Revista Nos Disparan desde el Campanario Año V Señales del Apocalipsis

 

Obra: Zdzisław Beksiński

 

 

1 de Enero de 2018. Estaba durmiendo bien, hacía tiempo no ocurría, raro en mí, casi como de manera corriente sucede entre los humanos. Ya no duermo. Durante la noche anterior nos bebimos con Mabel dos botellas de champán, de los baratos, un Suter y un Colón, ambos bien fríos. Uno durante la cena, acompañando el pollo al disco, y el otro a los postres con el cielo como techo, testimonio estrellado.

Nos reímos y nos divertimos, no me acuerdo de qué, sospecho que de nuestras magras suertes y pobres proezas. Antes de la medianoche ya estábamos durmiendo. Una de las ventajas de ser dos es que hay pocos enseres para lavar. Por suerte no hubo cohetes.

Son las 6.45. Mi gato Fausto me muerde los dedos, quiere comer. Me duele la cabeza, pero igual levanto. Los demás gatos, piquete en puerta, aprovechan y se pliegan al petitorio del cabecilla. No lo dudo, obedezco a las masas urgidas. Aún cansado y derrotado la patria es el otro. Ahora todos comen y están tranquilos, mientras que a mí me sigue doliendo cabeza. Mabel continúa durmiendo, exhibe una sutil invitación por uno de sus laterales, convite físico que me da ganas de aceptar, pero duerme profundamente, prefiero dejarla descansar, está teniendo semanas bravas con lo del padre, sus cervicales y su presión ya le han dado siniestros avisos, por eso, que siga durmiendo. Me hago unos mates, voy con el termo a la cama, vuelvo, me preparo dos tostadas con queso untable, pastas químicas tan sanas que ni gusto tienen.

Son las 7.05. Prendo la tele, sin volumen por cierto. Lo que por costumbre veo no necesita someter al oído, con un sentido alcanza, diría que sobra. No hay nada que me interesa. ¿Por qué ha de haber algo que me interese si nunca lo hay?

El primer día del año no regala excepciones. Me detengo en una película argentina en blanco y negro, el detalle me cuenta que se trata de Fiebre de Primavera, protagonizada por Palito Ortega y por Violeta Rivas. La veo a Estela Molly, a Teresa Blasco, a Luis Tasca, a Nora Cárpena, ni un actor..., miento, aparece Altavista... La miro a Mabel, se mueve, ahora ronronea, pero como lo suele hacer ella, delicadamente, apenas perceptible. No se le puede llamar ronquido a su emisión, no encuentro sinónimo que describa mejor la situación. Gracias Jan por tu reflexión y corrección editorial. Para eso sirve también tener sin volumen la tele, para estar atento al descanso de la compañera y a las recomendaciones de los amigos de la red que andan con insomnio.

1 de enero de 2018. Sacando el dolor de cabeza y la borrosa sospecha de haber sido feliz la noche anterior, un día como los demás, un día que empezó regalándole muy pocas esperanzas al año.

Pasaron algunas horas, no es la primera vez que sucede y sospecho que no será la última. De hecho me ocurre muy seguido dentro del ámbito regional. Nuevamente, esta mañana, como bienvenida de un nuevo año, he recibido una multiplicidad de insultos ad hominen tomando como base argumentativa mis modestos y socializantes saberes. Vale decir, a caballo de mi léxico cuidado, respetuoso, prosa que intenta aprovechar las bondades del idioma, sin dejar de lado la ironía, el sarcasmo, la metáfora, el cinismo y cierta dosis de racionalidad deductiva e inductiva, se me califica como pseudointelectual fracasado (se desprende que para esta gente existen los pseudointelectuales exitosos), tipo solo apto para practicar ensayos universitarios que nadie lee y "robar" con ello.

Según el alegato incriminatorio se me distingue como un vago que vive del pensamiento crítico (cosa que si fuera cierta me colmaría de orgullo... "che viejo usted es un haragán, se gana la guita pensando"), incluyendo en su testimonio una batería de atributos en donde hasta se toman la libertad, siempre con faltas de ortografía y limitaciones, de despreciar el lugar en donde vivo, sitio, paradójicamente, en el cual una buena cantidad de mis vecinos coinciden con ellos. Es maravillosa la brutalidad del sea-monkey pues ni siquiera reconoce sus propios límites de acción, el caníbal ve comida en toda sombra humana, lo demás no importa nada. Me sentenciaron con un próximo apocalipsis individual, debido a eso mi atención a las míticas señales…

“Mira vos no me conoces, tu publicación me cayó tan mal que me hubiese metido en el teléfono para contestarte e insultarte. No podes herir de ese modo la sensibilidad de los creyentes, si vos no lo sos, podes pensar cómo quieras. Pero el día de Navidad decir lo que dijiste me ofendió muchísimo, no sabes hasta qué punto. La Fe no entiende razones, la sentís o no la sentís. Y si vos sabes más que yo de historia, no sé ni me importa, no podés blasfemar así. Yo creo que cuando vuelva te voy a maldecir y a escrachar por snob y hacerte el agrandado sin pensar a quien ofendes. Sos una persona egoísta que no respeta al otro. Me das asco”, afirmaba el texto plagado de adhesiones y emoticones amenazantes...

