Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro. 43 Desacierto de Diagnóstico por Alejandro Marcó del Pont
Fuente: El Tábano Economista
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Estos son mis principios,
si no les gustan, tengo otros
(Groucho Marx)
Los
economistas heterodoxos tienen algo en común, su eterno rechazo por la teoría
dominante. Por lo tanto, toda política económica disonante con la partitura
hegemónica será tomada como heterodoxa. También deberíamos suponer que, ante la
crisis económica social generada por la pandemia y las gravísimas consecuencias
de la ejecución de políticas de austeridad neoliberales, los gobiernos del sur
global se inclinarían por un pensamiento crítico como salida evidente.
Durante
la década pasada muchos gobiernos populares dieron la impresión y generaron el
espacio de discusión para la implementación de políticas económicas diferentes
en pos de obtener resultados opuestos. Lo extraño es que América Latina en la
actualidad, en especial Argentina, se están ejecutando medidas de austeridad
muy similares a las realizadas por el gobierno de Lula en el primer año de su
mandato, esperando que los resultados sean los producidos con posterioridad en
Brasil, ante un panorama mundial totalmente diferente.
Brasil
fue el blanco de un avasallador ataque especulativo, que tenía como pretexto un
acontecimiento político trascendental, las elecciones presidenciales del año
2002, con posibilidades que se eligiera como presidente a un candidato político
de izquierda. La perspectiva de elección de un político perteneciente a un
partido que a lo largo de su historia mantuvo discursos opuestos a la
subordinación de los organismos internacionales constituyó el pretexto ideal
para que el “mercado” desplegara su ataque especulativo, con dos pretensiones
básicas: disciplina al futuro presidente y obtener beneficios en el intento.
Pusimos
“mercado” entre comillas porque se limita a la actuación de un grupo bien
definido de fondos de inversiones, sectores exportadores y de bancos
comerciales brasileños, cuyo objeto de actuación y mecanismos de concebir lucro
radican precisamente en la creación de volatilidad en los mercados financieros,
especialmente el cambiario, exactamente igual que la Argentina. Idénticos
fondos ingresaron a la Argentina 14 años después del 2002, para beneficiarse
con especulación del carry trade. Extrañamente, en la actualidad la prensa
económica con complicidad del gobierno que los denomina, fondos atrapado
en pesos, como si el país fuera una cárcel, la especulación no diera perdida
y su salida en dólares fuera un signo de previsibilidad.
Para
calmar al “mercado”, entonces, el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso, se
podría leer Mauricio Macri, volvió a recurrir al Fondo Monetario Internacional,
firmando un nuevo acuerdo que preveía préstamos del orden de U$S 30.000
millones de dólares para Brasil. El nuevo Gobierno ampliaría y
naturalmente respetaría las condiciones habituales del Fondo que en este y
todos los casos son: superávit fiscal (fijado en este caso en el 4,25% del PIB),
metas de inflación más Reformas Estructurales.
Antes
de llegar a la presidencia el candidato del Partido de los Trabajadores para
calmar a los mercados y dejar pactado la continuidad de la política económica,
en forma conjunta con todos los candidatos, firmaron un documento donde se
comprometían a cumplir los acuerdos asumidos por el Gobierno vigente con el
FMI. El documento del entonces candidato Lula se denominó “Carta a los
brasileños”. Como se ve una emboscada de manual del FMI, afianzó el grado de dirigismo
y condicionamiento por parte del establishment a los candidatos, semejante al
condicionamiento del establishment y FMI al gobierno actual de Argentina.
Cuando
Lula fue elegido, su primer año de políticas económicas dejo helada a la
izquierda y perpleja a la derecha al escoger a la flor y nata del pensamiento
económico conservador. Para la dirección del Banco Central de Brasil fue
escogido Henrique Meirelles un hombre de la Universidad de Harvard, del Bank of
Boston que estuvo 10 años como presidente del Banco Central de Brasil con el
presidente Luiz Inácio Lula da Silva para después ser Ministro de Hacienda con
el golpista de Michel Temer, pasando, por último, a ser el Secretario de
Hacienda de João Doria, derechista gobernador de San Pablo.
Lula
le dio la total autonomía a éste para practicar una política monetaria
drásticamente ortodoxa (que, entre otras cosas, explica que el tipo de interés
real en Brasil sea el más alto del mundo) así como adoptar, en los ministerios
de Planificación y de Hacienda, una política fiscal todavía más ortodoxa, que
aplicó drásticas reducciones en el gasto público y generó un superávit fiscal
del orden del 5% del PIB, superior por lo tanto al exigido en el acuerdo con el
FMI.
Debido
a la depresión del tipo de cambio, el establishment gano en beneficios. Las
exportaciones subieron (como muestra el cuadro) y las importaciones se
derrumbaron. Como consecuencia de la extraordinaria recuperación de la balanza
comercial, el déficit de transacciones corrientes, principal indicador de la
vulnerabilidad externa del país, cayó de forma significativa. Algo parecido a
lo que sucedió con la pandemia y la depredación del tipo de cambio en
Argentina, aunque aquí comienzan las diferencias. No en el frente social, donde
la pobreza, el desempleo y la desigualdad arrastraron los indicadores tanto del
primer año del Brasil de Lula, como del actual gobierno argentino.
