Revista Nos Disparan desde el Campanario Año II Nro 43 LA DISPUTA DEL PODER… por Horacio Rovelli… Comparten La Barraca y El Tábano Economista
Fuentes:
Sitio
El Tábano Economista AQUÍ
Revista La Barraca AQUÍ
La
Argentina supo tener un rumbo, un modelo económico y social que le permitió
crecer desde junio de 1943 hasta junio de 1975 a una tasa promedio del 3,4%
anual, tasa de crecimiento que duplicaba la tasa de aumento vegetativo de la
población por ende los niveles de desocupación no superaban el 4% anual y, se
iba formando un tejido social e industrial importante. En 1974 la
Argentina era el país del continente americano más integrado, donde menos
diferencia había entre los más ricos y los más pobres. Se había generado
una matriz productiva que había aprendido de sí misma y para 1970 se había
comenzado a lograr compensar las importaciones industriales con la venta al
exterior de casimires, caños sin costura, acero, y, en 1973, se obligó a las
empresas automotrices radicadas en el país a vender vehículos y repuestos al
mundo socialista. Por lo que el modelo no solo no estaba agotado, sino
que empezaba a fortalecerse en un salto cualitativo en la producción
industrial.
El
Modelo ISI (industrias Sustituidoras de Importaciones) sobrevivió hasta 1976,
en que la dictadura militar desindustrializó imponiendo un modelo
extractivista, agropecuario exportador y se valió para ello de la deuda externa
La
deuda externa y la extranjerización y concentración económica en nuestro país
imponen una matriz extractivista, agropecuaria-exportadora, razón por la cual
no se desarrollan industrias que sustituyan importaciones, no genera trabajo y
no se integra la sociedad. Al contrario, se subordina toda la economía a
satisfacer la demanda del exterior y el sector externo refleja claramente
esa situación.
En
un marco que el objetivo es garantizar el superávit comercial para financiar
básicamente el pago de una deuda externa con fuertes vencimientos, que obligan
a reprogramar los mismos en un estado de negociación permanente, donde el
gobierno ofrece en primer término que las exportaciones (a como den lugar)
superen a las importaciones, y a la vez, que el déficit fiscal primario sea el
menor posible para no agravar el endeudamiento.
Esto
implica un brutal ajuste de la economía nacional, por ende debe exportarse lo
que sea, sin miramiento y sin importar como afecta al consumo interno. Ejemplos
claros las exportaciones declaradas de 37 millones de toneladas de granos de
maíz en el año 2020 y su impacto sobre los precios de la carne aviar y porcina
y hasta en la bovina en el mercado local, que incluso continua este año en que
las exportaciones de granos de maíz se acercarían a 40 millones de toneladas.
La
principal pregunta es porque debemos exportar a como dé lugar y reducir el
consumo interno para aumentar los saldos exportables de alimentos y materias
primas (que es lo que básicamente vendemos), para pagar una deuda que a su vez
no se investiga quiénes la generaron. Es más se trata de llegar a un
acuerdo con el FMI y pagar en 10 años con cuatro o cinco años de gracias, pero
a cambio de pagar a libro cerrado, cuando la deuda tomada con ese organismo
internacional se hizo a espaldas del pueblo, violando nuestra constitución
nacional y, el FMI violando el Art. 6to Inciso a) de su carta orgánica, porque
no puede prestarle a una país en plena fuga, porque como sucedió, termina
financiando dicha fuga.
Es
inaudito el nivel de endeudamiento cuando la Argentina ha tenido un comercio
exterior superavitario en todo lo que va de este siglo XXI. En efecto,
sumando desde el año 2000 inclusive hasta agosto de 2021, se acumula un
superávit comercial de 166.281 millones de dólares.
Máxime
que en el año 2005 y 2010 se realizó una exitosa conversión de títulos de deuda
disminuyéndola sensiblemente y reescalonando sus pago y, sin embargo, con el
gobierno de Macri, la deuda se acrecentó en más de 100.000 millones de dólares,
con esa deuda no se hicieron obras de infraestructura y si, se fugaron, según
estudios del BCRA, 86.200 millones de dólares. Es más los cien primeros
fugadores lo hicieron por 24.679 millones de dólares en cuatro años[1] y
a ninguno de ellos se los investiga para saber cómo hicieron para comprar esa
cantidad de divisas en cuatro años, cuando no declararon ganancia en sus
empresas por esa magnitud que fugaron
En
ese marco, se genera una fuerte disputa en la cúpula del poder económico en la
Argentina, principalmente entre el sector extractivista y agropecuario
exportador, este último nucleado en el CAA (Consejo Agroindustrial Argentino),
que son los que obtienen las divisas del exterior y que necesitan de una
devaluación permanente de nuestra moneda para reducir los costos internos (y
aumentar sus beneficios y rentas) y que ese hecho de obtener divisas les
confiere un rol, estratégico en la sociedad.
El
CAA se conformó en julio de 2020 con más de 60 cámaras y entidades como
CONINAGRO (Confederación Intercooperativa Agropecuaria), Confederaciones
Rurales Argentinas (CRA) y Federación Agraria Argentina (FAA) y que tiene
asociados y sectores diversos, pero que contemplan prácticamente todos los
integrantes de las cadenas de valor agropecuarias: Los productores de carne
avícola, vacuna y porcina; las industrias y cámaras ligadas a la producción de
soja, maíz, trigo, arroz, maní, algodón, madera y pesca, entre otros; y las
empresas exportadoras nucleadas en el Centro de Exportadores de Cereales (CEC,
donde participan Aceitera General Deheza, COFCO, Cargill, Glencore, Bunge,
Louis Dreyfus, etc.). A ello, se suman las Bolsas de Cereales y acopiadores de
todo el país, uniendo productores, acopiadores, comercializadores,
industriales, biocombustibles y exportadores.
