Revista Nro. 20 ¡Qué desastre!….exclamó el señor Boroviecki por Favio Camargo

 

Cuando pienso en la Revolución Industrial y el cambio que produjo en la vida de las personas, como loco por el cine, lo primero que me viene a la cabeza es esa imagen de Charlie Chaplin en “Tiempos Modernos”, una caricatura que hace reír y a la vez pensar en ese pobre hombrecito tratando de trabajar a la velocidad de las maquinas. También en “La tierra de la gran promesa” (1), donde el  “señor”  Boroviecki estaba más preocupado por toda la tela que se había estropeado, más que por el pobre obrero al que la maquina había reventado.

Con la Revolución Industrial se transforman varios aspectos de la vida diaria de las personas, en un primer apartado voy a mencionar el cambio en los hábitos  alimenticios.

Los consumos alimenticios de las clases altas se vuelven mucho más variados y aparecen gran cantidad de productos que llegan desde todas partes del mundo: especias, azúcar, café, chocolate, tabaco, frutas y verduras, carne, leche, pescado y bebidas alcohólicas entre otros.

Por el lado de los trabajadores sucede todo lo contrario, su alimentación empeora de una forma alarmante. Los trabajadores ya no viven en la zona rural donde tenían la posibilidad de tener un pequeño huerto con frutas y verduras, de cazar y pescar, tener gallinas para obtener huevos, alguna vaca para la leche o algún cerdo para facturar en invierno y hacer jamón y chorizos. Ahora que vivían en la ciudad, todo lo que querían consumir debían comprarlo y con los sueldos miserables que ganaban, mucho no podían hacer y su dieta se basaba más que nada en pan negro, té, papas y grasas como manteca. Alimentos que estimularan y que dieran a la vez sensación de saciedad. Algo a destacar es la diferencia que había en las calidades de los alimentos a los que podían acceder las personas según su clase, era muy común la adulteración de los alimentos en los puestos de venta destinados a las clases bajas. El té o el café de los pobres podía llegar a contener cualquier cosa, como ese café que está en las máquinas de los colectivos de larga distancia entre el baño y la videocasetera.

Hay que tener en cuenta también que los obreros industriales hacían la mayoría de sus comidas fuera de su casa, muchas veces sin siquiera una pausa para comer, comían parados al lado de la maquina en la que trabajaban.

La forma de ver el tiempo también cambia totalmente. Antes de la Revolución Industrial la vida de las personas marchaba al ritmo del sol y de las estaciones. Se trabajaba con la luz del día y el trabajo dependía de la estación: la siembra, la cosecha, la factura de cerdos, la elaboración de cerveza y los tiempos en los que no había trabajo agrícola que se dedicaban al trabajo rural domiciliado. La vida del obrero industrial va a marchar al ritmo del reloj y bajo luz artificial, ya no es el tiempo de la naturaleza, sino el de las maquinas. Las jornadas laborales podían superar las 14 horas y se paraba no pensando en el descanso del obrero sino en el de las máquinas. El disciplinamiento de las masas de trabajadores a esta nueva forma de trabajar y vivir llevó mucho tiempo. Los obreros se hartaban y desertaban de sus trabajos por lo que comenzaron a usarse sistema de premios y castigos y apuntando a las capas más débiles de la sociedad como mujeres y niños ya que al estar en una situación de miseria absoluta toleraban todos los maltratos. Lo que nos cuenta Pollard en su obra “La disciplina fabril en la revolución industrial” es indignante. Se empleaban niños ya desde los seis años y se los hacía trabajar entre 12 y 14 horas manteniéndolos despiertos a fuerza de rapé (tabaco en polvo que se inhala). Se les pagaban salarios miserables y los castigos corporales eran comunes. La gran potencia industrial inglesa tiene como cimientos los cuerpos de millones de niños, niñas, mujeres y hombres que trabajaron hasta reventar por salarios de subsistencia.

 

Nota

1)      “La tierra de la gran promesa”  de Andrzej Wajda – Polonia – (1975). Pelicula.

 



*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur

 


Comentarios

  1. Respuestas
    1. la profe de Contemporanea I nos recomendó leerlo, yo hace mucho lei Oliver Twist, pero en formato de historieta
      Favio.

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