A
propósito de la tan mentada unidad una cosa es que te duela otra es que la vida
te vaya con ella, me refiero al suicidio ideológico.. Puede llegar a doler acordando con espacios cuyos
representantes son tipos como Solá o Randazzo, acaso Alberto Fernández, por
sus, como definió este último, erróneas aventuras del pasado. En el caso de la
unidad con espacios representados por tipos como Massa, Pichetto o Urtubey es suicidarse conceptual, ideológica y políticamente, en consecuencia el kirchnerismo,
y me extiendo hacia todo el campo nacional y popular, dejaría de ser tal, es decir contestatario y revulsivo, para
formar parte del plan B diseñado por el mismo establishment en caso de contingencia.
Como cuando Menem y compañía mataron a la esencia del peronismo y sus 20 verdades,
sobre todo su doctrina, con los Born, con Bush, con Alzogaray o abrazado con
Rojas. Y aquí surge la gran paradoja de nuestra contemporaneidad, esquema que
encontró su justificación y beatificación a partir del teorema de Baglini, postulado que vistió
de túnicas políticamente decorosas al abyecto gatopardismo. Con su afirmación,
nunca debatida profundamente por la intelectualidad y llamativamente
aceptada a golpe de martillo mass media, el ex diputado Radical no solo desacreditó
per se, mediante un prejuicio tomado a partir de su subjetiva lectura de la historia
y haciendo recortes convenientes, ergo la parte conocida por el todo no
investigado, cualquier tipo de intención reformista intensa, revolucionaria en
términos teóricos, dentro de la democracia, sino que además, a priori, asume como
dolmen social inescrutable la existencia de suprapoderes rectores u órdenes
establecidos, los cuales son imposibles y hasta pecaminosos de acotar, ni siquiera de
enfrentar o poner sobre la mesa de discusión.. de modo que para Baglini, un
conservador practicante, la salida es ser parte de dicha inercia bajo el paraguas
del eufemismo: "racionalidad política", entendiendo que cualquiera
que intente desarrollar una dialéctica en ese sentido, sin evaluar sus gradientes
y menos aún sus convencimientos ideológicos, cae dentro de los infiernos de la demagogia populista irresponsable. Si la convención política acepta como indiscutible que “el grado de responsabilidad de
las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional
a sus posibilidades de acceder al poder” está concentrando
en un cuello de botella todas los posibles diferenciaciones que el campo de las
ideas políticas posee, en lo filosófico, en lo antropológico, en lo sociológico
y sobre todo en lo económico, dando formato, a modo de mandamiento, al fracasado eufemismo fin de las ideologías con el objeto que quede una sola, la posible,
la que el sistema dominante impone como única y posible.
Si observamos con
atención los intentos de unidad de todos aquellos partidos u espacios que se
oponen al actual gobierno, en su gran mayoría concuerdan con la necesidad de
morigerar las demandas, acuarelizando el
discurso, otorgándole un prestigio de supuesta racionalidad
abarcativa en lo electoral según la consentida formalidad política que determina el teorema, de
manera tal otorgarle a la gestión administrativa plausible un ascenso jerárquico
en la escala política hasta por encima de las decisiones y la voluntad en sí
propias, ergo estas dos fortalezas políticas deben aceptar permanecer supeditadas
a un modelo de gestión ya establecido por el sistema, imposible de discutir o intentar
modificar porque de hacerlo, ese espacio o dirigente sería juzgado de
irresponsable más allá de sus talentos o positivas propuestas innovadoras.
La
unidad del campo popular acepta que le duela porque allí encuentra la respuesta
a la supuesta racionalidad que el sector cree (imposición mediante de la mass
media) que necesita para triunfar, entonces mi pregunta es ¿en cuál órgano de
nuestro Ser político afecta ese dolor, en el órgano teórico e ideológico, en el
de la dialéctica, en el de la praxis, en el órgano de la pertenencia, en el
órgano de las herramientas políticas aceptadas, en el órgano del rechazo,
individual o colectivo, en todos o en uno, en dos o tres de ellos? Porque estimo
sospechar que estas comuniones políticas no nos duelen a todos de la misma
forma, ni en lugar ni en intensidad, debido a que como pertenecemos a distintos
espacios poseemos marcadas diversidades en la percepción no solo de la realidad
sino de sus actores.
Qué cosas...acabo de terminar una nota periodística y me encuentro con estas líneas provocadoras del amigo Antonio. En fin, el asunto de la UNIDAD en política, opino que no es cuestión de cantidad sino más bien de calidad, o en todo caso, pensar y ejecutar una línea para luego deshacerse de esos "nenes" que no quiero ni siquiera nombrarlos.
ResponderEliminarExcelente artículo, karajo!!
Claramente, pienso modestamente, que el peronismo debe recobrar su génesis transformadora y actualizarse ante la realidad, de no lograrlo, pienso también que se hundirá en la derrota final.
Dicho esto, y ante la realidad, rememoró: “en aquella Plaza de Mayo cuando se dirigió al pueblo en su despedida como mandataria dijo: “éste es un proyecto colectivo, no depende de una sola persona; no se trata de irse o quedarse (...) Somos el Gobierno de la transformación y el cambio y este proceso de doce años debe ser profundizado y debe continuar".
Por imperio de la realidad, la economía también debe democratizarse para una recuperación amigable, en ello, la economía social puede ser la base de una unidad política, evitando así la mera unidad electoral.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo, karajo!!!
En teoría, la UNIDAD de los que piensan parecido no debiera "doler" en ningún lado y ser una consecuencia lógica de esos pensamientos compartidos.... el problema, dolorosamente presente ahora es que se habla de una unidad donde lo que brilla por su ausencia es la falta de esos pensamientos similares.... y puede ser que duelan las tripas, pero lo jodido es que no pareciera doler neuronalmente y todavía hay quienes insisten en unidades pegadas con moco sabor embajada... y no va, no sirve, resta, esteriliza y divide.... un negocio pésimo, se mire como se mire.
ResponderEliminar