Revista Nro. 15 JUAN, PABLO, Y LA TORTA por Pedro Caramelli Lagleyze


        Juan le había pedido a Pablo que hiciera una torta de limón.
     Juan siempre andaba muy ocupado en sus negocios, y además, no sabía cómo hacerla.
       Pablo en cambio, sí sabía cómo se hacía una torta, y como su pasatiempo era la lectura y el pensamiento, podía hacerla mientras leía.
        Así fue que Juan le dejo a Pablo los ingredientes para hacer la torta y el horno para su cocción, y se fue a ocuparse de sus asuntos.
        Pablo sabía que Juan era un ladino, por lo que antes de poner manos en la masa, le propuso discutir un tema medular: ¿cómo iban a repartirse la torta?.
        -Yo te "daré" una parte. Dijo Juan restándole importancia al asunto.
        -Como que ¡"te daré"!. Dijo Pablo con gesto de asombro.
        -Claro, cuando esté la torta terminada te doy una parte.
        -No. Dijo Pablo sintiéndose estafado. El producto creado con los ingredientes por vos aportados y la pericia de mi preparación es un nuevo producto. Que vos digas que "me das" una parte hace suponer que vos sos el dueño, y que "además", decidirás que parte me darás.
        -Sí, claro. Dijo Juan. Yo soy el que pongo la harina, los huevos, el aceite, el limón y el horno, yo soy el dueño y te doy una parte.
        -Sí, pero yo soy el que realiza la mezcla, amasa, deja levar, cuida que no se queme la torta. Dijo Pablo. Tu eres dueño de los ingredientes, y yo del trabajo necesario para la creación de un nuevo objeto: la torta, somos los dos los dueños de la misma. Somos los dos quienes entonces debemos decidir su reparto.
        Juan se estaba cansando y pensó: ¿Justo le vengo a pedir a éste que es un vago y se pasa el día leyendo y cuestionándolo todo para que me haga una torta?. Porque no le dije a Ariel que la hiciera, que nada cuestiona y que trabaja como un burro todo el día sin quejarse. Pero bueno, Ariel es un bruto, y seguro la hace mal o me la quema.
        -Mira. Dijo Juan con un dejo de fastidio y con la intención de terminar la conversación. El dueño de la torta soy yo, y te pienso dar la cuarta parte, dijo, al tiempo en que se endurecía y mostraba sus músculos. Juan era grandote y tenía fama de haber noqueado a varios en el pueblo, además tenía armas en su casa, y Pablo -era cierto- que se la pasaba leyendo y pensando no había cultivado su musculatura, tampoco tenía armas ya que no tenía capital para adquirirlas.
        El miedo, el temor, y la valoración de la integridad psicofísica hicieron que Pablo claudicara en su posición. Pero le duró poco. La indignación penetra muy hondo en el alma del ser humano y regurgita con fuerza. La cuestión era más profunda, no se trataba del tamaño de la porción de una torta, la posición por Pablo sostenida venía a subvertir un pensamiento generalizado. Pablo quería romper con el orden establecido, emanciparse; pero sabía que para lograr ello tenía que luchar. Juan no habría de ceder en su posición tan fácilmente (1).
        Sólo había vertido la harina en un recipiente cuando se vio en la calle en un soleado día lunes 30 de junio de 1969, y a la primera persona que se encontró le preguntó dónde quedaba la CGT.
        -¿Cuál de ellas?, le dijo el transeúnte. Y la respuesta sorprendió a Pablo.
        -Qué, ¿hay más de una?
        -Sí, la CGT de los Argentinos (2), queda en la calle Paseo Colon 731, y la CGT Particionista, queda en la calle Azopardo 826. Ambas son peronistas, le dijo. Y después agregó: la primera es combativa y revolucionaria, y la segunda es partipacionista y dialoguista.
        Luego de “un gracias muy amable” al transeúnte tan ilustrado, se dirigió hacia Paseo Colón, supuso que allí encontraría una mejor respuesta para defender su posición.
        Al llegar se encontró con un enorme operativo del ejército al mando en ese tiempo de uno de los tantos ocupantes ilegítimos del sillón de Rivadavia, Juan Carlos Onganía, que estaba clausurando esa CGT. Lo único que alcanzó a escuchar fue que unas horas antes un "lobo", llamado Timoteo, había sido muerto en un operativo llamado "Judas". Una señora mayor y que pasaba por allí pronunciaría una frase que luego sería el título de una serie de capítulos de televisión de la historia Argentina, y cuyo autor era el historiador Felipe Pigna: ¡Algo habrán hecho!
        Ante esta situación que le excedía, Pablo se dirigió hacia la calle Azopardo 826. Y allí, un joven llamado Hugo, que todavía no era gordo y que cuando Pablo se presentó le dijo que tenía un hijo con el mismo nombre, le refirió que podía "convencer" a Juan a que le diera un tercio de la torta.
        El tiempo paso y Pablo no recordó más ese episodio que lo marco para siempre. Y ello fue hasta que ya grande, otro Juan, distinto al anterior, le propuso la misma faena pero esta vez este Juan "le daba" sólo una porción de la torta. Esas porciones que te dan cuando pedís en una confitería y que es el equivalente a 1/8 del total.
        Pablo le dijo que no a este Juan argumentando esta vez que ya no tenía pericia para esa tarea. Se quedó pensando, ¡pero no solo!. Dos señoras lo visitaron en sus pensamientos. La nostalgia con sus ropas grises y aburridas, y la indignación, hinchada en su camisa roja y a punto de explotar. Ambas le señalaban que busquen algo que se había perdido.
        Dice Sergio Caletti en la revista Lucha Armada Nº 6 pagina 79, bajo el título Puentes Rotos: ... apenas uno separa la vista de la cercanía, hay un nudo elemental y previsible que aparece con cierta nitidez para explicar el encriptamiento en el que aún se mantiene, algún resorte secreto que queda fuera de todo relato. Ese nudo, creo, es la revolución, la idea de la revolución que desde algún tiempo y de algún mundo convocaba a pensar la vida entera de un modo y que, luego, como si hubiese sido la lumbre de una vela, se apagó. Ni se corrió de lugar ni cambio de color o de forma. Se apagó. Y ningún relato puede describir el mismo cuarto, los mismos muebles, con esa luz cuyas tonalidades ya ni se recuerdan ni se conocen. ... no me refiero a que la revolución fue derrotada, porque ello podría implicar que sin embargo se mantuvo como sentido, como cielo, como concepto. En los setenta argentinos, la derrota de las fuerzas revolucionarias constituyo la derrota del concepto y del sentido, del cielo entero de la revolución. ..."(3)


