¡¡NO ROMPAN LAS BALDOSAS¡¡ por el Pedro Caramelli Lagleyze


Ya había sucedido una vez, también fue en el mes de septiembre, pero en esta oportunidad lo anticiparon tres meses antes unos blanquitos que lanzaron bombas y proyectiles desde aviones, rompiendo de esa manera las tan preciadas baldosas de la Plaza de Mayo; sus razones: derrocar un tirano elegido -por amplio margen- por el voto popular.
        Los daños producidos en ese entonces en la Plaza de Mayo fueron cuantiosos, tanto en daños materiales como en vidas humanas; la foto de esa mujer mirando su pierna amputada por una bomba o proyectil recorrió el mundo y mostró lo que eran capaces de hacer estos hombres en nombre de la libertad.
        Muchos festejaron el golpe de septiembre de 1955: esa otra argentina, prueba de que la famosa "grieta" que hoy se quiere cerrar (aun cuando todos sabemos que se trata de frases de campaña electoral) ya existía entonces y no la inventamos nosotros los Kirchneristas en el principio del siglo XXI. Fueron a la Plaza de mayo a desplegar banderas argentinas, dando la bienvenida a esta corriente libertadora que acuñaba -y miren que paradoja de la semántica- un término propio de la izquierda: revolución, y fue así como se denominó: la revolución libertadora.
        Una revolución que venía a restaurar una libertad que asociada al sistema capitalista de ese entonces, y máxime con la globalización que vendría luego, significó ni más ni menos en términos económicos, sociales y culturales, para la amplia mayoría del pueblo argentino -y del mundo- "tener la libertad de hacer lo que de cualquier manera no puedes realizar". Con la salvedad de que algunos pocos sí lo harán y con creces.
        Me viene ahora a la mente en relación con esa libertad prometida aquella hermosa -bellísima- propaganda editada por el Grupo Clarín en plena disputa por la ley de medios audiovisuales -allá por el año 2009 y sucesivos-, que te decía algo así como que el Grupo ... empezó de cero ... y tuvo la impertinencia de crecer ... cuando un diario crece es porque la gente lo elije ... y con falsa ingenuidad remataba .... no hay otra forma (y en realidad sí la hay: apropiarse de Papel Prensa, o ejercer posiciones dominantes en el mercado, por ejemplo), ... vos elegís ..., decía la publicidad exaltando esa tan preciada "libertad de elección" en un mundo globalizado y capitalista en donde los productos y servicios que en definitiva "podes elegir" están concentrados en una o dos manos; y claro, en esa propaganda el Grupo Clarín no te decía que ellos, a quien vos libremente elegías, eran prácticamente los dueños de casi todos los canales y señales de televisión abierta y de cable del país.
        Pero no sería en 1955 la primera vez que un grupo de personas rompieran las preciadas baldosas de la Plaza de Mayo, sí sería tal vez la única en que lo harían con bombas y proyectiles arrojados desde aviones. Pero es como ha dicho una vez nuestro brillante hombre del derecho Eugenio Raul Zaffaroni, ex juez de la Corte Suprema de la Nación, la persona que delinque lo hace con los medios que tiene a su alcance, y la palabra "medios" no está referida aquí sólo a lo material, sino a lo social, cultural y económico; el pibe chorro del barrio te roba un celular en una moto, así como un presidente de un estado te endeuda el país por los próximos 100 años.
        Ahí es cuando uno ve, analizando los sucesos históricos políticos que el tema no son las baldosas en sí, ni la forma en que son rotas, sino "quien" las rompe; allí afloran tanto el odio de clase como el sadismo oculto en contra de la negritud, asociada como estaba y como está al peronismo: ese hombre de a pie, descamisado, dueño de nada más que su destino, llevando adelante la protesta social y reclamando derechos conculcados, y que con un martillo o una masa (no aviones ni bombas), rompe las baldosas para usarlas de proyectil hacia el cordón policial.


PROHIBIDO NOMBRARLO. ¿A QUIEN, A PERON?

        Si bien desde aquel mes de septiembre del año 1955 había que animarse a nombrarlo a Perón, y ni hablar de reivindicarlo, fue por Decreto Ley Nº 4161, sancionado por el general Pedro Eugenio Aramburu, presidente de facto, que el 05/03/1956 se prohibía pronunciar los nombres de: Juan Domingo Perón, Eva Duarte de Perón, así como cualquier mención referida a la ideología peronista o que propagandizara al peronismo. ​
        La historia nos demuestra que prohibir a alguien -o algo hecho por alguien- para condenarlo al ostracismo produce el efecto contrario. Y así fue como Perón fue más amado, reivindicado, y exaltado en el exilio que en los años que en carne y hueso gobernó nuestro país -1945/55 y en su vuelta en 1973-.
        Lo que siguió entonces después de su derrocamiento fue "la historia de un amor a la distancia", pero que aparecido el sujeto objeto de amor, vuelto y corporizado al mundo terrenal, se produciría el desencanto. Así como Dios, que es perfecto, puro y todopoderoso, y lo es porque esta "ausente", así pasó con Perón en el exilio.
        Y les paso a muchos, y cuando digo a muchos incluyo a un sinnúmero de intelectuales de izquierda que "entendieron" a Perón en el exilio, no lo vieron en el 1945/55; se pusieron en la vereda de enfrente con la Unión Democrática. Preciaron más esa libertad-independencia-indiferencia que el sentimiento colectivo de las masas peronistas, los atrapo la libertad individualista, la del súper hombre, no vieron al héroe colectivo, no vieron al descamisado, fueron demasiado blanquitos y asépticos, no se embarraron en la historia que les estaba pasando por encima, estaban muy ocupados en las formas y métodos de las revoluciones extranjeras.
        Lo dice en ironía Oscar Terán en su obra "Nuestros años sesentas: La formación de la nueva izquierda intelectual argentina, ... confundieron al “cabecita negra” con el Lumpenproletariat y por ende al peronismo con el fascismo." ... y citando a Sábato dice: ... "se abría entonces una brecha que los intelectuales jamás lograrían colmar, salvo que se lanzaran en las aguas purificadoras de la práctica, único modo de evitar –decía Sábato– que para algunos existiera el proletariado platónico de los libros de Marx y otro “grosero, impuro y mal educado que desfilaba en alpargatas tocando el bombo”." ... "Por no entenderlo, en el año para ellos fatal de 1945, socialistas y comunistas “tildaron de nazi fascista lo que era la más ardiente y fuerte expresión de la voluntad emancipadora de nuestro pueblo” ... "ahora la izquierda debía argentinizar su perspectiva para comprender la especificidad de ese fenómeno rebelde a las categorías foráneas que era el peronismo" ...
        Rodolfo Walsh, que se convertiría luego en un valioso estandarte de la resistencia peronista en los años setenta tampoco lo vio a Perón en el 1945/55. Escribiría en la introducción de su famosa obra Operación Masacre en marzo de 1957 "... Suspicacias que preveo me obligan a declarar que no soy peronista, no lo he sido ni tengo la intención de serlo ... Tampoco soy ya partidario de la revolución que -como tantos- creí libertadora ... la mayoría de los periodistas y escritores llegamos, en la última década a considerar al peronismo como un enemigo personal. Y con sobrada razón ... En los últimos meses he debido ponerme por primera vez en contacto con esos temibles seres -los peronistas- ... por muy equivocados que estén son seres humanos y debe tratárselos como tales ...
        ¿Alguien podía imaginar que Walsh terminaría sus días, aquel 25/03/77, como Oficial Segundo en el área de informaciones e inteligencia de la organización Montoneros? Es así, Walsh hacia espionaje y contrainteligencia dentro de la organización Peronista Montoneros, ese era su puesto de lucha al momento de su muerte.
        José Pablo Feinmann dice en su libro Peronismo y la primacía de la política: ..."Esto no es el peronismo. Es la lectura de los hechos que nosotros necesitábamos para ser peronistas.”.... me costó hacerme peronista. Me costó inventar el peronismo en que podía integrarme...
        Feinmann hoy está vivo, y sigue escribiendo y realizando documentales en esa forma tan graciosa y particular que tiene. Él, a diferencia de Walsh, lo entendió a Perón en su regreso en 1973 y se quedó en la JP Lealtad, cuando Perón en 1974 hecho de la Plaza de mayo a la Tendencia Revolucionaria; el entendió perfecto cuando Perón dijo: "no hay que sacar los pies del plato".
        De esta forma él nos describe los sucesos de entonces: ...  "La tarea de ese momento, el suceso que a todos tenía inquietos, a la espera, era el regreso de Perón... "Desde pibes nuestros padres nos hablaban pestes de Perón y del peronismo. ... "prohibido, injuriado, cuyo nombre era impronunciable por decreto. ... Nuestros padres lo detestaban al modo de la oligarquía, de los militares, de los monseñores del catolicismo...  ¿Qué sabíamos de Perón? Lo conocíamos por la negativa. Si toda esa gente detestable (milicos, curas, oligarcas, clase media resentida) lo odiaba, el tipo debía tener algo o mucho de bueno. Pocas cosas atraen tanto como lo prohibido, lo maldito. ...
        Y sí, Perón tenía mucho de bueno, era un genio. En un mundo que estaba partido en dos bloques después de la segunda guerra mundial, el tipo "crea" la tercera posición y la comunidad organizada en base a una alianza -no lucha- de clases. Pero como dice Feinmann, la intelectualidad de la izquierda se equivocó: ... ¿Quiénes eran los que cumplían con el legado de Marx? ¿Nosotros, que seguíamos las elecciones de las masas, nos confundíamos con ellas y ambicionábamos llevarlas al socialismo?  ... "¿O los que se definían como marxistas, pero no se unían a la lucha del momento, a la coyuntura ardiente de ese tiempo político, a la lucha por el Perón Vuelve, y terminaban por unirse, concretamente, en lo fáctico de la lucha, a los milicos y a las clases oligárquicas que impedían el regreso de Perón desde 1955?”...
        Así transcurría esta parcela de nuestra historia: Sucesos que vuelven y recobran su vigencia temporal - espacial. Se presentan en palabras: liberación nacional, imperialismo, estado de revolución permanente; fueron sin dudas los años sesenta y setenta una época de pasiones llevadas a los extremos. Se libró entonces una lucha contra unas fuerzas que eran gigantes, y que hoy son inconmensurables. Dice José Pablo Feinmann en la obra citada: ... eran los tiempos de la revolución. El mundo nos pedía que lo cambiáramos. ... era la fe de esos tiempos: el mundo marcha al socialismo."
        Fue también una época signada por la muerte, muchas, visibles a plena luz del día. No como las de ahora que terminan siendo el efecto colateral de medidas antipopulares. Las miradas tristes de niños sin infancia corroen el espíritu.
        Una frase resume nuestros males de ese entonces y de ahora, la dijo Pablo Iglesias, de Podemos, España,... la mayoría de la gente está en contra del capitalismo, pero no lo sabe...

        Continuará...



* Pedro Caramelli Lagleyze, Abogado, Docente

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