Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 45 El último… por Favio Camargo

 

Hace uno días, precisamente el 11 de noviembre, falleció Frederick Willem de Klerk, el último presidente “blanco” de Sudáfrica.

Mientras la minoría blanca tuvo el poder en ese país, el resto de los grupos étnicos que lo componían estaba despojado de todos los derechos políticos y solo conservaba algunos de los que nosotros conocemos como derechos humanos de primera y segunda generación, pero muy recortados. Quienes defendían el régimen de “desarrollo separado”, que se conocería en el mundo por el termino en afrikaans “apartheid” sostenían que con ello se buscaba en realidad proteger la diversidad cultural del país, habitado no solo por blancos y diversas etnias africanas, sino también por asiáticos, que también carecían de muchos derechos básicos y se hallaban marginados además de la vida política. Cada uno de estos grupos étnicos tenía todos los aspectos de su vida demarcados por la línea de clasificación racial impuesta por el Estado. Existía con tal objetivo una oficina que se encargaba de clasificar a las personas con la intención de poder encasillarlo y de esa forma otorgarle o quitarle derechos según su grupo de pertenencia. Todo estaba segregado, no solo las playas o el transporte como vemos a veces en algún documental. Los equipos deportivos no podían ser multirraciales, ni podían enfrentarse entre sí las diversas etnias. Hecho este que hizo que Sudáfrica quedara fuera de las competiciones profesionales de varios deportes colectivos y de los juegos olímpicos también. Solo el automovilismo esquivaba los boicots y la Formula 1 o el motociclismo competían en Kyalami. Igualmente las posibilidades para un sudafricano negro de llegar a la fórmula 1 eran las mismas que de llegar a la luna. Después de la Segunda Guerra Mundial y sin detenernos mucho en fechas voy a detallar algunas de las leyes que el Partido Nacional fue implementando para lograr ese objetivo de separar totalmente a los grupos.

Se prohíben los matrimonios mixtos, también se penan los actos sexuales entre miembros de razas diferentes, se segregan las universidades y todo el sistema educativo, se definen lugares de residencia obligatorios dependiendo de la raza, se retira a la población negra o mestiza del sistema electoral del estado privándolos del derecho al voto.

El delirio clasificatorio los lleva a intentar dividir el país en pequeñas repúblicas, una para cada grupo. Estos estados como Transkei, Ciskei o Boputhatswana tuvieron escaso reconocimiento internacional y tampoco contaron con el de la Argentina. La idea con esto era que la población africana ahora iba a ser ciudadana de su propio “país” perdiendo los pocos derechos que le garantizaba la ciudadanía sudafricana de la que ahora los iban a despojar. El hecho de que Sudáfrica fuera bastante autosuficiente hizo que a pesar de todas las sanciones internacionales el país siguiera adelante casi por su cuenta. Contando por un lado su injusticia absoluta con los pueblos “no blancos”, también debe contarse que el país logro industrializarse casi por su cuenta y no solo abastecer de los bienes necesarios para alimentarse a sus ciudadanos sino que también exportar a quienes todavía quisieran comprarle. Sudáfrica fue la última colonia europea en caer, anteriormente lo había hecho Rhodesia que tenía una política parecida a la sudafricana pero más “suave”. La población africana aquí carecía totalmente de derechos políticos y la exclusión no estaba tanto dada por la legislación sino por la economía. Sudáfrica fue uno de los últimos países del mundo en comenzar a transmitir televisión por el mismo pensamiento de su dirigencia política ultraconservadora. La televisión iba a traer “ideas raras” y era imposible de controlar todo el tiempo. No faltó el ministro en exclamar que mientras el viviera no habría ondas surcando el aire del país. Los procesos históricos de descolonización hicieron que de a poco nuestra civilización comenzara a retirarse de África dejando en algunos lados un historial de desastres, mientras que en otras colonias más “avanzadas”, como Angola y Mozambique, logros y avances que fueron destruidos solo por ser el legado de la ocupación. A principios de los sesenta Europa comenzó la retirada de África dejando países más o menos funcionales en manos de funcionarios de cuarta por el hecho que por años fueron excluidos de todo tipo de educación que no tuviera otra función que enseñarles a hacer los trabajos que los blancos no querían hacer. Y volviendo al principio de nuestra nota y al protagonista del hecho disparador que me llevó a escribirla, fue De Klerk quien terminó aceptando el largo reclamo de gran parte de la población. Derechos políticos para todos, una persona, un voto. Hecho este que llevará a Mandela a la presidencia en 1994.

 


*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur


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