Referencias


(1) NOTA: "... Nadie puede suponer que la clase poseedora va a despojarse de sus privilegios en un generoso y fraternal renunciamento. Como dice Pompier: "Cuando la humanidad cambia su estructura, tropieza no solamente con los códigos viejos sino también con los intereses creados de miles de personas que han conquistado privilegios bajo esa égida. Todo derecho que se logra mata algo que debe morir, pero que antes se defiende hasta el último aliento, el que vive de lo injusto. He aquí pues, la necesidad tristísima de luchar y aún llegar a verter sangre. Es que el nacimiento de un nuevo derecho es siempre como el del hombre: un doloroso y dificil alumbramiento". No podemos soñar, por lo menos en el momento actual, en una transformación pacífica de la sociedad, y en la medida en que el mundo que muere extrema su violencia para no morir, se convierte en una necesidad inevitable oponer a la violencia del régimen la violencia revolucionaria. ...". Recomiendo la lectura completa de este articulo. Se trata, a mi juicio, de la mejor caracterización a la pregunta: ¿que es el socialismo?. Por Luis B. Cerrutti Costa, abogado laboralista, defensor de presos politicos. Conferencia pronunciada en Mesa Redonda en la Federacion de Obreros y Empleados Telefonicos (FOETRA), Buenos Aires, el 22 de setiembre de 1972, cuyos participantes fueron Juan Jose Hernandez Arregui, historiador y escritor nacionalista de izquierda; Julio Guillan, Secretario General de FOETRA; Ricardo Carpani, artista plastico, muralista, ensayista de temas politicos; Benito Romano, dirigente obreros azucareros; Alfredo Carballeda, Agrupacion Lealtad y Soberania del Peronismo Revolucionario; Tomas Saraví, periodista, gremialista, Agrupacion de Periodistas Peronistas 26 de Enero. Puede verse al final bajo el titulo Socialismo y Revolución Socialista en: http://www.elortiba.org/old/cgtarg.html

(2) NOTA: (wikipedia) La CGT de los Argentinos fue fundada en el Congreso Nomalizador Amado Olmos, entre el 28 y el 30 de marzo de 1968, con la elección del dirigente grafico Raimundo Ongaro, encabezando la corriente combativa del movimiento obrero argentino. El grupo vandorista no participó del Congreso y el participacionismo se retiró al verse en minoría. En una experiencia no infrecuente en la política europea, pero sin precedentes en Argentina, nucleó junto a los obreros a numerosos artistas, el principal de ellos Rodolfo Walsh, quien colaboró en la redacción del programa de la CGTA (llamado programa del primero de mayo) y director del semanario de la organización. Se aproximó también a movimientos eclesiásticos, como el Movimiento de Sacerdotes para el tercer Mundo, así como numerosas agrupaciones estudiantiles, de abogados, psicólogos y la mayoría de los políticos opositores, fundamentalmente de vertientes combativas del peronismo, el radicalismo y la izquierda. El Programa del 1º de Mayo, publicado en esa fecha de 1968 en el Nº 1 del periódico de la CGT de los Argentinos, se consideraba continuador del Programa de La Falda, de agosto de 1957, y del de Huerta Grande, de junio de 1962.​





*Pedro Caramelli Lagleyze, Abogado, docente


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