entre los
integrantes del neodesarrolismo el pensamiento subjetivo que había sido
utilizado anteriormente como matriz epistemológica. Se construyó en su lugar
una concepción dialéctica anti materialista llevando el análisis político de
este sector hacia la abstracción, que tendió a ser conservadora y acrítica.
Hacia el futuro
Hacia adelante habrá que desmitificar
las concepciones políticas que sostuvieron en el pasado, que el camino del
bienestar sería simplemente el camino del desarrollo productivista. Estas
posiciones, incentivadas en los últimos años por el capitalismo digital, han
comprometido y condicionado los límites físicos del planeta e incluyeron para
algunos sectores sociales hábitos de consumo crecientes, ostentosos y
compulsivos que desintegraron las relaciones humanas, sometiéndolas a una
comercialización absoluta. (Byung-Chul Han, 2022)
Sería decisivo entonces, que la clase
trabajadora fragmentada y desorganizada, consolide la lucha indeclinable en la
que debería plantear su propia salida política, convirtiéndose en la fuerza
alternativa a las esclerosadas fórmulas de los frentes nacionales. Con el
desarrollo de la conciencia colectiva y la organización partidaria, las masas
podrían alcanzar un nivel político superador, encaminado a obtener las
transformaciones que permitirían acceder a los trabajadores a una sociedad más
justa e igualitaria.
Por otro lado, con la participación
en la táctica electoral, se lograría que los representantes de los trabajadores
en el Congreso denuncien las injusticias y las arbitrariedades del sistema
capitalista. Pero la obtención de una cuota de poder parlamentario no podrá
modificar la lógica del capital ni se constituirá en la salida política que
podría favorecer a la clase trabajadora, dado que estas acciones se
configurarán siempre dentro del sistema capitalista. Por lo tanto, la batalla
decisiva para lograr éxito, se debería desarrollar en las movilizaciones
callejeras, en los lugares de trabajo, en las asambleas populares, en los
colectivos feministas y en los centros de estudio.
Asimismo, el desarrollo de la
conciencia colectiva se convertiría en un elemento decisivo que permitiría
ampliar la lucha y afianzar la construcción de ese nuevo orden político, cuyas
formas embrionarias se desarrollarían durante los enfrentamientos que se
producirán en oposición a la histórica dominación capitalista. Esas luchas
encauzarían los objetivos de los trabajadores hacia la liberación material y
social, para arribar a una nueva forma de sociedad que revolucionaria también
la moral, la imaginación y la vida cotidiana. Produciría finalmente la
eliminación de las desigualdades sociales, poniendo fin a la explotación
capitalista y a las nuevas formas de alienación creadas por el capitalismo
digital.
El poder popular se construiría desde
los sujetos reales y desde los espacios económicos y políticos y adquiriría
fuerza revolucionaria al surgir desde las bases sociales lideradas por los
asalariados. Incluso los cambios en la subjetividad contribuirían a enfrentar
la reproducción y la acumulación del capital, teniendo en cuenta, sin embargo,
que la subjetividad es un término vago y manipulable y resultará dificultoso en
momentos de crisis, resolver con rapidez la dialéctica entre el sujeto y su
subjetividad. Considerando también, que el desarrollo de las redes sociales,
que contienen una enorme diversidad en sus contenidos, dieron lugar al
crecimiento de la subcultura que favoreció la aparición de los sectores de
ultraderecha.
En consecuencia, los trabajadores y
los demás sectores subalternos deberían actuar mancomunados en la lucha
indeclinable y consecuente, dentro de esta nueva fuerza transformadora, que
permitiría alcanzar las reivindicaciones que el sistema capitalista ya no puede
implementar. Entre ellas se encuentran a modo de ejemplo el trabajo
precarizado1, los bajos salarios, la flexibilización laboral, la marginalidad,
la deficiencia alimentaria, el bajo nivel de la educación, el racismo, las
diferencias de género, los núcleos duros de la desocupación, la falta de
viviendas dignas, las magras jubilaciones y la devastación ecológica.
Con la construcción de esta nueva
fuerza de los trabajadores autoconvocados que defienda los intereses de las
grandes mayorías, existiría la posibilidad de enfrentar los postulados
políticos y económicos del capitalismo, que se encuentra en permanente
declinación. Se podría lograr también un importante ascendiente sobre las demás
fracciones de clase dominadas, para constituirse en el camino distintivo que
llevaría a la sociedad hacia alternativas diferentes y superadoras a las que ofrece
el capitalismo. Se forjaría un actor independiente que daría respuesta a las
demandas políticas, económicas, sociales y ambientales de los trabajadores.
Finalizarían así los mecanismos utilizados por el capital dominante para la
superexplotación, caída del ingreso y exclusión socio-económica de los
trabajadores. Tal vez, esta
construcción se podría concretar en alianza con otros sectores populares que
estuviesen dispuestos a compartir los mismos objetivos. Se lograría arribar de
esta forma a una convergencia política que permitiría conquistar el poder hoy
en manos del capital más concentrado.
Asimismo, el desarrollo de una nueva
subjetividad que se haga crítica, podría competir con el sentido común creado
por los sectores dominantes y se transformaría en la conciencia “para sí”,
subvirtiendo el concepto neoliberal de negociación y organización policlasista
que ha resurgido periódicamente en la sociedad. Considerando también que la
humanidad no ha elaborado ninguna “tercera ideología” que permitiría la liberación
política, económica y social de la clase trabajadora. Se afirmaría de este
modo, una política encaminada hacia el socialismo, a través de la acción
conjunta, el pensamiento estratégico y la dirección de los trabajadores. Esta
lucha, que sería cada vez más consistente y revolucionaria, permitiría lograr
estos objetivos, teniendo en cuenta además que las condiciones de explotación
no se reflejan mecánicamente en la conciencia de los sectores subalternos. “
…el futuro de la humanidad dependerá
de las luchas que lleven adelante los sectores subalternos para lograr su
liberación, situación que se producirá y resolverá más allá del capitalismo que
está atravesando una de las más grandes crisis de su historia. Sin ninguna duda
que la tarea es gigantesca y ardua, pero es el único camino que llevará a la
emancipación definitiva del ser humano”2.
*Alberto Wiñazky, economista, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11
Referencias
1 Trabajos como: cartonear, corte de
pasto, ferias, limpieza, cuidado de niños y ancianos, en definitiva, la vida
sin salario.
2) Wiñazky Alberto – La Crisis
Mundial Capitalista y el Capital Ficticio – Pág. 152.
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