El nihilismo para Wendy Brown
Filósofa clave del siglo XXI, en su
último libro, «Tiempos nihilistas», Wendy Brown reflexiona sobre la crisis de
los valores, el nihilismo y la democracia. Brown señala que «producimos valor y
es algo que tenemos que discutir, deliberar y perseguir como manera de
organizar el mundo de una forma que consideremos justa, equitativa,
democrática, decente y sostenible». Esa es la manera de superar el nihilismo.
Fuente: FILOSOFÍA&CO
Link de Origen: https://filco.es/nihilismo-wendy-brown/
En septiembre tuvo lugar en Madrid el
primer Festival de las Ideas, un evento en el que el pensamiento y el
debate filosófico tomaron las calles. La Plaza de España se convirtió en un
gran escenario al aire libre por donde pasaron diversas personalidades del
mundo del pensamiento, entre ellas Wendy Brown, con una ponencia centrada en la
figura de Max Weber.
En mitad de un salto en la situación
de inestabilidad de Oriente Medio, Wendy Brown comenzaba la charla
reivindicando a las activistas propalestinas y reiterando su condena al
genocidio en Palestina: «Solo quiero decir que es un placer estar aquí. Quiero
ofrecer un agradecimiento especial a los que luchan contra el genocidio en
Palestina». Tras esto, Brown abordó uno de los grandes problemas de la
actualidad: la crisis de los valores. Y lo hizo de mano del pensamiento del
sociólogo alemán Max Weber.
Un «aliado improbable para la
izquierda»
Weber, planteó Brown, puede parecer
«un aliado improbable para la izquierda» y, sin embargo, señaló, «es
absolutamente indispensable» debido a la riqueza de su teoría del poder y su
visión sobre la ciencia. Esta ciencia y la propia razón en un sentido
filosófico, planteó Brown, «están vaciando al mundo de significado», porque, a
medida que se desarrollaron en el mundo moderno, Dios y la autoridad religiosa
fueron perdiendo su valor y comenzaron a decaer. Para Weber esto era importante porque, en palabras de
Brown, «entendía que, en Occidente, el monoteísmo, desde el desarrollo del
cristianismo, había organizado la producción y la seguridad de los valores».
Por tanto, cuando hablamos de la
crisis de los valores del mundo en el que vivimos estamos hablando de una
crisis que se remonta al menos un par de siglos atrás y que tiene que ver con
lo que la sociología y la filosofía han entendido como «proceso de
secularización» o «desencantamiento del mundo». Desvelar las leyes científicas
que subyacen a la naturaleza y la vida mismas y entender que estas no tienen
nada que ver con una autoridad divina nos permitió avanzar, pero hizo
trastabillar nuestro soporte ideológico y moral. «Lo que Weber entendió —dice
Brown— es que los valores con los que nos orientamos en el mundo estaban en
peligro».
La filósofa acaba de publicar un
libro que lleva por título Tiempos nihilistas en el que recoge parte
de esta reflexión de la mano de Weber y lo pone en valor como un autor
fundamental para pensar el problema del valor en el siglo XXI.
Nihilismo: un mundo con más
conocimiento y menos significado
Al mismo tiempo que la ciencia daba
fundamentos sobre el funcionamiento del mundo lo vaciaba de significado. Brown
señaló que «lo que la ciencia y la razón nos ofrecen es una forma cada vez más
poderosa de entender el funcionamiento de las cosas, pero no de cuál es su
valor». El mismo valor de la verdad está en peligro: «Si la ciencia desplaza a
la autoridad religiosa, que es precisamente como Weber entendía la modernidad,
el resultado es un mundo con cada vez más conocimiento y cada vez menos
significado».
Por tanto, la modernidad es un
momento de la historia con cada vez «más y más facticidad», pero menos
comprensión de cómo ponderar aquello que sacamos. A esto es a lo que podemos
llamar nihilismo.
