Nos Disparan desde el Campanario Entre el olvido y la estrategia: las implicaciones globales del conflicto en Ucrania… por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
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Este desenlace ya estaba planeado
desde el inicio
El olvido en la mitología puede ser
tanto una bendición como una condena, dependiendo del contexto. En general, los
mitos que exploran el olvido simbolizan una ruptura con la identidad, una pausa
en el flujo de la memoria, lo cual subraya la importancia de la historia en la
construcción del sentido común. Ya sea a través de plantas, ríos, cajas o
árboles, los elementos míticos reflejan valores profundamente sociales y
culturales. En el contexto occidental, esta metáfora puede aludir a sociedades
que eligen vivir en una especie de olvido del pasado, atrapadas en un eterno
presente, sin historia y sin futuro.
Así como en la mitología el olvido
simboliza rupturas y decisiones fatales, en el presente el olvido de las
lecciones del pasado puede llevar a situaciones igualmente críticas. Un ejemplo
de ello es la intervención estadounidense en la guerra en Ucrania, que algunos
consideran una “caja de Pandora” abierta deliberadamente, un error de cálculo,
una equivocación o incluso un descuido que arrastró a Occidente en un conflicto
sin aparente final.
Con la llegada de un nuevo presidente
en Estados Unidos, se presenta la posibilidad de “ordenar la casa” y buscar un
desenlace digno para una guerra que ya ha agotado sus posibles beneficios y
que, a estas alturas, podría dejar, más aliados caídos que logros concretos.
Así, parece apropiado construir una narrativa donde Rusia no gane, la OTAN no
pierda y Europa pueda quedar intacta.
Entonces surge una pregunta
inevitable: ¿fue la guerra en Ucrania una estrategia mal planificada, una
programación errónea? ¿De verdad alguien puede pensar que fue una maniobra
equivocada, un desacierto tan grande que solo una anomalía política como Donald
Trump podría resolver? La posibilidad de que la retirada estuviera planificada
desde el inicio, independientemente del presidente electo, parece mucho más
plausible.
Desde la perspectiva de
costo-beneficio, esta intervención parece haber sido una “inversión acertada”.
Esto se refleja en el hecho de que, con soldados extranjeros muertos,
infraestructura ucraniana destruida, préstamos otorgados bajo la promesa de
garantías futuras y una UE fragmentada, el costo para EE. UU. ha sido apenas
del 12% de su presupuesto de defensa. La posibilidad de «molestar» a Rusia por
150 mil millones de dólares, reducir su armamento y ejército, desindustrializar
Alemania y coquetear con la desestabilización de su gobierno es, en efecto, una
jugada eficaz.
Como resultado de este conflicto,
Estados Unidos se ha consolidado nuevamente como el principal proveedor de gas
natural licuado (GNL) para Europa, abasteciendo casi la mitad de las
importaciones en 2023, según datos de CEDIGAZ.
Curiosamente, Rusia sigue siendo el tercer mayor proveedor a pesar de las
sanciones, aunque el gas licuado no está incluido en ellas. Aun así, los
estadounidenses han logrado cumplir con el 60% de sus compromisos de
abastecimiento. Si Europa desea asegurar mayores volúmenes de gas a precios más
bajos en el futuro, deberá comprometerse en contratos a largo plazo, lo que
estrecha su dependencia de EE. UU.
Por otro lado, la industria
armamentística estadounidense ha encontrado en este conflicto un impulso
significativo. En el camino de esta simple violación del Tratado de Seguridad
Colectiva, este sector ha prosperado notablemente. Las cuatro mayores empresas
estadounidenses de defensa —Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Northrop
Grumman y General Dynamics— acumularon aproximadamente 190 mil millones de dólares
en ganancias solo en 2022.
Esto refleja la fuerte dependencia de
estas empresas del gasto gubernamental relacionado con defensa, que representan
el 71% de sus ingresos. Cada vez que se autoriza un nuevo préstamo de ayuda a
Ucrania, el dinero no sale de EE. UU.; simplemente se destina a las grandes
empresas para la producción de armamento, que luego es enviado a Ucrania como
deuda.
Cotización acciones en U$S de empresa
bélicas americanas y principales accionistas
Fuente; El Tábano Economista en base
a Yahoo finanzas
La OTAN, por su parte, también
muestra las ventajas para EE. UU.: mientras el 70% del gasto militar de la
alianza es asumido por Washington, solo once de los 31 países miembros cumplen
con el compromiso de gastar al menos el 2% de su PIB en defensa. Esto refuerza
la posición de negocios de EE. UU. dentro de la OTAN, especialmente si los
países restantes continúan invirtiendo en empresas armamentísticas
estadounidenses.
La industria europea de defensa
también ha encontrado oportunidades, sobre todo en el Reino Unido y Alemania.
La Comisión Europea ha lanzado su primera Estrategia
Europea de Defensa, que anima a los estados miembro a invertir más en
defensa. Sin embargo, este plan establece que al menos la mitad de las compras
de armamento en la UE deben realizarse dentro del propio bloque para 2030, una
meta ambiciosa considerando que la mayoría de los países europeos ha dependido
del mercado externo desde el inicio de la guerra en Ucrania. De hecho, desde
2022, EE. UU. ha suministrado el 60% del armamento extranjero adquirido por
Europa.
En octubre del año pasado, el
presidente Joe Biden afirmó que Estados Unidos debe ser «el
arsenal de la democracia«, evocando una frase del discurso de Franklin D.
Roosevelt en 1940. Declaró también que Estados Unidos es «la nación esencial»,
la «nación indispensable». Este discurso apunta a justificar la estrategia de
política exterior estadounidense, en la cual la posición de negocios se ve
fortalecida, aunque sea a costa de sus aliados europeos.
Alemania comprendió demasiado tarde
que la defensa corporativa de Estados Unidos implicaría el cierre de sectores
clave como la siderurgia, la química, los fertilizantes, el vidrio, el papel y
el automotor. Estas empresas contaban con tener que abandonar el negocio,
trasladarse a Estados Unidos o a China, si el flujo de energía barato no
regresaba, cosa que han hecho.
Alemania, «la locomotora de Europa»,
se enfrenta a una encrucijada. Empresas claves han tenido que trasladarse fuera
de Europa debido al elevado coste energético. Esta crisis ha puesto en
entredicho la estructura económica de Alemania, lo cual tendrá serias
repercusiones para la UE. Sin embargo, no parece probable que quienes llevaron
a Europa a esta situación sean capaces de ofrecer una solución efectiva. Japón
y Alemania son, en cierto modo, «milagros» económicos promovidos por EE. UU., y
han funcionado en la medida en que han cumplido con las metas estratégicas
estadounidenses.
En última instancia, los beneficios
para Estados Unidos —ya sea con Trump o Biden— son claros. La administración
Biden-Harris ha seguido una estrategia de protección económica y política
similar al «trumpismo», dejando a Europa y Ucrania en una posición de
dependencia. Con una mayor subordinación europea, los aranceles estadounidenses
apuntan a una ordenada retirada de ciertas áreas de influencia, posiblemente
incendiando otras. Con o sin Trump, los países europeos deberán optar entre ser
vasallos de EE. UU. o buscar alternativas en Eurasia.
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*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y
editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista,
columnista radial, analista
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