Del
otro lado de la cúspide empresaria del país se encuentra el viejo CEA (Consejo
Empresario Argentino) que luego se autodenominó AEA (Asociación Empresaria
Argentina). El CEA fue creado en el seno de IDEA (Instituto para el Desarrollo
Empresarial de la Argentina) en 1967 en apoyo al ministro de la dictadura de
Onganía, Adalbert Krieger Vasena, su presidente hasta el 24 de marzo de 1976,
fue José Alfredo Martínez de Hoz y como tal propició el acuerdo “APEGE” que
hizo el lock out (paro patronal) en febrero de ese año como antesala del golpe
militar y, luego asumió como súper ministro de la dictadura de Videla. Desde el
año 2002, el CEA se fusionó con la Fundación Invertir, conformando la
Asociación Empresaria Argentina (AEA) como se la conoce hoy, presidida por un
hombre ligado a la embajada de los EEUU y como tal principal convocante para
conmemorar los 4 de julio, Jaime Campos. Pero sus principales directivos y
Vicepresidentes de AEA son Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor
Magnetto (Clarín), Cristiano Ratazzi (FIAT), Alfredo Coto (supermercado Coto),
Pedro Blaquier (Ledesma) y Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó), empresas que
están atadas fundamentalmente al mercado interno y que tienen una importante
deuda en moneda extranjera, por ende no propician una devaluación sistemática
porque su deuda en nuestra moneda crece y sus activos en moneda dura
disminuyen.
A
esas dos grandes fracciones del empresariado local, hay que sumarle el capital
financiero, cada vez más extranjerizado, con BlackRock como principal acreedor
privado y con participación en los bancos españoles (Santander y BBVA) y en los
supuestamente privados nacionales Galicia y Macro; a los que se debe sumar los
bancos extranjeros que operan en el país (Citi, HSBC, ICBC, Patagonia).
Más la deuda interna (títulos en pesos) que tiene entre otros acreedores
a PIMCO y a Franklin Templeton como sus poseedores y no saben cómo salir de
esas tenencias sin producir una fuerte caída en sus precios (que si mal venden
los perjudica). Más la deuda externa y la presión del FMI y del Club de París.
LA
DISPUTA
La
puja en la cúpula económica se dirime a favor del CAA quienes logran:
a)
Que el Poder Ejecutivo adopte como ley su propuesta de “Régimen de Fomento al
Desarrollo Agroindustrial Federal, Inclusivo, Sustentable y Exportador” que
regirá hasta el 31 de diciembre de 2025, cuando es obvio que los grandes
formadores de precios de alimentos en el mercado argentino se benefician y
propician la suba del valor de la divisa para priorizar la venta al exterior y
que, por cada dólar que consiguen (y que el proyecto de marras impulsa y
estimula) quieren obtener mayor poder de compra en el mercado local. Más
extractivismo agropecuario y mayor dependencia del mercado externo, porque una
vez que tengan cosechado esa mayor cantidad de grano o carne, ¿por qué la van a
destinar al mercado interno? ¿Para sobre ofertarlo y que caiga su precio? No,
lo hacen para generar divisas para ellos y pagar lo menos posible al erario
público y, si los argentinos quieren consumir alimentos que lo paguen al precio
internacional
b) Que
no intervenga el Estado en el Río Paraná, como dice Mempo Giardinelli: “Es
sabido que el Paraná es uno de los más importantes ríos del mundo, y la segunda
cuenca sudamericana en extensión después del Amazonas. Además es fabulosa y no
siempre tenida en cuenta la recepción de aguas de grandes ríos sur
continentales como el sistema Paraná brasileño-Iguazú, el Pilcomayo, el Bermejo
y la cuenca central que forman los cordobeses ríos Tercero y Cuarto y el
Carcarañá santafesino. Todo esto está en riesgo porque desde la sojización de
la agricultura en los últimos 20 años se han talado millones de hectáreas de
bosques nativos y sus consecuencias ecológicas son brutales. Se ha expulsado a
millones de personas que trabajaban los campos, se han vaciado pueblos enteros,
se tienen desmesuradas tasas de cáncer per cápita y encima se ha deteriorado el
control en todos los órdenes. Y todo por el Estado Idiota que hoy tenemos, que
más allá del incesante esfuerzo de trabajadores y técnicos prácticamente no
controla nada”.
PROPUESTA
Es
obvio que la verdadera defensa del pueblo argentino pasa exactamente por el
camino inverso:
a)
Se debe impulsar la investigación sobre los grandes compradores de divisas (y
entre mientras suspender todo pago al FMI y al Club de París); aumentar los
derechos de exportación (retenciones); poner “cupos de exportación” priorizando
el mercado interno; y, dejar de devaluar nuestra moneda. Con el mayor
ingreso por las retenciones y el menor pago de los intereses de la deuda, el
Estado debe impulsar la construcción de vivienda y de obras públicas que no
requieren importaciones de ningún tipo y, aumentar los salarios, jubilaciones y
pensiones que depende del Estado y, de ese modo, la Argentina vuelve a crecer
en forma sostenida y consistente.
b)
Derogar el Decreto 949/2020 y sucesivos, que licita nuevamente el dragado del
río Paraná, para que vuelva a ser administrado por el Estado
Todo
otro camino es una concesión al poder económico que se paga con desocupación y
bajos salarios, la pobreza de la mitad de nuestra población así lo demuestra.
[1]
“Formación de activos externos 2015-2019” Informe del BCRA 14 de mayo 2020.
3]
Crédito al sector privado en torno al 11% del PIB, que es el porcentaje más
bajo de toda la historia monetaria del BCRA, de los cuales corresponde un 5% a
los crédito personales y 6% a las empresas
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