El
enemigo interno parece el título de una película norteamericana berreta, de
esas que pasan en 180 de los 200 canales de un sistema de televisión satelital
que supuestamente debería ofrecer variedad. Pero no, vamos a hablar de algo
serio. Para comprender el comportamiento de algunos elementos de las fuerzas
armadas argentinas en el único conflicto bélico que ha tenido nuestro país en
la edad contemporánea, hay que mirar a sus “maestros” los franceses…que según
podemos ver en la palabra de Homero Nuestro Señor…”pelearon tan poco…y se
rindieron tan fácil”.
El
“general” de Gaulle (minúsculas a propósito, no es error de tipeo) tal vez lo
mandamos al fondo del tacho de la Historia si lo comparamos con bussi o
menendez (minúsculas a propósito), pero por ahí andaba. Nunca estuvo en el
frente como Rommel o Montgomery, solo gritaba desde un micrófono a través de
las ondas de la BBC de Londres. En África (Argelia) y en Indochina (actual Viet
Nam), el ejército francés hizo todo lo que la dictadura iba a aplicar en
nuestro país unos años después. Torturas, desapariciones, fusilamientos sin
juicio…
En
la Primera Guerra Mundial, el ejército francés fusilaba o torturaba a sus
propios soldados que se negaban a hacer ataques estúpidos de lanceros a caballo
contra tanques, o porque pedían un cambio de uniforme debido a que aún
utilizaban los de la época de Napoleón, consistente en chaqueta de lana y un
pantalón rojo, lo que permitía que los francotiradores alemanes los vieran a
kilómetros, mientras el uniforme alemán era más apto para mimetizarse en el
campo de batalla.
En
todos los conflictos bélicos hubo y todavía hay castigos corporales para casos
de indisciplina. La paliza con látigo era uno de ellos, hasta que fue prohibida
por los reglamentos del ejército inglés en 1867, cuando tuvieron su propio
“caso Carrasco” y se armó un escándalo nacional.
Volviendo
a la Primera Guerra, pero del lado inglés, en caso de indisciplina se aplicaban
los castigos de campo, “field punishments”, el más aplicado era el “número 1”.
Consistía en atar al soldado, fuera de la zona de combate a una cruz de madera
por determinado periodo de tiempo. En el caso Malvinas, la tortura no podía
estar ausente. ¿Por qué pensar que un ejército que torturaba a sus ciudadanos,
no iba a hacer lo mismo con sus soldados conscriptos, que no son otra cosa que
ciudadanos armados por obligación?
Estaqueamientos,
hambrunas artificiales, simulacros de fusilamiento, “juegos” con granadas sin
seguro, caminar por campos minados, tortura psicológica. Son parte de las
múltiples denuncias presentadas sin suerte por ex - conscriptos que piden que
se consideren estos hechos como crímenes
de lesa humanidad. Había especial ensañamiento con soldados testigos de jehová,
judíos, afro descendientes o soldados que sus “superiores” creían homosexuales.
Para encontrar esos niveles de desprecio por la vida y la dignidad de las
personas hay que volver a la primera guerra mundial, al tiempo anterior a la
Convención de Ginebra, acuerdo que trató, dentro del espanto, la estupidez y la
locura del dilema que las guerras se desarrollasen dentro de ciertos límites.
*Favio Camargo. Docente, estudiante
del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur
Fanon, Sartre y Camus consideraban al ejército francés como un cuerpo neonazi
ResponderEliminarAlgun malintencionado sugirio', en tono de burla, que el amplio boulevar rodeado de frondosos tilos y otras especies eran para facilitar la orientacion de los tanques alemanes al invadir la ciudad.Lo cierto es que la ciudad tuvo que ser defendida por guerrillas urbanas . Sin embargo los excesos y las miserias morales son endemicos de los ejercitos y los militares a lo largo de la historia humana en todas latitudes.
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