Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 46 Masacre que no se filtra, no existe.. por Jorge Majfud y El Tifón más Temido, letra y música de Javier M. Miró
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Página 12
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“Si las guerras pueden comenzar con
mentiras,
la paz bien puede comenzar con la
verdad”.
Julian Assange.
El
8 de marzo de 2019, los analistas de un comando militar estadounidense
localizado en la millonaria península de Catar se encontraban observando una
calle de un pueblo pobre en Siria a través de imágenes de alta definición
captadas por un dron inteligente. En la conversación que quedó grabada, los
analistas reconocieron que la multitud estaba compuesta mayormente por niños y
mujeres. A un costado, un hombre portaba un arma, pero todo parecía
desarrollarse de forma tranquila. Hasta que una bomba de 220 kilogramos fue
arrojada desde un poderoso F-15E, justo sobre la multitud. Doce minutos más
tarde, cuando los sobrevivientes de la primera bomba comenzaban a correr o a
arrastrarse, el mismo avión arrojó dos bombas más, esta vez de una tonelada de
explosivos cada una y a un costo de un millón de dólares por explosión.
A
1870 kilómetros, en el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas del ejército
estadounidense en la base de Al Udeid en Catar, los oficiales observaron la
masacre en vivo. Alguien en la sala preguntó, sorprendido, de dónde había
partido la orden.
Al
día siguiente, los observadores civiles que llegaron al área encontraron casi
un centenar de cuerpos destrozados de niños y mujeres. La organización de
derechos humanos Raqqa Is Being Slaughtered publicó algunas fotos de los
cuerpos, pero las imágenes satelitales sólo mostraron que donde cuatro días
atrás había un barrio modesto sobre el río Eufrates y en un área bajo el
control de la “coalición democrática”, ahora no quedaba nada. La Oficina de
Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos se negó a
explicar el misterio.
Luego
se supo que la orden del bombardeo había procedido de un grupo especial llamado
“Task Force 9”, el cual solía operar en Siria sin esperar confirmaciones del
comando. El abogado de la Fuerza Aérea, teniente coronel Dean W. Korsak,
informó que muy probablemente se había tratado de un “crimen de guerra”. Al no
encontrar eco entre sus colegas, el coronel Korsak filtró la información
secreta y las medidas de encubrimiento de los hechos a un comité del Senado
estadounidense, reconociendo que, al hacerlo, se estaba “poniendo en un serio
riesgo de represalia militar”. Según Korsak, sus superiores se negaron a
cualquier investigación. “La investigación sobre los bombardeos había muerto
antes de iniciarse”, escribió. “Mi supervisor se negó a discutir el asunto
conmigo”.
Cuando
el New York Times realizó una investigación sobre los hechos y la
envió al comando de la Fuerza Aérea, éste confirmó los hechos pero se justificó
afirmando que habían sido ataques necesarios. El gobierno del presidente Trump
se refirió a la guerra aérea contra el Estado Islámico en Siria como la campaña
de bombardeo más precisa y humana de la historia.
El
13 de noviembre el New York Times publicó su extensa investigación
sobre el bombardeo de Baghuz. De la misma forma que esta masacre no fue
reportada ni alcanzó la indignación de la gran prensa mundial, así también será
olvidada como fueron olvidadas otras masacres de las fuerzas de la libertad y
la civilización en países lejanos.
El
mismo diario recordó que el ejército admitió la matanza de diez civiles
inocentes (siete de ellos niños) el 10 de agosto en Kabul, Afganistán, pero
este tipo de reconocimiento público es algo inusual. Más a menudo, las muertes
de civiles no se cuentan incluso en informes clasificados. Casi mil ataques
alcanzaron objetivos en Siria e Irak solo en 2019, utilizando 4.729 bombas. Sin
embargo, el recuento oficial de civiles muertos por parte del ejército durante
todo el año es de solo 22. En cinco años, se reportaron 35.000 ataques pero,
por ejemplo, los bombardeos del 18 de marzo que costaron la vida a casi un
centenar de inocentes no aparecen por ninguna parte.
En
estos ataques, varias ciudades sirias, incluida la capital regional, Raqqa,
quedaron reducidas escombros. Las organizaciones de derechos humanos informaron
que la coalición causó miles de muertes de civiles durante la guerra, pero en
los informes oficiales y en la prensa influyente del mundo no se encuentran,
salvo excepciones como el de este informe del NYT. Mucho menos en los informes
militares que evalúan e investigan sus propias acciones.
Según
el NYT del 13 de noviembre, la CIA informó que las acciones se realizaban con
pleno conocimiento de que los bombardeos podrían matar personas, descubrimiento
que podría hacerlos merecedores del próximo Premio Nobel de Física.
