Revista Nos Disparan desde el Campanario Año III Nro. 51 “El racista ha decidido dejar de amar a una parte de la humanidad”… por Carlos Baffoni

 


Pesadillas de Zdzisław Beksiński




Originarios

 

Despierto con una frase  clara, tajante, que parece una forma de imperativo moral, pero al venir de las profundidades del Inconsciente, que tiene estructura ética, no sexual,  sino asexual, dudo de su procedencia yoica, o sea del sometimiento a los mandamientos de la palabra, cualquiera sea su procedencia.

QUIÉN NO COMPARTE SUS PROBLEMAS ES UN SOLITARIO.

De niño en la escuela, a los once y doce años, padecí las primeras consecuencias del racismo. Pertenezco a una familia de raíces europeas tanto en el linaje materno como paterno. Inmigrantes italianos de la alta Italia. Romagnoles y genoveses. Pieles blancas y ojos claros. Buena posición económica en general.

Pero mi padre, a los 30 años se casó y se fue de la chacra (en Viedma se llama así a la tierra con dueños) y tuvo que buscar un trabajo estable para sostener la familia incipiente. Se proletarizó.-

 El racismo, espero demostrarlo, tiene varias caras.

En quinto grado de la primaria concurría a la Escuela No 1, la “Dos” era la de los pobres, a pocas cuadras del “centro”, la escuela tomó una iniciativa misteriosa: Dividió al grado en dos partes: Quinto A y Quinto B. Al quinto  A  fueron los hijos/as de las clases favorecidas: Hijos de profesores, profesionales, y  que habitaban en el “centro” de la ciudad. Blanquitos todos. En el Quinto “B” fueron a parar los pibes y pibas marginados, sin abolengo, negros del barrio. Curiosamente, me ubicaron en éste quinto. El blanquito entre negros, muy enojados por cierto por la mosca blanca entre ellos. Recibí insultos, denigraciones, y maltratos DENTRO DE LA CLASE.  Para poder sobrevivir apelé a un chiste, futuro freudiano, para desarmar el arma de guerra racista. A partir de allí, fui uno de los suyos. El placer obtenido desarmó el imperativo racista. Algo en común se gestó. Empezamos a compartir nuestros problemas. Se prefiguraba así mi futura posición ideológica y política. Una de las caras del racismo, o si se quiere, su condimento básico, es el individualismo. Lo necesita como la tierra al agua. Lacán, un hombre maltratado por sus propios alumnos, en los 70 dijo: Todo individuo es un proletario. En la “cultura “griega” el proletario era el encargado de procrear hijos para el Estado. Esclavos, bah.

NO escapé de la lógica racista: ya adolescente, íbamos  con otros chicos a levantar “negritas” a los bailes populares. Esas eran para coger, las noviecitas blancas para noviar. Terminábamos de franelear con las puras noviecitas, e íbamos a buscar las “putitas” para desfogarnos. “Para emputecerlas más”, fue el comentario de mi analista. Confirmarlas más en ése lugar asignado por la “sociedad”. Alguien dijo: “El racista ha decidido dejar de amar a una parte de la humanidad”. Por lo tanto el racismo no tiene que ver en sí con la piel, la posición social, cultural, de cada quién solamente. ES la decisión de dejar de amar, compartir la vida, los problemas, las alegrías, con la humanidad, porque humanos somos todos, a pesar de las “dudas” de los conquistadores de “américa” acerca de la humanidad de los originarios.

“Nada de lo humano me es ajeno”.  El vapuleado enunciado judeo-cristiano  “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, por “intelectuales ateos”: Freud (judío) mismo dijo: “Apenas puedo amar a unos pocos, cómo puedo amar a todo el mundo”. Ésta y otras barbaridades del maestro vienés llevaron a Lacán a decir que algo en Freud nunca pudo analizarse. Hoy lo sabemos mejor: SU CONDICIÓN DE JUDÍO.  Ya sabemos que no es el Edipo lo que estructura la subjetividad humana, sino el complejo de Caín. El  asesinato del hermano, no del padre. EL FRATRICIDIO. Freud lo tenía ante sus ojos: 20 millones de hermanos muertos en la primera guerra. Agrego que el padre asesino que manda matar a los hijos, NO es el padre asesinado por los hijos.

¿Cómo no lo vio? Perdió hijos en ésa guerra.  Ahora sabemos que la traducción correcta del enunciado clave de la ética judeo-cristiana es AMA A TU PRÓJIMO PORQUE ÉSE ERES TÚ.

 

 


*Carlos Baffoni. Psicoanalista


Comentarios