Revista Nro. 6 El enemigo interno, por Favio Camargo


El enemigo interno parece el título de una película norteamericana berreta, de esas que pasan en 180 de los 200 canales de un sistema de televisión satelital que supuestamente debería ofrecer variedad. Pero no, vamos a hablar de algo serio. Para comprender el comportamiento de algunos elementos de las fuerzas armadas argentinas en el único conflicto bélico que ha tenido nuestro país en la edad contemporánea, hay que mirar a sus “maestros” los franceses…que según podemos ver en la palabra de Homero Nuestro Señor…”pelearon tan poco…y se rindieron tan fácil”.
El “general” de Gaulle (minúsculas a propósito, no es error de tipeo) tal vez lo mandamos al fondo del tacho de la Historia si lo comparamos con bussi o menendez (minúsculas a propósito), pero por ahí andaba. Nunca estuvo en el frente como Rommel o Montgomery, solo gritaba desde un micrófono a través de las ondas de la BBC de Londres. En África (Argelia) y en Indochina (actual Viet Nam), el ejército francés hizo todo lo que la dictadura iba a aplicar en nuestro país unos años después. Torturas, desapariciones, fusilamientos sin juicio…
En la Primera Guerra Mundial, el ejército francés fusilaba o torturaba a sus propios soldados que se negaban a hacer ataques estúpidos de lanceros a caballo contra tanques, o porque pedían un cambio de uniforme debido a que aún utilizaban los de la época de Napoleón, consistente en chaqueta de lana y un pantalón rojo, lo que permitía que los francotiradores alemanes los vieran a kilómetros, mientras el uniforme alemán era más apto para mimetizarse en el campo de batalla.
En todos los conflictos bélicos hubo y todavía hay castigos corporales para casos de indisciplina. La paliza con látigo era uno de ellos, hasta que fue prohibida por los reglamentos del ejército inglés en 1867, cuando tuvieron su propio “caso Carrasco” y se armó un escándalo nacional.
Volviendo a la Primera Guerra, pero del lado inglés, en caso de indisciplina se aplicaban los castigos de campo, “field punishments”, el más aplicado era el “número 1”. Consistía en atar al soldado, fuera de la zona de combate a una cruz de madera por determinado periodo de tiempo. En el caso Malvinas, la tortura no podía estar ausente. ¿Por qué pensar que un ejército que torturaba a sus ciudadanos, no iba a hacer lo mismo con sus soldados conscriptos, que no son otra cosa que ciudadanos armados por obligación?
Estaqueamientos, hambrunas artificiales, simulacros de fusilamiento, “juegos” con granadas sin seguro, caminar por campos minados, tortura psicológica. Son parte de las múltiples denuncias presentadas sin suerte por ex - conscriptos que piden que se  consideren estos hechos como crímenes de lesa humanidad. Había especial ensañamiento con soldados testigos de jehová, judíos, afro descendientes o soldados que sus “superiores” creían homosexuales. Para encontrar esos niveles de desprecio por la vida y la dignidad de las personas hay que volver a la primera guerra mundial, al tiempo anterior a la Convención de Ginebra, acuerdo que trató, dentro del espanto, la estupidez y la locura del dilema que las guerras se desarrollasen dentro de ciertos límites.


*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur


Comentarios

  1. Fanon, Sartre y Camus consideraban al ejército francés como un cuerpo neonazi

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  2. Algun malintencionado sugirio', en tono de burla, que el amplio boulevar rodeado de frondosos tilos y otras especies eran para facilitar la orientacion de los tanques alemanes al invadir la ciudad.Lo cierto es que la ciudad tuvo que ser defendida por guerrillas urbanas . Sin embargo los excesos y las miserias morales son endemicos de los ejercitos y los militares a lo largo de la historia humana en todas latitudes.

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