Como la mayoría sabe, vivo en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, uno de los centros neurálgicos de los incendios del año 2017, acaso el menos comprometido, en un pequeño pueblo que no llega a los 1000 habitantes, enclavado a pocos kilómetros del mar.

Señales ineludibles de la profecía del Rabino Bergman daban cuenta por entonces de que estábamos a poco del apocalipsis. No saber interpretar dichos indicios es cometer el peor de los pecados, algo que la fe no puede permitirse. Si sucede conviene, si Dios lo determina por algo será, la divina providencia, o la nefasta, según como caiga la taba. Algo que debemos admitir es que estar cerca del mar nos permite la opción de morir ahogados como alternativa a morir quemados. Y no se equivocó, lo años restantes le dieron la razón (agregado literario reciente)...

·       La primera señal luego de la profecía...

Durante cierta madrugada de calor, a propósito de una inesperada sensación de hambre y sed, me dirigí a la cocina. Allí descubrí la sorpresiva visita de dos malandras los cuales habían violado nuestra privacidad de manera subrepticia, dúo al que debía enfrentarme en resguardo de mi clan, Mabel. Se trataba de dos escorpiones oscuros, por su tamaño, adultos, de la especie bothriurs bonariensis, seguramente enviados por Belcebú, cuyas intenciones malevolentes daban por sentado que venían directamente hacia mis pies desnudos y violarlos con su sacro y santo veneno purificador, tal cual preanunció la ofendida redentora. De inmediato y cual Leónidas en la Termópilas, pero en mi caso sin consultar previamente al Oráculo de Delfos, tomé mis espartanas ojotas dando cuenta rápidamente de uno de ellos, tal vez el macho, deducción que hago por su menor tamaño, mientras que con el rabillo del ojo observaba los movimientos veloces de lo que presumo su compañera, de mayor envergadura (valga la contradicción) la cual se exhibía desafiante y altanera, su aguijón erecto y titilante me indicaba la próxima venganza, entendiendo que solo tendría una oportunidad ante semejante enviado demoníaco. Pues hasta los dioses cometen errores. Aproveché un descuido del monstruo y con un efectivo movimiento la aplasté sin contemplaciones escuchando el escalofriante crepitar artrópodo ante su definitiva lasitud. Al cerciorarme que ambos cadáveres no mostraban signos vitales fui al dormitorio, me puse las zapatillas y regresé a la cocina. Recogí los cuerpos desmembrados con mis protegidas manos, los introduje en una bolsa de nylon la cual deposité en el basurero que tengo en el jardín. Con las huellas de la batalla y algo cansado, pero satisfecho, volví a la cama. Mabel, mi reina Gorgo, seguía ronroneando plácidamente su sueño, ajena a las asechanzas apocalípticas.

·       La segunda señal luego de la profecía

La huerta orgánica que desarrollé, a simple vista, presumía en sus comienzos de inesperados y contundentes avances. Cualquiera hubiera afirmado que se trataba del trabajo de un avezado farmer. La misma presentaba frondosos verdeos y prolijidades biológicas ajenas a mis habilidades. Zanahorias, rabanitos y zapallos bocetaron un ordenado caos selvático, digno para documentar vía el National Geographic. Pero ni un fruto, nada comestible, solo sombras y lúgubre ornamento. Lucifer ha diseñado el embuste, embeleco aterrador que señala hambre y preanuncia la próxima plaga. Pero lo realmente contundente a la hora de la advertencia fue la de comprobar que mi campo de brotes de rosales implantados dentro de papas buenas, siguiendo los instructivos de los tutoriales en boga, habían dado como resultado hermosas plantas de papas en lugar de cromáticos rosales, y bajo tierra un muy buen número de papines. Los caminos del señor son sorpresivos y aleccionadores, al igual que las estupideces publicadas en You Tube. Para la próxima implantaré papas dentro de los rosales, acaso logre que se invierta la carga de la prueba.  Al día siguiente, bien temprano, me dispuse a pasar a tierra los plantines de tomate perita, pues habían sobrepasado el espacio asignado llegando a una altura muy respetable. Si bien aún no había necesidad de tutores los apuntalé preventivamente con pequeños palitos de madera. Más de veinte hermosos y viriles ejemplares vestían nuestra orgánica huerta, parnaso que motivó varias selfies y comentarios auspiciosos. A media mañana una tormenta infernal cayó sobre Guisosola. Viento, agua a baldes y algunas piedras dieron cuenta de los plantines los cuales permanecieron durante varias horas nadando melancólicamente dentro de las pequeñas lagunas naturales que se formaron, exhibiendo figuras sincronizadas con sus bellas hojas flotando cual metáfora ninfeácea. La segunda plaga de Bergman, el apocalipsis en varias entregas. No hay nada que hacer, uno está en la mala, cuando lluevan mujeres desnudas estaré durmiendo boca abajo, lo peor es que cuando lo hagan los hombres en las mismas condiciones también. A los pocos días, con mis esperanzas maltrechas y mis certificados del INTA fui a tramitar la emergencia agropecuaria, legajo que fue rechazado en la misma mesa de entradas.

