Revista Nro 4...“Anclao en Saigón”, Por Javier Martín Miró


“A la vista superficial de muchos en la media da la impresión de que aquellos que están en esta situación son todos turistas ricachones que no les importa absolutamente nada y egoístamente salieron de sus países en el momento de la erupción de la peor plaga en 100 años. Pero le puede pasar a cualquiera, de hecho, casi me pasa a mí.”

La escena en donde una o dos personas, se encuentran encerradas en un cuarto de hotel, en un país lejano donde nadie habla tu idioma, y las posibilidades de volver a casa, dramáticamente se van desvaneciendo con el correr de las horas, ha sido un buen ingrediente en muchas películas. En muchas de ellas personal diplomático especializado organiza el rescate, un coche sin marcas en marcha espera por la puerta de atrás mientras salvajes rebeldes o personajes malvados están arribando por el frente. El caótico viaje hacia el aeropuerto, la persecución, el paso por inmigraciones y la corrida hasta el Aerobridge hasta que se cierran las puertas del avión para terminar con el despegue de emergencia y la imagen de los jeeps con personal del régimen disparando en dirección a una nave que ya partió. No estaba en mis planes de humilde empleado público ser protagonista de semejante plot. Si forma parte de mis sueños, cuando los ahorros lo permiten utilizar parte de ellos en algún viajecito, experiencia que considero a mí parecer una de las actividades más enriquecedoras. Aspiración que me llevó a organizar una escapada a Vietnam con viaje, acomodación y algunas excursiones contratadas antes de esta crisis mundial. Hasta mediados de Enero principios de Febrero, era un problema básicamente focalizado en China. A medida que se iba acercando la fecha de partida el virus se fue extendiendo y la situación se presentó en principio en Italia, Irán y Corea del Sur. Nos mantuvimos informados acerca de la evolución de la crisis por medio del departamento de turismo de ese país, la página de alertas internacionales Trip advisor y la aerolínea que nos llevaba a desino, la Vietnam Airlines.
Una vez en las tierras de Ho Chi Minh pudimos empezar a recorrer y disfrutar de los hermosos lugares que rodean la antigua ciudad de Saigón, una mezcla exótica de elegantes edificios y bulevares de estilo francés, templos budistas, bares, restaurantes, así como enfrentarse con la crudeza de su historia en los museos y edificios históricos. Nos impactó el contrapunto con la poca importancia dada a la emergencia sanitaria en Sydney, el fuerte acatamiento por parte de la población local. Todos absolutamente todos usaban mascara, el taxista, la recepcionista del hotel, la señora que vende frutas en la calle, el que limpia, todos y todos te recuerdan que la uses. Shoppings, museos o puntos de atracción tienen agentes de salud que te toman la temperatura antes de entrar y te obligan a ponerte gel alcohólico. A los pocos días después de una visita al hermoso puente dorado en Da Nang, en la parte más alta de una montaña donde se sube por teleférico, un colega me mandó un mensaje: “Piensen en adelantar la vuelta se está hablando de cierre de fronteras”. De inmediato me puse en contacto con el departamento de Foreign Affairs donde una voz muy calma me dice “El gobierno australiano recomienda a todos los ciudadanos emprender el regreso a casa lo más pronto posible”. La funcionaria no me puede dar ninguna información acerca de cuál es el plan, cuándo piensan cerrar, qué pasa con los ciudadanos, si debería cambiar mi pasaje de vuelta o si el que tengo era aún valido. Sin embargo algo me hizo entrar en mecanismo de urgencia y reaccionar, al tratar de conseguir más información y contactar la señora de la voz calma, ella ya no estaba , una fría maquina repetía una y otra vez el mismo mensaje. Entonces me di cuenta de que no era la situación sanitaria sino la disponibilidad de vuelos los que amenazarían nuestro regreso. Cuando los diferentes países cierran las fronteras los visitantes extranjeros dejan de comprar pasajes aéreos a esos destinos. Por lo tanto el negocio deja de ser rentable, las aerolíneas minimizan perdidas cancelando vuelos, contrariamente a la escena original donde agentes del gobierno informan a sus ciudadanos sobre la evolución de los sucesos, las aerolíneas simplemente cancelan sus vuelos, pudiendo informarte vía correo electrónico a veces, o enterarte directamente en el mostrador en el momento de embarcar a través del listado de vuelos en la pantalla. Es en ese momento te encontrás en un país extranjero y ninguna de las aerolíneas contesta la atención al público. Ahí te das cuenta lo que significa quedarte bien solito o como dice el tango “cuando no tengas ni fe ni yerba de ayer secándose al sol”. Te asalta la angustia de qué pasa si no podes volver.
El teléfono celular y la internet me permitieron no sin malasangre y dificultades cancelar vuelos internos y hospedajes , organizar el regreso a la capital Ho Chi Minh de donde salen los vuelos internacionales y conseguir el último vuelo a Sydney en dos días…aun así no hay garantía de que ese vuelo despegue. A la vista superficial de muchos en la media da la impresión de que los que están en esta situación son todos turistas ricachones que no les importa absolutamente nada y egoístamente salieron de sus países en el momento de la erupción de la peor plaga en 100 años. En la larga fila esperando despachar mis valijas compartimos las historias entre los retornantes. Por caso, Nina Ngyen, una residente permanente en Australia vino a visitar a su madre que está en estado crítico. John (ciudadano australiano) vino a visitar a su esposa de nacionalidad vietnamita que está esperando su visa de residencia permanente en otras circunstancias se le concedería la oportunidad a ella de pasar un tiempo con él en Sydney, en este caso ella es una extranjera más y no se le permite la entrada al país. Peter estaba enseñando Ingles en una localidad rural al norte de Hanoi tuvo que dejar la zona al detectarse un foco de la enfermedad y el programa declararse suspendido.
Pero hay otros tratando de volver solo que al encontrarse más lejos de los centros importantes para el tiempo de que arriben posiblemente ya no haya vuelos y tengan que esperar por tiempo indeterminado.





*Javier Martín Miró. Ingeniero agrónomo, autor del libro Javier, Paco y el Loco y otros cuentos. En 1991 emigró a Sydney, Australia, en donde desarrolla su actividad profesional como Biosecurity Officer

Comentarios

  1. El SIDA era una enfermedad de putos... hasta que nos dimos cuenta de que no. Cuando aparecen este tipo de cosas inesperadas, primero vienen las explicaciones simplistas (murciélagos, pangolines y turistas ricachones), después las conspiranoias y fake news, y sólo bastante después queda la información limpia de polvo y paja, cuando ya las otras dos rutas hicieron más daño del que deberían haber hecho. Ya era así cuando no existía el periodismo, era así a fines del siglo XX y sigue siendo así con whatsapp y redes sociales de por medio. Nada que no hayamos visto ya.

    Suerte en tu odisea personal.

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