“A la vista
superficial de muchos en la media da la impresión de que aquellos que están en
esta situación son todos turistas ricachones que no les importa absolutamente
nada y egoístamente salieron de sus países en el momento de la erupción de la
peor plaga en 100 años. Pero le puede pasar a cualquiera, de hecho, casi me
pasa a mí.”
La escena en donde una o dos personas, se encuentran
encerradas en un cuarto de hotel, en un país lejano donde nadie habla tu
idioma, y las posibilidades de volver a casa, dramáticamente se van
desvaneciendo con el correr de las horas, ha sido un buen ingrediente en muchas
películas. En muchas de ellas personal diplomático especializado organiza el rescate,
un coche sin marcas en marcha espera por la puerta de atrás mientras salvajes
rebeldes o personajes malvados están arribando por el frente. El caótico viaje
hacia el aeropuerto, la persecución, el paso por inmigraciones y la corrida
hasta el Aerobridge hasta que se
cierran las puertas del avión para terminar con el despegue de emergencia y la
imagen de los jeeps con personal del régimen disparando en dirección a una nave
que ya partió. No estaba en mis planes de humilde empleado público ser
protagonista de semejante plot. Si forma parte de mis sueños, cuando los
ahorros lo permiten utilizar parte de ellos en algún viajecito, experiencia que
considero a mí parecer una de las actividades más enriquecedoras. Aspiración
que me llevó a organizar una escapada a Vietnam con viaje, acomodación y
algunas excursiones contratadas antes de esta crisis mundial. Hasta mediados de
Enero principios de Febrero, era un problema básicamente focalizado en China. A
medida que se iba acercando la fecha de partida el virus se fue extendiendo y
la situación se presentó en principio en Italia, Irán y Corea del Sur. Nos
mantuvimos informados acerca de la evolución de la crisis por medio del
departamento de turismo de ese país, la página de alertas internacionales Trip advisor y la aerolínea que nos
llevaba a desino, la Vietnam Airlines.
Una vez en las tierras de Ho Chi Minh pudimos empezar
a recorrer y disfrutar de los hermosos lugares que rodean la antigua ciudad de Saigón,
una mezcla exótica de elegantes edificios y bulevares de estilo francés,
templos budistas, bares, restaurantes, así como enfrentarse con la crudeza de
su historia en los museos y edificios históricos. Nos impactó el contrapunto
con la poca importancia dada a la emergencia sanitaria en Sydney, el fuerte
acatamiento por parte de la población local. Todos absolutamente todos usaban
mascara, el taxista, la recepcionista del hotel, la señora que vende frutas en
la calle, el que limpia, todos y todos te recuerdan que la uses. Shoppings,
museos o puntos de atracción tienen agentes de salud que te toman la
temperatura antes de entrar y te obligan a ponerte gel alcohólico. A los pocos
días después de una visita al hermoso puente dorado en Da Nang, en la parte más
alta de una montaña donde se sube por teleférico, un colega me mandó un mensaje:
“Piensen en adelantar la vuelta se está hablando de cierre de fronteras”. De
inmediato me puse en contacto con el departamento de Foreign Affairs donde una voz muy calma me dice “El gobierno
australiano recomienda a todos los ciudadanos emprender el regreso a casa lo más
pronto posible”. La funcionaria no me puede dar ninguna información acerca de cuál
es el plan, cuándo piensan cerrar, qué pasa con los ciudadanos, si debería
cambiar mi pasaje de vuelta o si el que tengo era aún valido. Sin embargo algo
me hizo entrar en mecanismo de urgencia y reaccionar, al tratar de conseguir más
información y contactar la señora de la voz calma, ella ya no estaba , una fría
maquina repetía una y otra vez el mismo mensaje. Entonces me di cuenta de que
no era la situación sanitaria sino la disponibilidad de vuelos los que amenazarían
nuestro regreso. Cuando los diferentes países cierran las fronteras los
visitantes extranjeros dejan de comprar pasajes aéreos a esos destinos. Por lo
tanto el negocio deja de ser rentable, las aerolíneas minimizan perdidas
cancelando vuelos, contrariamente a la escena original donde agentes del
gobierno informan a sus ciudadanos sobre la evolución de los sucesos, las
aerolíneas simplemente cancelan sus vuelos, pudiendo informarte vía correo electrónico
a veces, o enterarte directamente en el mostrador en el momento de embarcar a través
del listado de vuelos en la pantalla. Es en ese momento te encontrás en un país
extranjero y ninguna de las aerolíneas contesta la atención al público. Ahí te
das cuenta lo que significa quedarte bien solito o como dice el tango “cuando
no tengas ni fe ni yerba de ayer secándose al sol”. Te asalta la angustia de qué
pasa si no podes volver.
El teléfono celular y la internet me permitieron no
sin malasangre y dificultades cancelar vuelos internos y hospedajes , organizar
el regreso a la capital Ho Chi Minh de donde salen los vuelos internacionales y
conseguir el último vuelo a Sydney en dos días…aun así no hay garantía de que
ese vuelo despegue. A la vista superficial de muchos en la media da la
impresión de que los que están en esta situación son todos turistas ricachones
que no les importa absolutamente nada y egoístamente salieron de sus países en
el momento de la erupción de la peor plaga en 100 años. En la larga fila
esperando despachar mis valijas compartimos las historias entre los retornantes.
Por caso, Nina Ngyen, una residente permanente en Australia vino a visitar a su
madre que está en estado crítico. John (ciudadano australiano) vino a visitar a
su esposa de nacionalidad vietnamita que está esperando su visa de residencia
permanente en otras circunstancias se le concedería la oportunidad a ella de
pasar un tiempo con él en Sydney, en este caso ella es una extranjera más y no
se le permite la entrada al país. Peter estaba enseñando Ingles en una
localidad rural al norte de Hanoi tuvo que dejar la zona al detectarse un foco
de la enfermedad y el programa declararse suspendido.
Pero hay otros tratando de volver solo que al
encontrarse más lejos de los centros importantes para el tiempo de que arriben
posiblemente ya no haya vuelos y tengan que esperar por tiempo indeterminado.
*Javier
Martín Miró. Ingeniero agrónomo, autor del libro Javier, Paco y el Loco y otros
cuentos. En 1991 emigró a Sydney, Australia, en donde desarrolla su actividad
profesional como Biosecurity Officer
El SIDA era una enfermedad de putos... hasta que nos dimos cuenta de que no. Cuando aparecen este tipo de cosas inesperadas, primero vienen las explicaciones simplistas (murciélagos, pangolines y turistas ricachones), después las conspiranoias y fake news, y sólo bastante después queda la información limpia de polvo y paja, cuando ya las otras dos rutas hicieron más daño del que deberían haber hecho. Ya era así cuando no existía el periodismo, era así a fines del siglo XX y sigue siendo así con whatsapp y redes sociales de por medio. Nada que no hayamos visto ya.
ResponderEliminarSuerte en tu odisea personal.