·       La segunda señal luego de la profecía

Los incendios se intensificaron en la zona desde que abrió sus puertas el natatorio municipal de nuestro pueblo. Vivo enfrente y no tengo duda alguna que los fuegos son una respuesta divina, como en Sodoma y Gomorra. Desde las 13.00 hasta las 20.00 el sonido, corrijo, ruido de la cumbia y el cuarteto se presenta de manera pornográfica inundando con su mal gusto y procacidad varios kilómetros a la redonda. Como contrapartida a esa inundación de vulgaridad, Satanás hace lo suyo con el fuego. No quedan dudas amigos. El Rabino Bergman acertó con su profecía, el apocalipsis llamó a la puerta, y lo aclaró, no ha venido a ayudar, es imposible, se acaba el mundo, ya todos saben lo que hacer. Y de pronto comienza a tomar cuerpo stand up de un tipo que no tiene gracia alguna pero muy buen dinero para movilizar y pagar, y o subsidiar y o pautar fotógrafos, filmadores, reidores y si es necesario planideras. Mofarse de Guisasola, y de la mayoría de sus habitantes, ya es habitual en el gobierno municipal desde hace más de 20 años, digamos que constituye una política de estado. Ya le puso el cotillón lumínico a la tilinguería ávida del afuera rutero (para que la gente que pase, vea, no analice ni  comprenda), ahora va por la estupidez de la bicisenda, la misma que le rechazó por unanimidad su bancada a Juntos por Dorrego hace algunos años atrás cuando el propio clown era parte del HCD. En breve la psicótica metrocicleta turística subsidiada será una realidad y por fin el gorilaje vernáculo, que con felicidad come la cáscara de la banana, el fruto ya se lo comió otro gorila de abolengo, se sentirá vecino de Puerto Madero. Es patético y hasta linda con lo bizarro el aplauso de algunos reidores por cuyos frentes no pasa ni siquiera el agua corriente, de la luz mejor ni hablar. Disculpen pero es imposible tomarlos seriamente, ni al standapero ni a su público de cómplices itinerantes. Hay personas que son fáciles de engañar, y el poder real lo sabe, tanto como sabe que a otras es más complejo y en algún caso imposible. Acaso por deformación profesional también saben que estos últimos son los menos, y por eso se aprovecha.

Conversando esa mañana con el estimado Antonio Diez y sobre la base de cierto perfil que suele participar por nuestros Pagos cibernéticos llegamos a la conclusión que dentro de la progresía mística y practicante, campo fértil de las clases medias, existen dos matices bastante bien diferenciados. La izquierda de la derecha por un lado y la derecha de la izquierda por el otro. Ambas coinciden, como buena progresía, en un esqueleto pequeño burgués que llevan con soberbia superioridad moral que les hace detestar todo lo relacionado al movimiento popular y nacional. Los matices están dados en los límites que se ponen con relación al concepto de la ignominia, es decir los límites de la inclusión y la distribución. Mientras la izquierda de la derecha ve con ojos de resignación el ajuste y lo cree necesario ya que privilegia y supone lo imprescindible de un Excel prolijo y ordenado más allá de las consecuencias sociales, sofisma que se revela a poco de ser deconstruido, la derecha de la izquierda observa desencantada que ese Excel prolijo y ordenado ha impactado negativamente en su propio estatus social. Ninguna de las dos peleará por espacios de poder, ya que aborrecen a la política, y afirman que la aborrecen por su nula capacidad de organización y movilización de masas a pesar de ser un segmento definitorio y muy relevante de la sociedad, simplemente adherirán críticamente desde un perfil pseudoindependiente a aquella alternativa que los acerque a sus intereses individuales. El problema en ambos casos es que rara vez se desprenden de la agenda de la mass media, son adoradores del sentido común regurgitado por el establishment, por lo cual son capaces de votar en contra de esos propios intereses aun ignorándolo. Estos son los verdaderos Ni Ni de la sociedad, los Ni Ni políticos, mezcla de analfabetismo y facilidad, colectivo que vocifera por una educación enciclopedista sin preguntas ni contradicciones, ni dudas, sin pensamiento crítico, sin formación ni información, sin lecturas amargas, sin la pulsión excitante. La biblia y el apocalipsis. En definitiva el temor por perder aquello que creen que son y merecen. No hay nada más vulgar que creerse especial y dentro de este segmento social todos creen serlo. 

Finalmente, seis años después y tal lo asegurado por las amenazantes y malévolas santas escrituras, el apocalipsis arribó e hizo estragos, Mabel dejó de ronronear, un "evangelizador y sanador" melanoma castigó su bella y franca santidad hasta el hartazgo, divirtiéndose con su cuerpo, violándolo a placer, qué peor cosa puede suceder de aquí en más…(agregado reciente)

 

*Del libro de cuentos y relatos La Chacra Suazo y otros relatos. Artes Gráficas Líber)

 


*Gustavo Marcelo Sala. Editor

 

 

 

 


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