Revista Nro. 12 Por la propiedad privada, de los Capone y de los Singer.. por Javier M. Miró





El énfasis, la euforia, los medios, la turba moralista, los archiconocidos de siempre coparan la escena en breve con otra consigna.
La inocente ilusión introducida en nuestras medulas (sin anestesia) impregna con el soma de la dulce mielina nuestras conexiones nerviosas más íntimas, empujándonos una vez,  una y otra vez mas. a cargar contra aquella armada insensible, en una lucha continua decorada por calurosos debates, irrefutables hechos y evidencias, obtenidos con tremendo esfuerzo y análisis.
No voy a caer en esa trampa, hoy solo me limitaré a relatar imágenes rescatadas de confusos entre-sueños y volcarlas sin filtro.
Seguirán las marchas de un frente o del otro y las pancartas y la efímera sensación de una victoria.
Así funciona nuestro intelecto y un impulso optimista concluye que el conflicto Vicentin se va a abrir como un sol entre las nubes calentando el frío patiecito de nuestro invierno de aislamiento (así se veía en mi sueño).
Porque es así, que no hay más vueltas, que así pensamos, porque así debe ser, porque así lo soñaron y nos los contaron en otros tiempos fervientes lideres desde agitados palcos y balcones.
La empresa pantalla de vergüenzas delictivas, una vez intervenida florece, se renueva brindando trabajo y bienestar a muchos.
Los malandras juzgados, sentenciados, con sus riquezas congeladas sujetas a ser confiscadas para facilitar el cobro de acreedores, mientras expertos contadores forenses rastrean el dinero y obtienen la repatriación del monto en su mayor parte.
Y ese Viejo de barbita que miserablemente mostraba su excitación, desbordando baba por un costado de la comisura de sus labios al sentenciarte a la marginación declarando que era una ilusión pensar que te merecías un teléfono celular, un buen pago ,o unas vacaciones; hoy vencido, exponiendo sus debilidades al tenue golpeteo de tristes gotas escasas en una ducha fría de prisión, contempla atormentado el dilema de si será prudente agacharse para levantar el jaboncito del piso o pasar otro día oliendo su sobaco al extracto ahumado de sudor almizcle de zapato Viejo o perro mojado.
Sin embargo mientras la lucha continúa y el resultado no sea tangente con las imágenes de mi sueño seria de vital importancia implementar ya sin demora una comisión de expertos para analizar todas las entramadas filosas aristas de este polígono y desarrollar planes, medidas estructuras legales y preventivas que impidan la continuidad de esta práctica impune en secuencia repetida (ya en demasiadas oportunidades) de esta mala farsa delictiva con formato empresarial.
Es cierto , no es posible que se impida el cometimiento de un delito, la justicia actúa a posteriori y así debe ser pero si se pueden crear condiciones, marcos legales, resortes policiales que impidan un hurto descarado de tal magnitud.
Dejo para los expertos y los analistas continuar el buen trabajo de aportar cifras, descubrir nuevos desfalcos e irregularidades, descuento que será bandera y desvelo de la cofradía de los puristas de la honestidad pura exigir sin descanso el esclarecimiento de todas las oscuras avenidas de la fraudulenta fuga del dinero “V” (incluyendo allanamientos, destrucción de muros, y excavaciones).
No pienso ni por un segundo en brindar análisis, cifras, citas y reportes contundentes porque no se lo merecen. Sigan bailando alegremente desnudos de vergüenza ciudadana en la pandemia, por la propiedad privada de los Capone y de los Singer.
Porque ya pasó muchas veces, porque nos robaron mucho, porque nos sacaron tanto, por los chicos que están esta noche pasando hambre, porque como dijo el innombrable que los acobija y  engordó a estos tramposos con créditos fáciles sin compromiso: “¿Cuántos jardines de infantes se podrían haber hecho?”
Y les bajo línea chorlitos: ¿Cuántos hospitales, cuántas escuelas? ¿Cuántos comedores para chicos, cuánto para la ciencia? ¿Cuánto para la educación, la investigación, las obras publicas…?





*Javier Martín Miró. Ingeniero agrónomo, autor del libro Javier, Paco y el Loco y otros cuentos. En 1991 emigró a Sydney, Australia, en donde desarrolla su actividad profesional como Biosecurity Officer


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