Bertrand Russell afirmó que el concepto de
responsabilidad había sido impuesto por las capas dominantes para poder
explotar a los sectores dominados con la conciencia tranquila. Esta pandemia lo
que me permite observar es que buena parte de los integrantes del sector
dominado extraña hasta el paroxismo ese concepto de responsabilidad que los
domina. Los observo encerrados y hasta disconformes consigo mismos, dilapidando
un tiempo precioso y preciso a favor de su crecimiento, de sus búsquedas, de
sus espejos. Acaso el cuento que más me impactó de Jorge Luis Borges es Los Dos
Reyes y Los Dos Laberintos, relato que por cierto recomiendo con sumo fervor.
El maestro nos relata de modo magistral algo de lo que hoy ocurre, tal vez la
presencia del peor de los laberintos, el de disponer de la totalidad de
nosotros mismos.
Los dos reyes y los dos laberintos
de Jorge Luis Borges
Cuentan los hombres dignos de fe
(pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de
Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un
laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban
a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la
confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres.
Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de
Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar
en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la
tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no
profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia
tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún
día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los
reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió
sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y
lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo
y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un
laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha
tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni
puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el
paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del
desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.
*Gustavo
Marcelo Sala – Editor -
Paradojicamente este es el momento de ser responsable aunque ante los ojos obtusos de una vision tradicional . descaradamente irresponsables , en nuestras casas descubriendo laberintos interiores de nosotros mismos, disfrutando estar sanos y estar vivos, y viviendo el presente sin culpa , que es hora de darnos cuenta que los responsables verdaderos de este menjunje han sido extremadamente irresponsables de ahi el desastre reinante. Del unico laberinto que no salimos como bien dice el maestro Borges es la muerte. Hermosa payada y contrapunto.Gracias
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