Hace
uno días, precisamente el 11 de noviembre, falleció Frederick Willem de Klerk,
el último presidente “blanco” de Sudáfrica.
Mientras
la minoría blanca tuvo el poder en ese país, el resto de los grupos étnicos que
lo componían estaba despojado de todos los derechos políticos y solo conservaba
algunos de los que nosotros conocemos como derechos humanos de primera y
segunda generación, pero muy recortados. Quienes defendían el régimen de
“desarrollo separado”, que se conocería en el mundo por el termino en afrikaans
“apartheid” sostenían que con ello se buscaba en realidad proteger la
diversidad cultural del país, habitado no solo por blancos y diversas etnias africanas,
sino también por asiáticos, que también carecían de muchos derechos básicos y
se hallaban marginados además de la vida política. Cada uno de estos grupos
étnicos tenía todos los aspectos de su vida demarcados por la línea de clasificación
racial impuesta por el Estado. Existía con tal objetivo una oficina que se
encargaba de clasificar a las personas con la intención de poder encasillarlo y
de esa forma otorgarle o quitarle derechos según su grupo de pertenencia. Todo
estaba segregado, no solo las playas o el transporte como vemos a veces en
algún documental. Los equipos deportivos no podían ser multirraciales, ni
podían enfrentarse entre sí las diversas etnias. Hecho este que hizo que Sudáfrica
quedara fuera de las competiciones profesionales de varios deportes colectivos
y de los juegos olímpicos también. Solo el automovilismo esquivaba los boicots
y la Formula 1 o el motociclismo competían en Kyalami. Igualmente las
posibilidades para un sudafricano negro de llegar a la fórmula 1 eran las
mismas que de llegar a la luna. Después de la Segunda Guerra Mundial y sin
detenernos mucho en fechas voy a detallar algunas de las leyes que el Partido
Nacional fue implementando para lograr ese objetivo de separar totalmente a los
grupos.
Se
prohíben los matrimonios mixtos, también se penan los actos sexuales entre
miembros de razas diferentes, se segregan las universidades y todo el sistema
educativo, se definen lugares de residencia obligatorios dependiendo de la
raza, se retira a la población negra o mestiza del sistema electoral del estado
privándolos del derecho al voto.
El
delirio clasificatorio los lleva a intentar dividir el país en pequeñas
repúblicas, una para cada grupo. Estos estados como Transkei, Ciskei o
Boputhatswana tuvieron escaso reconocimiento internacional y tampoco contaron
con el de la Argentina. La idea con esto era que la población africana ahora
iba a ser ciudadana de su propio “país” perdiendo los pocos derechos que le
garantizaba la ciudadanía sudafricana de la que ahora los iban a despojar. El
hecho de que Sudáfrica fuera bastante autosuficiente hizo que a pesar de todas
las sanciones internacionales el país siguiera adelante casi por su cuenta.
Contando por un lado su injusticia absoluta con los pueblos “no blancos”,
también debe contarse que el país logro industrializarse casi por su cuenta y
no solo abastecer de los bienes necesarios para alimentarse a sus ciudadanos
sino que también exportar a quienes todavía quisieran comprarle. Sudáfrica fue
la última colonia europea en caer, anteriormente lo había hecho Rhodesia que tenía
una política parecida a la sudafricana pero más “suave”. La población africana
aquí carecía totalmente de derechos políticos y la exclusión no estaba tanto
dada por la legislación sino por la economía. Sudáfrica fue uno de los últimos
países del mundo en comenzar a transmitir televisión por el mismo pensamiento
de su dirigencia política ultraconservadora. La televisión iba a traer “ideas
raras” y era imposible de controlar todo el tiempo. No faltó el ministro en
exclamar que mientras el viviera no habría ondas surcando el aire del país. Los
procesos históricos de descolonización hicieron que de a poco nuestra
civilización comenzara a retirarse de África dejando en algunos lados un
historial de desastres, mientras que en otras colonias más “avanzadas”, como
Angola y Mozambique, logros y avances que fueron destruidos solo por ser el
legado de la ocupación. A principios de los sesenta Europa comenzó la retirada
de África dejando países más o menos funcionales en manos de funcionarios de
cuarta por el hecho que por años fueron excluidos de todo tipo de educación que
no tuviera otra función que enseñarles a hacer los trabajos que los blancos no
querían hacer. Y volviendo al principio de nuestra nota y al protagonista del
hecho disparador que me llevó a escribirla, fue De Klerk quien terminó
aceptando el largo reclamo de gran parte de la población. Derechos políticos
para todos, una persona, un voto. Hecho este que llevará a Mandela a la
presidencia en 1994.
*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur
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