En este sentido, señaló Brown, el
nihilismo no sería una desesperación, desgana o nihilismo en un «sentido punk», sino
un vaciamiento de significado, un vaciamiento del valor. Ahora bien, en ese
vaciamiento también se produce una instrumentalización: el valor se vuelve algo
potencialmente comercializable, algo que utilizamos, dice Brown «para todo tipo
de propósitos comerciales». Es por este motivo que, a la vez que encontramos un
vaciamiento del valor en la sociedad contemporánea, encontramos que las marcas
comerciales o los partidos políticos avanzan en un discurso emocional y
moralista como manera de movilizar al consumo o al voto.
Se produce así un doble vaciamiento: por
un lado, el terreno sobre el cual establecer juicios de valor cada vez es más
inestable y, por otro, el valor mismo se vuelve «algo barato y vulgar que todos
usan y despliegan para encubrir una voluntad de poder y de lucro». Ejemplos de
ello, dice Brown, son el greenwashing o el pinkwashing,
estrategias comerciales para instrumentalizar la lucha contra la crisis
ambiental y el feminismo.
Los seres humanos como fuente de
valor
Para Wendy Brown, Weber no solo es un
autor útil para pensar el problema del valor en términos de diagnóstico, sino
también para pensar cuál es la manera de solucionar el problema. Según la
filósofa, esto pasa por entender que los seres humanos mismos somos la fuente
de valor.
Es decir, ni Dios, ni la naturaleza,
ni los hechos, ni la ciencia y tecnología, ni el conocimiento van a salvarnos. Los
seres humanos. Brown señala que «producimos valor y es algo que tenemos que
discutir, deliberar y perseguir como manera de organizar el mundo de una forma
que consideremos justa, equitativa, democrática, decente y sostenible». Esa es
la manera de superar el nihilismo.
Se trata de una «enorme tarea
humana», explica Wendy Brown, pero es la tarea que Weber veía por delante a
comienzos del siglo XX y que seguimos teniendo pendiente en el primer
cuarto del XXI. Por eso, la autora recoge en su libro las conferencias que el
alemán dictó en el curso de 1918-1919, un momento en el que el mundo estaba
cambiando tras el impacto de la Primera Guerra Mundial.
En este momento histórico de
posguerra, señala Brown, la democracia está perdiendo su imagen de legitimidad
y el consenso que generaba frente a otras formas de gobierno,
especialmente las que venían de la mano del fascismo. En su conferencia La
ciencia como vocación, Weber identificó este peligro y la necesidad de crear un
valor alternativo. Calificó esta tarea como el proyecto más serio que debía
emprender la política.
El nihilismo hoy
Sin embargo, plantea Wendy Brown, esa
crisis que identificó Weber «parece algo pequeño en comparación con la
nuestra». La verdad hoy está en una profunda crisis (la posverdad es solo
una de sus manifestaciones) y se amplifica por la lógica de las nuevas
tecnologías.
Las narrativas que generamos, en este
sentido, son cuestionables y contestables, porque, para la filósofa, ya no
existen las verdades absolutas. Todo hecho es interpretable. Brown plantea que
«nuestras narrativas, que están atravesadas por valores, son contingentes».
Queremos, añade, que nuestras posiciones sean absolutas y verdaderas, pero eso
ya no es posible.
Nuestras narrativas, opiniones y
construcciones culturales están influenciadas por nuestras pasiones y por el
contexto histórico. Esto vuelve al relativismo total o nihilismo un
desafío para la democracia que ya no se asienta en una verdad, sino en una
permanente deliberación que, a menudo, no se produce en las mejores
condiciones.
En el espacio común que compartimos,
el «espacio cívico», debe, por tanto, prevalecer la libertad de expresión para
poder abordarse la crisis de los valores. Por eso, Brown plantea que dentro de
las paredes de la universidad el pensamiento crítico se encuentra con
demasiados obstáculos. Es necesario criticar la forma en que se educa en ellas
y ampliar la reflexión sobre los problemas que enfrentamos para sacarlos a las
calles y resolverlos también en ellas.
Irene Gómez-Olano (Madrid,
1996) estudió Filosofía y el Máster de Crítica y Argumentación Filosófica.
Trabaja como redactora en FILOSOFÍA&CO y colabora en Izquierda
Diario. Ha colaborado y coeditado la reedición del Manifiesto
ecosocialista (2022). Su último libro publicado es Crisis climática (2024),
publicado en Libros de FILOSOFÍA&CO.
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