Revista Nro. 14… Vamos hacia un feudalismo financiero... Nota editorial NDC


El sistema capitalista crea pobres y pobreza de manera intempestiva, diez o doce medidas alcanzan para tal fin en menos de un par de meses. Opera colectivamente mientras su discurso apunta a remedios individualistas.  Pero lo que no permite el sistema es retrotraer esa inercia con la misma velocidad, incluso se puede afirmar que los procesos para revertir medianamente esa inercia, siempre dentro del capitalismo, demoran no menos de una generación si logran ser eficientes y bien intencionados. La historia nos indica, en tanto derechos y riqueza, que se avanzan tres pasos luego de haber retrocedido diez. Por eso cuando se habla de la pobreza generalmente se omite el inciso causas debido a que esas causas son las erratas conceptuales que el propio sistema posee y que hasta logra justificar jurídicamente. El sistema mismo habla del crecimiento de la pobreza sin hablar de la concentración de la riqueza. Generalmente la pobreza está ligada a la desocupación y a la marginalidad, pero resulta muy llamativo que en la actualidad la mayor cantidad de pobres se encuentran en la franja de ocupados, y aquí nos metemos de plano en las ecuaciones trabajo-capital, renta-distribución. Lo que el sistema nunca pone en tela de juicio sobre mesa "paritaria" son los márgenes de rentabilidad. El valor del trabajo siempre será un renglón dentro de ese asiento contable, un punto en medio de ese sistema de coordenadas, nunca será la variable madre, el inciso rector. Demás está decir que cuando aparece un gobierno que pretende ejercer políticas contrainerciales a tal lógica se verá sometido a la reacción de todo un sistema que no se interesa por observar las contraindicaciones de su receta. Al sistema capitalista le interesa la existencia de desocupados - pobreza estructural - ya que esto equilibra a su favor el valor de la mano de obra, y por añadidura aboga por trabajadores pobres para que esa cuenta contable nunca le complique la variable renta. Se me dirá, pero el capitalista de esta manera está atentando contra sí mismo achicando su mercado interno. En lo absoluto. Para los que manejan el sistema en los países emergentes hoy los mercados globales y financieros son más importantes que los mercados internos. Gilbert K. Chesterton, en su extraordinario libro de ensayos, El Hombre Común, afirmó que desde fines del siglo XIX existe en el universo intelectual un debate en donde se plasmaba la siguiente dicotomía: Un hombre libre y con harapos o un hombre encadenado y sin harapos, integrado a un modelo socio-político y económico estricto. Me atrevo a conjeturar que debido al triunfo de la primera de las tesis hoy la escandalosa mayoría de los habitantes del planeta se encuentran encadenados y con harapos debido a que estamos integrados a un sistema de explotación y subsumisión de pétreas estructuras en donde los mercados son los actores determinantes de la distribución de la riqueza y de la pobreza. Por eso me atrevo a dudar si el paradigma político/filosófico debe ser inclusión dentro del capitalismo o la reversión total del modelo, en donde dicha dicotomía no sea tema de discusión, por obscena y obsoleta. En definitiva y planteado bajo esos términos estamos hablando siempre dentro de un sistema que no acepta bajo ningún formato el paradigma equidad y a regañadientes lo hace con el paradigma inclusión, sino que toma del mercado los recursos humanos que le son necesarios para sus fines coyunturales, ni uno más y si puede alguno menos. Dentro de un Hombre Común, Chesterton también se explayó sobre la lógica del vasallo en tiempos del feudalismo y la cantidad de siglos que dicho sistema ignominioso pervivió muy a pesar de su inhumanidad. Afirma que su éxito estuvo fundamentado en la inclusión, es decir, el vasallo se sentía formar parte de una Patria, en ese caso el señor feudal era su protector y mecenas a pesar de los abusos. Acaso poco a poco estemos volviendo a aquellos tiempos muy a pesar de que nadie nos impone permanecer alrededor del castillo y partir hacia los bosques para organizar una comunidad solidaria y humanista en donde la igualdad suplante por imperio de su lógica al término inclusión, palabra obsoleta y sin sentido en el nuevo marco social. Aun así seguimos prefiriendo la seguridad que nos brinda el derecho de pernada. Tal vez la falta de imaginación política y la cobardía social en pos de tenerla sean los peores pecados del hombre del tercer milenio, postsimio acobardado cuya máxima aspiración es sobrevivir incluido en el peor y más injustos de los mundos.  En Senilia, texto irónico y ciertamente gracioso, compendio de aforismos en donde un anciano Schopenhauer despliega todo su sarcasmo, se puede leer: “Que en breve los gusanos roerán mi cuerpo es un pensamiento que puedo soportar, – ¡pero que los profesores de filosofía harán lo propio con mi filosofía!..- Eso me provoca escalofríos”.
Sospecho que la intensidad de esos escalofríos en los cuerpos de los distribucionistas Perón, Yrigoyen y del propio Néstor Kirchner, debe ser proporcionales a la sentida por el gran filósofo alemán con relación a sus discípulos. Cada uno de ellos tiene decenas de malos lectores y cientos de sofistas que tomaron sus partes por el todo como un todo político conceptual. Sus gusanos han sido meros transeúntes biológicos en comparación al daño que les causaron y nos causaron muchos de los que hoy evocan e invocan sus estatuas a modo de redención. Los gusanos de Perón, de Yrigoyen, de y de Kirchner ya hicieron su tarea y licenciaron sus cuerpos; los perversos interpretadores contemporáneos todavía no han quedado conformes y van por esos huesos para que de ellos no quede testimonio alguno de su legado político.






Comentarios

  1. Una de las escenas más fuertes de Los Santos Inocentes... Como un perro, en busca de la presa que el "niño" acaba de matar

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