Revista Nro. 19 El desafío del hacer el bien.. por Eddy W. Hooper






Cada vez veo a más del mediopelo aceptar y alentar la posibilidad de un derrocamiento del Presidente de la Nación, de una alteración de facto del orden constitucional, fundado sin embargo en el deseo contradictorio de “cuidar la República”. “Apoyan un golpe de Estado porque se los dice la televisión, la radio, los diarios y el nido de trolls”, me justifican.
No sé cómo vivirán los hechos comunicacionales las otras personas; en mi caso, me doy cuenta –fuera de toda ideología- de que TN es una estafa antes de los 30 segundos de estar viendo CUALQUIER programa, incluso los que “no hablan de política”. Me doy cuenta de que Clarín digita el “tapar o hacer tapa” según le convenga.
Me doy cuenta de la selección de informadores eficaces y perversos –afines a la quintaesencia goebbeliana- como Jorge Lanata (que es el más eficaz), el repulsivo Etchecopar, el monetario Leuco, la carcamana Legrand. Me doy cuenta del fenómeno de sugestión emocional colectiva que todos estos mercenarios científicamente conjugados lograron.
No obstante, a la vista de lo que pasa, hay gente que NO se da cuenta. Esa grey “modificada por los medios” (concepto que desecho por falso) hoy pide un golpe de Estado.
En los días anteriores al crimen de 1976, también la clase media hija de la semi-alfabetización de sus mayores migrados pedía “cualquier cosa, con tal de que se vaya esta yegua”. Sí, también le decían “yegua” a María Estela Martínez, entre otras barbaridades.
Muchos peronistas de clase media comenzaron incluso a odiarla; sobre todo luego del “Rodrigazo” de junio de 1975. Yo era chico: cumplo años en julio y en casa le echaron la culpa de los regalos “pobres” a la “loca de mierda”. “Cualquier cosa, con tal que se vaya ésta que no sabe ni hablar y que se acuesta con López Rega”.Como esta gente, igual que yo, no sabe nada, afirma hoy que “con los militares nos sentíamos seguros y estábamos bien”. Entonces, ve la “salida militar” como resolución de sus actuales desdichas.
No voy a tocar el primer asunto, “sentirse seguro”. Lo verdaderamente cierto, por más que muchos adictos lo cuestionen, es que la clase media estuvo “segura” durante la dictadura militar hasta que alguna tropa decidía avasallarle sus derechos. El “si no te metés en nada, no te pasa nada”, como mediocremente postulaba el por entonces “ciudadano de a pie”, no era verdad. Bastaba ser amigo de un amigo, figurar en una agenda, haber escuchado “algo” o simplemente que te hayas olvidado algún papel del auto o te quejaras mientras estabas haciendo una fila en alguna repartición pública, para que estuvieras expuesto a alguna arbitrariedad y seas pasible de recibir una violencia desproporcionada. Lo de “estábamos bien”, que en el ámbito del pensador de clase media sólo puede vincularse con lo económico, TAMPOCO ES CIERTO. Es decir: sí, hasta principios de 1981, la clase media vivió una panacea grotesca. Mar del Plata, Brasil y sobre todo MIAMI fueron los destinos adonde fue a dar más vergüenza y donde instaló el titiritesco “deme dos” y la circense tiranía del “me tienen que dar un servicio acorde a lo que yo pago”, con el que justificó el maltrato a mozos y empleados de hoteles y tiendas. Por entonces, nos hicimos internacionalmente conocidos como “malos turistas”. En algunos lugares de alojamiento –le pasó a mis parientes- obligaban a exhibir las toallas de la habitación en la conserjería, al momento del “check-out”, para asegurarse de que no se las habían robado. La cuestión se mantuvo mucho después: hace más de 20 años, cuando hice mi único viaje, me conminaron a pasar por el canal rojo, una vez que verificaron que venía de Buenos Aires.
Pero a partir del año 1981, se inició una escalada de miseria sólo comparable, hasta entonces, con la crisis de 1930. Cuando a la clase media aspiracional se le fue el tostadito del caribe norteamericano y después de tirar a la basura todos los televisores “PAL-M”, los reproductores futuristas de “laser disc” en los que NADA pudo reproducir y los equipos de aire acondicionado de 110 voltios que en su ignorancia había comprado y que no le servían ni con transformador, vino el yugo de la verdad.
Sueldos de miseria, locales cerrados, quiebras masivas. Reventó la bicicleta financiera, la misma que Macri rearmó, décadas más tarde, durante su presidencia espuria. La clase media que hoy reivindica a los militares se desbarrancó. Terminó de comerse las porquerías que compró en Río de Janeiro y pasó a ajustarse el cinturón como nunca antes.