En
Baghuz se libró una de las últimas batallas contra el dominio territorial de
ISIS, otro grupo surgido del caos promovido por Washington en Medio Oriente, en
este caso, a partir de la invasión a Irak lanzada en 2003 por la santísima
trinidad Bush-Blair-Aznar y en base a las ya célebres mentiras que luego
vendieron como errores de inteligencia. Guerra que dejó más de un millón de
muertos como si nada.
Desde
entonces, cada vez que se sabe de alguna matanza de las fuerzas civilizadoras,
es por alguna filtración. Basta con recordar otra investigación, la del USA
Today que hace dos años reveló los hechos acontecidos en Afganistán el 22
de agosto de 2008. Luego del bombardeo de Azizabad, los oficiales del ejército
estadounidense (incluido Oliver North, convicto y perdonado por mentirle al
Congreso en el escándalo Irán-Contras) informaron que todo había salido a la
perfección, que la aldea los había recibido con aplausos, que se había matado a
un líder talibán y que los daños colaterales habían sido mínimos. No se informó
que los habían recibido a pedradas, que habían muerto decenas de personas,
entre ellos 60 niños. Un detalle.
Mientras
tanto, Julian Assange continúa secuestrado por cometer el delito de informar
sobre crímenes de guerra semejantes. Mientras tanto los semidioses continúan
decidiendo desde el cielo quiénes viven y quiénes mueren, ya sea desde drones
inteligentes o por su policía ideológica, la CIA. Este mismo mes, la respetable
cadena de radio estatal de Estados Unidos, NPR (no puedo decir lo mismo de la
mafia de las grandes cadenas privadas), ha reportado que hace un año la CIA
debatió entre matar o secuestrar a Julian Assange.
La
conveniente, cobarde y recurrente justificación de que estos ataques se tratan
de actos de “defensa propia” es una broma de muy mal gusto. No existe ningún
acto de defensa propia cuando un país está ocupando otro país y bombardeando
inocentes que luego son etiquetados como “efectos colaterales”.
Está
de más decir que ninguna investigación culminará nunca con una condena efectiva
a los responsables de semejantes atrocidades que nunca conmueve a las almas
religiosas. Si así ocurriese, sólo sería cuestión de esperar un perdón
presidencial, como cada mes de noviembre, para Acción de Gracias, el presidente
estadounidense perdona a un pavo blanco, justo en medio de una masacre de
millones de pavos negros.
Nadie
sabe y seguramente nadie sabrá nunca los nombres de los responsables de esta
masacre. Lo que sí sabemos es que en unos años volverán a su país y lucirán
orgullosas medallas en el pecho que sólo ellos saben qué significa. Sabemos,
también, que al verlas muchos patriotas les agradecerán “por luchar por nuestra
libertad” y les darán las gracias “por su sacrificio protegiendo este país”.
Muchos de estos agradecidos patriotas son los mismos que flamean la bandera de
la Confederación en sus 4x4, el único grupo que estuvo a punto de destruir la
existencia de este país en el siglo XIX para mantener “la sagrada institución
de la esclavitud”.
Tradición
que nunca murió. Sólo cambió de forma.
El Tifón más Temido letra y música
Javier Martín Miró
Cuando
el terrible poder
construyó
con sus herramientas
un
tonto castillo de naipes
y
los argumentos sucios de su odio, revividos,
atraen
a los idiotas
El
tifón más temido aún no ha llegado…
Si
el presente expone sus intenciones satánicas
como
ratas acorraladas
como
una fiera en un saco
No
dudarán un segundo,
para
atacar con su sonrisa sin sentido
y
sus armas sin piedad
El
más temido tifón puso sus pies en tu plato…
Y
no dudaran ni por un segundo de matar
a
cualquier persona
que
tenga sentimientos,
los
ojos de los niños,
o
la paz debilitada
desparramando
los muertos
hasta
que todo huela
a
su pútrido hedor.
como
sus sueños ambiciosos
El
tifón más temido es el frío en tus rodillas…
Javier:
Hermosa canción, lo cual prueba una vez más que hasta las tragedias más
abominables pueden ser denunciadas con la fuerza de la belleza, como un
dibujante o un actor pueden usar el humor para el mismo fin. De lo único
que no me queda del todo claro es por qué usaste la figura del tifón y no de
otra tormenta más apropiada para medio oriente o el mismo huracán que tiene su
área de acción en el Atlántico norte, pero seguro que hay una razón. Letra
y música armonizan perfectamente.
Jorge Majfud
*Jorge Majfud es escritor uruguayo-estadounidense. Profesor en la Jacksonville University.
*Javier Martín Miró. Ingeniero
agrónomo, autor del libro Javier, Paco y el Loco y otros cuentos. En 1991
emigró a Sydney, Australia, en donde desarrolla su actividad profesional como
Biosecurity Officer
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