Las
políticas de austeridad de Lula tuvieron rápidamente efectos nocivos en los
social, pero el mundo comenzaba a dar un giro al crecer del 2.5% en el 2003 al
casi 4.5% en 2004. El saldo de la cuenta corriente y la reducción del servicio
de la deuda (intereses y amortización) ayudaron a las políticas ajuste
implementadas, como el brutal aumento de la tasa de interés real que subieron
del 5.1% en el 2002 al 11.9% en el 2003. La evolución favorable del saldo de la
balanza comercial y el ingreso de capitales por tasas de interés compensó la
salida neta en concepto de los distintos componentes de la cuenta corriente
(dividendos, intereses, etc). O sea el mundo se realineo para el
neo-extractivismo de Brasil, ésta descripción puede verse en profundidad en el
artículo “Brasil,
el legado económico de Lula: éxitos y límites” del economista Pierre
Salama.
Ese
mundo en el que el presidente Lula transitó y afianzó su sobresaliente
presidencia se derrumbó con el segundo mandato de Dilma Rousseff y su ortodoxo
Ministro de Economía, Joaquim Levy,
Ex Director Gerente del Grupo Banco Mundial, mismo organismo que dejo bajo
la mira del comité de ética y del consejo administrativo del Fondo Monetario
Internacional (FMI) a Kristalina Georgieva la nueva Ada buena y comprensiva del
Organismo internacional.
Ni
la suerte de Lula ni el escenario internacional que lo rodeo, fueron recibidos
por el actual gobierno argentino. Al contrario, esta administración tuvo la
desgracia de recoger dos cimbronazos económicos. La desastrosa herencia del
gobierno conservador de Macri, la más incapaz gestión económica social desde el
regreso de la democracia y una pandemia para completar el cuadro. Esta idea en
un mundo multipolar, menos globalizado, más regionalizado, que muestra una
transición inter – sistémica, con un precario equilibrio de poder y reglas poco
claros, lo vuelven más complejo aún.
Con
este escenario a cuesta la comitiva argentina para tratar con un FMI politizado
y fuertemente condicionado, no llevó sólo una milicia de economistas, sino
también le añadió la pata política. Aunque el relato de la inclusión de esta
pata en el viaje fue la de atraer inversiones. Resulta tan poco creíble como
que, la nueva ronda de discusiones de un préstamo político que subordina al
país, se tense ante una fuerte confrontación técnica, para delinear un nuevo
programa de Facilidades Extendidas.
Al
parecer el FMI reclama una serie de reformas que fomenten la inversión, que no
dieron resultado a lo largo de la historia, pero que durante la pandemia el
término inversión quedó totalmente sepultado a nivel mundial, al menos por el
momento. También propone una fuerte disminución del déficit fiscal, con los
niveles de pobreza alarmantes y una salida gradual del cepo cambiario en un
país donde el comercio exterior, los puertos y las exportaciones no pertenecen
en lo inmediato ni siquiera a las adyacencias del Estado.
En
el mes de agosto los exportadores tuvieron el mayor superávit
comercial de toda la historia para un octavo mes según el INDEC. Las
estadísticas del Intercambio
Comercial Argentino, registraron exportaciones por U$S 8.093 millones e
importaciones por U$S 5.754 dando un superávit comercial de U$S 2.339. Pero de
exportaciones se liquidaron solamente U$S 6.806 millones, paralelamente se
pagaron importaciones no por U$S 5.754 sino por U$S 6.198 Millones. Lo que dio
un saldo positivo de U$S 608 millones en vez de los U$S 2.339 millones
declarados. Alegremente todo el mundo entiende que se trata de los ya conocidos
comportamientos especulativos de las empresas participantes del comercio exterior,
que se incrementan cuando la brecha entre el dólar oficial y los paralelos se
expande y crecen las expectativas de devaluación a futuro.
Sólo
5 empresas extranjeras se encargan de quedarse con casi el 60%
de las exportaciones agroindustriales locales, esas que se equivocan en
liquidar los dólares. La norteamericana Cargill, ADM, Bunge la china Cofco y
suiza Viterra. Con estas empresas el gobierno entiende que un pacto
garantizaría a nuestro país achicar los márgenes de un problema histórico; la
falta de dólares. Este mito que fina e insistentemente el establishment fogonea
y que Horacio Rovelli ha demostrado su falsedad
en innumerables ocasiones.
Si
usted no le cree al ala más heterodoxa de la economía, puede leer al actual
Vicepresidente segundo del BCRA el Lic. Jorge Carrera. Quien muestra que
Argentina es un país acreedor
neto con el mundo, es decir, los activos externos del país superan los
pasivos externos. Puesto en criollo, significa que lo que los dólares que se
fugaron son mayores que la deuda externa. Esta idea se confirma con los Pandora
Papers donde Argentina ocupa el podio con el tercer lugar del mundo de cuenta
bancaria a través un paraíso fiscal, ambos argumentos desechan la falta de
dólares del país, no así su propiedad.