Y cuidado: NADA DE PROTESTAR, ni mucho menos de FALTAR AL TRABAJO por hacer alguna “changa”. El que protestaba o faltaba al trabajo era un “subversivo”. No fueron infrecuentes, por entonces, las denuncias realizadas al “Gerente de Personal” por los propios compañeros de trabajo. De la Plata Dulce, la clase media pasó a ser fuertemente disciplinada en la tolerancia al abuso, que incluyó beber sin chistar las aguas servidas de su propia indigencia. Aquí traigo, para tener una idea, la evolución del dólar por aquella época. Luego de producido el golpe de marzo de 1976, la divisa bajó su cotización, que venía en suba únicamente por presiones del “mercado”; es decir, de los dueños del país. Hasta 1981, el billete había rondado un aumento promedio del 100 % anual, sólo moderado por la deuda que se iba tomando para mantener la sustitución del modelo industrial por el de la especulación financiera. Pero entre enero de 1981 y diciembre de ese año, el valor del dólar se incrementó un 400 %: pasó de 2.000 pesos a más de 10.000. Todos los que, jóvenes o viejos, vivimos aquella época, sabemos que la Guerra de Malvinas –que hoy vivan los descendientes de aquella clase media contaminada- fue un artilugio de disuasión, un manotazo de ahogado para que el “Proceso de Reorganización Nacional” no volviera al demonio, como se terminó yendo. Perdimos la guerra y el dólar pasó de 10.000 a 68.000 pesos. Entonces, vino el “primer semestre” de 1983. Otro presidente militar, otra “mirada hacia el futuro” apoyada por la clase media patológica. NADIE pudo arreglar el desastre. El dólar eclosionó de 68.000 a 98.500 pesos en sólo cinco meses. Así que, para que los papis y mamis culpables de siempre no se alteraran, el gobierno militar los volvió a manipular, a pesar de que ya había dicho que convocaría a elecciones. Cambió todo para que NADA cambie: LE SACÓ CUATRO CEROS A LA MONEDA, punto. Por entonces, ya circulaba el tristísimamente célebre BILLETE DE UN MILLÓN DE PESOS, que tuvo vigencia hasta 1985, ya entrada la Democracia. Pero tampoco esa triquiñuela sirvió. Más allá de que el “cambio” motivó una nueva devaluación (17 % de un día al otro), tampoco pudo evitar lo inevitable: cuando Alfonsín juró como nuevo Presidente constitucional de la Nación, 1 solo dólar valía más de 250.000 (DOSCIENTOS CINCUENTA MIL) pesos de los de antes de la reforma. Entre marzo de 1976 y diciembre de 1983, el dólar y todos los precios aumentaron, aproximadamente, un 79.000 % (SETENTA Y NUEVE MIL POR CIENTO).
Todo ello, sin contar los problemas que trajo la “Circular 1.050” dictada en 1980 por el Banco Central, que ató la indexación de los préstamos a una “tablita” de evolución de intereses establecida por el mismo Banco. La Circular inflacionó los créditos a un ritmo mayor que el del dólar, porque el Estado era garante no del bienestar de la gente, sino del enriquecimiento de los que más tenían. Mucha clase media que hoy añora aquellos años tomó préstamos HIPOTECARIOS que a la postre no pudo pagar. Los especuladores, los “prestamistas en escribanía” y las entidades financieras se quedaron con las casas de miles de familias. Tres décadas más tarde, sin embargo, Macri revivió esa Circular bajo la forma de “Créditos hipotecarios UVA” y la clase media –que ahora cree que en no saber nada se funda su honestidad- volvió a caer voluntariamente en la trampa. Luego del lustro y medio del “Proceso”, el salario y los ingresos cuentapropistas del mediopelo habían llegado, en términos reales, a MENOS DE LA MITAD DE 15 AÑOS ATRÁS. Si no hubiera sido porque Herminio Iglesias quemó un ataúd con el escudo de la UCR en la parte final de una alocución de Ítalo Argentino Lúder, esa medianía rastrera habría vuelto a votar al peronismo por conveniencia, como en 1973. Es decir, al final del camino, le habría convenido ser peronista y no “militar”. Los genocidas le tomaron la palabra: “cualquier cosa, con tal que se vaya la yegua”. Perfectamente: TODO. Dennos TODO, y la yegua se va. Y así fue. Algunos visionarios del chiquitaje, sin embargo, acertaron en la compra y se trajeron desde Uruguayana o Puerto Stroessner televisores “PAL-N”, que eran los que acá "funcionaban bien". Así pudieron ver en colores su propia decadencia. En casa teníamos un Toshiba de mala muerte gracias al cual pude asistir con todo esplendor cromático –y también escuchar con tecnología burda de avanzada- al espectáculo digitado de las mentiras de “60 Minutos”, el TN imbecilizador de entonces, cuyas puestas en escena sostuvieron al régimen militar hasta que el bolsillo de los abues y los papis y mamis de los papis y mamis de hoy dijo BASTA. En fin, un ejercicio de memoria. La clase media, lo dice José Pablo Feinmann y lo repito siempre que puedo, “es lo que es, y quiere ser lo que nunca será”.
La clase media ES LO QUE ES. Quedémonos con eso. El verdadero desafío es hacerle el bien.




*Eddie W. Hooper, Abogado
 Fuente de Origen y Link de Origen: aquí

Comentarios

  1. Se puede agregar pocas cosas al excelente artículo. Por ejemplo que esa misma media clase abotonada por el sistema de esxclusión y de represion desde 1976 , cuando vinieron "los salvadores de la república" no sólo perdieron los jubilados y los empleados sus salarios y sus empleos , los mas pudientes sus empresas y sus ahorros, sino incluso muchos de ellos , muchísimos pagaron el mayor precio , también perdieron sus hijes, sus hermanos, sus seres queridos que habían decidido enfrentar a la tiranía y al genocidio. Le s costó bien caro su garrafal error histórico. Sin embargo -aunque con menor costo - lo volvieron a incurrir con llantos y maritillitos pretendiendo romper las puertas de los bancos en el 2001/2. Ese mediopelo y media clase tilinga es una gran parte del problema.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario