“Llevadera es la labor cuando
muchos comparten la fatiga”
Homero
La solidaridad, definida de diversas
maneras, con límites difusos según desde donde se la analice, no deja dudas
sobre lo ventajoso y loable de su ejercicio. La Real Academia Española la
define como: f. Adhesión circunstancial a la causa o la empresa de otros. Desde
la sociología – entre otros conceptos y desarrollos - se refieren a la solidaridad como el
sentimiento y la actitud de unidad basada en metas o intereses comunes; es un
término que implica ayudar sin recibir nada a cambio con la aplicación de lo
que se considera bueno. Isabel María Pérez Rodríguez de Vera, filóloga e
investigadora de la Universidad de Murcia, es autora de un artículo en el cual
estudia la importancia de la palabra solidaridad a lo largo de la historia.
Allí realiza un recorrido desde el Digesto de Justiniano, pasando por Durkheim - teórico más importante de la
denominada solidaridad sociológica - hasta la encíclica Centesimus annus
(1991), donde se examina la solidaridad como principio de organización social. En
concreto - expresa la autora - el
principio de solidaridad debe ocupar un puesto central en los planteamientos y
propuestas de la ética política. La solidaridad supera el individualismo y el
corporativismo cerrado, buscando la igualdad ética de todos los sujetos. Es un
principio axiológico de la vida social que pretende ser auténticamente humano,
fundiéndose los valores de empatía y participación, buscando la igualdad y hermandad de los hombres además de la
universalidad de los derechos esenciales. Hoy, el mundo está enfrentando una
pandemia ya conocida por todos y que no discrimina a los afectados por raza,
religión, situación económica o social, ni por ideologías políticas. Por lo
visto algunos aún no se dieron cuenta. Parece mentira, pero en medio de
semejante calamidad hay quienes solamente piensan en lucrar; en privilegiar los
intereses del sistema financiero, bancario y empresarial. Esta crisis sin
precedentes debe hacernos comprender que la actual desigualdad social, no es
sostenible a medio ni a largo plazo. Sin embargo - tanto a nivel global como
local - la ambición y la falta de empatía con la sociedad, llevan a algunos a
dispararse en el pié, pero con medidas y actitudes que también perjudican al
conjunto. Ante una propuesta de análisis a programas de financiamiento dirigidas
a salir de la actual crisis, presentada por el presidente español, apoyada por
varios mandatarios y agencias de la UE, el primer ministro holandés se opuso
con un planteo meramente contable. Continúan las negociaciones. Por otro lado,
en Italia, vemos en retrospectiva como podría haberse morigerado el desastre
sanitario multicausal que está viviendo. Allí hubo una gran incidencia de las
presiones ejercidas por los empresarios industriales nucleados en Confindustria
– la UIA italiana, integrada entre otros por empresas de la familia Rocca - a
los gobiernos de las regiones del norte. En nuestro país, las presiones
ejercidas por poderosos empresarios sobre el gobierno nacional, para de esa
manera defender sus propios intereses y doblegarlo políticamente ya es
indisimulable. Sobran ejemplos. Por otro lado, cuando creíamos que la oposición
conformada por el macrismo duro, el Poder Judicial y los medios periodísticos
hegemónicos se llamarían a cuarteles de invierno -después de haber dejado
tierra arrasada tras los cuatro años de no gestión del peor gobierno de la
historia de la democracia argentina - sin una sola autocrítica, salen a
descalificar las medidas preventivas adoptadas por el gobierno nacional y a poner
palos en la rueda al tratamiento del proyecto de ley sobre el impuesto a las
grandes fortunas (aproximadamente doce mil contribuyentes en todo el país) a
cobrarse por única vez y orientado a financiar las acciones del gobierno frente
a la actual coyuntura. Cotidianamente vemos como distintas personas de alto
poder adquisitivo y empresas, ofrecen donaciones a diferentes instituciones o
al Estado para ser utilizadas en causas justas, lo que parece loable. Sin poner
en duda la legitimidad de dichos actos, posiblemente dichas donaciones no
harían falta si todos y cada uno cumplieran con sus obligaciones contributivas,
sin evasiones, sin blanqueos fraudulentos y/o fuga de divisas. Desde otra
óptica, no debemos confundir actos nobles de personas de bien con acciones de
dudosas intenciones. Claramente expresó Eduardo Galeano: La caridad es
humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es
horizontal e implica respeto mutuo. Ojalá podamos salir de la actual crisis
sanitaria global con un proyecto de grandeza, donde sus bases se nutran del
humanismo y apunten, no a una sociedad de iguales sino a una de igualdad de
oportunidades. Mientras unos creen que este tragedia global puede terminar con
ciertos dogmas e iniciar una nueva época, otros se están preguntando: soli
¿qué?...
Nunca el caritativo es solidario, el caritativo es dominante, porque lo que hace lo hace de manera individual por él y su ego, y su culpa, no por los dramas de damnificado. El caritativo decide bajo su percepción qué necesita y qué debería hacer el pobre con lo que recibe como donación. El caritativo se saca de encima lo que le sobra o no necesita, o como máximo lo hace en función de una situación límite, una situación a la cual teme. El caritativo no ve eso que da como un derecho de quien lo recibe, porque no cree en los derechos del necesitado. cree solo en su derecho a dar y en la obligación del otro a recibir hasta lo que no necesita o no quiere recibir, por caso un par de zapatillas sin cordones, o un buzo descolorido. Alguna vez iba por Bs As con un amigo, el cual le dio un poco de dinero a un linyera que estaba tirado al sol en la puerta de una Iglesia. Justamente si lo que vale es la intención, uno debería pensar en la intención que tiene cuando dice ayudar, tal vez solamente se esté ayudando a sí mismo a llevarse puesto..
ResponderEliminar-Tomá - le dijo - para que te compres comida
-Y vos que sabés si yo lo que necesito en este momento es comida - respondió el linyera -.