Por
un lado, las grandes empresas exportadoras pactando acuerdos de políticas de
impulso externo para afianzar el pago al FMI. Por otro lo que los medios oficialistas
denominan, los “dueños de la Argentina” o los amos e influyen que marcan el
devenir del país fueron albergados en la casa Rosada para una comida que
ofreció la presidencia en la Javier Madanes (Aluar y Fate), Alejandro Simón
(Grupo Sancor Seguros), Hugo Eurnekian (Corporación América), Marcelo Mindlin (Pampa
Energía), Francisco De Narváez (Grupo De Naváez), Jorge Brito (Banco Macro),
Juan Martín de la Serna (Mercado Libre) y Marcos Bulgheroni (Pan American
Energy).
Acérrimos
promotores de la concentración y fugadores compulsivos de divisas hablaron con
el gobierno de una agenda abierta con un abanico de temas. Las negociaciones
con el FMI, la situación laboral, inversiones y los precios, para después de
las elecciones. Mientras estas conversaciones se llevan a cabo, el FMI insiste
en que girará nuevamente al Gobierno esos U$S 4.334 millones, cuya finalidad
siempre fue asistir a los países para enfrentar los gastos derivados de la
situación excepcional que impone la pandemia. Y que Argentina utilizará para
cancelar dos cuotas de intereses durante este año de U$S 1.885 millones cada
una, en septiembre y otra en diciembre.
Lo
llamativo en la agenda del sector privado es que figura de manera reiterativa y
obstinada la imperiosa necesidad de firmar un acuerdo con el FMI lo
más pronto posible. ¿Por qué? Bueno el modelo de país queda perfectamente
dirigido al sector externo por la necesidad de la generación de dólares para
afrontar los pagos, por lo que el acuerdo de subsidiar a los sectores
exportadores que nombramos antes se afianzaría. Esta antigua novela se llamaría
“plan macroeconómico creíble y sólido”, la eterna zanahoria del acceso, en el
mediano plazo, a los mercados.
En
función del superávit comercial expuesto y la reducción temporal de los
servicios de la deuda se podría reconstruir las reservas, bajar las retenciones,
para ordenar una consolidación fiscal, según el organismo, favorable al
crecimiento que daría apertura a dos ventanas en el mediano plazo.
Financiamiento interno sin emisión, innegociable propuesta del FMI y darle fuga
consensuada ante la credibilidad de los mercados, a los fondos atrapados
“Templeton, Pimco, BlackRok, etc” en la prisión nacional de títulos en pesos.
Se
supone que hay unos U$S 7.500 millones cautivos en la penitenciaría pesificada
nacional, Templeton y Pimco tiene un 50% de los fondos en cautiverio con
vencimientos de U$S 1.200 millones para este año, U$S 900 para el año que viene
U$S 600 y U$S 500 para 2023 y 2024. En realidad lo que se necesita son los
dólares para darle la salida a los beneficios obtenidos en pesos.
Como
se ve este desbarajuste está a la medida de todas las negociaciones reveladas,
y todas apunta en un mismo sentido. Las reservas escazas sugieren llegar lo más
rápido posible a un punto de acuerdo que incluye después de las elecciones un
tipo de cambio nominal mas alto. Iniciativa que entusiasma a la mayoría de los
grandes participantes, con excepción de la sociedad, que se verá afectada con
persistente niveles de inflación, pérdida salarial, mayor pobreza,
flexibilidad, etc.
Los
rápidos avances de la vacunación en algunos lugares, Latinoamérica y el
Caribe representan
sólo el 39% de la población destacando la absoluta disparidad mundial
de crecimiento y vuelta a la normalidad dependiendo de los niveles de
vacunación. La OCDEestá
indicando que los niveles actuales de crecimiento no representan una
recuperación. Ni siquiera Estados Unidos ha aumentado todavía su nivel de
actividad por encima de sus niveles pre-pandemia.
A
esta crisis pandémica de disparidades de impacto y una mayor concentración del
ingreso hay que añadirle la crisis simultánea de
energía en toda Europa y en China. Esta potencial perturbación
de la economía mundial podría abonar al cierre de fábricas e interrupciones de
la cadena de suministro. La amenazan de atentar contra el crecimiento de ambas
regiones ante el aumento de los precios de la energía, recortando los ingresos
disponibles reduciendo el gasto potencial de los consumidores, ralentizando el
regreso a los niveles que se manejaban en tiempos pre-pandémicos. En síntesis,
el mundo no es de los inicios del siglo veinte.
*Alejandro Marcó del Pont, Licenciado en Economía de la UNLP. Autor y editor del sitio especializado en temas económicos El Tábano Economista, columnista radial, analista.
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